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Introducción
Es curioso, pero la rutina a veces puede ser quebrantada por pequeños detalles, unos pocos segundos que para muchos pasan sin importancia, pero que de pronto, en algunas ocasiones, nos conmueven por su ternura infinita.
Historia
Era un día muy nublado, bajo las ostentosas edificaciones selváticas de aquella gran ciudad, caminaba de vuelta en dirección a su acostumbrada rutina, pero en un segundo, los pasos cesaron, dudaron, y sugirieron otra dirección. A cierta distancia, el destello presencial de algo le distrajo, no dudó y siguió caminando en esa dirección. Se detuvo por completo detrás del enorme pilar, tan sólo para hacer una pausa, necesaria entre tanto stress.
De pronto, ante sus ojos, se levantaba un hermoso paisaje, que lo conmovía como a un niño, era una nube intensamente blanca que vestía de hermosos celeste, delicada, frágil y menuda, llena de resplandor, como ángel desprendido del cielo, pronunciándose con inesperada alegría, denotando la ternura inimaginable que necesitaba respirar en ese momento. Sabía que no duraría, y un calor intenso se apoderó de el, se sintió sofocado y desabotonó su larga chaqueta. Por escasos segundos se dio el gusto de contemplar aquel delicado paisaje. Hizo tan sólo un comentario, sutil, breve y siempre prudente, de tal forma que nadie le escuchara, entonces el brillo de los cristales relució como un espejo, puro y transparente, que no pasó desapercibido.
Las palabras estaban demás, y el gigante se retiró, desapareciendo en su insoluble laberinto eterno.
Es curioso, pero la rutina a veces puede ser quebrantada por pequeños detalles, unos pocos segundos que para muchos pasan sin importancia, pero que de pronto, en algunas ocasiones, nos conmueven por su ternura infinita.
Historia
Era un día muy nublado, bajo las ostentosas edificaciones selváticas de aquella gran ciudad, caminaba de vuelta en dirección a su acostumbrada rutina, pero en un segundo, los pasos cesaron, dudaron, y sugirieron otra dirección. A cierta distancia, el destello presencial de algo le distrajo, no dudó y siguió caminando en esa dirección. Se detuvo por completo detrás del enorme pilar, tan sólo para hacer una pausa, necesaria entre tanto stress.
De pronto, ante sus ojos, se levantaba un hermoso paisaje, que lo conmovía como a un niño, era una nube intensamente blanca que vestía de hermosos celeste, delicada, frágil y menuda, llena de resplandor, como ángel desprendido del cielo, pronunciándose con inesperada alegría, denotando la ternura inimaginable que necesitaba respirar en ese momento. Sabía que no duraría, y un calor intenso se apoderó de el, se sintió sofocado y desabotonó su larga chaqueta. Por escasos segundos se dio el gusto de contemplar aquel delicado paisaje. Hizo tan sólo un comentario, sutil, breve y siempre prudente, de tal forma que nadie le escuchara, entonces el brillo de los cristales relució como un espejo, puro y transparente, que no pasó desapercibido.
Las palabras estaban demás, y el gigante se retiró, desapareciendo en su insoluble laberinto eterno.
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