Historia 1: Negativo (Viernes 11:45 PM, notificación)
Después de una semana totalmente compleja, como una gran tempestad, aparece el sol. Dentro de un sobre, se encontraba un papel blanco con algunos datos escritos, pero que daban clara señal de que había luz al final del camino, con ciertos términos poco claros, pero suficientes como para dar fe de que aquello que se presentaba como grave, ya había salido de su cuerpo. Biopsia negativa, por lo menos el médico así lo confirmaba en su interpretación. Un alivio inmenso, al corto plazo. Buenas noticias, por fin, y la clara esperanza de poder seguir siendo más de dos. Tal vez fue aquella oración, una plegaria, un buen pensamiento, suficientes como para que un manto gris se fuese transformando en luz, y eso sí que es algo que de corazón se agradece.
Historia 2: Octavo Sueño (Viernes 5:15 AM, sueño)
Un cansancio absoluto se apoderaba de aquel hombre, de aspecto sereno y apacible. Contenía sobre sí un mareo constante sobre sus sienes plateadas, un nuevo síntoma que ya llevaba por lo menos un par de meses y que poco a poco se acentuaba. Se recostó aquel Viernes, casi temprano, era la media noche, y sucumbió rápidamente a los designios de un profundo dormir. Mientras dormía, su mente se llenaba de imágenes, algo tenues, en un lugar que era su casa, ordenada, cómoda, de pocos muebles, era amplia y confortable, con dos ambientes notoriamente predeterminados, estaba oscuro ya que era de noche, y las luces se encontraban apagadas en aquella habitación, una especie de sala de estar, el otro ambiente era una especie de cocina americana y living a la vez, en donde se encontraba la familia, con unos pocos parientes y amigos, que a lo lejos se les escuchaba reír y compartir. En el primer ambiente, había una persona, de menuda figura, cabello negro que acompañaba al dueño de casa, mientras miraban un programa de televisión. El aparato iluminaba aquel lugar, y los dos conversaban y comentaban con asombro las imágenes. En la pantalla se observaba una persona, una persona desconocida, aventada con fuerza por los aires en una especie de estadio, girando en dirección a la pantalla, un caso inédito mostrado en un noticiero deportivo de cosas insólitas. Los dos comentaban la curiosidad del inusitado hecho, cuando en un momento dado, aparece una niña pequeña de unos nueve años, y se acerca a ambos. La pequeña observó con curiosidad a la extraña que acompañaba a su padre, ya que no le conocía, pero sin embargo lograba congeniar rápidamente al momento que el diálogo se establecía. La mujer miraba a la niña, con cierto grado de asombro y preocupación, y de reojo al hombre, por la inesperada presencia, ya que supuso que causaría cierta incomodidad su presencia en aquella familia. No obstante, la niña hizo un gesto que al hombre le conmovió. Era tan simple y tan significativo, la pequeña tiernamente apoyó sin más, su cabecita en el brazo izquierdo de la mujer que al parecer sentía un poco de frío aún vistiendo su grueso abrigo negro, y se quedó ahí un instante, algo le dijo, pero el hombre no escuchó. Luego de eso, la niña se retiró alegre y saltando con su cola de caballo agitándose. Lo que sí quedaba claro, es que la incomodidad que se creía, en realidad no existía, porque quizás nunca existió. Aquellas personas se miraron con un dejo de asombro, y continuaron viendo el noticiero.
Historia 3: Una visita (Viernes 11:59 PM, vivencia)
Jorge se llamaba, igual que un amigo que tenía, era su hermano, un gordito simpático y dinámico, pese a su extenuante labor y constante cansancio producto de su extenuante actividad y poco dormir. Le visitaba para saber de la familia, y esencialmente para conocer del estado de salud de la dueña de casa. Todo era impecable, se tomó un momento, que se extendió con una tacita de té, mientras conversaban amenamente. Luego de eso se pusieron a ver videos de MJ, parte de la colección inédita que disponían. Recordaban esos maravillosos tiempos de su música y de sus bailes, una gran época. De pronto, después de varios DVD vistos, entre cientos de temas, apareció uno en especial, maravillosamente interpretado por el cantante, aún negro en su época de infancia, se llamaba “la música y yo”, una pieza de colección, genial, que lamentablemente no tenía vídeo-clip propio, pero se ajustaba perfectamente a las imágenes mostradas. El hombre la escuchó con extrema atención. Sintió gratamente el perfecto sonido remasterizado de las cuerdas de una guitarra con el que comenzaba el tema. Recordó la importancia de una época y el porqué una canción pudo lograr marcar su emotividad para siempre. Entonces, sucumbió a sus recuerdos, y guardó silencio, porque lo importante siempre fue guardarlos con cariño y respeto, aún después de siglos. Así, una extraña combinación entre alegría y nostalgia le envolvió, recordando en ese instante que vería su queridísimo tema, ahora incluso en sus sueños.
Historia 4: Al otro lado del río (Sábado 02:04 AM, cuento)
Dos hombres se encontraban atrapados en un desierto, donde curiosamente cruzaba un anchísimo río. El agua no se podía beber, y el calor prontamente descompensaría la última energía que quedaba en el cuerpo de ambos tipos, que ya no tenían fuerzas para levantase del piso.
Sentados ambos estaban, y algo se gritaba a lo lejos. El río era demasiado bullicioso y ancho como para poder escucharse, y los hombres estaban demasiado cansados para poder levantarse y hacer alguna señal.
De pronto el río se detuvo, y las aguas se aquietaron por completo, a su vez que la turbiedad de la misma cambiaba rápidamente, hasta el punto de poder apreciar las rocas en el fondo. Parecía un milagro, y sin más ambos hombres en su desesperación bebieron de la misma agua, recobrando la vitalidad que ya escasamente aún les acompañaba.
Se pararon como pudieron, y con el poco de fuerzas que les quedaba, ambos, cogieron algunos maderos cercanos que usaron como pequeñas balsas, en donde a duras penas se recostaron. Estaban muy débiles, pero su instinto de sobre vivencia intacto. Así manoteando como pudieron lograron avanzar a través de las quietas aguas. El calor era agobiante, y logró mermar rápidamente la conciencia de ambos tipos, los que en el trayecto, al poco avanzar perdieron el conocimiento.
Las pequeñas balsas improvisadas avanzaron lentamente por un par de horas, hasta llegar al centro del río que aún se encontraba transformado en un lago limpio y cristalino. Las balsas chocaron suavemente entre sí, y circularon para luego desprenderse, prosiguiendo el camino inicialmente trazado. Cada balsa llegó a la otra orilla, con cada hombre aún inconsciente.
Después de un largo rato, se vino la noche, y ambos hombres despertaron a orillas del río, y sin darse cuenta, habían cruzado totalmente las aguas que volvía a tener movimiento. Se miraron nuevamente a lo lejos, y desorientados nuevamente se saludaron, cada uno pensando que mañana sería otro día y un nuevo intento.
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