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Introducción
Me costó muchísimo establecer un punto de empatía, buscando en lo más profundo y puro de un sentimiento, aquellas palabras que pudiesen describir un pensamiento tan intenso como es el cariño que una hija puede tener hacia su padre, y su recuerdo. Bueno, aquí va la historia.
Una hija y un recuerdo
La pequeña escuchaba sus historias con atención mientras juntos caminaban en busca de aventura, un paseo por algún lugar inexplorado, lleno de paz, lleno de armonía, de la mano de quién era su protector incondicional. Así era la imagen protectora de aquel gigante, que desde niña quedó impregnada en su ser. Un cariño, un amor filial que no tiene fronteras y que nunca ha de desaparecer.
Su menuda figura era levantada por los aires como una pluma, desde pequeñita soñaba en aquellos fuertes brazos que podía volar, sentía su protección, su cariño, escuchaba su voz, sus eternas historias, sus consejos, mirando en la grandeza de sus ojos el momento eterno que siempre quiso guardar.
Era muy pequeña para entender sus palabras, aún muy chiquita para seguir sus pasos, pero siempre quería estar cerca de el, del cobijo de un fuerte abrazo, un beso sincero, puro, limpio, bajo la luz del cielo, bajo el techo de un hogar perfecto.
La niña creció, evolucionó, más nunca olvidó sus recuerdos. Recordaba así, cuando iba sobre sus hombros, sintiendo el júbilo de su tamaño, la emoción de un precipicio y la seguridad en sus manos. Nunca olvidó sus juegos, nunca olvidó sus pasos.
Ahora, muchas veces le recuerda con intensidad, sus ojos húmedos ya no son pequeños, se mueven en brillo de una soledad, balanceándose en los más hermosos recuerdos, al compás del viento que jugaba con sus cabellos.
¿Por qué ya no estás?, como antes, como siempre… te hecho de menos. En que mundo nuevo estarás, me verás, si soy yo, la misma que te extraño. Ya nada es igual, eres diferente y no entiendo, ¿Por qué no estás?, como antes, como siempre que te necesito.
La niña había crecido, se había convertido en una mujer, la ciudad había cambiado, el mundo había evolucionado, e intacto estaba su sueño.
Quisiera entender, ¿Por qué te has ido?, ¿Por qué todo es tan distinto? Son cosas de la vida, y comprenderte se me hace difícil si no te veo. ¿Qué sucede papá? ¿Qué es lo que siento? ¿Por qué estás distante? ¿Por qué no te comprendo?
Como quisiera conversar contigo, estar un rato a solas, aferrarme a tus brazos y sentir nuevamente tu cobijo. Sentir tu comprensión, tus sabias palabras, y renovar la seguridad que necesito. Me cuesta entender, ya sé, me cuesta asimilar todo esto.
Que ausente estás, que distante te siento, en mis momentos de soledad, done más te recuerdo.
Quisiera verte feliz, ver tu sonrisa de nuevo, soñar con aquellos viejos caminos recorridos, conocer y descubrir lugares contigo, seguir aprendiendo, tomados de la mano, jugando y riendo. Como quisiera que estés padre, como antes, como siempre, como cuando era niña acunada en tú tiempo.
Ya nada es igual, ahora ya soy madre, es otro camino, forjado con sacrificio y esfuerzo. Sé que lo más importante ahora son los nuevos, los niños, estoy conciente de ello, que el pasado va quedando atrás, más no tu recuerdo, que por siempre me acompaña, cada vez que lo necesito, porque simplemente, así lo siento.
Recuerdo que un día, me puse tus zapatos negros, eran enormes, y eran parte de lo que no lleno, un espacio enorme, entre tu aroma, tu cariño y tu recuerdo eterno.
La nostalgia envuelve mis sentidos. Cómo quisiera que estuvieses aquí, ahora, como antes, como cuando caminábamos juntos. Lo sé, así debe ser, debo mirar hacia delante, y velar por mis propio destino, hasta el último día en que en la luz nos encontremos de nuevo.
La confusión se enciende en mis sentimientos, te recuerdo cada día, y muchas veces quisiera estar contigo. Lo sé, papá, “Prioridad”, ese es ahora mi camino.
Las cosas cambian, todos cambiamos, es inevitable, pero aún así papá, te quiero.
Me costó muchísimo establecer un punto de empatía, buscando en lo más profundo y puro de un sentimiento, aquellas palabras que pudiesen describir un pensamiento tan intenso como es el cariño que una hija puede tener hacia su padre, y su recuerdo. Bueno, aquí va la historia.
Una hija y un recuerdo
La pequeña escuchaba sus historias con atención mientras juntos caminaban en busca de aventura, un paseo por algún lugar inexplorado, lleno de paz, lleno de armonía, de la mano de quién era su protector incondicional. Así era la imagen protectora de aquel gigante, que desde niña quedó impregnada en su ser. Un cariño, un amor filial que no tiene fronteras y que nunca ha de desaparecer.
Su menuda figura era levantada por los aires como una pluma, desde pequeñita soñaba en aquellos fuertes brazos que podía volar, sentía su protección, su cariño, escuchaba su voz, sus eternas historias, sus consejos, mirando en la grandeza de sus ojos el momento eterno que siempre quiso guardar.
Era muy pequeña para entender sus palabras, aún muy chiquita para seguir sus pasos, pero siempre quería estar cerca de el, del cobijo de un fuerte abrazo, un beso sincero, puro, limpio, bajo la luz del cielo, bajo el techo de un hogar perfecto.
La niña creció, evolucionó, más nunca olvidó sus recuerdos. Recordaba así, cuando iba sobre sus hombros, sintiendo el júbilo de su tamaño, la emoción de un precipicio y la seguridad en sus manos. Nunca olvidó sus juegos, nunca olvidó sus pasos.
Ahora, muchas veces le recuerda con intensidad, sus ojos húmedos ya no son pequeños, se mueven en brillo de una soledad, balanceándose en los más hermosos recuerdos, al compás del viento que jugaba con sus cabellos.
¿Por qué ya no estás?, como antes, como siempre… te hecho de menos. En que mundo nuevo estarás, me verás, si soy yo, la misma que te extraño. Ya nada es igual, eres diferente y no entiendo, ¿Por qué no estás?, como antes, como siempre que te necesito.
La niña había crecido, se había convertido en una mujer, la ciudad había cambiado, el mundo había evolucionado, e intacto estaba su sueño.
Quisiera entender, ¿Por qué te has ido?, ¿Por qué todo es tan distinto? Son cosas de la vida, y comprenderte se me hace difícil si no te veo. ¿Qué sucede papá? ¿Qué es lo que siento? ¿Por qué estás distante? ¿Por qué no te comprendo?
Como quisiera conversar contigo, estar un rato a solas, aferrarme a tus brazos y sentir nuevamente tu cobijo. Sentir tu comprensión, tus sabias palabras, y renovar la seguridad que necesito. Me cuesta entender, ya sé, me cuesta asimilar todo esto.
Que ausente estás, que distante te siento, en mis momentos de soledad, done más te recuerdo.
Quisiera verte feliz, ver tu sonrisa de nuevo, soñar con aquellos viejos caminos recorridos, conocer y descubrir lugares contigo, seguir aprendiendo, tomados de la mano, jugando y riendo. Como quisiera que estés padre, como antes, como siempre, como cuando era niña acunada en tú tiempo.
Ya nada es igual, ahora ya soy madre, es otro camino, forjado con sacrificio y esfuerzo. Sé que lo más importante ahora son los nuevos, los niños, estoy conciente de ello, que el pasado va quedando atrás, más no tu recuerdo, que por siempre me acompaña, cada vez que lo necesito, porque simplemente, así lo siento.
Recuerdo que un día, me puse tus zapatos negros, eran enormes, y eran parte de lo que no lleno, un espacio enorme, entre tu aroma, tu cariño y tu recuerdo eterno.
La nostalgia envuelve mis sentidos. Cómo quisiera que estuvieses aquí, ahora, como antes, como cuando caminábamos juntos. Lo sé, así debe ser, debo mirar hacia delante, y velar por mis propio destino, hasta el último día en que en la luz nos encontremos de nuevo.
La confusión se enciende en mis sentimientos, te recuerdo cada día, y muchas veces quisiera estar contigo. Lo sé, papá, “Prioridad”, ese es ahora mi camino.
Las cosas cambian, todos cambiamos, es inevitable, pero aún así papá, te quiero.
1 comentario:
Tienes una profundidad ligera que atrapa sin agobiar, que llega y comunica la vida en palabras naturales.
No sé quién eres, pero sí sé que LVL es una sigla que seguro nos cruza con su historia.
Me encanta saber de ese origen y de cómo el futuro también lo escribes.
Un abrazo y cariños.
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