31 diciembre, 2010

A mis niños


Ser termina una año, y sólo me queda un comentario:

“Larga vida y prosperidad”.

Que nos depara el futuro, algo muy distinto y notorio, cada tanto lo es, pero para muchos, habrá cambios muy significativos, sobretodo por los que se viene al alcance de la mano. Por eso, nunca dejen de estar conectados, porque lo necesitarán.


El mejor camino siempre será el más sencillo, que no necesariamente es el más fácil, pero si el que perdure más por los buenos momentos vividos. Nunca olviden que siempre encontrarán el aprecio y el cariño de un Tío, que aunque ausente esté, cercano estará por siempre, en el corazón encriptado de estas humildes palabras que digo.


“Un día a la vez muchachos, una caminata y un mejor después”

PD.

Toda una niña eres, y una gran mujer serás, porque así es tu forma de ser, sin pretender nada más. Eres mi orgullo, y sólo te diré que la soledad no existe, porque siempre hay un camino, una solución, y un momento para saber que aquí estoy y aquí estaré, para jugar contigo, para aprender, para reír, para crecer, para resguardar y compartir tus sueños de princesa, desde donde quieran que esté.

29 diciembre, 2010

Temprano


Llegaba muy tarde a casa y muy cansado, después de una larguísima jornada, el calor, el trayecto, la ansiedad de la gente, las responsabilidades, el deber y el que hacer. Miles de voces revoloteando temas diversos por doquier.

Ya en casa, después de una buena ducha, y haber cenado gratamente con la familia, se dirigió a su escritorio. Buscaba algo para su pequeña, quién al poco rato se ganó a su lado. Hubo un momento en que la pequeña le habló en un idioma extraño que ya no lograba comprender, le miró, la abrazó con suma ternura, la llenó de besos, le dijo lo siento, no tuvo más opción, debía dormir.

Para alguien que suele dormir a las 02:00 y despertar a las 6:30, estar a las 12:30 así, era inadmisible. Tiempo, tiempo, tiempo.

Se sintió mal por el hecho, y aunque poco frecuente, no le fue indiferente. Hay veces que se desea detener el tiempo y establecer largos y gratos momentos con quienes más quiere, tener esa tranquilidad tan anhelada, pero nada se detiene, nada espera, y todo es movimiento.

Algo ha acelerado el curso de la vida, a tal punto en que la sensación de un suceso largamente esperado, pronto llega. Son esas señales tan perceptibles para todos, creyentes y no creyentes. Sólo basta verse a si mismos para entender como eran y como están ahora.

No quería dormir, sin embargo dormía en su lecho, y aunque habían ocasiones en que no se quiere despertar jamás, dejándose llevar por el sub mundo de un hermoso sueño, se vive aparentemente “despiertos”, en una realidad que supuestamente entendemos, y que aceptamos por la fe que nos mueve hacia lo “tangible” que creemos.

Pero ya es otro día, y así como este nuevo sol que ilumina, la noche se viene tan pronto como ayer, y más lento que mañana, en una lucha constante por lograr alcanzar lo que dejamos, justo en el mismo lugar donde temprano empezamos.

Entonces ¿Qué es temprano?...

28 diciembre, 2010

Dos mundos


Alguna vez deambuló en largos trasnoches, que sin duda le marcaron en cada batalla, en un lugar donde los guerreros de gruesa armadura se apoyaban con familiaridad y entusiata locura. Eran invatibles, aún dejando muchas veces de lado a la familia.
Pero los siglos transcurrieron, aún más voraces que las propias jergas emprendidas.

Miró un instante hacia atrás, y pensó en lo que significaba el volver a sus años, al redil de su esfuerzo y perseverancia. Ya no todos estaban, algunos ya habían buscado sus propios caminos, pero aún prevalecían algunos más antiguos.
Tal vez, ya no viajaría tan cerca, tal vez viajaría lejos, en alas del gigante mecánico que alguna vez le mostró el camino. Una vez más, se sintió ajeno en aquello que alguna vez le fue tan familiar y pleno.

Entre dos mundos estaba, cada uno jalando el motivo, mientras sus brazos se extendían, y pese a pertenecer más a la enormidad, se dejaría llevar por el destino.

Era víspera de un nuevo año, algo debía cambiar, soltar una mano y prender otra, antes de que el tiempo también le consumiera por completo.

Escuchó, de todo, buenos y malos argumentos, inconformidad y alegría. Gustaba de conocer todos los puntos de vistas, sobretodo los más extremos, porque sabía que en algún punto de los dos mundos, encontraría un centro. Luego la balanza diría su veredicto, y eso determinaría su paso o no, hacia otro ejército.

De vez en cuando se levantaba por los aires, recibiendo elogios y desencantos a raudales. Nada era simple, todo era complejo, para una vida tan sencilla, su tributo sería a bien acogido con ruido y silencio.

Una cosa por otra, y el grado de conveniencia no escapaba de una lógica que nunca procuraba en sus pensamientos. Siempre prefirió estar a gusto, en paz, pese al precio, una vida que lograr en un tiempo que alcanzar nunca pudo, porque en cualquiera de los dos mundos, apremiado siempre estaría con el tiempo.

Qué hacer entonces, dejar que la marea impulse el crecimiento, o procurar a desmedro.
Del futuro nunca se sabe, a veces es malo, a veces es bueno. Paciencia, paciencia, ya vendrá, lo que venga y lo que viene consigo.
Sólo queda esperar y ver a que mundo pertenecemos.

20 diciembre, 2010

Cristalino


Solía escuchar una música suave, de vez en vez, imaginando mundos encerrados en un vaso de cristal multicolor de extraña forma, iluminado por la luz de una ventana que le daba de frente con distintas tonalidades.

Su sed constante, le hacía coger su vaso con cierta frecuencia, sorbo a sorbo, acentuando su concentración en lo que tan afanosamente escribía.

Un grueso libro de tapas celestes, con ciertos dibujos lineales, le acompañaba en sus largas faenas, en un espacio de tiempo en que la productividad era su único objetivo, permitiendo su desvinculación del mundo.

Sostenía en su mente ciertas ocurrencias que se disparaban con cierto frenesí, irrumpiendo y quebrando el silencio del lugar, esparciendo involuntariamente un poco del vital líquido sobre el mesón.

Cuatro gotas de distinto tamaño se alinearon casi geométricamente, brillando con su esférica presencia, unas más grandes, otras más pequeñas. Y pensar que aquello eran mundos complejos, llenos de vida, como si fuesen planetas.

Cogió una servilleta, su pulcritud le inducía el hábito de limpiar y ordenar meticulosamente cada detalle, obsesivamente, como tratando de que todo estuviese bajo una perfecto orden y estricto control. No obstante, se detuvo unos segundos, apenas los suficientes como para que en un abrir y cerrar de ojos, se diera cuenta de otra realidad.

Se dio cuenta, y limpió con apuro, pero la imagen vívida de lo que había experimentado le consternaba. Se vio a sí, en una de las cuatro gotas, observando a las otras tres, como si fuesen puestas de sol, inmensos, casi saturando su visión de lado a lado. Todo era brillante, como un sol, los reflejos intensos de un lugar acuoso, espeso y cristalino, le permitieron entender una verdad que no esperaba, una en que se veía en el interior de la misma substancia que tocaba.

Las discretas manchas, desaparecieron absorbidas totalmente por el papel, que paró finalmente en un papelero cuadriculado. La visión fue desechada en cuestión de segundos, volviendo a su actividad, y se fue apagando en un rincón inocuo de sus recuerdos. Luego todo continuó como si nada, silencioso, y tranquilo.

Las horas pasaron, su trabajo estaba casi concluido, salvo algunos detalles que debía afinar, y que dejó para el día siguiente, por unos antecedentes que necesitaba.

Cogió sus cosas, y se dirigió con paso presuroso a la salida. Apenas abrió el gran portón exterior, sintió una brisa refrescante y reconfortante. Caminó unos pocos pasos por un jardín frondoso, se detuvo para acomodar unas cosas, sobre una banca rocosa improvisada. Miró a su rededor, y luego miró hacia el cielo, constatando el mismo color que vio a través del cristal de su copa, y entonces, sólo entonces, recordó las cuatro gotas, percatándose de que se encontraba en un mundo acuoso al cual no pertenecía, con los cuatro planetas alineados, visibles en el horizonte, inmensos, brillantes, y cristalinos, tal cual como los recordaba.

- ¿Dónde estoy?... preguntó, y una voz suave, tranquila y muy cercana le respondió.

– Aquí estás, dónde todo comenzó. Ten paciencia, es un primer paso, poco a poco podrás ver mejor.


Entoces, sonrió, asintiendo con la cabeza. Con calma, sacó de su bolso un bastón retráctil en su mano derecha, mientras que con la otra sujetó firmemente la correa de su perro y tarareando, feliz se retiró.

18 diciembre, 2010

Efecto Optico

No siempre lo que vemos es tan real como parece, y no siempre lo que pensamos es tal cual como lo creemos. Ciertamente nuestros sentidos nos pueden confundir, y está en nosotros el saber discernir. Un efecto óptico bastante simple. Sólo observa fijamente la imagen por algunos minutos, y luego mira el muse, ...y no te asustes...





Simpático...

16 diciembre, 2010

La pregunta


Ya es casi fin de año, de nuevo, y nos cuestionamos lo que hemos hecho, y nos preguntamos sobre lo que vendrá. Pero la pregunta de un instante dado, no nace por los motivos esperados, ni si quiera por curiosidad, porque la respuesta ya es sabida, y tampoco es por la confirmación de un puñado de palabras dichas, o de las acciones que se establezcan, la pregunta simplemente nace por una necesidad.

No son las palabras, no son los gestos, es sólo el hecho de lo que deja, un único cierto entre todo lo incierto, de un breve momento que inevitablemente pasa y nada más.

Imágenes que se crean en la mente, y que luego se repiten, con gustosa curiosidad, generando más y más preguntas de las que ya están.

¿Porqué preguntar lo obvio?, ¿Cuál es el sentido?, ¿Por qué querer saber lo ya sabido? Tal vez sean solo unas migajas de lucidez lo que se necesita, quizás sea la entrañable solead, quizás sólo sea lo único importante de esta existencia, lo que nos mantiene alerta, lo que nos conmueve de verdad.

Elegimos, por lo que creemos, elegimos por lo que ya sabemos, elegimos porque encontramos respuestas que nos agradan escuchar. Aún así, y no importa lo que pase, recordamos nuestra pregunta original.

Olvidamos, sí, muchas preguntas se olvidan, y van quedando atrás, es la ley de la vida, es una cualidad, una capacidad, o un intrincado propósito de nuestro diseño que nos hace inmunes a la inmortalidad.

Es curioso, pero de pronto, la mente se bloquea, y entre un millar de preguntas que fluyen en la ausencia, sólo unas pocas ideas afloran sin respuesta. El breve momento, enormemente interrumpido, por la ciudad vertiginosa, nos empuja a olvidar lo valioso que es el escaso tiempo que se tiene para preguntar.

Que simple sería tener la libertad, tener ese preciado tiempo sin apuros, sin nada más. Un espacio imaginado y muchas veces perdido, por las ajenas distracciones de un mundo que no para de rodar.

Pero la pregunta fue vertida, una sola, entre muchas otras más, aún no dichas, y que tendrán que esperar.

A veces se espera demasiado, como la ilusión del momento ideal, en dónde algo se quiere decir, pero se guarda para una vez más.

¿Qué sucede si tanto las preguntas como las respuestas son tan obvias?, ¿Qué sucede si aún así se quieren escuchar? Entonces, se establece una pausa, un silencio, y el entendimiento regocijado está.

No son las respuestas el motivo que se busca, sino aquello en nuestro interior que aún no sabemos preguntar.

10 diciembre, 2010

Día de Frutas


El papiro del tiempo fue desenvuelto con cuidado, su fragilidad sucumbía a un viento fresco, intenso pero grato. Los preciosos caballos circundantes eran mudos testimonios de lo incomprensible, aquello que se puede llamar, insistencia, o necesidad.

El hambre y la sed acompañaban, ciertas palabras no dichas de aquellas apetencias se segaban tras gruesas puertas, donde las preguntas no dichas, se transformaban en preguntas sin respuestas.

Pero una humilde bolsa contenía el delicioso néctar de unas deliciosas frutas.

La niñez se clavaba una vez más en su memoria, mientras las distracciones del entorno le envolvían.

Observaba con paciencia, mientras alguien desde lejos hablaba de otras necesidades, de otras ausencias.

Un niño pequeño se asustó, y un llanto desprendió por la enormidad de quien le mira. Sólo había que ponerse en su lugar para saber lo grande que era.

Sus ojos se llenaron de preocupación, por el niño era, su instinto que se apoderaba de su tendencia, proteger, cuidar, y velar por quienes más le llenan.

Luego el sitio fue otro, con el mismo viento que frío portaba a cuestas. Miró con paciencia, nuevamente, la máquina de díalogo que era, pero guardó silencio y respeto, sólo para escuchar más, y contemplar de todo un poco o lo que fuera.

En su interior el hambre se dejaba caer, discreto y prudente se quedó, para que nadie se diera cuenta. Unos lentes refugiados le alteraban sobremanera, muy cerca de la fruta verdadera.

Su hambre tendría que esperar, para que en forma posterior fuese resuelta. Entonces, sólo atinó a conversar de otras apetencias, y entonces se atrevió a decir:

“!Mentira!, el hambre que existe dentro del cada uno, es y no espera, y la voracidad arremete y todo lo olvida, y todo se lleva, transformándose en saciedad para hoy, para después transformarse en hambruna.

Pero siempre existirá una alternativa, una solución, no como se espera, lento y avasallador, en las manos de un buen jardinero, que con paciencia cosecha, para así, siempre disfrutar, del eterno dulzor de un poco de fruta.


09 diciembre, 2010

Distante


La frase era apreciable en el aire que se respira. Lo escuché de la persona que más me ha acompañado en esta vida, y a su vez de quienes más aprecio. Tal vez sea cierto, y lo sé, es intenso también.

No nace de una voluntad, pero sucede como encause natural de estos tiempos. Lo observo también en los demás, cada uno en su propio mundo, estilo y forma de ser, hay una necesidad, casi como una ansiedad. Algo falta, algo se presiente en el aire, lo sé, y aunque se reniegue, todos lo sienten.

Esta navidad será distinta para la gran mayoría, y este año nuevo, aún más. Quizás camine de nuevo, quizás mire a las estrellas que me seguirán de nuevo, en una noche calurosa, donde la meditación sea mi única compañía.

Mi eterno diálogo aún sigue aquí, y también me dice lo mismo. Estás distante.

Números 2014, 2040, números que me inquietan, números que no sé que son, fechas, horas, o un día cualquiera.

Se me viene un tema duro en lo emocional, uno que no sé si quiera, un paso hacia una libertad añorada pero supuesta. Un ser partirá y otro se libera.

Es cierto que la lógica nos permite el control de nuestras emociones, pero también es cierto que nuestras emociones nos superan.

Estoy distante, tal vez, pero no porque quiera. Creo que las personas pasan por distintas etapas. Son ciclos, son inicios, son términos, son renovaciones, son reiteraciones, son un conjunto en sí de cosas que llevamos en nuestro interior, cosas que al parecer han estado pendiente por siempre, o que por siempre quedarán pendientes.

Distante, la distancia es como el viento, que alguna vez nos toca, nos sigue a todas partes, y que gracias al cielo, no nos deja.

Somos seres aprensivos, y pese a que los cambios son inminentes, prósperos, y necesarios, nos conmueven sobremanera.

Visité a mi familia ayer, vi una película cualquiera, después de un buen rato, me atendieron con esmero. Me sentí extraño, como todo lo que rodea.

Quizás ya esté cerca, de las respuestas, o de las preguntas que se esperan. No lo sé, sólo sé que aún estoy aquí, y por amarillo que sea, el rostro cuadriculado de unos flecos desarmados, en la mente quedan.

Distante, ¿Qué es distante?

03 diciembre, 2010

Nocturno

Introducción

Es un día extraño, como muchos otros, frío y calor, nublado y sol. El clima preludiaba lo inevitable, dejando su mensaje en manos de aquellos pocos que podrían descifrar lo indecifrable.


Pensar era agotador y a veces quería sólo dormir, con la sensación de estar flotando en una nube, y observando el mundo tal cual y como es, o como quisiera, y de pronto todo sucumbía sin aviso ni tregua.

Nocturno

Era de noche, algo distinto, tenue y brillante, de un día 01/12/2014. El lugar, algo antiguo, poseía una terraza vestida de loza en cuadros dibujados, un tanto rústicos, algunos trizados, pero en general ordenados. Las barandas levemente desteñidas, eran redondas, de madera tallada de cierto grosor, aún firmes, y en mejor estado que las ventanas, levemente descascaradas. El recinto en su interior vestía largos tablones de roble muy bien cuidados y lustrosos, hacía calor a ratos, y más adentro que afuera. Alguien acompañaba en aquel momento, sentado desde un rincón, quién sereno se quedó fumando un cigarrillo, mientras el otro se permaneció de pie con sus brazos entrecruzados en su espalda, observando y mirando las luciérnagas quietas de una ciudad plenamente iluminada. Ya eran casi las 3:00 AM de la madrugada.

Habían escuchado -“Vamos y volvemos”, gran mentira, muy típica por cierto, a eso de las 12:00 AM. Luego de eso las horas pasaron fugaces pero tranquilas, y sobretodo, gratas, en aquel mundo de contemplación, entre el paisaje, la vegetación, la ciudad, y la algarabía.

La suavidad de una música invitaba a meditar, nada sobraba y nada carecían, en aquella casa espectral, donde nadie más estaría. Casi cuatro pisos eran, para cuatro que inmersos estarían, cercanos a la populosa ciudad y la avenida.

Las cortinas, suaves y delicadas, como ánimas blancas en pena, danzaban al compás del viento entre aquellos grandes y largos ventanales etre abiertos, señal clara de que ya vendrían.

Por fin habían vuelto, ya eran las 3:50 AM. Se percibía buena vibra, ya menos ruidos, y un dejo de sortilegio y complicidad que confundía.

Afuera estaba el, aún contemplando las luciérnagas, cuando le sintió llegar, ella se acercó con prudencia, despacio, tan natural como podía, una delgada figura que con un dejo a escusa se ganó cerca de su eterna calma, que inmutablemente en su meditación proseguía. Una sonrisa intensamente blanca iluminaba aquel rostro, que con pocas palabras indicaba que todo estaba bien, todo en orden, y que pese a la tenuidad de sus labios enrojecidos, que le delataban con pericia.

Cuatro eran, más los otros ya no vendrían, en tan solo un instante de paz, tranquilos se quedaron, bajo la luz tenuidad de la luna que los cubría, contemplando la ciudad desde la cima, observando como poco a poco las vivaces luces de la ciudad sucumbían.

Un momento distinto era, del cual partir no querían, hasta que la luz cegadora de un nuevo amanecer anunciaba que prontamente sobre sus cuerpos brillaría.

El nocturno despierto estaba, pero ya amanecía.



02 diciembre, 2010

Básico


Entrañablemente se quedó dando vueltas sobre el asunto, no era más que una mera frase sin mayor elucidación, algo que logró activar la eficiencia en tan sólo exiguas palabras.

Fue risorio todo el asunto, hilarante por no decir menos, afloró casi de la nada, y ambos rieron de buena gana. Ya han pasado varios días, y la frase “Tu hacer”, como Tarzán, aún revolotea en la mente. A fin de cuentas, no era la frase, sino el hecho de como una simple acción puede propagar acciones más complejas, que a su vez se pueden bifurcar en otras aún más enmarañadas.

La fórmula en sí era sintetizar, erradicando cualquier distracción superflua, como cuando alguien dice “No..”, o dice “Para..” por el motivo que sea, y la acción se plasma a cabalidad, en forma instantánea sin mayor ensimismamiento ni cuestionamiento.

Era algo tan humano, y que perspicazmente transmutó en algo lozano e irrebatiblemente básico.

28 noviembre, 2010

Identificadores


Desde la infancia he observado cómo ha ido evolucionando este mundo sistémico. No obstante, hay cosas que están intrínsecas en el ser, y que pese a todo lo que ocurra, existen desde tiempos remotos, tanto así como los sueños o un pensamiento vívido en la mente.

Después de tanto tiempo, muchas de esas cosas, coinciden, o las vemos convertidas en películas. Hace un buen tiempo, tuve la oportunidad de ver un ejemplo tangible de ello, en la maravillosa película “What dreams may come” dirigida por el Neo Zelandés Vincent Ward en 1998, en donde participó como actor principal el gran Robin Williams, basado en una novela del norteamericano Richard Mathenson por allá por los años 1978, (también creador de “I Am Leyend”), que representa en cierto modo este concepto.



No existe forma alguna de recordar más allá de lo que se nos tiene permitido, pero hay ocasiones en que estos simples destellos se manifiestan, en lo que observamos y nos cautiva, o en los mismos dibujos que desarrollamos consciente o inconscientemente. Un árbol, un ojo, el volar, etc. Quizás, más allá de nuestro nacimiento, quizás más allá de nuestra muerte, en otras vidas, si es que existen, o en otros sueños, si es que despiertos estamos en realidad.

Podría citar muchos ejemplos, como cuando caminamos con un objetivo fijo en la mente, casi indiferentes a lo que nos rodea, y sin embargo, por algún motivo nos detenemos de improviso a observar algo puntual que nos cautiva intensamente, llamando profundamente nuestra atención.

Muchas veces, hablamos por teléfono, o realizamos alguna actividad laboral, o de cualquier tipo, y mientras sujetamos un lápiz, el papel se llena de rayas inentendibles, que generalmente no prestamos importancia.

Quizás sean señales, indicadores, sublimes, sutiles, escapados como pequeños destellos de este diseño “perfecto” llamado sociedad, vida o existencia, que nos permite percibir aquella sensación casi eléctrica de un encuentro con lo inesperado.
Independiente de la fe o del credo colectivo, existe algo en nuestro interior que nos permite identificar lo que no se nos está permitido ver, aún más allá de los sueños.

¿Por qué es especial?, pese a sus virtudes y defectos, independiente a que si es predecible o no, común o no común, lo es, y simplemente lo es, porque algo se ha escapado a esta supuesta y tangible “realidad”, que no ha permitido identificar un pedacito de luz, que nos guía por un camino incierto llamado, “verdad”.

25 noviembre, 2010

Tamaño


Podríamos filosofar mucho respecto al espacio y tiempo, fusionar estos conceptos, descomponerlos, etc. Pero en esta oportunidad prefiero algo más gráfico e interactivo que me pareció bastante interesante, y que con gusto comparto, para especular en lo pequeños y grandes que somos…

http://dk.filmomania.pl/j/Scale_of_Universe_In93570.swf

Negro


Caminaba a pasos tranquilos, livianos, tenues y silenciosos, casi flotando sobre la superficie de un piso que no podía ver, ni tocar con los pies. Avanzaba o permanecía, no había frontera, no había dolor, ni goce, ni sufrimiento, la mente estaba limpia, libre y pura, casi como el primer día antes de nacer. Todo era inmenso, enorme y eterno como la nada, que en realidad era, porque sus aparentes pies se movían. Nada interrumpía su caminar ni su vista, y a su vez, nada podía ver, ni si quiera sus manos, si es que algún vestigio de todo eso existía.

Nada aparecía, estaba inserto o quizás fuera de todo, como si fuese ajeno y propio a la vez. Era solitario, altanero, soberbio, así era, el abismo que le envolvía, alrededor, arriba y bajo el.

No existían distancias, ni rutas, ni tranvías, sólo la enormidad de la nada en la profunda paz que suponía.

Los pasos siguieron siendo narrados, expuestos con generosidad, con intriga, eran propios, y sin embargo escapaban de su ser. Negro era, en su recuerdo oscuro, que escuchaba y que no era más que una luz que se apaga justo en el preciso momento del saber, en un espacio intangible, sin noche, sin día, más que con sólo la sensación nítida de una inmensidad a sus pies, sin un antes, ni un después, que le gobernara.

No era la primera vez, y no sería la última, en que un sueño o una realidad alternativa, surge en el portal que por algún motivo nos muestra a la salida.

Predecible


Introducción

Qué interesante palabra, que se puede preveer, o es demasiado evidente su resultado o secuencia. Es anticipable. Hasta este mismo escrito lo es.

Saber o no saber, he ahí la pregunta, pero sin necesidad de una respuesta, porque ya la sabemos.

Muchas veces me he encontrado con personas que observan a los demás y sacan conclusiones de cómo son o como seguirán siendo en sus vidas. A veces aciertan, a veces se equivocan.

Por ejemplo, la fe, que es algo tan importante en la armonía de cada ser humano, noble y respetable, pero en dónde siempre hay quienes se aprovechan de los ilusos. Un hecho predecible, que finalmente se convierte en algo tangible, ineludible, inevitable, y económicamente posible.

Predecible, por no decir, vulnerable, normal, común, rancio, encasillable, clasificable, esperable, bajo términos razonables, que así parecen.

Entonces, si así es, también significaría, fastidioso, latero tedioso, empalagoso, y pese a ello, lo disfrutamos, incluso lo reiteramos, me refiero a aquellas cosas que nos gusta, y que repetimos una y otra vez, aunque sabemos su resultado.

Predecible

Tostadas y mantequillas en la mañana, y así cada día, que predecible, y que reconfortante era mirar el sol entrando desde la ventana.

Hagan sus apuestas señores, se escuchaba, mientras se lanzaban cuatro dados sobre una mesa llena de números. Era el intento número 10 de 20, mientras su rostro se embutía sobre la mesa. Los dados giraban como si fuese todo en cámara lenta mientras se aquietaba el ajetreo desordenado de quienes tumultuaban el lugar.

Cuando los dados cesaron de rodar, 4 números iguales indicaban al ganador, quién recibió un contundente premio, ante el asombro de quienes con envidia le miraban.

Una más, una más, pensaba, aunque ya sabía cual sería el resultado. Empuñó su mano envolviendo los dados bajo sus dedos y se detuvo ahora él un instante. Los miró, y sólo vio un número, nítido, en su mente, y en un impulso evidente, los lanzó con la exacta potencia que percibió necesaria.

Un número más que en su lanzamiento anterior, cogió su dinero, y se retiró sin gesticular emoción alguna.

Estaba seguro. Lo sabía…. ¿O no?

21 noviembre, 2010

Imágenes


Solo sé que necesito dormir en este preciso momento, es extraño, son las 15:47 de un día Domingo cualquiera. Todo es paz. De pronto me veo inclinado sobre mi escritorio, con la cabeza apoyada sobre la mesa, y cierro mis ojos. Lo único que veo, es la imagen de mi pequeña, del día de ayer, que por algún motivo me pidió la cámara de mi teléfono para sacar una foto hacia una plaza desde un edificio, a más de diez pisos de altura.

Habló algo de querer guardar la historia, para la posteridad, para la descendencia. Qué extraño es, cerrar los ojos y recordar aquella sensación, tan sólo fue un instante que se vuelve tangible otra vez, en un hecho que se materializa en una simple foto. La imagen, un escenario que de varios pisos que se estaba montando, personas que parecían hormigas desde las alturas, y la techumbre de una iglesia bajo un cielo despejado.

Por qué es importante..., porque simplemente lo es, y por algo lo escribo. Pero no siempre se puede interpretar todo lo que se siente alrededor, ese es un atributo que se nos está vedado.

¿Qué significa?... no lo sé.


19 noviembre, 2010

Cambiar el Ciclo


Introducción

Días raros pueden suceder todos los días, obviamente sin que nos demos cuenta de lo que sucede. Hoy no fue distinto.Pequeños detalles que muy a menudo pasamos por alto, pero están ahí, en aquellas fracciones de segundo en que la lucidez nos ilumina.

Cambiar el Ciclo

Los zombis deambulaban por la zona céntrica de la agitada ciudad, miraban pero no observaban, caminaban casi con la vista perdida en la razón que los movía, cada uno con un destino propio, pero todos parecían sin dirección, aparentemente independientes, con vidas propias, pero sumergidos en sus diarias rutinas, enceguecidos con su propia realidad.

De pronto, así como las hormigas, se esparcieron ante mí. El motivo… simple, un hombre dorado con apariencia de minero que permanecía inmóvil ante la muchedumbre indiferente, de pronto se movió. De los pocos que se detenían a mirar, uno joven con unas monedas se acercó a depositarlas en un tarro pequeño puesto sobre un paño. Cuando el muchacho se acercó, un repentino movimiento del hombre inmóvil y rápido un grito le asustó, así como a varios de los cercanos. En el fondo, fue una pequeña acción, que sacó varias sonrisas a relucir, incluyendo la mía, pero por motivos muy diferentes.

Ya de noche ya en casa, en soledad, miraba mi serial (“House”), mientras realizaba algunas revisiones en un PC. Entonces fue que sentí su presencia. Agudicé mis oídos, pero todo parecía sigiloso. Bajé la respiración y por consiguiente las pulsaciones hasta el punto de no sentirlas. Apenas se escuchaba, y entonces lo oí. Pensaba que alucinaba, pero no, ahí estaba, apenas a unos escasos metros de mí, inmóvil también, como el hombre dorado, mirándome también.

Asqueroso y apestoso era, y sobretodo sigiloso, todo estaba herméticamente cerrado, un verdadero claustro, que no impidió su intromisión. Saltó desde no sé donde, me paré enseguida, lo seguí y finalmente lo acorralé ya no podía escapar, sentí su desesperación, lo seguí como pude hasta que finalmente se esfumó.

Percibí el temor de uno más pequeño, así como el del jóven, así como otros temores que no describiré, agenos, pero muy cercanos. Reacciones, normales y naturales ante un evento repentino, que en alguna medida alteraron el órden cotidiano de las cosas.

Nada especial, en apariencia, pero coincidía plenamente con un correo recibido de alguien durante la mañana, en donde una frase mencionaba exactamente lo que sucedería, indicando que “Algo simple puede 'cambiar' el ciclo”.

Lo cierto, es que hoy, algo cambió.

Y mañana…



17 noviembre, 2010

Dos Micronios


Apernado a su silla se encontraba, con sus manos diestras y veloces. Transcribía sus pensamientos mientras un calor arrollador encendía sus mejillas. La sensación sofocante del ambiente era en apariencia seco, pero su cuerpo parecía húmedo. Preguntó a algunos si sentían calor, pero era el único en aquel ambiente refrigerado.

Cientos de papeles virtuales se construían a una velocidad increíble y a una frecuencia imparable, sin importar que fuese, debía entregar una respuesta a cada uno. Cosas de trabajo eran, como el infinito espacio que le separaba de su planeta natal.

Se había adaptado a las condiciones rutinarias de los humanos, pero no frecuentaba la aceptación, la sensación de estar enclaustrado era parte del aprendizaje que debía pasar en los dos micronios de tiempo otorgados.

Cada micronio era el equivalente a 40 años terrestres, y ya había ocupado el primero de ellos. Pese a su adaptabilidad ante las condiciones establecidas, el tiempo era algo que jugaba en contra, pues sabía perfectamente lo que vendría en el siguiente micronio.

Había observado a alta velocidad los eventos celulares de la especie, y se prestaba a concluir la hipótesis en la cual se encontraba trabajando, no obstante el tiempo apremiaba, y debía entregar su trabajo. Entonces se quedó meditando un rato, y luego pensó… y ¿A quién?

16 noviembre, 2010

Descalzo


Las piedras filosas y calientes se anunciaban bajo sus pies, pese a ello, su caminar no mermaba, y continuaba con obstinación en una sola dirección. El sol sobre su rostro había dejado su huella, y pese a la enormidad y su sed, continuaba.

Sus pasos que una vez fueron rápidos, decaían en cámara lenta, un viaje casi interminable e incierto, donde las dunas saturadas de piedra abundaban en extremo.

Se sacó sus finos zapatos, y a pié descalzo continuó su marcha, bajo las sensaciones corpóreas que le inundaban y sus nauseas. Era una molestia inevitable pero necesaria, algo que llevar a cuesta para solo entender lo mucho y poco que faltaba.

La distancia era extraña, entre nublado su vista borrosa a ratos parecía vislumbrar agua, pero el paisaje, en kilómetros no cambiaba. Sus pies estaban heridos, pero estaban más cómodos, como si la pompa de unos lujosos zapatos ya no importara.

Era cuestión de tiempo, apenas un momento, uno para caminar, uno para ir descalzo sobre el agua que siempre imaginaba. A fin de cuenta que era real, que no lo era, entre muchas las piedras que contaba.

Un rato pasó, y justo cuando despertó, tocó sus labios resecos y sólo pensó en un vaso de agua, que bebió con apuro y alivio mirando sus pies, que descalzos estaban.

12 noviembre, 2010

Detención


Introducción

Todo en la vida es movimiento, pero que sucede si algún día alguien pudiese estar quieto. Imposible, tal vez, pero esta historia indica una ley del movimiento, que va más allá de lo que en este extraño universo comprendemos.

Detención

El muchacho era dinámico, jovial, rebosante de energía y vitalidad, siempre caminaba como era de costumbre, por las calles de su ciudad en dirección a su casa de estudios. Todo era normal, hasta que poco a poco comenzó a mitigar su paso, quedando atrás del grupo.

Sus amigos le incitaban a que se apuraran, entre bromas que siempre se hacían entre ellos. Pero el muchacho sólo atinó a extender su mano, hasta que en un momento dado ya no caminó más. Sus compañeros se preocuparon y le fueron a buscar, rodeándole. – Compadre, ¿Qué te pasa?, estás pálido. El joven no se movió de su posición.

Le sujetaron de los brazos y trataron de acomodarlo, pero notaron de inmediato que su cuerpo se encontraba rígido. Ante el asombro, trataron entre todos de mover su cuerpo de la ubicación en que se encontraba, y nada, ni si quiera entre cinco lograron bajar o doblar su brazo extendido, y mucho menos tumbarlo.

Intentaron por varios minutos, percatándose que ni siquiera la textura de sus ropas se movía. La calle casi desierta que solían caminar, prontamente se llenó de curiosos que trataban de saber que sucedía. Tras una hora transcurrida, no notaron ningún cambio, era como si todo en el se hubiese detenido por completo. No obstante, uno de sus compañeros notó algo extraño, y casi imperceptible a simple vista, y es que todos ya no se encontraban en el mismo lugar, sino varios metros más adelante en la dirección que caminaban.

Entre todos comentaron el imperceptible desplazamiento, sin encontrar lógica aún en la rigidez de su amigo. Prontamente la desesperación incomprensible de la situación llenó de cada vez más curiosos el lugar.

Uno de los muchachos observó además que el piso de concreto estaba profundamente rayado justo bajo los pies de su amigo “inmóvil”. Los metros que habían avanzado era exactamente lo que las marcas, cada vez más profundas, indicaban. En cuestión de minutos, aquella figura detenida, se iba desplazaba cada vez más rápido, enterrando sus pies y luego sus piernas en el suelo, rompiendo el pavimento que tocaba.

Pasaron así varios minutos, mucha gente consternada, al ver la destrucción que se iba formando en su trayecto. El joven, aún completamente inmóvil, se iba alejando cada vez más del lugar, dejando a tras a muchas personas que le seguían a la carrera.

Un reportero que coincidentemente se encontraba en el lugar, se encargó de transmitir el fenómeno por televisión, lo que originó que prontamente llegaran algunos servicios de ciudadanía y seguridad.

La calle frente al muchacho se desviaba perpendicularmente, por lo que se esperaba que parase frente a los vehículos estacionados y el edificio próximo. Nada le detenía, y todo lo que estaba a su paso era arrollado por su cuerpo, que le iba envolviendo en una especie de aura de energía esférica a su rededor. El primer vehículo que encontró a su frente, fue simplemente arrollado y partido en dos, y así continuó con los subsiguientes, incluso con un camión de alto tonelaje que fue simplemente arrastrado y doblado como papel.

Algunas explosiones ocurrieron por algunos derrames de bencina de los estanques que se rompieron a su paso.

El cuerpo del joven se encontraba ahora suspendido en el aire, a escasos centímetros del suelo, cosa que uno de sus amigos logró observar con cierta extrañeza. Se encontraba a escasos metros de un edificio que cerraba su paso, pero seguía avanzando, hasta que se incrustó en el, rompiendo la estructura como si nada. Los gruesos pilares llenos de fierro forjado fueron simplemente desplazados y cortados como hilos de coser, haciendo que la estructura se inclinara levemente, rompiéndose algunos vidrios en los pisos superiores y produciendo pánico entre los curios que estaban más próximos.

Finalmente atravesó el edificio por completo arrollando todo cuanto encontraba a su paso en su interior.

Sus amigos iban quedando atrás, ya era imposible seguirle a pié. Algunos comenzaron a seguirle en vehículo mientras un par de helicópteros ya notificados del acontecimiento se acercaban desde el aire.

Habían transcurrido por lo menos un par de horas, y el cuerpo del muchacho, aún rígido, seguía avanzando imparablemente, llevando ya varios kilómetros recorridos.

Tras varias horas, su velocidad era increíble, ni siquiera los helicópteros ya podían seguir su marcha. Prontamente las fuerzas especiales de la armada se organizaron en su búsqueda, enviado algunos aviones de artillería pesada tras de el.

Le siguieron entonces y desde el aire usaron detectores térmicos, ya que por la baja altura el radar no entregaba señales. Cruzó rápidamente por las montañas, perdiéndose por debajo de la cordillera, siendo imposible su búsqueda. Rápidamente fueron notificadas las zonas fronterizas, y en los noticieros se hablaba de un fenómeno paranormal.

En el país vecino, apareció de pronto la estilizada figura del muchacho, cruzando la frontera a gran velocidad e internándose en las regiones selváticas, y luego la zonas pobladas de las ciudades próximas que se iba encontrando, ocasionando similares destrozos.

En innumerables ocasiones se podía apreciar su cuerpo enterrado bajo tierra y en otras ocasiones, suspendido en el aire a varios meros de altura.

La noticia se hizo mundial, ya habían pasado más de seis horas y había irrumpido en varios países.

Tras el alboroto, sus amigos meditaban sobre el asunto, revisando una y otra vez el pavimento destrozado y las estructuras que dejó a su paso.

- Esperen, esperen, dijo uno de sus amigos, ya sé lo que sucede -.

Todos le miraron incrédulo. El joven se recostó en el piso, ubicando su rostro boca a bajo justo en el punto de inicio, y miró hacia donde se había desplazado su amigo.

- Ahora entiendo – replicó con convicción.
- ¿Qué… qué… corearon todos?
- Observen por aquí -, dijo. – Si se fijan, es como si fuese un tubo por donde el pasó.

Muchos escucharon sin entender sus palabras, pero todos constataron el hecho de que se había formado un vacío rectilíneo por donde pasó el muchacho, que se perdía en el horizonte.

- Pero qué significa… se mormuraba de distintos lados.

Entonces el joven miró a sus amigos, y dijo:

- No es lo que pensamos, sino todo lo contrario, y sólo debemos esperar 18 horas.
- ¿18 horas para qué?, ¿qué sucede? Explícate…

- Para que se cumplan las 24 horas, respondió.
- ¿Qué?, se escuchó como un eco repetitivo entre la muchedumbre.

- Está claro, lo que sucede, es…
- ¿Qué? ¿Qué? Apuraban todos a su respuesta.

- Lo que sucede, es que el se detuvo, y nosotros continuamos, él no va más rápido, sino, somos nosotros los que nos movemos con el eje terrestre. El se detuvo en este punto y por consiguiente volverá acá mismo, para luego…
- ¿Para qué?... interrumpieron los presentes.

- Para empezar todo de nuevo...

Dicho esto todos se miraron incrédulos, atónitos, confundidos, asustados, y después de algunos minutos sólo los que comprendieron, supieron la verdad de todo, y entonces, pacientes esperaron…

10 noviembre, 2010

Día de Frutas


Día de Frutas

Salí apenas unos minutos, tan rápido como pude volví con una compota de frutas en conserva bajo mi brazo. El tiempo arrasaba en su transcurso infalible, al parecer nunca hay tiempo, para comer, para dormir, para estar con la familia, para trabajar, en fin. Algo que indudablemente a muchos les pasa, sobretodo en una ciudad vertiginosa.

Se supone que comúnmente el día se distribuye en:

1 hora es para levantarse y prepararse para salir
1 horas de transporte, para llegar a la pega y dejar a los niños
9 horas para trabajar
1 hora de colación
1 horas de transporte, para llegar a la casa
1 hora de preparativos varios con la familia y comunicarse, etc
1 hora para cenar
1 hora de tareas escolares
1 hora para preparar cosas para el otro día
6 horas para dormir


O un montón de otras cosas, música, tv, lectura, escribir, jugar, meditar, etc…

Total 23 horas, entonces pensé, pero esto no me cuadra, que he hecho en 1 hora que me sobra. Haaaa…, cierto, los extraterrestres.

En fin, es sólo un ejemplo, seguramente otros dormirán más, o su transporte sea menos minutos, o trabajarán más horas o menos horas, o podrán hacer otras actividades, amigos, gimnasio, estudios, arte, deporte, jobi, o cualquier otra cosa extraprogramática. Como sea, el tiempo se va, y mientras escribo, miraba mi compota de frutas ya casi vacía, y digo… Ups!, se acabó el tiempo.

Bueno, en síntesis, no importa lo que cada uno haga, lo importante es saber disfrutar cada tiempo presente, el de ahora, el de ayer, y el de siempre.



Pd. Este no es mi itinerario, simplemente es un ejemplo genérico.


09 noviembre, 2010

Y aquel día diré… ?


Introducción

Primero fue una multitud, y recuerdo haber improvisado algunas palabras, se que ahora serán unos cuantos, para que finalmente sean unos pocos. La luz incierta de una vela se va apagando y eso me angustia sobremanera, pero es parte de la naturaleza de la vida, donde algo se inicia, algo termina, como el eterno caminar de un principio y un fin, que a todos nos toca. Y para ser sincero, realmente no sé lo que diré aquel día.


Y aquel día diré… ?

Quiero agradecer su compañía en este día tan emotivo, y quisiera decir que no importa lo que hagamos, todos algún día viajaremos hacia ese otro mundo, lleno de paz eterna.
Es por eso que siempre debemos disfrutar el momento presente en que estemos, más allá del dolor, más allá de un pesar, siempre tendremos aquellos pequeños instantes de felicidad que no debemos dejar escapar, como el pasto verde y generoso bajo nuestros pies ahora, el hermoso paisaje que nos rodea, o el simple hecho de no sentirnos solos cuando estamos aquí, unidos por un motivo.

No pierdan el tiempo en discusiones, no desperdicien una sonrisa por cosas banales, materiales o egoístas, dejen de lado las discusiones y encaminémonos hacia los momentos que nos hagan más felices, contagiemos dicha felicidad, dejemos un poco de hablar de remedios, rencores o meras ambiciones, y recordemos aquellos tiempos fértiles que hemos vivido, recordemos nuestra historia bella, sin importar la cruz que llevemos.

Sólo les digo, que no es necesario proyectarse tanto, cuando la vida es tan incierta, sobre todo en estos tiempos de ahora. Todo cuanto hagamos en este presente, es lo que cosechamos, y es lo que nos alimenta. No fuercen los buenos momentos, más bien disfruten los que ya tengan, recordemos las cosas buenas que nos han pasado, porque de todo hay, y dentro de todo siempre existirá algo que apreciemos con cariño y entrega.

Sólo eso… gracias.

Septiembre 2014.

07 noviembre, 2010

Gotas


Las gotas de agua se dejan caer con suavidad, el sonido constante de cada esfera brillante se podría contar, pero la limitada visión de los sentidos las hace imposible de calcular. Un día de intenso calor, otro día de frío, raros son estos los días en que la ausencia presente se hace elocuente.

Curiosamente, me detengo, tan sólo unos minutos para desahogar quizás el hecho de un pensamiento, que se cobija bajo el dulce sonido del agua y de la tierra mojada. Una vez más, se abre una ventana de tiempo en donde desde esta silla puedo ver el universo.
El dormir se hace errático, ya casi sin horario, ya casi sin soplo de lo que es o de lo que siento. Sólo sé que aún me acompaña, como si todo fuese una constante lucha entre lo que es y lo que debo.

Sí, lo sé, aún sin estar, ahí permanece, como la lluvia que escucho y que florece, repentina, sin esperar, sin quedarse y sin dimitir lo que por lógica permanece.
Siglos han pasado, y aún llueve, no recuerdo como fue, porque los recuerdos están vedados, para no saber lo que viene. Aún así, algo veo, y lo guardo con profundo respeto, porque nadie más puede ver a través de la lluvia que fluye transparente.
Muchas veces todo se distorsiona, otras veces se esclarece, y nada de eso supera el diálogo que sin duda, aún permanece.

No sé como apagar esta radio, y no sé si quiera hacerlo, es una tecnología maravillosa que no funciona de la manera que uno siempre quiere. Es así la naturaleza, con sus armónicos sonidos que afloran en un jardín, con las gotas que caen eternamente, aquí y donde fuese.

05 noviembre, 2010

Estómago


La sensación extraña de ardor y congojo se acentuaba en su estómago, la tensión del día, alguna enfermedad, u otra causa, como fuese, era intenso, al punto de permanecer durante todo el día. Ciertamente un elemento que distraía sobremanera y se hacía ineludiblemente tangible.

El dolor se acentuaba de una forma intensa alterando la respiración a ratos, produciendo un flujo sanguíneo casi audible en su cabeza. Aún así continuaba su labor, con todo el cuidado y prolijidad que siempre le caracterizaba. No podía ignorar algo tan evidente, pero debía continuar la faena, disimulando el pesar para no recibir preguntas típicas.

Su vista, en ocasiones se perdía en lo más profundo de la intensidad de lo que sentía, y se refugiaba en la resistencia de la omisión. Había que continuar, porque sólo lo tangible y concreto es valedero en esta vida, por lo menos esa era su más férrea convicción.

Aún así, teniendo las cosas tan claras en su mente, su dolor le distraía.

Ojala tuviese una cura, pero eso es sólo un sueño, una utopía, un doctorado que no se lleva. Eso fue ayer, y hoy es hoy, quizás no sea muy diferente, o quizás, con un poco de suerte, sería menos, pero ciertamente lo que es crónico no desaparece como si nada.


04 noviembre, 2010

Cuando ausente estás


Introducción

Ayer fue un día de esos, trágico, pero en fin, como siempre digo, cada día es diferente, y siempre es preferible rescatar lo positivo. Hoy ya es otro día, y pese a lo nublado de la mañana ya ahora por fin se vislumbra un poco de sol. Bueno, esta historia es algo así, como estar en un estado y luego en otro, o como un diálogo que de pronto se transforma en ausente por un rato.

Cuando ausente estás

La vista perdida se congelaba por algunos minutos en la nada. Sus lentes cuadriculados, livianos y delicados se detenían con el reflejo de las palabras que entregaba.

El cable a lo terrenal se desvinculaba y uno a uno sus sentidos se apagaban, motivados quizás por un intenso pensamiento, que luego se transformaba en una desconexión total, enmudeciendo paulatinamente su voz como primera síntoma. La inmovilidad de su cuerpo aún sobre la silla, denotaba que ya todo a su rededor dejaba de existir, el silencio elocuente de su interior se acentuaba notoriamente al no reaccionar ante algunos gritos de niños que hacían sus actividades al rededor. Luego su vista perdida se congelaba a través del enorme ventanal de la puerta que miraba, escapando hacia un mundo de inexistencia que a su vez le cautivaba.

Así estuvo, ausente, por varios minutos, sin escuchar, sin ver, sin sentir nada, de nada. ¿Dónde estaba?

Lo curioso es que mantenía el equilibrio, así como los signos vitales, que parecían independientes a su voluntad. Todo funcionaba, aún cuando no se piensa en su funcionamiento. En definitiva, ya no estaba.

Cuando por fin reaccionó, sus ojos pestañaban veloces con cierto grado de desorientación, y quién le acompañaba desde la otra silla, había desaparecido de su vista, encontrándose de pie en otro lado, revoloteando su palma extendida frente a su rostro, tratando de liberar aquel trance interminable.

“Despertó”, entonces volteó y miró hacia arriba con un dejo de rubor, dejando entrever que sus palabras casi rumoreantes se hacían coherentes a un estado ausente.

Por algunos minutos se está ausente, en un lugar donde nada había, encontrándonos en un mundo donde ni las palabras, ni las voces existen, en un tiempo que desaparece, y donde la eternidad se toca a la razón de un segundo, que comienza en el mismo instante donde se inicia.

Después de eso, todo siguió su camino, una vez más, como si nada.

Día de porquería

Día de porquería, que bueno que ya terminó.

Todos los días son distintos, y...

Mañana se hará de un nuevo sol.

02 noviembre, 2010

Fusión


Irrumpiendo gratamente en sueños, se encontraba con su presencia volátil, dispuesta y serena, sin mayores miramientos hacia una comprensión ansiada y compleja. En el rectángulo se filosofaba un acuerdo que les llevaría al entendimiento mutuo y una armónica convivencia. No obstante, sin más, uno de ellos se alejaba a ratos, con pasos cortos y dudosos, pero en buenos términos, conciente de que estaría siempre presente, pese al tiempo, siendo incertidumbre lo que vendría.

Uno de ellos, era el más preocupado, buscaba la forma de conciliar. El otro buscaba un punto de entendimiento que le permitiera aceptar, mientras que el siguiente buscaba estar y su vez su libertad. Todos buscaban algo, por consiguiente, todos trataban de entender el por qué, sin saber cómo o un después.

Lo obvio era ineludiblemente tangible, pese a ello, la emotividad les envolvía, confundiendo la razón bajo una necesidad común y universal.

La tolerancia, la aceptación, la adaptación eran temas cruciales, sin embargo, la individualidad estaba latente. Pese a ello, la fusión se daba en una forma extraña y serena.

Todo se volvía difuso, muy parecido a un entonces, pero bajo otro escenario, ya no de noche, sino de día, con pocos, sin caos, sin desesperación, pero sí cierta ansiedad y armonía. Temprano era, en una mañana donde el sol iluminaba la situación desde una ventana sellada. Una puerta estaba abierta, a sus plenas anchas, blanqueando aún más aquel lugar, rincón celeste de encuentro y lejanía, donde todo empieza, y donde todo termina.

Un sueño a la vez, y ahora muchos más que antes, como si el tiempo no bastara para señalar los pasos de aquellos finos zapatos en su travesía. A fin de cuenta, nada es rectilíneo, porque por un u otro motivo, por más que se evite, se devuelven los hilos, en las curvas que proporciona la sabiduría.

La eterna dimensión de lo imposible se hace tangible en la mente, y aunque no se comunique estará ahí para quién lo sigue. Las respuestas, tantas veces buscadas, no son más que las propias preguntas que nacen de un interior rebuscadas.

Amanece ya, es un nuevo día, y como todo sueño, las imágenes se desvanecen en la nada, pero pese a todo lo que suceda, la sensación queda, infinita, magistral y serena, en este mundo interior donde alguna vez se encontrarán nuevamente las respuestas hacia una fusión plena.

29 octubre, 2010

Marcial


Sobre las enormes montañas se escuchaba la dulce voz de una pequeñita que peguntaba a su padre por el lugar donde se encontraban. El le abrazó con elocuente preocupación, dado que se habían sido tele transportados a ese lugar desconocido en forma repentina y sin aviso.

La niña más impetuosa quiso saber más del lugar, pero su temor natural le inducía a esperar a su progenitor. El hombre miró alrededor, y pudo contemplar un día radiante de un atardecer fresco y limpio. Su oído excepcional le indicaba cierta actividad tras el rocoso relieve, y prontamente se dio cuenta de que estaba en la cima de un volcán inerte. Los gritos lejanos y coordinados llegaban a sus oídos con mayor claridad, en la medida que subía un poco más.

Escaló un par de metros, lo suficiente como para ver el origen de los gritos, mientras su pequeña le pedía que no se asomara.


– No te preocupes, dijo el, con una sonrisa que calmó a la niña.

– Ven aquí, asómate con migo.

– No, no, papá, replicaba ella.

Cuando se asomó, pudo ver un paisaje impresionante por su colorido, profundidad y gran tamaño. Un grupo grande de jóvenes, practicando artes marciales, don distintos uniformes, en su mayoría rojos y negros, guiados por un censéis de gran habilidad.

El lugar estaba adornado con estatuas gigantes que similaban una especie de buda. Un piso impecablemente plano y limpio.

- Ven a ver esto, es magnífico - insistía el hombre.


La niña se levantó con cierta timidez, motivada por el entusiasmo de su padre que contemplaba emocionado aquel lugar desconocido. Cuando pudo ver, la niña, quedó tan fascinada como su padre, y ambos comentaron con alegría, apuntando con el dedo distintas situaciones que se visualizaban.

Después de un rato, ya confiados, dado que no había aparente motivo de que preocuparse, se atrevieron y bajaron unos metros por un delgado camino que orillaba en el interior del volcán.

Todo iba bien, salvo por un detalle, el idioma. Las incomprensibles palabras surgieron feroces de quién guiaba al grupo de estudiantes, y fueron inmediatamente cercados. Sin muchas posibilidades la mayor preocupación era la niña que inmediatamente fue apartada de su lado. En su desesperación, forcejaba contra varios, casi imposibilitado de moverse, fue envuelto en un manto rojo de seda, liviano muy firme, y levemente transparente, quedando recostado en el piso.

En el ajetreo y el desorden que se produjo, uno de los sables cayó cerca del cuerpo del hombre que yacía envuelto en el piso. Como pudo, logró escabullir una de sus manos entre las telas, a la vez que era observado por el maestro, quién se acercó de inmediato.

El maestro se rodeó de varios discípulos, y los a cayó de un solo grito, enérgico y en seco. Todos quedaron mirando al hombre que luchaba aún por alcanzar el sable a su lado. De pronto, el maestro dijo: - Si logras zafarte, soltaré a la niña -. Todos rieron.

El hombre, que tenía también su rostro cubierto por la tela, apenas podía respirar. Se contorneó de una forma extraña, que exaltó a uno de los estudiantes que se aproximó para atacarlo y terminar de una buena vez con el intento. La mano se extendió más allá de lo esperado, y logró coger el sable, que con ágil movimiento de muñeca, giró evitando a envestidura del joven. El maestro gesticuló una sonrisa en su rostro, que no fue notada por el resto, y le miró con atención.

El joven atacante, tenía su sable prensado entre el piso y a un costado del cuerpo del hombre, salvando así el acongojada situación. Casi con desesperación, pero preescisión, levantó dolorosamente el sable con la punta de sus dedos, y lo dejó caer en su costado, aprovechando como guía el otro sable enterrado al piso. Cortó así sus vendas, y logró retirar gran parte del género que le aprisionaba. Se puso de pié, retirándose rápidamente la venda que le cegaba. Buscó con su vista en forma desesperada hasta encontrar a la niña, se vio rodeado de un grupo numeroso que lo circundaba y que indudablemente no le dejaría pasar.

Empuño con notoria fuerza el sable que cogió instintivamente entre sus manos. Conciente de no tener los conocimientos necesarios para su uso, la adrenalina se acentuó en su mirada que se fue transformando en furia y angustia a la vez. Miró al maestro fijamente a los ojos, con un tono desafiante. El maestro dijo algo en voz baja, e inmediatamente soltaron a la niña, quién corrió hacia su padre.

- Bien hecho -, dijo el Maestro. Este ha sido tu primer día, y todos se desvanecieron.



27 octubre, 2010

Puedo ver el Sol


Introducción

Curiosidades de la vida, iba en un colectivo y de pronto el encandilamiento por destello de un hermoso Sol tras las montañas, hizo que esta historia naciera así nada más.


Puedo ver el Sol

Puedo ver el Sol, en un atardecer maravilloso, lleno de magistral simetría, dando el aspecto de un arte trazado a manos repletas de nobleza.

Puedo ver el Sol. En la distancia, sobre el horizonte plagado de montañas que hacían una reverencia respetuosa a la esfera luminosa.

Puedo ver el Sol, y lo sé, porque ahora miraba aquella enormidad, incandescente, que podía disfrutar sin ocultar la vista.

Podía ver el sol, impetuoso y majestuoso, insolente y distante, directo al rostro encendido de sus llamas que lastiman.

Puedo ver el Sol, no como antes, y no como quisiera, pero si como ahora, que puedo ver más allá de un después y más acá de un ahora.

Puedo ver el Sol, con mis ojos parpadeantes, palpitantes y deseosos de conocer más allá de aquella frontera.

Puedo ver el Sol, como un punto, como un mundo, o como lo que más quisiera.

Puedo ver el Sol, con estos ojos cristalinos que a veces lloran.

Puedo ver el Sol, cuando alegre también estoy, mojado en el rocío de una primavera.

Podré ver el Sol, aún cuando ya no esté, o si aún estuviera.

Podía ver el Sol, y lo recuerdo bien, porque en ese entonces me inundaba la ceguera.

Puedo ahora ver el Sol, porque sé que hay algo más, y sé que si así es, así lo quisiera.

Puedo ver el Sol, por última vez que sea.

Puedo ver el Sol, alguna vez esquivo, y alguna vez cuando me quema.

Puedo ver el Sol, jugando y travieso en los saltos de una interminable carrera.

Puedo ver el Sol, aún cerrando mis ojos, como si presente en un manto naranjo estuviera.

Puedo ver el Sol, porque sé que aunque ya no esté, estará el brillo de tu estela.

Puedo ver el Sol, pese a que ya es de noche y sólo me acompaña, una estrella.

Puedo ver el Sol, aunque el tiempo ya se termina, porque así, un nuevo día comienza.

Puedo ver el Sol, puedo…

25 octubre, 2010

Negación

Introducción

No sé si alguien recuerde casi de memoria esta frase, y que definitivamente marcó un antes y un después en el mundo digital del cine y los conceptos abstractos de una supuesta “realidad”.

Textual

“Pero, como usted bien sabe... las apariencias pueden ser engañosas. Lo cual me lleva a la razón por la que estamos aquí. No estamos aquí porque somos libres. Estamos aquí porque no somos libres. Y no podemos escapar a la razón, no podemos negar el propósito, porque como ambos sabemos... sin propósito... no existiríamos. Fue el propósito lo que nos creó. El propósito nos conecta. Propósito que nos mueve. Nos guía, nos maneja. Propósito que define. Propósito que nos une. Nosotros estamos aquí por su culpa Sr. Anderson. Y estamos aquí para quitarle lo que usted trató de quitarnos a nosotros. Propósito” .

Bueno, esta historia, sólo pretende mostrar que de vez en cuando nos encontramos ante un destello de luz, que ilumina nuestra percepción, y nos hace ver aquella realidad que no vemos, o que dejamos de lado por una razón.

Negación

El santuario vestía de gala, así como también los invitados que eran testimonio de una ceremonia única. La emoción embargaba su ser por completo, y pese a las tradiciones, la decisión fue encaminada por el tesón de avanzar, sin esperar a nadie, y sin mirar atrás, desafiante, contra viento y marea. Era un breve instante en la vida, dónde todo en un minuto podía cambiar con un sí, o un no.

No obstante, y pese a lo ya formado, por algún poderoso motivo, hubo un tiempo en que por escasas ocasiones, paso en frente de una antigua vivienda sin poder ver lo que tanto entrañaba, desde su nave, mirando discretamente, entre curiosidad y anhelo. Pero todo era cuestión de tiempo, y por efectos naturales, fue olvidando, siguiendo la ruta de su propio camino decidido.

Una infantil envergadura yacía perpetua en aquella vivienda, era un claustro erguido en la convicción de las referencias. Aún vertía su inocencia aferrado a un manuscrito, bajo la amarillenta lumbre de una ampolleta, aún recordaba el aletear de una abeja en lo más absurdo de su propia timidez. Aún era infante, con los temores normales de un niño que se negaba a obedecer, sin la claridad de un futuro, sin los recursos afectivos necesarios en todo ser humano, de quienes le abandonaron desde muy pequeño.

No obstante, inevitablemente la vida prosiguió, y lo lógico sucedió, después de un tiempo, ya nunca más fue visitado. Entonces, por un lado, sintió alivio, y por otro, sintió nuevamente abandono. Escudriño en su interior, y alivió su pesar en duro entrenamiento. Comenzó con lo más básico, ejercicio, que lo acercó más hacia a otra fuente de dolor, físico distrayéndole de aquel que le menoscababa. Con paciencia, poco a poco se fue reconstruyendo y elaboró con sabiduría, una alternativa. Entonces sacó una cuchara de su bolsillo y empezó a excavar con la tenacidad de una hormiga, pero sin su paridad. Con obstinación casi imperceptible acotó lo recibido, aún sin estar de a cuerdo, mientras la luz de su ampolleta encendía su rostro cada noche, cada mañana, en una dirección incierta hacia un mundo mucho más amplio, más variado, más fiel.

Con el tiempo, conoció lo que tenía que conocer, lo cual prendió su ánimo, su espíritu y su esfuerzo ya tendría dirección. No obstante, sus tímidas manos cogieron el tenor de un canto sujeto a un poste, y con cierto dejo de duda, escuchó. Era su último hálito, en donde recibió, de una voz extraña, una nueva y contundente realidad, que mudo le dejó.

Ya nada más podía hacer, y todo estuvo claro. Entonces, otro santuario se abrió, con lo cual finalmente se quedó. Era un mundo propio y sagrado, de lo cual nunca más se apartó, destrozando los últimos vestigios de una realidad lejana, que nunca le esperó.

La “libertad” de una nueva “realidad”, en un mundo donde la “vida” se construye en base a una razón que nace de una negación no formulada.
“No estamos aquí porque somos libres. Estamos aquí porque no somos libres.”

20 octubre, 2010

Antumbra: Parte II

Introducción
Mis disculpas por esta historia inconclusa, pero necesito escibir este borrador inicial, ya que de otra forma no la podré continuar.
El tiempo pasa muy de prisa, y sé que faltan imágenes e introducción en mucho de los textos creados.
Para quienes leyeron Antumbra I, esta es la continuación.
Antumbra: Parte II

Tan rápido como aparecía el sol entre las montañas, tan rápido la noche se dejaba caer con su manto de oscuridad. Detenido en lo alto de un edificio, una figura alargada permanecía inmóvil, observando las rayas amarillentas que como hilos oblicuos destellaban sobre las calles eternas del apuro. Su vista paciente y ya calma, presagiaba un razonamiento que permitía ver el futuro de años, como el parpadear de unos pocos segundos.

Se quedó un instante, pensativo como siempre, respiró hondo tres veces y lo que parecían escasos segundos, fueron varias horas de otros.

Intuía que las facultades del tiempo estaban siendo alteradas deliberadamente, ya que la la percepción del mismo había variado notoriamente en la especie humana. La evolución era un tema que se escapaba de las manos a pasos cada vez más acelerados, y eso era un tema que concientemente estaba previsto. No obstante, el observador, era el único que podía percibir aquellos cambios, y entendía el propósito temeroso de los superiores por querer contener lo incontenible.

De pronto, aquel ser erguido, estiró su mano, y las luces en su totalidad se detuvieron. Entonces extendió sus alas y se precipitó por los aires, sin ser visto.

Tras varios kilómetros recorridos, se adentró en un túnel férreo, en donde se dispuso con paso tranquilo y pausado, aproximándose a un destello luminoso apenas a unos cien metros de él. Ahí lo vio, estaba recogido, su cuerpo denotaba clara evidencia de una dura batalla. Se quedó a su lado sin pronunciar palabra, porque simplemente era innecesario, ya que sólo bastó su cercanía para determinar el origen de sus heridas.

Levantó su rostro un instante, y pudo identificar restos de un aroma familiar, sin dudarlo volvió a extender sus alas en tono amenazante y extendiendo su mano se fue por el túnel a gran velocidad. No debía ser visto, su rapidez era su aliada, y en cuestión de segundos se adentró en el último carro del tren aún en marcha.

Sin que nadie lo notara, abrió una puerta lateral con total facilidad, desplomando el seguro sólo con la fuerza de sus manos. Se adentró caminando, con la calma que lo caracterizaba, y observó un desordenado y sucio vagón abandonado. Procedió con excesiva precaución hacia el siguiente vagón, y luego el siguiente, y el siguiente, encontrando a su paso el mismo desolado panorama. Las manchas rojizas rebozaban el lugar entre restos irreconocibles retorcidos y esparcidos en los asientos destrozados.

Ya faltaba poco, y una sensación le detuvo en la penúltima puerta, la que abrió con aún más cuidad que las anteriores. Ahí fue cuando entonces…

CONTINUARÁ

19 octubre, 2010

Centavos

Introducción

Recordaba una anécdota de infancia, inocua por cierto, cuando aún se usaban esas monedas antiguas seudo octogonales, escudos de aquella época. Bueno, esta historia nace de un vago recuerdo que surgió de pronto, sin alusiones de ninguna especie, y que solo pretende indicar que al final, siempre hay una reflexión, y por su puesto, una interpretación.

Centavos

Corría desordenadamente con una bolsa de género en la mano que casi arrastraba por los suelos, y algunos centavos en la otra, tenía apenas cinco años de edad. Se adentró en una panadería cercana a la casa, donde un hombre obeso y grande atendía su local como era de costumbre, cada día. El niño extendió su pequeña y pálida extremidad a través de su manga corta y entregando sus escasas monedas pidió su encargo de siempre, pan y algo para el pan.

El hombre entrecruzado de brazos y apoyado en el mesón, lo miró y vio que lo que no le alcanzaba porque lo que compraba costaba 15 centavos, y le explicó, - Ey!, jovencito, aquí hay 5 centavos de diferencia-. El niño lo quedó mirando y en su inocencia sólo atinó a decir “no importa, después me los da”. El hombre lo observó con cierta insistencia. El jamás había fiado, o recibido de menos, negocios son negocios, como el siempre se decía, pero se conmovió, seguramente por la naturalidad del pequeño. Entonces cedió a su petición, otorgando lo que el pequeño necesitaba. Eran apenas unos centavos, que finalmente recogió sin mirar, dejándolos sobre el mesón.

Después de un buen rato, cuando el hombre ya se prestaba a cerrar, y mientras hacía caja, vio sobre la mesa las monedas del niño que había dejado desparramadas pero juntas sobre el mesón, las cogió con cierta intriga y sorpresa. Había exactamente 20 centavos. Las miró, estuvo silencio por algunos minutos, y moviendo su cabeza de lado a lado, las recogió, guardándolas como un preciado tesoro, que para sí dejó.

18 octubre, 2010

Intercomunicador

Abrió su intercomunicador entre la muchedumbre en movimiento, levemente apretujado se ubicó en su rincón de costumbre y se dispuso a leer un poco. Centró su vista en las pequeñas letras multicolores que describían con cierto lujo de detalle algo muy personal. Las palabras encendidas y galopantes seguramente buscaban un propósito en sus acalorados descritos, vertidos quizás, por la necesidad de una reacción.

Fueron breves minutos de una total soledad, pese al bullicio de la gente al rededor. Aquella imagen de pureza aún vívida en su mente, se trizaba con palabras que se fueron cabalgando en su mente durante todo aquel día, desquiciando y martirizando su preciado sueño, aquel que nunca diría.

Se sintió extraño, enajenado y absurdo. Lo que pensaba tan sagrado para sí, parecía menoscabar y despreciar aquella niñez que un día encontró, como si fuese la suela de un zapato, que jamás calzó.

Entonces, su sensibilidad se refugió en lo más profundo de su interior, y con un dejo de suma pena, cerró su intercomunicador.

15 octubre, 2010

Sueños duales


El lugar era algo oscuro, estaba armoniosamente dispuesto, muchas mesas alrededor con sus manteles blancos y adornados de ciertos dibujos oblicuos poco saturados. Los cubiertos finos, metálicos de una sola pieza, cada uno, armonizaban perfectamente con las finas servilletas que en forma de flor complementaban armoniosamente el orden impecable de las mesas a la luz de las velas. La música alentaba a los visitantes hacia una pista improvisada y algo estrecha, al ritmo de una salsa suave que paulatinamente iba incrementando en intensidad.

Prendida de su mano estaba quién de su descendencia jamás se apartaría, bella, esplendorosa, como nunca le había visto, era una ocasión especial, única y distinta, donde compartimos, conversando y comentando sobre el bonito lugar y los detallados preparativos de las personas circundantes.

En un momento dado, algo sucedió, ella se apartó por una razón, y se perdió ente la muchedumbre. Dijo que pronto volvía, por tanto el se quedó observando a la animosa banda en vivo sobre el escenario. Pasaron así varios minutos, y de pronto la vista se clavó en unas escaleras de grueso madero, ubicadas casi al centro del enorme local, las cuales comunicaban con un subterráneo.

Con curiosidad inquietante se acercó, desde el fondo pudo escuchar otra música que también le pareció llamativa. Miró una vez más y sin dudarlo mucho, dado el tiempo, bajó.

El lugar era mucho más oscuro esta vez, iluminado apenas con unas pocas luces que desprendían del escenario. Le pareció divertido ver los preparativos de algunos tramoyistas, por lo cual se quedó un rato a observar, discreto, vestido de negro, y entusiasmado se sentó en la escalera a observar a través de los robustos maderos, a unos 10 metros del escenario.

El lugar, que en un comienzo era holgado, se fue llenando en la medida que la función empezaba. Las luces se apagaron por completo, y de pronto una llama encendida en concordancia con la música, dio el inicio al ritmo místico de los compases. Luego, un conjunto de luces simultáneas prendió el lugar, muy alegórico y energético todo, con las mismas características, mientras las figuras estilizadas de los jóvenes danzantes se desplegaban en concordancia coordinación sobre el escenario, mientras algunos instrumentos de gran magnitud se fueron incorporando en conjunto con algunos arsenales escénicos.

El lugar estaba prendido, la gente empezó a saturar la escalera donde se encontraba, hasta el punto de sentir la incomodidad del peso insostenible de los que al igual que el, contemplaban con entusiasta despreocupación. Entonces se levantó, bajó a la pista inmediata que sólo estaba iluminada con algunos efectos láser, semejando círculos multicolores sobre el piso.

Mientras avanzaba unos pasos, se encontró frente a frente con un viejo amigo, muy bien vestido, enchaquetado y bien encamisado. Le saludó con discreción alegre y escueta, iba acompañado y dado el flujo imparable de la multitud no era práctico detenerse. Así, rápidamente se despidieron siguiendo cada quién su camino.

El lugar estaba repleto, casi asfixiante, entonces subió por el mismo lugar de acceso, y caminó hacia la mesa, definitivamente mucho más despejado que donde estaba hace un rato.

A la distancia, unos blancos dedos se agitaban con cierta delicadeza y entusiasmo a la vez, acercándose entre la muchedumbre. - Aquí, aquí. Entonces le vió, y cuando se acercó, su vestimenta era distinta, cosa que le pareció algo inusual, dado que no llevaban ropa de cambio. – Por fin te encuentro -, dijo, con notoria preocupación en su voz, - llevo una semana viniendo a este mismo local con la esperanza de encontrarte.

Sus palabras detonaron un dejo extraño que produjo en el un silencio incomprensible. Trataba de entender el porqué, y ella también. Entonces preguntó, ¿Pasaron muchos minutos?, - Minutos! Replicó ella con incertidumbre. - Estabas desaparecido, desde hace una semana, nadie sabía de ti, pregunté en todas partes, familiares, amigos, y nadie sabía nada de ti, ¿Estás bien? - ¿Qué sucede?, no entiendo, exclamó él, con un dejo de intriga, frunciendo su seño.

Nada tenía sentido. El entrecruzar de los brazos de ella acentuaba la tensión, mientras miraba las escaleras. – Aquí estuve. Miró el lugar de donde venía, percatándose que sólo estaba el esbozo de unas escaleras que no conducían a ninguna parte, siendo nada más que un adorno del lugar, sostenido sobre un piso de tablas.

Ambos se miraron un instante, y luego de unos segundos, el alzó su vista constatando con asombro que ya la oscuridad de la noche se iba. Era de día, el amanecer que le parecía lejano, iluminaba a través de una ventana su rostro posado en sus manos.

Era imposible. Nada tenía sentido.

Entonces despertó, miró su celular, totalmente apagado, sin batería, no había sonado, y como resorte se preparó sin más demoras, estaba atrasado. Ya cuando se despedía de su familia para ir a trabajar como era de costumbre, le comentó raudamente a su señora su sueño, y antes de que pudiera terminar, ella le contó exactamente el mismo.