25 octubre, 2010

Negación

Introducción

No sé si alguien recuerde casi de memoria esta frase, y que definitivamente marcó un antes y un después en el mundo digital del cine y los conceptos abstractos de una supuesta “realidad”.

Textual

“Pero, como usted bien sabe... las apariencias pueden ser engañosas. Lo cual me lleva a la razón por la que estamos aquí. No estamos aquí porque somos libres. Estamos aquí porque no somos libres. Y no podemos escapar a la razón, no podemos negar el propósito, porque como ambos sabemos... sin propósito... no existiríamos. Fue el propósito lo que nos creó. El propósito nos conecta. Propósito que nos mueve. Nos guía, nos maneja. Propósito que define. Propósito que nos une. Nosotros estamos aquí por su culpa Sr. Anderson. Y estamos aquí para quitarle lo que usted trató de quitarnos a nosotros. Propósito” .

Bueno, esta historia, sólo pretende mostrar que de vez en cuando nos encontramos ante un destello de luz, que ilumina nuestra percepción, y nos hace ver aquella realidad que no vemos, o que dejamos de lado por una razón.

Negación

El santuario vestía de gala, así como también los invitados que eran testimonio de una ceremonia única. La emoción embargaba su ser por completo, y pese a las tradiciones, la decisión fue encaminada por el tesón de avanzar, sin esperar a nadie, y sin mirar atrás, desafiante, contra viento y marea. Era un breve instante en la vida, dónde todo en un minuto podía cambiar con un sí, o un no.

No obstante, y pese a lo ya formado, por algún poderoso motivo, hubo un tiempo en que por escasas ocasiones, paso en frente de una antigua vivienda sin poder ver lo que tanto entrañaba, desde su nave, mirando discretamente, entre curiosidad y anhelo. Pero todo era cuestión de tiempo, y por efectos naturales, fue olvidando, siguiendo la ruta de su propio camino decidido.

Una infantil envergadura yacía perpetua en aquella vivienda, era un claustro erguido en la convicción de las referencias. Aún vertía su inocencia aferrado a un manuscrito, bajo la amarillenta lumbre de una ampolleta, aún recordaba el aletear de una abeja en lo más absurdo de su propia timidez. Aún era infante, con los temores normales de un niño que se negaba a obedecer, sin la claridad de un futuro, sin los recursos afectivos necesarios en todo ser humano, de quienes le abandonaron desde muy pequeño.

No obstante, inevitablemente la vida prosiguió, y lo lógico sucedió, después de un tiempo, ya nunca más fue visitado. Entonces, por un lado, sintió alivio, y por otro, sintió nuevamente abandono. Escudriño en su interior, y alivió su pesar en duro entrenamiento. Comenzó con lo más básico, ejercicio, que lo acercó más hacia a otra fuente de dolor, físico distrayéndole de aquel que le menoscababa. Con paciencia, poco a poco se fue reconstruyendo y elaboró con sabiduría, una alternativa. Entonces sacó una cuchara de su bolsillo y empezó a excavar con la tenacidad de una hormiga, pero sin su paridad. Con obstinación casi imperceptible acotó lo recibido, aún sin estar de a cuerdo, mientras la luz de su ampolleta encendía su rostro cada noche, cada mañana, en una dirección incierta hacia un mundo mucho más amplio, más variado, más fiel.

Con el tiempo, conoció lo que tenía que conocer, lo cual prendió su ánimo, su espíritu y su esfuerzo ya tendría dirección. No obstante, sus tímidas manos cogieron el tenor de un canto sujeto a un poste, y con cierto dejo de duda, escuchó. Era su último hálito, en donde recibió, de una voz extraña, una nueva y contundente realidad, que mudo le dejó.

Ya nada más podía hacer, y todo estuvo claro. Entonces, otro santuario se abrió, con lo cual finalmente se quedó. Era un mundo propio y sagrado, de lo cual nunca más se apartó, destrozando los últimos vestigios de una realidad lejana, que nunca le esperó.

La “libertad” de una nueva “realidad”, en un mundo donde la “vida” se construye en base a una razón que nace de una negación no formulada.
“No estamos aquí porque somos libres. Estamos aquí porque no somos libres.”

No hay comentarios.: