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El lugar era algo oscuro, estaba armoniosamente dispuesto, muchas mesas alrededor con sus manteles blancos y adornados de ciertos dibujos oblicuos poco saturados. Los cubiertos finos, metálicos de una sola pieza, cada uno, armonizaban perfectamente con las finas servilletas que en forma de flor complementaban armoniosamente el orden impecable de las mesas a la luz de las velas. La música alentaba a los visitantes hacia una pista improvisada y algo estrecha, al ritmo de una salsa suave que paulatinamente iba incrementando en intensidad.
Prendida de su mano estaba quién de su descendencia jamás se apartaría, bella, esplendorosa, como nunca le había visto, era una ocasión especial, única y distinta, donde compartimos, conversando y comentando sobre el bonito lugar y los detallados preparativos de las personas circundantes.
En un momento dado, algo sucedió, ella se apartó por una razón, y se perdió ente la muchedumbre. Dijo que pronto volvía, por tanto el se quedó observando a la animosa banda en vivo sobre el escenario. Pasaron así varios minutos, y de pronto la vista se clavó en unas escaleras de grueso madero, ubicadas casi al centro del enorme local, las cuales comunicaban con un subterráneo.
Con curiosidad inquietante se acercó, desde el fondo pudo escuchar otra música que también le pareció llamativa. Miró una vez más y sin dudarlo mucho, dado el tiempo, bajó.
El lugar era mucho más oscuro esta vez, iluminado apenas con unas pocas luces que desprendían del escenario. Le pareció divertido ver los preparativos de algunos tramoyistas, por lo cual se quedó un rato a observar, discreto, vestido de negro, y entusiasmado se sentó en la escalera a observar a través de los robustos maderos, a unos 10 metros del escenario.
El lugar, que en un comienzo era holgado, se fue llenando en la medida que la función empezaba. Las luces se apagaron por completo, y de pronto una llama encendida en concordancia con la música, dio el inicio al ritmo místico de los compases. Luego, un conjunto de luces simultáneas prendió el lugar, muy alegórico y energético todo, con las mismas características, mientras las figuras estilizadas de los jóvenes danzantes se desplegaban en concordancia coordinación sobre el escenario, mientras algunos instrumentos de gran magnitud se fueron incorporando en conjunto con algunos arsenales escénicos.
El lugar estaba prendido, la gente empezó a saturar la escalera donde se encontraba, hasta el punto de sentir la incomodidad del peso insostenible de los que al igual que el, contemplaban con entusiasta despreocupación. Entonces se levantó, bajó a la pista inmediata que sólo estaba iluminada con algunos efectos láser, semejando círculos multicolores sobre el piso.
Mientras avanzaba unos pasos, se encontró frente a frente con un viejo amigo, muy bien vestido, enchaquetado y bien encamisado. Le saludó con discreción alegre y escueta, iba acompañado y dado el flujo imparable de la multitud no era práctico detenerse. Así, rápidamente se despidieron siguiendo cada quién su camino.
El lugar estaba repleto, casi asfixiante, entonces subió por el mismo lugar de acceso, y caminó hacia la mesa, definitivamente mucho más despejado que donde estaba hace un rato.
A la distancia, unos blancos dedos se agitaban con cierta delicadeza y entusiasmo a la vez, acercándose entre la muchedumbre. - Aquí, aquí. Entonces le vió, y cuando se acercó, su vestimenta era distinta, cosa que le pareció algo inusual, dado que no llevaban ropa de cambio. – Por fin te encuentro -, dijo, con notoria preocupación en su voz, - llevo una semana viniendo a este mismo local con la esperanza de encontrarte.
Sus palabras detonaron un dejo extraño que produjo en el un silencio incomprensible. Trataba de entender el porqué, y ella también. Entonces preguntó, ¿Pasaron muchos minutos?, - Minutos! Replicó ella con incertidumbre. - Estabas desaparecido, desde hace una semana, nadie sabía de ti, pregunté en todas partes, familiares, amigos, y nadie sabía nada de ti, ¿Estás bien? - ¿Qué sucede?, no entiendo, exclamó él, con un dejo de intriga, frunciendo su seño.
Nada tenía sentido. El entrecruzar de los brazos de ella acentuaba la tensión, mientras miraba las escaleras. – Aquí estuve. Miró el lugar de donde venía, percatándose que sólo estaba el esbozo de unas escaleras que no conducían a ninguna parte, siendo nada más que un adorno del lugar, sostenido sobre un piso de tablas.
Ambos se miraron un instante, y luego de unos segundos, el alzó su vista constatando con asombro que ya la oscuridad de la noche se iba. Era de día, el amanecer que le parecía lejano, iluminaba a través de una ventana su rostro posado en sus manos.
Era imposible. Nada tenía sentido.
Entonces despertó, miró su celular, totalmente apagado, sin batería, no había sonado, y como resorte se preparó sin más demoras, estaba atrasado. Ya cuando se despedía de su familia para ir a trabajar como era de costumbre, le comentó raudamente a su señora su sueño, y antes de que pudiera terminar, ella le contó exactamente el mismo.
Prendida de su mano estaba quién de su descendencia jamás se apartaría, bella, esplendorosa, como nunca le había visto, era una ocasión especial, única y distinta, donde compartimos, conversando y comentando sobre el bonito lugar y los detallados preparativos de las personas circundantes.
En un momento dado, algo sucedió, ella se apartó por una razón, y se perdió ente la muchedumbre. Dijo que pronto volvía, por tanto el se quedó observando a la animosa banda en vivo sobre el escenario. Pasaron así varios minutos, y de pronto la vista se clavó en unas escaleras de grueso madero, ubicadas casi al centro del enorme local, las cuales comunicaban con un subterráneo.
Con curiosidad inquietante se acercó, desde el fondo pudo escuchar otra música que también le pareció llamativa. Miró una vez más y sin dudarlo mucho, dado el tiempo, bajó.
El lugar era mucho más oscuro esta vez, iluminado apenas con unas pocas luces que desprendían del escenario. Le pareció divertido ver los preparativos de algunos tramoyistas, por lo cual se quedó un rato a observar, discreto, vestido de negro, y entusiasmado se sentó en la escalera a observar a través de los robustos maderos, a unos 10 metros del escenario.
El lugar, que en un comienzo era holgado, se fue llenando en la medida que la función empezaba. Las luces se apagaron por completo, y de pronto una llama encendida en concordancia con la música, dio el inicio al ritmo místico de los compases. Luego, un conjunto de luces simultáneas prendió el lugar, muy alegórico y energético todo, con las mismas características, mientras las figuras estilizadas de los jóvenes danzantes se desplegaban en concordancia coordinación sobre el escenario, mientras algunos instrumentos de gran magnitud se fueron incorporando en conjunto con algunos arsenales escénicos.
El lugar estaba prendido, la gente empezó a saturar la escalera donde se encontraba, hasta el punto de sentir la incomodidad del peso insostenible de los que al igual que el, contemplaban con entusiasta despreocupación. Entonces se levantó, bajó a la pista inmediata que sólo estaba iluminada con algunos efectos láser, semejando círculos multicolores sobre el piso.
Mientras avanzaba unos pasos, se encontró frente a frente con un viejo amigo, muy bien vestido, enchaquetado y bien encamisado. Le saludó con discreción alegre y escueta, iba acompañado y dado el flujo imparable de la multitud no era práctico detenerse. Así, rápidamente se despidieron siguiendo cada quién su camino.
El lugar estaba repleto, casi asfixiante, entonces subió por el mismo lugar de acceso, y caminó hacia la mesa, definitivamente mucho más despejado que donde estaba hace un rato.
A la distancia, unos blancos dedos se agitaban con cierta delicadeza y entusiasmo a la vez, acercándose entre la muchedumbre. - Aquí, aquí. Entonces le vió, y cuando se acercó, su vestimenta era distinta, cosa que le pareció algo inusual, dado que no llevaban ropa de cambio. – Por fin te encuentro -, dijo, con notoria preocupación en su voz, - llevo una semana viniendo a este mismo local con la esperanza de encontrarte.
Sus palabras detonaron un dejo extraño que produjo en el un silencio incomprensible. Trataba de entender el porqué, y ella también. Entonces preguntó, ¿Pasaron muchos minutos?, - Minutos! Replicó ella con incertidumbre. - Estabas desaparecido, desde hace una semana, nadie sabía de ti, pregunté en todas partes, familiares, amigos, y nadie sabía nada de ti, ¿Estás bien? - ¿Qué sucede?, no entiendo, exclamó él, con un dejo de intriga, frunciendo su seño.
Nada tenía sentido. El entrecruzar de los brazos de ella acentuaba la tensión, mientras miraba las escaleras. – Aquí estuve. Miró el lugar de donde venía, percatándose que sólo estaba el esbozo de unas escaleras que no conducían a ninguna parte, siendo nada más que un adorno del lugar, sostenido sobre un piso de tablas.
Ambos se miraron un instante, y luego de unos segundos, el alzó su vista constatando con asombro que ya la oscuridad de la noche se iba. Era de día, el amanecer que le parecía lejano, iluminaba a través de una ventana su rostro posado en sus manos.
Era imposible. Nada tenía sentido.
Entonces despertó, miró su celular, totalmente apagado, sin batería, no había sonado, y como resorte se preparó sin más demoras, estaba atrasado. Ya cuando se despedía de su familia para ir a trabajar como era de costumbre, le comentó raudamente a su señora su sueño, y antes de que pudiera terminar, ella le contó exactamente el mismo.
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