23 agosto, 2010

93


Hoy vi su rostro lastimero, su piel blanca como su pelo, y su piel reseca, ahí estaba en su lecho, sumergida en un dolor profundo e intenso. Sus piernas eran flaquísimas, aún así, aún lucha por ponerse de pie. Admirable.

Me mira, me pregunta: - ¿Y ud. quién es?, frunce el ceño y me dice: - ¿Ud. es mi papá? Sujeto su mano, y con la otra toco su frente. ¿Qué puedo hacer?, - me pregunto, y me duele el tiempo.

No quiero escribir cosas tristes, porque siempre veo lo positivo de la vida, y lo bien que se puede llevar cuando hay optimismo y alegría. Pero hoy, no podía ser ciego ante un pesar. Más de 93 años de una existencia vigorosa y plena, siempre esmerada por ayudar a los demás. A veces, me pregunto, ¿y para qué?, si ahora vive como vive, y en soledad. Que curiosa contradicción, como alguien capaz de cambiar los hilos pende del propio, sin cortar.

He visto a mi madre, he visto a mi madre, es un camino sin retorno, un paso más atrás. Qué tiempos aquellos, sin ellos y sin embargo con ellos igual.

A veces, quisiera tener 17 de nuevo, y empezar otra vez. Seguir mis instintos y no haberme ido, vivir el otro hilo, un camino distinto que coincide con un principio y un fin. Muchos años pasaron, pero hubo un día, un nuevo instante, inesperado, entre obras de arte, donde un niño fui otra vez. Mis manos temblorosas tocaron aquel instante, donde pude ver, el otro lado de la moneda, tan claro como el agua que nunca describí, aún cuando las palabras escuchaba, queriendo mostrar una vitalidad que siempre estuvo presente, bajo un recuerdo dormido, que por siempre fue.

No sé que pensar. Sin embargo, agradecido estoy de la vida, de las personas que he conocido, de mi gente, de mi familia, de mi pasado y porqué no, también de mí presente que se funden en una dimensión, de la cual no puedo ser indiferente. Quizás sea sólo mi imaginación, pero percibo la aflicción, y aunque sé que es ajena, siento la pena, de lo que duele, para aprender, o por una razón.

La verdad es que no quiero cuestionarme cosas, pero estas dos últimas semanas han sido agotadoras. Percibir como sienten los demás, afecta, aún así hay que seguir circulando, trabajando, y procurando siempre un mejor bienestar para todos, y para sí mismo. Trato de mantener el optimismo, entregar sana alegría, bromear alivianando las tragedias, las enfermedades, y hay veces que ya no puedo. No sé que hay en el ambiente, pero nos está afectando a todos. Muchos ni siquiera se dan cuenta de esto, pero ahí está. Es cosa de mirar a su rededor, al vecino, a un amigo, a un pariente, ver las noticias, mirar el cielo y ver las nubes pasar.

Dios, tu sabes por quienes siempre pido, y es raro, contradictorio quizás, porque pese a no ser un creyente como lo son los humanos, aún tengo fe, porque sé, que hay algo más, que simplemente 93.

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