19 julio, 2010

Pantruca


Introducción

Es casi medio día, siento hambre también, como cualquier persona, y por muy fuertes y capaces que nos sintamos, sucumbimos a nuestra naturaleza, y quizás a nuestra creación. Esta historia, es un sencillo, que sólo quiere dar a entender, que una cosa importante es el deber, y otra muy distinta es el querer, sobretodo a la hora del almuerzo.

Pantruca

Entrecruzando los dedos a ratos, escribía y leía con afán, en lo profundo de su amplio mundo de deberes. Ahí estaba con sus pequeños lentes de marco negro, su ceño fruncido, su rostro levemente inclinado, su puño apretado mientras ojeaba unos textos, pareciendo odiar a lo lejos, pero en el fondo sabía que eso era imposible, porque era una buena persona. Sólo vio un puntito que le distrajo, y sintió hambre. Era medio día, sin querer, la opresión en el estómago se hacía presente con notoriedad y fuerza. Al instante, pensó en un plato de Pantruca. No había almorzado, y su menuda figura denotaba cierto dejo de fatiga.

La conveniencia guiaba sus pasos, el sentido práctico y efectivo de lo concreto, le conduciría al éxito, a su nueva meta, a sus logros, a una promesa laboral tangiblemente tentadora, por lo tanto su mente no admitiría distracciones. Entonces, alguien cercano interrumpió su concentración, sorprendiéndole inesperadamente. Cerró rápidamente su bolso y sin más, se fueron a almorzar. El lugar debía ser cercano, pero adecuado a lo que se pretendía lograr. El que guiaba, manipulaba con eficacia rellenando rápidamente cualquier vacío de tiempo que permitiera pensar, mientras el que seguía, aceptaba sin vacilar.

En un fino restaurante, se detuvieron, y sin mucho recateo entraron. Había exquisiteces a manos llenas para elegir, un lugar medianamente elegante, una buena ubicación cerca de unos ventanales, una buena atención, nada podría ser más perfecto. Se sentaron a la mesa, y mientras esperaban, un incómodo pero breve interrogatorio con la mirada se produjo, sin muchas palabras. Quién guiaba, lograba convencer con astucia y autoridad, mientras quién aceptaba, disimulaba, e inevitablemente, no podría olvidaría su humilde plato de Pantruca.








No hay comentarios.: