Salí al medio día y compartí gratamente con un compañero. Conversamos trivialidades varias, y entre todo, me sugirió un título, “Maniquí”. Obviamente no es un tema nuevo, pero esta historia me pareció interesante, claro que con un toque algo diferente.
Historia
Miró hacia su derecha con un dejo de inquietud a quién inmóvil permanecía, estaba observando una vitrina con la vista clavada en unos llamativos vitrales. Estaba a escasos metros de ella, se acercó despacio, quiso comentar algo, decir algo, hacer notar su presencia, pero ella, indiferente estaba absorta en una especie de nada.
Apoyó su mano muy cerca de la de ella, y quiso rozar su piel, pero no se atrevía, sin embargo, en un leve descuido le tocó casi sin darse cuenta, y pudo palpar su textura suave, lisa y fría. Eso le llamó mucho la atención, y le miró como quién presencia un fantasma. La joven impávida, seguía en lo suyo, sin notar su presencia.
Ante esa apatía, retiró rápidamente su mirada, inclinando su cabeza y retirando discretamente su mano del lado de la de ella. El calor encendía sus mejillas, sonrojado se sintió incómodo, quiso retirarse de inmediato, no obstante, dudó y se contuvo.
Pasaron así por lo menos unos 10 minutos, en que la misma situación, no había hecho nada que fuese reprochable, no había reacción alguna, no tenía porqué sentirse así, y se armó de valor y se volteó por completo, apoyando levemente uno de sus codos sobre la mesa. Cuando lo hizo, vio su rostro perfecto, estaba de perfil, cubierta a medias por su tupida cabellera, entonces él simplemente la sintió radiante.
Cómo no se movía de su posición original, se sintió torpe, y acercó su mano a su rostro tratando de ocultar o desvincular su extraña necesidad y nerviosismo. Trataba de contener su respiración y su pulso acelerado, el calor le encendía por dentro hasta el punto de sentir un leve temblor incontenible en sus manos sudorosas. Su nerviosismo era evidente, y no pudo más, debía hacer algo, y una lucha interior se propagó por todo su ser.
Después de un rato, le miró por última vez y se retiró en silencio, perdiéndose entre la muchedumbre.
El lugar estaba lleno, pero nadie se movía, al igual que la chica, todos permanecían perpetuamente inmóviles en sus esmerados cometidos.
Cuando el salió del lugar, afuera todo estaba igual, carente de movimiento, árboles, vehículos, personas, todo quieto. Se sintió invadido por la ansiedad, y después de unos cuantos pasos se detuvo, miró hacia atrás, tratando de entender el porqué aquel maniquí le pareció tan significativo. Eso nunca lo sabría.
Su cuerpo se quedó paralizado en cuestión de segundos, y tal cual como los demás, se quedó mirando hacia atrás, en un punto fijo, lo que pudo ser y no fue, como un Maniquí atrapado en su propio pensamiento.
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