23 septiembre, 2010

Encrucijada


Introducción

Decisiones, palabra que muchas veces nos acompañará en la vida. Así como vemos el partir de un tren, también somos capaces de mantener en forma muy personal, aquello que nos conmueve, y que definitivamente no pertenece a nadie más. Entonces, en nuestro interior, se configura una encrucijada de la cual no podemos escapar.

Encrucijada

El lugar de apariencia campestre, tenía una ruta angosta, de no más de un par de metros. En su extremo, se vislumbraba un letrero empalado en añosa madera desgastada por el clima, conformado por varias tablillas con forma de flecha que apuntaban en distintas direcciones.

El caminante se quedó ahí un rato, miró con atención cada señal, recogiendo una y otra vez cada nombre, y cada detalle del astillado madero. Observó las hormigas que le trepaban, y las flores a lo lejos. Había truenos a la distancia, como también nubes blancas en ciertos sectores, mientras la brisa intensa volaba su sombrero.

Debía continuar, nada se tiene que estancar, por ningún motivo, el progreso y nuevos rumbos le esperarían, y así seguiría, intachable, frente a la vida, frente a su propia voluntad. Entonces respiró profundamente, se levantó recogiendo su sombrero, dio un paso hacia delante, y eligió el letrero más alto, el cual seguiría sin mirar atrás.

Sólo quiso una pausa más, una que le permitiera no olvidar, aquella imagen blanca, cobijada en el aroma de su propio mirar, retenida en su mente por siempre, en la quietud de su humilde guiñar.

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