04 noviembre, 2010

Cuando ausente estás


Introducción

Ayer fue un día de esos, trágico, pero en fin, como siempre digo, cada día es diferente, y siempre es preferible rescatar lo positivo. Hoy ya es otro día, y pese a lo nublado de la mañana ya ahora por fin se vislumbra un poco de sol. Bueno, esta historia es algo así, como estar en un estado y luego en otro, o como un diálogo que de pronto se transforma en ausente por un rato.

Cuando ausente estás

La vista perdida se congelaba por algunos minutos en la nada. Sus lentes cuadriculados, livianos y delicados se detenían con el reflejo de las palabras que entregaba.

El cable a lo terrenal se desvinculaba y uno a uno sus sentidos se apagaban, motivados quizás por un intenso pensamiento, que luego se transformaba en una desconexión total, enmudeciendo paulatinamente su voz como primera síntoma. La inmovilidad de su cuerpo aún sobre la silla, denotaba que ya todo a su rededor dejaba de existir, el silencio elocuente de su interior se acentuaba notoriamente al no reaccionar ante algunos gritos de niños que hacían sus actividades al rededor. Luego su vista perdida se congelaba a través del enorme ventanal de la puerta que miraba, escapando hacia un mundo de inexistencia que a su vez le cautivaba.

Así estuvo, ausente, por varios minutos, sin escuchar, sin ver, sin sentir nada, de nada. ¿Dónde estaba?

Lo curioso es que mantenía el equilibrio, así como los signos vitales, que parecían independientes a su voluntad. Todo funcionaba, aún cuando no se piensa en su funcionamiento. En definitiva, ya no estaba.

Cuando por fin reaccionó, sus ojos pestañaban veloces con cierto grado de desorientación, y quién le acompañaba desde la otra silla, había desaparecido de su vista, encontrándose de pie en otro lado, revoloteando su palma extendida frente a su rostro, tratando de liberar aquel trance interminable.

“Despertó”, entonces volteó y miró hacia arriba con un dejo de rubor, dejando entrever que sus palabras casi rumoreantes se hacían coherentes a un estado ausente.

Por algunos minutos se está ausente, en un lugar donde nada había, encontrándonos en un mundo donde ni las palabras, ni las voces existen, en un tiempo que desaparece, y donde la eternidad se toca a la razón de un segundo, que comienza en el mismo instante donde se inicia.

Después de eso, todo siguió su camino, una vez más, como si nada.

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