Retornaba de una reunión, directo a continuar con mis labores cotidianas, en otro lado, y por las casualidades de la vida, en pleno metro, aparece Camión. Una sonrisa al instante se sembró en ambos rostros, y prontamente un abrazo de hermano se manifestó sin más. Mucho ruido y algunas palabras de intercambio, hasta que llegamos a estación Sta. Anastasia, y nos detuvimos unos pocos minutos. No estaba planificado, pero así fue, y si lo hubiésemos planificado, no hubiera sucedido, que contrariedad más positiva. En fin.
Conversábamos de la vida, y el significado que encausa nuestras existencias, sometidos a nuestras actividades, a nuestras obligaciones, y lo escaso que se percibe el tiempo cuando es ameno el momento. Siempre corriendo, de un lado para otro, en una u otra cosa, y son pocas las veces que se generan estos espacios, que son totalmente necesarios para compartir y expresar lo que se siente con la tranquilidad suficiente, alejado del bullicio de la ciudad. Nada se detiene, todo circula, y la marea te lleva. No sales de una y entras en otra, nada es quietud. Así es, así será, y cada vez todo más rápido que antes.
Como siempre, algunas trivialidades se entremezclaban con temas profundos e intensos. Tenemos una historia en común, ambos nacidos de un mismo padre, nada raro, pero de distinta madre, y aún así, muy buenos hermanos, que curioso.
El tema es, que cuanto más se piensa, se llega a la conclusión que lo vivido por nuestros ancestros no tiene nada que ver con lo que vivirán nuestros hijos, y es nuestro deber apoyarlos para que descubran su propia verdad interior, su propio camino, alejados de nuestra propia introspección, de nuestras limitantes. La vida es como un abanico, un manojo de oportunidades, en distintas direcciones, y son nuestros niños los que deben tener acceso a un mundo abierto a dichas posibilidades, sin límites, más que aquellos que nos procuren una conducta correcta frente a la vida, como hombres y mujeres de bien.
No es necesario ser religioso para entender que la bondad y la generosidad nacen de la libertad, y que toda libertad limita en la libertad de otros. Todo lo que hayamos vivido es nuestro, por tanto aquellas nuevas vidas cruzaran por distintos destinos, sin los temores que hemos arrastrado desde nuestra propia historia. Todos tememos, lo queramos o nó, y cada uno tiene su porqué, aún no resuelto. Muchos dirán que nó, pero es simple soberbia.
Recuerdas una frase de Jean Luc Picard, que refiriéndose a los Cyborg, que decía:
"Siempre cedimos, ellos avanzan, y nosotros retrocedemos un paso, por nuestros temores, esto tiene que parar aquí y ahora".
No sé si recordarás ese capítulo, pero en el fondo, nuestras limitantes son sólo nuestras, y existe todo un mundo, en un tiempo nuevo y distinto para ser explorado y conquistado libremente por nuestros niños. No los limitemos por nuestros propios temores.
No es una tarea fácil, las aprensiones, los miedos adquiridos por años, las dudas, las EXCUSAS, son un perjuicio que debe concluir. Te lo digo, así de fuerte y claro, pese a que para mí, como para muchos, no es una tarea fácil. Todo tiene un precio en esta vida, y lo que siembras, cosechas.
El resto, la gran masa, limitada por su imponente ceguera, ricos y pobres, simplemente seguirán viviendo y creyendo que la vida es tal cual como la viven, sin más visión que la de sus propias limitantes.
Por años acumulamos temores y miedos, por ende, años entonces nos costará la valentía de dejarlos, pero el tiempo nunca se detiene. El DESPUÉS nunca fue, porque por mucho que queramos, algo se presenta, siempre algo cambia, y ya nada es igual que antes. Pero hay algo hermoso que nunca se pierde, y eso es nuestra esencia. Recuérdalo, piensa en ello, tú que podías ver el aura, y aún puedes, no dejes de ver en el interior de los demás, no apagues aquella hermosa capacidad y mira dentro de ti, y mira dentro de ellos, y me entenderás, por más complejo que te parezcan mis palabras, la solución es simple y siempre ha estado en tus manos, en tus propias acciones.
Eres un buen hombre, y mucho más valiente que yo, creélo, porque así es, pero no dejes que tu responsabilidad sea un todo absoluto, permíteles volar, porque sé que ellos pueden.
Las cosas suceden por algo, y por algo este grato encuentro ha sucedido.
Con cariño
de un hermano para un hermano
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