Introducción
Mis disculpas por esta historia inconclusa, pero necesito escibir este borrador inicial, ya que de otra forma no la podré continuar.
El tiempo pasa muy de prisa, y sé que faltan imágenes e introducción en mucho de los textos creados.
Para quienes leyeron Antumbra I, esta es la continuación.
Antumbra: Parte II
Tan rápido como aparecía el sol entre las montañas, tan rápido la noche se dejaba caer con su manto de oscuridad. Detenido en lo alto de un edificio, una figura alargada permanecía inmóvil, observando las rayas amarillentas que como hilos oblicuos destellaban sobre las calles eternas del apuro. Su vista paciente y ya calma, presagiaba un razonamiento que permitía ver el futuro de años, como el parpadear de unos pocos segundos.
Se quedó un instante, pensativo como siempre, respiró hondo tres veces y lo que parecían escasos segundos, fueron varias horas de otros.
Intuía que las facultades del tiempo estaban siendo alteradas deliberadamente, ya que la la percepción del mismo había variado notoriamente en la especie humana. La evolución era un tema que se escapaba de las manos a pasos cada vez más acelerados, y eso era un tema que concientemente estaba previsto. No obstante, el observador, era el único que podía percibir aquellos cambios, y entendía el propósito temeroso de los superiores por querer contener lo incontenible.
De pronto, aquel ser erguido, estiró su mano, y las luces en su totalidad se detuvieron. Entonces extendió sus alas y se precipitó por los aires, sin ser visto.
Tras varios kilómetros recorridos, se adentró en un túnel férreo, en donde se dispuso con paso tranquilo y pausado, aproximándose a un destello luminoso apenas a unos cien metros de él. Ahí lo vio, estaba recogido, su cuerpo denotaba clara evidencia de una dura batalla. Se quedó a su lado sin pronunciar palabra, porque simplemente era innecesario, ya que sólo bastó su cercanía para determinar el origen de sus heridas.
Levantó su rostro un instante, y pudo identificar restos de un aroma familiar, sin dudarlo volvió a extender sus alas en tono amenazante y extendiendo su mano se fue por el túnel a gran velocidad. No debía ser visto, su rapidez era su aliada, y en cuestión de segundos se adentró en el último carro del tren aún en marcha.
Sin que nadie lo notara, abrió una puerta lateral con total facilidad, desplomando el seguro sólo con la fuerza de sus manos. Se adentró caminando, con la calma que lo caracterizaba, y observó un desordenado y sucio vagón abandonado. Procedió con excesiva precaución hacia el siguiente vagón, y luego el siguiente, y el siguiente, encontrando a su paso el mismo desolado panorama. Las manchas rojizas rebozaban el lugar entre restos irreconocibles retorcidos y esparcidos en los asientos destrozados.
Ya faltaba poco, y una sensación le detuvo en la penúltima puerta, la que abrió con aún más cuidad que las anteriores. Ahí fue cuando entonces…
CONTINUARÁ…
Tan rápido como aparecía el sol entre las montañas, tan rápido la noche se dejaba caer con su manto de oscuridad. Detenido en lo alto de un edificio, una figura alargada permanecía inmóvil, observando las rayas amarillentas que como hilos oblicuos destellaban sobre las calles eternas del apuro. Su vista paciente y ya calma, presagiaba un razonamiento que permitía ver el futuro de años, como el parpadear de unos pocos segundos.
Se quedó un instante, pensativo como siempre, respiró hondo tres veces y lo que parecían escasos segundos, fueron varias horas de otros.
Intuía que las facultades del tiempo estaban siendo alteradas deliberadamente, ya que la la percepción del mismo había variado notoriamente en la especie humana. La evolución era un tema que se escapaba de las manos a pasos cada vez más acelerados, y eso era un tema que concientemente estaba previsto. No obstante, el observador, era el único que podía percibir aquellos cambios, y entendía el propósito temeroso de los superiores por querer contener lo incontenible.
De pronto, aquel ser erguido, estiró su mano, y las luces en su totalidad se detuvieron. Entonces extendió sus alas y se precipitó por los aires, sin ser visto.
Tras varios kilómetros recorridos, se adentró en un túnel férreo, en donde se dispuso con paso tranquilo y pausado, aproximándose a un destello luminoso apenas a unos cien metros de él. Ahí lo vio, estaba recogido, su cuerpo denotaba clara evidencia de una dura batalla. Se quedó a su lado sin pronunciar palabra, porque simplemente era innecesario, ya que sólo bastó su cercanía para determinar el origen de sus heridas.
Levantó su rostro un instante, y pudo identificar restos de un aroma familiar, sin dudarlo volvió a extender sus alas en tono amenazante y extendiendo su mano se fue por el túnel a gran velocidad. No debía ser visto, su rapidez era su aliada, y en cuestión de segundos se adentró en el último carro del tren aún en marcha.
Sin que nadie lo notara, abrió una puerta lateral con total facilidad, desplomando el seguro sólo con la fuerza de sus manos. Se adentró caminando, con la calma que lo caracterizaba, y observó un desordenado y sucio vagón abandonado. Procedió con excesiva precaución hacia el siguiente vagón, y luego el siguiente, y el siguiente, encontrando a su paso el mismo desolado panorama. Las manchas rojizas rebozaban el lugar entre restos irreconocibles retorcidos y esparcidos en los asientos destrozados.
Ya faltaba poco, y una sensación le detuvo en la penúltima puerta, la que abrió con aún más cuidad que las anteriores. Ahí fue cuando entonces…
CONTINUARÁ…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario