30 junio, 2010

Bar


Estaba tras el bar, empecinada en sus quehaceres, nadie le había visto, era una joven de de mediana edad, piel canela. Al frente en una cama, un tipo afiebrado, también joven, le observaba con paciencia, algo inquieto por aquella presencia, se levantó, se acercó al bar y en voz muy baja, dijo: - Espera aquí, veré que puedo hacer. Dicho esto se retiro por una puerta lateral izquierda ubicada en una esquina apegado a unos ventanales.

Mientras caminaba, el piso clavado y alineado rústicamente crujía sus maderos añosos y secos en cada paso sigiloso que daba.

El joven entró en una especie de cocina, en el otro extremo del habitáculo, se acercó a una señora de bastante edad, de pelo medianamente corto, estilo afro y muy canoso, de rostro muy blanco que usaba unos lentes enormes. Sin dejar su quehacer, le escuchó pero no volteó, denotando así con aún mayor énfasis su desaprobación a la propuesta. La idea era que la joven se quedara trabajando. No hubo palabras, más sólo las del solicitante joven que insistía por un buen rato, pero los argumentos de la mujer eran poderosos y convincentes.

Entonces el volvió al bar, y cuando lo hizo, ya no había nadie. Auscultó con minuciosidad el mesón donde la joven se encontraba trabajando, y entre algunos papeles que estaban puestos sobre la mesa, encontró una nota discreta escrita a mano, diciendo: “No te preocupes”. Tras leer esto, el joven quedo meditabundo por unos minutos, y quiso salir, pero no pudo, el lugar ya no era lo que pensaba, la nota se desvanecía entre sus dedos, así como el mesón y el resto de la habitación.

Entonces despertó, miró a su rededor, estaba oscuro, desorientado vio la hora, eran casi las cinco de la madrugada, se levantó, prendió la luz, miró su rostro deschavetado en el espejo y se lavó la cara con cierto apuro, el agua estaba congelada.

El bar aún circulaba en su mente, trataba infructuosamente de recordad sus detalles, encontrar un porqué, o dilucidar un significado, hasta que finalmente se recostó de nuevo entrando rápidamente en otro profundo sueño. Luego, repentinamente abrió sus ojos por un segundo, miró el techo, encontrándose en otro lugar, ya fuera del bar, donde todo le pareció distinto.


24 junio, 2010

Maniquí

Introducción

Salí al medio día y compartí gratamente con un compañero. Conversamos trivialidades varias, y entre todo, me sugirió un título, “Maniquí”. Obviamente no es un tema nuevo, pero esta historia me pareció interesante, claro que con un toque algo diferente.

Historia

Miró hacia su derecha con un dejo de inquietud a quién inmóvil permanecía, estaba observando una vitrina con la vista clavada en unos llamativos vitrales. Estaba a escasos metros de ella, se acercó despacio, quiso comentar algo, decir algo, hacer notar su presencia, pero ella, indiferente estaba absorta en una especie de nada.

Apoyó su mano muy cerca de la de ella, y quiso rozar su piel, pero no se atrevía, sin embargo, en un leve descuido le tocó casi sin darse cuenta, y pudo palpar su textura suave, lisa y fría. Eso le llamó mucho la atención, y le miró como quién presencia un fantasma. La joven impávida, seguía en lo suyo, sin notar su presencia.

Ante esa apatía, retiró rápidamente su mirada, inclinando su cabeza y retirando discretamente su mano del lado de la de ella. El calor encendía sus mejillas, sonrojado se sintió incómodo, quiso retirarse de inmediato, no obstante, dudó y se contuvo.

Pasaron así por lo menos unos 10 minutos, en que la misma situación, no había hecho nada que fuese reprochable, no había reacción alguna, no tenía porqué sentirse así, y se armó de valor y se volteó por completo, apoyando levemente uno de sus codos sobre la mesa. Cuando lo hizo, vio su rostro perfecto, estaba de perfil, cubierta a medias por su tupida cabellera, entonces él simplemente la sintió radiante.

Cómo no se movía de su posición original, se sintió torpe, y acercó su mano a su rostro tratando de ocultar o desvincular su extraña necesidad y nerviosismo. Trataba de contener su respiración y su pulso acelerado, el calor le encendía por dentro hasta el punto de sentir un leve temblor incontenible en sus manos sudorosas. Su nerviosismo era evidente, y no pudo más, debía hacer algo, y una lucha interior se propagó por todo su ser.

Después de un rato, le miró por última vez y se retiró en silencio, perdiéndose entre la muchedumbre.

El lugar estaba lleno, pero nadie se movía, al igual que la chica, todos permanecían perpetuamente inmóviles en sus esmerados cometidos.

Cuando el salió del lugar, afuera todo estaba igual, carente de movimiento, árboles, vehículos, personas, todo quieto. Se sintió invadido por la ansiedad, y después de unos cuantos pasos se detuvo, miró hacia atrás, tratando de entender el porqué aquel maniquí le pareció tan significativo. Eso nunca lo sabría.

Su cuerpo se quedó paralizado en cuestión de segundos, y tal cual como los demás, se quedó mirando hacia atrás, en un punto fijo, lo que pudo ser y no fue, como un Maniquí atrapado en su propio pensamiento.

23 junio, 2010

Día Febril (Parte III)


Ya se ha ido la fiebre, pero aún siento un calor interno, el tercero se viene, es positivo, es grato y es bueno. Definitivamente me encantan los preámbulos, sentir la alegría y el jolgorio de la gente, aquel que antes del partido de Chile, se percibe con fuerza por doquier, sobretodo cuando los pensamientos se unifican en una sola dirección.

Sin ser adicto al fútbol, puedo apreciar toda esa energía, esas emociones que se respiran en el ambiente, nerviosismo, ansiedad, entusiasmo, y porqué no, me contagio de esa buena vibra. Eso produce alegría, positivismo, salud, ganas.

Es increíble, me siento feliz de ser capaz de sentir, por muy distinto que parezca, raro o extraño, o por distintos que nos sintamos, por mucho que no nos guste esta sociedad impuesta, hay una cosa que siempre estará presente en cada rincón del mundo, y eso es una pausa en la vida, traducida en un momento de alegría.

Siente, porque sentir no tiene nada de malo, administrar esa capacidad tan humana, sin que esta se transforme en una lucha interior, sin duda es toda una odisea, pero se puede, porque la palabra “Paz” y “Prioridad”, en ningún caso significa quedarse quieto e inerte, sino todo lo contrario, es saber moverse en armonía con el universo, y que en esta ocasión, ese movimiento se traduzca en una sola voz, vestida de la palabra Gol.

21 junio, 2010

Día Febril (Parte II)


7 días han pasado y sigo igual, ya es lunes de nuevo, aún con algo de temperatura, casi misma situación, misma alegría, Chile gana nuevamente, 1-0 a Suiza, y van dos de los tres que dije, que alegría para todos nuestros compatriotas chilenos, y el jolgorio irradiando por doquier en la ciudad. El desgano me vence, pero mi ánimo siempre está vivo. Me aíslo para no contagiar, sin embargo me contagio, e igual sigo, breve, prudente y conciso. Así es la vida de este extraño distante, siempre corriendo, protegiendo, cuidando, con sus pasos tranquilos.

Lo único que puedo lamentar, es no tener el tiempo, no poder hacer, perderme un instante de grata conversación, una tacita de algo caliente, un paseo por la nieve, estar mas tiempo con la familia, etc.. etc., pero la vida es así, llena de alteraciones, eventos inesperados. Sé que todo tiene su momento, así como también sé que el tiempo nunca se detiene, y que el enfoque de lo que se quiere atrae lo que uno desea, y cuando algo no resulta como se espera, la imaginación pasa a ser una fiel amiga, como una experiencia, como un recuerdo o un sueño verdadero, tan real que se hace tangible en el propio interior, dónde no existen límites, ni barreras, ni gravedad, ni desolación, ni desconsuelo.

Estos malditos bichos hacen de las suyas y derriban hasta los más gigantes troncos, dejándolos por los suelos. Miro mis manos, milimétricamente más seniles, mi negación a lo plateado se menoscaba ante ciertos eventos y a veces me cuestiono mi propia fortaleza, pero la vida es cosa de actitud, y siempre salgo adelante, con la paciencia de una hormiga, airoso observo el universo, con la furia desconcertante de una decisión, intentando reordenar un pensamiento, con esmero silencioso guardo el respeto hacia lo que conservo, procurando siempre lo correcto, con la mirada serena, siempre arriba la mantengo, buscando una nube o una estrella en el cielo, y con todo mi ser, incansablemente lo que está más allá de mi propio entendimiento.



18 junio, 2010

Pueblo Antiguo


Introducción:

Era un pueblo antiguo, desolado, como esos del lejano Oeste, de aspecto rústico y sombrío, el terreno era totalmente árido y ya habíamos caminado durante muchas horas una decena de kilómetros. Éramos cuatro sedientos en medio de la nada, y el sol ya se ocultaba tras las montañas.

Historia

El lugar estaba desierto y silencioso, sólo el ruido del viento azotaba nuestros oídos, haciendo crujir los gruesos maderos de las puertas caídas que chillaban sin cesar. Nos aproximamos a una hostería ubicada en un segundo piso, y después de un rato de incertidumbre empujé tímidamente una de las puertas que se encontraba entre abierta.

Antes que dijera nada, retrocedí un paso en reacción a una imagen de unos ojos brillosos se hacía visible desde el interior. Salió despacio y con un dejo de notoria desconfianza, frunció su seño. Era de mediana estatura, pelo largo y cano, su rostro denotaba una piel arrugada, de un color raro como el chocolate, vestía un atuendo baquero lleno de flecos, de color café oscuro como la noche, pero más parecido a un indio, de esos con pluma incluida. En su frente, un cintillo con adornos y dibujos de esfinges y figuras piramidales que se contradecían confusamente con su origen.

El anciano nos miró con desconfianza y nos dijo: - Ustedes no deben estar aquí! Nos miramos extrañados, y le explicamos, - Veníamos desde lejos, y se nos hizo tarde para regresar, nos teníamos que juntar con un amigo aquí, necesitamos descansar y un lugar para pasar la noche. El hombre hizo una mueca de inconformidad pero comprendió la situación, y nos dijo: - Pueden quedarse, pero deben seguir ciertas reglas…
1.- No importa lo que escuchen afuera, no salgan.
2.- Si ves los ruidos de la noche, será tarde, entonces no deberás moverte.
3.- No emitan ningún ruido después de las 12:00 hrs., sólo así podrán ver otro amanecer.

Nos miramos extrañados, incrédulos, aún así respetamos sus recomendaciones y nos aprestamos a ocupar los habitáculos designados lo más pronto posible.

Mientras mis amigos se acomodaban, me quedé un instante en el balcón, admirando la puesta de sol. Saqué de un bolsillo un reloj a cuerda para ver la hora, guardándolo en la camisa en mismo lugar, había tiempo suficiente como para contemplar el desierto. Todo parecía hermoso atardecer, muy seco y frío. Los minutos pasaron sin darme cuenta, y en el horizonte, ya casi cuando el sol se ocultaba, una nube oscura oscilaba entre las montañas, creciendo rápidamente en tamaño. Un ruido indescriptible llegaba hasta mis oídos, provenientes de la nube que rápidamente se aproximaba a donde nos encontrábamos. Alguien me llamaba desde el interior, pero estaba obsesionado con querer saber de que se trataba aquel fenómeno atmosférico. Cuando ya reaccioné era demasiado tarde.

Entre sombras pude distinguir unas criaturas aladas de aspecto esponjoso, que masivamente invadieron el lugar, apoderándose de cada rincón. Mis amigos no pudieron salir, la puerta fue cerrada tras de mí, y sólo recordé las recomendaciones de aquel extraño anciano, entonces me quedé inmóvil donde estaba. Las dichosas criaturas se prendían de mi ropa, y parecían no notar mi presencia. En cuestión de segundos se encaminaban hacia mi rostro, cubriendo mi cara por completo.

- No debo, no debo… mov… pensaba incansablemente tratando de mantener la concentración y la cordura, evitando así cualquier movimiento.

Sentía como mi reloj se iba escurriendo despacio entre mis ropas, hasta quedar colgando a la altura de mi cintura. El cosquilleo propio del movimiento circulante, inevitablemente hizo que el reloj finalmente se cayera al piso rodando a un metro de mí. Al instante las pequeñas criaturas se apoderaron del aparato y lo devoraron con frenesí ante mis ojos, apenas visibles.

Respiraba muy levemente, asumiendo un control total de mis emociones para no provocar ningún tipo de reacción adversa. No obstante, las prendas que vestía se iban desintegrando en trozos pequeños que eran disectados con extrema precisión por las criaturas.

Desde el interior del habitáculo, mis tres amigos, aterrados contemplaban entre los maderos del local como mi cuerpo se transformaba en una masa indescriptible, que levitaba sobre en el balcón.

En breves segundos, todo se desvaneció, y las criaturas se alejaron cuan veloz como llegaron. Miré mi ropa destrozada, miré a mis amigos que no podían salir de la casona por algún motivo. Estaba intacto, no sé si mejor o peor que ellos, yo sin entrar y ellos sin poder salir.

Luego de eso, bajé por las escaleras hacia el primer piso, buscando refugio para ocultarme, todas las puertas estaban cerradas herméticamente. Me quedé en la calle arenosa por algunos minutos, sin saber dónde ir. Todo estaba oscuro, el lugar había cambiado totalmente de aspecto, al segundo de haber bajado, y ya no escuchaba las voces de mis amigos.

De pronto, a lo lejos, ya en la oscuridad de la noche, se sintió el sonido de un galopar que se aproximaba veloz, desde la misma dirección en que venían las criaturas. Era un caballo percherón, enorme, bien ensillado con adornos brillantes y discretos, sobre él, algo lo montaba, vestido de gruesa armadura, parecido un cazador de dragones de época medieval, pero no se distinguía su rostro.

Miré a mi rededor, y pude visualizar un portón metálico entre abierto por donde pude entrar. El enorme animal deambuló por el pueblo y a paso lento se aproximó a donde me encontraba. Me tendí sobre el piso, y esperé. El portón era de fierro forjado, en su parte superior, y abajo estaba cubierto por una plancha laminada. Escuchaba aquellos pasos, nítidos aproximándose cada vez más, hasta quedar justo al frente de donde me encontraba, cosa que pude constatar por debajo del mismo y la fuerte respiración. La cabeza del enorme animal se asomaba entre los fierros, mientras yo le observaba en silencio. Algo goteaba de sus narices, miró en ambas direcciones, se sacudió y se retiró despacio.

El silencio era abrumador, y con cierto cuidado, me levanté del piso, asomándome muy despacio entre los barrotes. El lugar estaba totalmente desierto. Con total prudencia giré mi cabeza, sin darme cuenta, estaba en las afueras del pueblo, y mis amigos tras de mí, me miraban desconcertados. Me acerqué a ellos y le abracé uno por uno, sintiendo un inmenso alivio. Nos subimos de inmediato al vehículo y nos alejamos por el desierto dejando una nueve de polvo detrás.

En el trayecto, ya más tranquilos, a varios kilómetros de distancia, sacamos algunos víveres de resera que repartimos con discreta generosidad. Uno de ellos sacó un termo, mientras los otros dos acomodaban algunas frazadas, y conversamos a cerca de lo sucedido. Curiosamente, cada uno narró una experiencia distinta en cada caso.

Pasaron así un par de horas, hasta el amanecer, y vimos a la distancia un letrero en el camino que decía:

“Bienvenidos a Pueblo Antiguo”
“Total habitantes = 1”

17 junio, 2010

Blanco y Celeste


Introducción

Es curioso, pero la rutina a veces puede ser quebrantada por pequeños detalles, unos pocos segundos que para muchos pasan sin importancia, pero que de pronto, en algunas ocasiones, nos conmueven por su ternura infinita.

Historia

Era un día muy nublado, bajo las ostentosas edificaciones selváticas de aquella gran ciudad, caminaba de vuelta en dirección a su acostumbrada rutina, pero en un segundo, los pasos cesaron, dudaron, y sugirieron otra dirección. A cierta distancia, el destello presencial de algo le distrajo, no dudó y siguió caminando en esa dirección. Se detuvo por completo detrás del enorme pilar, tan sólo para hacer una pausa, necesaria entre tanto stress.

De pronto, ante sus ojos, se levantaba un hermoso paisaje, que lo conmovía como a un niño, era una nube intensamente blanca que vestía de hermosos celeste, delicada, frágil y menuda, llena de resplandor, como ángel desprendido del cielo, pronunciándose con inesperada alegría, denotando la ternura inimaginable que necesitaba respirar en ese momento. Sabía que no duraría, y un calor intenso se apoderó de el, se sintió sofocado y desabotonó su larga chaqueta. Por escasos segundos se dio el gusto de contemplar aquel delicado paisaje. Hizo tan sólo un comentario, sutil, breve y siempre prudente, de tal forma que nadie le escuchara, entonces el brillo de los cristales relució como un espejo, puro y transparente, que no pasó desapercibido.

Las palabras estaban demás, y el gigante se retiró, desapareciendo en su insoluble laberinto eterno.

15 junio, 2010

Día Febril


Ayer 8:30 PM en cama, raro, y hoy, lo único que quiero en estos momentos es estar en casita, hace frío, y como muchos mañana seguramente desearán ver el partido de Chile en las comodidades del hogar, o junto a la barra enardecida frente a un gran TV. Visualizo 3 goles por lo menos, pero quién puede profetizar estas cosas. Un palo, una fuerte caída, un tiro libre, un vértice, en fin. Será un momento de jolgorio, entusiamsmo, y por qué no, de pleno patriotismo, como debe ser. Espero estar bien para mañana. Los bichos invernales se han instalados como viles parásitos, pero ya los sacaré. El decaimiento me inunda ahora, y a su vez el fervor, una contradicción o una consecuencia natural de un estado febril.

Como sea, vamos que se puede...

11 junio, 2010

Polución



Introducción

Hace un par de días, estaba en la incertidumbre de salir a almorzar, o no, cosa típica, día nublado, aire muy contaminado, entonces decidí ir a un negocio cercano a comprar unos pancitos, y aproveché el tiempo para usar la imaginación y escribir esta historia…

Historia

Era medio día, la ciudad estaba bajo un manto viscoso, denso, y espeso, en un clima extremadamente nublado y frío. El exceso de polución era irrespirable, y las partículas en suspensión llegaban a los límites extremos de la tolerancia humana. No obstante, el hambre motivaba la salida de los más avezados, que dejaban por un rato sus labores en la fábrica, y salían en busca del preciado alimento.

Renegaba de salir, sabía que llegaría cubierto por una delgada masa viscosa, propia de la atrofiada atmósfera, pero tenía que hacerlo. En su mente, sólo cabía el hermoso recuerdo de un día anterior, donde por milagro, la luz del sol asentó la paz que tanto deseaba. Ver su rostro tranquilo y sereno era algo que le reconfortaba, aunque fuese por breves minutos.

Existían mascarillas y pasamontañas, que se habían hecho de uso obligatorio y necesario, con diferentes tipos de filtro, que aunque diminutos y perfeccionados, incomodaban la visión, porque cubrían el rostro en demasía. Los pocos que se atrevían a salir, lo hacían con sus trajes especiales, desarrollados en laboratorios especiales a base de hilos plomados. Además, unos nuevos productos de cremas humectantes especiales para la piel, evitaban la corrosión y desintegración celular de los tejidos, dando a todos un aspecto perpetuamente jovial. Calvos eran todos los transeúntes, hombres, mujeres, y niños, producto de los agentes bioquímicos del ambiente y los rayos ultravioleta, que habían menoscabado la salud de por lo menos la mitad de la población mundial.

La fábrica donde se encontraba Jonás, era totalmente presurizada, estaba provista de duchas vaporizadotas, acorde con la antigua tecnología heredada del siglo 24, donde la mayoría de los aparatos funcionaba esencialmente a base de paneles solares, que producto del ambiente atmosférico, dejaron de funcionar, siendo reacondicionados con piezas y partes mecánicas basadas esencialmente en el principio del movimiento continúo, que era activado por imanes.

Una vez afuera, Jonás se desplazó rápidamente por las calles, viendo a su paso, como los apurados transeúntes, deambulaban casi corriendo para no sufrir los embates de una sobre exposición innecesaria al fatídico ambiente. Acudió al negocio más cercanos que pudo, donde expendían comida envasada y deshidratada, disponible para ser tratada por los típicos micro configuradores de partículas, muy usado por su rapidez y eficiencia.

Entró a un local, pidió dos panecillos, que al segundo después se arrepintió y llevó cuatro, una sonrisa cortés, se despidió imperceptiblemente y se devolvió otra vez a sus labores. El tiempo era su principal verdugo, y definitivamente su gran pena. Era algo que por muchos logros que tuviera, o riquezas, no podría comprar, ni volver atrás.

Cuando entró, de vuelta en la fábrica, estaban encendidas las alarmas silenciosas de advertencia en color amarillo que parpadeaban intermitentes en los pasillos. Avanzó unos pasos, y entró como era costumbre, en el purificador. Una vez que su atuendo fue desintoxicado, la cámara se abrió, todo funcionaba normalmente, salvo algunas luces.

Una de las paredes denotaba una gran mancha ennegrecida y viscosa. Al parecer, una filtración se escapaba por una pequeña grieta, lo cual explicaría la ausencia del personal en esa zona.

Continuó con precaución, evitando tocar las paredes, hasta llegar a un pasillo que se encontraba en penumbra, con una luz destellante en su extremo opuesto. Caminó lo más sereno que pudo, y cuando entró, encontró todo desordenado y destrozado. Algunas chispas se escapaban del cableado expuesto, mientras que la mancha se hacía más intensa.

Examinó el lugar con total mesura y precaución, revisó la bitácora, pero estaba demasiado dañada, y mostraba información errática e incomprensible. Algo grande había sucedido, en tan solo los breves minutos que estuvo fuera. Mientras examinaba el lugar, sin querer se apoyo en una de las largas mesas metálicas del laboratorio, ante lo cual quitó su mano con refleja rapidez. El líquido era frío, y goteaba lentamente sobre la mesa. Entonces se desplazó hacia una luz cercana, y se limpió con obsesionado cuidado, casi con desesperación.

Se preocupó, y se dirigió hacia el vaporizador, devuelta por el pasillo. Mientras lo hacía, la estructura de la edificación comenzó a crujir con fuerza desmedida que apenas provocando un sismo que apenas permitía el equilibrio. Entró rápidamente en la sala donde se guardaban los trajes especiales, y con apuro logró salir, mientras todas las paredes se iban cubriendo aleatoriamente por aquella mancha viscosa y oscura, la misma que recordó, estaba en su mano bajo su guante.

Desde afuera, se podía apreciar que el edificio poco a poco se iba desintegrando, transformándose en polución, que se iba entremezclando con la densa atmósfera, comenzando a desmoronarse desde la cima hasta sus cimientos. La gente atónita, no podía creer de lo que eran testigos, y procuraban mantenerse ocultos a una distancia aparentemente prudente.

Finalmente, el edificio sucumbió por completo tras el, en una devastación total, sin dejar mayor rastro que una nube negra en el cielo en forma de tornado.

Cuando Jonás se reincorporó, se levantó del suelo y volteó hacia la gente cercana que presenciaba aquel fenómeno. Todos reaccionaron aterrados, y rehuyeron de él, como si fuese un enfermo contagioso. Jonás revisó meticulosamente sus sellos sin detectar nada extraño. Al no entender, se dirigió con temerosos pasos hacia una de las vitrinas más cercanas, se miró en el reflejo de uno de los vidrios y pudo constatar por si mismo, el motivo.

Hacia el interior del traje, apenas se visualizaba su rostro, ennegrecido, con las mismas manchas características del edificio. Asustado, retiró inmediatamente uno de los sellos de su guante derecho, observó su mano, totalmente cubierta por la negrura que le envolvía. Se quedó inmóvil, y a los pocos segundos, pudo constatar como los dedos se desvanecían irremediablemente, volviéndose polvo que iba siendo esparcido por la fuerte brisa circulante. Luego volteó nuevamente a la vitrina y en el reflejo pudo apreciar como las ramificaciones de aquella mancha le iban cubriendo por completo su rostro. Se deshacía su cuerpo como arena que se iba escapando inconteniblemente a través de su brazo derecho. No sentía dolor alguno, sólo sentía que su cuerpo se hacía cada vez más liviano.

Cuando la ventisca bajó su intensidad, la gente se calmó un poco, y algunos valientes, se acercaron a Jonás, que se encontraba inmóvil aún frente a la vitrina. Al acercarse, con extrema precaución le hablaron a unos pasos de distancia, pero Jonás no respondió. Carecía de una de sus extremidades, entonces se acercaron aún más hasta que uno de los más avezados que le conocía, logró tocarlo, y le preguntó: - ¿Estás bien?

No hubo respuesta alguna, y al leve contacto, simplemente se desplomó en el piso. Todos pensaron lo peor, y trataron de reanimarle, pero en la medida que le sujetaban, el traje cedía como si no tuviese contenido. Miraron en su interior, percatándose que el traje estaba completamente vacío. Asustados dieron un paso atrás, y sólo miraron perplejos hacia el cielo.

El polvillo esparcido como ceniza, circulaba por los aires, ascendiendo cada vez más y más. Desde cielo, Jonás podía percibir los pensamientos de la muchedumbre, como si fuesen voces, todas al unísono, pero comprensibles. Se sintió aliviado, y como un ave deambuló por sobre las cabezas de los que le observaban curiosos.

Comprendió entonces, que su nueva forma, era un fenómeno evolutivo en respuesta a las condicionantes irregulares de la atmósfera. Su mente ahora parecía despejada, y cogía con aceptación su nueva condición, así como muchos otros, mas tenues que el, que también deambulaban cerca de donde se encontraba.

Ni hambre, ni frío, ni calor, sin sentimientos que le acongojara su existencia, sin miedos, sin límites, con gran entendimiento, lleno de razón, por fin libre, como el viento, siguiendo los misteriosos senderos de una extraña polución.

08 junio, 2010

Paz Interior

Proximamente...

P4R


Introducción:

Generalmente la rutina del diario vivir nos envuelve, pero los días por muy parecidos que parezcan, son diferentes. Siempre hay una variante, y el hoy no se escapa a esta regla universal. Un partido de ajedrez, quizás sea esa variante.

Relato:

Muchas personas se juntaban a una mesa, en común acuerdo a una partida de ajedrez. Cada uno llevaba su mejor estrategia, eran dueños de un estiló único, distinto, y de gran destreza. No se trataba exactamente de un juego, sino de compartir experiencias y conocer el estado del otro. En el fondo, un partido amistoso.

Muchas ideas preestablecidas y temores surgían horas antes de la reunión, al punto de doler el estómago. El nerviosismo antes del torneo era natural, daba cuenta de que sería un momento tenso, o al menos así siempre es en un comienzo.

Llegado el minuto, los participantes se sentaron a la mesa, se miraron y luego al tablero, la partida comenzaba tímidamente. Ganar o perder, no era el objetivo, porque lo que se pretendía en realidad, era obtener un mayor conocimiento para lograr así, una armonía necesaria.

El reloj marcaba los minutos que rápido trascurrían, un movimiento a la vez, y cierta timidez que siempre acompañaba, daría el gran inicio, P4R, y que todo salga bien.

07 junio, 2010

Abandono

Era fin de semana, domingo, totalmente solo, en casa, tiempo que generalmente ocupo para crear, pero que en demasía se hace eterno. El silencio fue abrumador, y de improviso decidí visitar a mis padres, cosa que generalmente procuro, cada vez que puedo.

Eran cerca de las 17:00 hrs. cuando llegué a la casa, no había nadie, todo cerrado, la casa estaba oscura y fría, aún más silenciosa que la mía, y como nunca tuve una sensación de abandono, que me hizo recordar mi infancia.

Por el único motivo que a veces busco soledad, es para meditar y curar. Por el único motivo que busco meditar y curar, es para que mi juicio no se nuble con lo circunstancial. Pero ciertamente los sobrinos crecen, y los padres envejecen, los hermanos se empecinan en sus propios asuntos, y cada uno en su mundo. Todo fue demasiado notorio en ese momento, y muy intenso. Entonces me sentí aferrado a mis recuerdos, y con pena confirmé que se hacía realidad lo que alguna vez visualicé hace tantos años, una familia disgregada a razón del cause natural del transcurso del tiempo.

Algo había cambiado, aquellos felices tiempos en que jugábamos loto en familia, más de 25 en la casa, todos entusiastas risueños en la mesa, unos padres vigorosos, los sobrinos chicos aún jugando y revoloteando por todas partes, los hermanos con sus familias compartiendo, en fin.

A fin de cuentas, todos somos entes independientes, almas solitarias con un mundo propio. Un día escribiré sobre este tema de los universos individuales, por mientras, comparto una película que me conmueve mucho: “What Dreams May Come” (con Robin Williams).

Tal vez la vida se cosecha de a cuerdo con lo que cada uno va sembrando, obvio, pero este mundo abstracto entre el cielo y la tierra, tal vez tenga un punto paralelo, que va más allá de las vivencias, y más allá de los sueños.

Quizás, alguna vez soñé con una familia numerosa, alegre, unida, y feliz, quizás, lo que ahora veo, sea sólo otro momento, pasajero, como muchos, que quedan grabados en la mente por siempre, para recordarnos que las cosas son solo cosas, y que las emociones y los sentimientos son nuestro eterno complemento.

Recorrí lentamente la casa, cada habitación, observando cada rincón sin tocar nada. Después de un rato, escribí una nota en una hoja amarillenta de cuaderno de matemáticas, diciendo “Te quiero mucho mamá”, y me retiré, en silencio.

05 junio, 2010

Un poco de sano humor musical

Bueno,bueno, bueno..., siempre hay un momento para cada cosa, y un poco de humor nos alivia en nuestro diario vivir. Soy así y que jué..., y en mi infinita búsqueda, me encuentro con el arte, el ingenio, y el talento de cosas maravillosas que nos hacen reír. Estos dos vídeos me han puesto de muy buen ánimo, y es un gusto compartirlos. Ahí van...




04 junio, 2010

Círculos

Introducción

No importa el lugar, la imaginación nos acompaña en cada momento, ya sea de noche muy tarde, o desde la madrugada, siendo un verdadero alivio el poder escribir sobre ello. Esta historia la había escrito hace un par de días, nació producto de unos círculos que oscilaban sobre una mesa metálica de color plateado, que observé mientras tomaba un rico helado en aquellos momentos de soledad que busco ya sea para descansar o para despejarme de la saturación diaria de andar corriendo contra el tiempo.

Es algo que a veces nos parece inmóvil pero que sin embargo no lo es. ¿O sí?


Historia

Los círculos plateados de la mesa irradiaban un efecto de profundidad que sólo era observado por quién buscaba la tranquilidad de un helado a plena lluvia. El reflejo frente a él indicaba claramente que el paso del tiempo había hecho bien su ineludible trabajo. Pese a ello, aún se sentía vital, y lleno de energía.

Miró de reojo a su rededor, el lugar estaba prácticamente vacío, y por fin pudo estar lejos del bullicio tormentoso de la ciudad. Sus manos blancas y parcialmente arrugadas le hacían pensar, mientras la música sonaba en sus oídos con cierta suavidad. Estaba tranquilo, aunque sabía que sería por breves minutos. El trabajo y las responsabilidades siempre le sumían en una constante y vertiginosa carrera que jamás se detendría.

De pronto lo recordó. Escudriño dentro de uno de sus bolsillos hasta lograr encontrar una pieza con forma de cilindro, de aspecto sólido y brilloso. Con mucho temor y duda lo puso sobre la mesa, y después de varios minutos observándolo, acercó su mano y lo giró como un trompo. Mientras giraba, todo a su rededor se volvía cada vez más y más lento. El movimiento circular del cilindro se hacía perpetuo, produciendo un efecto apenas visible, como una especie de aureola con destellos multicolores.

Por algunos minutos su vista se mantuvo clavada en el hermoso girar del cilindro, mientras los colores circulares de la mesa metálica parecían cambiar de aspecto. Sintió paz, y se relajó por completo, ya nada le apuraba porque el día se había detenido.

Se tomó las cosas con calma, se sirvió su helado con toda tranquilidad, sin apuro, descansó sobre el hecho de que por un instante, el tiempo ya no existía.

Después de un buen rato, el cilindro dejó de girar, hasta el punto de quedar inmóvil sobre la mesa, sólo necesitaría girarlo una vez más y todo volvería a su normalidad, cosa que ya sabía.

Se vio tentado a disfrutar de aquel día, y se dio un gusto impensable. Se paró de la mesa con sumo cuidado, y al ver que nadie se movía, salió del local con cierta precaución.

Recorrió la ciudad, visitó el parque, los museos, los centros comerciales, los cerros, las calles. Todo, absolutamente se encontraba inmóvil, incluso las aves, y los insectos que parecían suspendidos en el aire. Lo único incómodo, era sentir la polución entre otras minúsculas partículas que rozaban su rostro y sus manos descubiertas, que se habrían paso a su caminar, volviendo luego a su posición original.

Algunas de las cosas interesantes que más le llamaban la atención, eran esos pequeños y delgadísimos destellos de luz, que se entrelazaban como si fuesen un gran telar. Seguramente siempre existieron, por diversos temas, electrones circulantes, ondas de radio, o flujos de energía. Toda la ciudad estaba cubierto por esa luz, fina y tenue trazada, con diversas formas y espesores, seudo oblicuos que rebotaban en las sólidas paredes, mientras que en otras estructuras menos resistentes, simplemente las atravesaban. En los seres vivos, aquella luz se distorsionaba envolviendo los cuerpos como si fuesen capullos totalmente transparentes. Podía tocar esos hilos, y cambiarlos levemente de posición, algo que le distrajo como cabro chico en un jardín lleno de juguetes, así como el resto de las cosas que indudablemente eran indetectables en una velocidad normal.

En la calle, las gotas de agua que desprendían de algunas regaderas cercanas, parecían cristales esféricos brillosos de distintas formas, y cuando los tocaba explotaban entre sus dedos, esparciéndose en una forma viscosa y desforme, volviendo inmediatamente a su estado original, una vez que las dejaba.

Procuraba ser cuidadoso, puesto que temía que cada cosa que hiciera, a su paso sufriera cambios irreversibles, que podrían cambiar inadecuadamente la condición natural de los elementos existentes, independiente a que en apariencia todo volvía a su estado original.
Para asegurarse, hizo una prueba con una hoja de árbol suspendida en el aire, sobre la cual pasó su dedo, rompiéndola al instante, como si fuese una figura de sal. No obstante, una vez que su mano era retirada, los pequeños trozos de la hoja volvía a unirse, quedando en la misma posición original en que se encontraba en un inicio, como si nada.

Podía hacer muchísimas cosas, experimentar y descubrir este mundo nuevo, por sus propios medios, aprendiendo lo que nunca encontraría como respuestas en libros. Estaba fascinado, los mismos lugares que siempre había recorrido cientos de veces, pero ahora eran tan distintos.

Se sintió liberado, rió con ganas, soltando una carcajada que se hizo visible en una cuadra, removiendo parcialmente las estructuras. Viendo este fenómeno, y observando que el desplazamiento ocurrido volvía a su centro, sintió que ya no había nada de qué preocuparse, y jubiloso se puso a correr por las calles, dejando una estela de distorsión momentánea tras de sí.

Mientras corría, a unos pocos metros, sin querer, pasó a llevar el brazo de un transeúnte casi sin notarlo. Cuando paró, miró hacia atrás y vio a lo lejos, el brazo mutilado del mismo. Eso le preocupó, y volvió al instante. Cuando se acercó lo suficiente, pudo ver que se trataba de un brazo cercenado, así como la ropa rasgada y envuelta en un color rojizo intenso. Esto le impactó sobremanera, dejándole consternado.

Miró con paciencia, y se tranquilizó cuando pudo constatar como poco a poco, todo volvía a su ubicación inicial, hasta el punto de la normalización. Suspiró con alivio, y continuó su marcha, esta vez, más calmado.

Probó con otros cuerpos, tanto estructuras rígidas inertes y vivas, obteniendo el mismo resultado. Se sintió de momento extraño, algo ajeno, pero más aliviado. Nada de lo que hiciera, produciría daño. Ya nada le detendría.

Camino un buen rato por la ciudad, y quiso entrar a un cine. Lo hizo sin contratiempos, hasta que llegó al ingreso a la sala, donde unas gruesas puertas se encontraban cerradas ante el, sin poder moverlas. Cogía la manivela con cuidado, pero esta sólo se deshacía entre sus dedos. Pensó un rato, acercando su mano derecha a sus labios, mordiendo suavemente la piel de su dedo índice. La respuesta era simple. Se armó de valor, y avanzó hacía la puerta hasta quedar incrustado en ella y finalmente atravesarla. La sensación fue rara, porque su cuerpo parecía fusionarse con los objetos que se habrían paso ante él. Esto le distrajo, y probó con los muros, los cuales también cedían a su paso, destruyéndose viscosamente y reconstruyéndose tras de él.

Finalmente en la sala, de luz tenue, pudo constatar que la película inmóvil proyectada triangularmente desde un segundo piso parecía rebotar en las cabezas de los cineastas, como salpicaduras oblicuas siguiendo el contorno.

Sintió curiosidad, y subió al segundo piso, hasta donde se encontraba el proyector, solo para ubicar su mano frente a la lumbre, que curiosamente no hacía sombra en el telón. Era como si la luz continuara su camino incondicionalmente. Esto le llamó sumamente la atención. Pensó un rato tratando de entender lo que esto significaba, y bajó rápidamente. Salió del cine y pudo constatar lo que imaginaba. Su cuerpo no proyectaba sombra alguna. Entonces sintió aún más curiosidad y se dirigió hacia un espejo, comprobando con asombro que su reflejo ya no era visible. Entonces volvió al local.

En el local, al rato, una joven se aceraba a la arrinconada mesita, con unos vasos en una bandeja que portaba entre sus delicadas manos. Un anciano se encontraba ahí sentado, con su mirada fija en los círculos de la mesa e inmóvil. La niña soltó sin querer la bandeja que portaba y despavorida de impresión quedó ahí parada un instante, pudiendo constatar en el espejo, el reflejo inmóvil también del joven que atendía desde un inicio.

Todos los pocos presentes que se encontraban en sus respectivas mesas, voltearon a ver a la joven, tratando de adivinar lo que sucedía. Algunos más curiosos se acercaron a ver, quedando tan desconcertados como ella, con lo que apreciaban.

Pensaron en un truco publicitario, pero nada de eso era, todo parecía tan real que nadie dudó.

Sobre la mesa, aún giraba lentamente el pequeño cilindro, el cual se detuvo a los pocos segundos. Cuando finalmente se detuvo, desde el espejo se extendió una mano que poco a poco se acercó al objeto, cogiéndolo bajo el puño. La figura del joven aparecía en plenitud por sobre el espejo que se encontraba al frente de la mesa, ante la incredibilidad de los presentes.

Miró al anciano con un dejo de nostalgia, llevó su mano empuñada hacia su bolsillo y se abrió paso entre los curiosos, para luego retirarse del lugar y fundirse entre la muchedumbre.

El anciano nunca más despertó de su letargo, y rápidamente se convirtió en una masa sólida, como si fuese una estatua de roca, fusionándose con el piso, las paredes, y la mesa, siempre conectado, con su vista clavada en los círculos de la superficie de la mesa que brillaban oscilantes sin cesar.

Lo que siguió después de eso, fue un caos noticioso que al pasar los años se convirtió en recurso publicitario, donde el misticismo del lugar decantó en un próspero negocio.

De muchos lugares del mundo, era visitado el lugar, para contemplar la incrédula figura de una estatua con figura de anciano, adherida a la mesa, tan real como sus detalles y tan solitario como su propia nostálgica mirada.

03 junio, 2010

Timbre!"

Salía una mañana fría, por fin despejado después de haber dormido las suficientes horas que su cuerpo necesitaba. Amaneció despejado, liberado, bastante bien y de muy buen ánimo. Hace bien dormir de vez en cuando. En fin. Encendió el televisor, entre las cosas típicas que se suelen hacer en la mañana, y se puso a ver “La Máscara”, una buena película del año 1994, dirigida por Chuck Russell, protagonizada por el extrovertido Jim Carrey y la simpática Cameron Diaz. Algo trivial y liviano para empezar con ánimo el día. La asombrosa personalidad de aquel personaje verde, le puso de muy buen humor.

Caminando estaba bajo este día frío y nublado, más por el smog que por las nubes, con la muchedumbre como siempre, saturando ruidosamente el ambiente. Sin embargo, en la medida que avanzaba, su meditación se acentuaba, y en su mente imaginaba a quién desde temprano, leyendo estaba.

Su estómago se apretaba una vez más, pero ya conocía el síntoma, entonces procuró interpretar lo mejor posible las señales que invisibles se presentaban. Es raro, porque de alguna forma le hacía sentir que en sus pasos, otros más, a su lado estaban.

Pero la vida continúa, y de pronto un timbre suena, todo se revuelve y un nuevo día sin más, seguía.


02 junio, 2010

Chocolate

Introducción

Para estos días de frío...


Relato


A mi lado un pequeño vaso de agua me acompaña, en esta larga jornada. Pero algo me distrae. La intensa música en mis oídos me procura la concentración que necesito, sin embargo, me invade la imagen de una tasa de chocolate caliente, con un platillo diminuto de color blanco como base, sobre una mesa de liviano aspecto, en un ambiente de tenue luz, desprendida desde unos grandes ventanales de rústico aspecto.

Al frente, alguien habla y su voz parece desvanecerse como un mormullo incomprensible en la nada. Mientras, la taza era sujetada con ambas manos, procurando un calor necesario ante el frío inminente.

La poca gente cercana continuaba indiferente en sus asuntos, unos de pelo largo, y otros de lentes.

Un lápiz negro sobre la mesa, se desplazaba hacia un extremo, con suavidad, cayendo al piso, distrayendo el momento, aterrizando el pensamiento en aquello que en cada minuto, en la mente escribimos.

Un sorbo cada vez, un breve soplido, y ya cuando en la mitad estaba, la taza de chocolate era dejada sobre la mesa. Una pregunta es realizada, pero sin respuesta inmediata, porque un segundo bastaba, para quien al frente estaba, se diera cuenta, de que una pausa, sin importar lo que hiciera, inevitablemente se hace eterna.

Una pequeña cuchara, curva en su extremo, brillaba con la luz amarillenta que se encendía a medida que la otra natural, en el horizonte se perdía, armonizando el lugar que por siempre será el hogar de los gustos que preciaba y de lo sonidos que quería, de la mano de una taza de rico chocolate.

Castillos de Arena


Introducción

Esta es una experiencia que de alguna manera nos hace reflexionar sobre el significado de nuestro propio castillo interior, que deteriorado o no, está siempre con nosotros, intrínseco en lo más profundo de nuestro propio ser.

Relato

Desde las 3:00 AM un problema se acentuaba al otro lado de la ciudad, hasta que el teléfono sonó a las 7:00 AM que me despertó de improviso. Era un fin de semana, nublado, y tras lo comunicado, no mucho era lo que se podía hacer. En estricto rigor, solo llamar a la compañía de suministro de agua potable, quienes amablemente me atendieron y acudieron a la emergencia.

Terminando algunas cosas que hacer en casa, al medio día viajé, a prestar ayuda. Cuando llegué, el hedor se hacía presente, entre humedad y aguas servidas, producto de una cámara que se había rebalsado, obstruida por quién sabe qué. El lugar ya era un desastre producto del terremoto, con todos el adobe removido y los escombros, producto de los arreglos que se habían realizado. La lluvia, que además se sumaba a los desmanes, hizo que necesitara revisar la techumbre, así es que subí a ver con una improvisada escalera de madera.

Aquel día, sin embargo, fue un día precioso, el aire estaba ahí a mi merced, despejado, limpio y respirable, las montañas vestían de nubles blancas como algodón, y el cielo celeste encausaba su extraordinaria brisa sobre mi rostro.

El cielo estaba mucho más claro tras la lluvia, y me permitió ver un techo lleno de historia del cual debí remover decenas de kilos de tuberías de fierro, algunos de más de 40 kilos y casi tres metros de largo, entre rocas, un neumático de tractor, ladrillos, maceteros de cemento, y cuanta cosa extraña que se utilizó para afirmar los gruesos latones de cinc. Lo comprendía muy bien, era una época de muy pocos recursos, e improvisados conocimientos arquitectónicos, donde no existían las comodidades de la época actual, tornillos perforadores de rosca lata, la falta de taladro, entre otras muchas cosas, carencias que se hacía evidente, donde sólo ingenio, ingenuo por cierto, y mucha voluntad, hacían de la nobleza del roble un aliado ideal.

Fue titánico, no cabe duda, y la tarea no terminaba ahí, en realidad nunca termina, porque no existe un principio, ni un fin.

Es curioso, pero los roles van cambiando, me decía, recuerdo cuando antes decidían mi vida, y ahora prácticamente yo decido la de ellos.

La historia en esa casa ha sido intensa, vaya que sí, con historias aún más allá de mi nacimiento o la de mis propios padres. Mucha gente pasó por ahí, allegados, albergados, historias escritas con el esfuerzo y sacrificio extremo para lograr lo imposible con lo mínimo, pero siempre con una clara voluntad de servicio y dedicación para con los demás. De cada uno he aprendido algo bueno, y me siento agradecido.


Es tan rara la sensación que me produce esa casa, es el hecho de que cuando algo se arregla, es como si le quitara un pedazo. Mejoro algo, sí, pero al fin y al cabo, mejoro ¿qué?…

Hasta el más majestuoso de los castillos, necesita una restauración de vez en cuando. Lo que alguna vez fue nuevo, ya no lo es, y no por ello deja de ser importante. Aquellas gruesas paredes convertidas en arena, que alguna vez albergaron también los sueños de aquel niño enfermizo, pálido y solitario de sus padres, aún siguen de pie, llena de cosas, guardando en algún rincón, en el pensamiento eterno de lo que fue.

Siempre he pensado, que todo puede mejorar, y lo sostengo, aunque sea majadero, porque no sacamos nada con ser grandes, poderosos y sabios, sino somos capaces de ver en nuestro propio interior, aquel castillo que nos cobija y nos encierra en una constante obstinación.

Sé que lo sientes, al igual que yo, o como muchos otros que se niegan a creer, pero la sensación es clara y evidente, un cambio se ha producido, y el tiempo ahora parece tan distinto.

Aquel antiguo castillo se ha removido, sufriendo los embastes del tiempo, pero sin embargo, aún sigue de pié, y seguirá así, por siglos.

Cavernas?

Aunque esto no es nuevo, es un tema que puede ser interesante para ser analizado científicamente. Ya habrá un poco de tiempo para comentar.


Por mientras, les dejo algo menos trágico, y más bello...
"El Sótano de las Golondrinas"