![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTluDfrJBc3AInwc48Yce9dXSb0OvomIQnFe_byHhosakwP9XCq8DItxXfp-nvKcQCNcQKhjmppoSYicG6w4GHm7t3o3giRgpcGizDnHdv94AA428iKl5J4IX7H4WlQ-nZT-bzsA/s200/icecreampz6.jpg)
Introducción:
Muchas veces deseamos que el tiempo fuese un don manejable, que nos permita definir nuestros buenos momentos como algo más significativo y duradero, pero los momentos son así, tan fugaces como no queremos o tan extensos como nunca imaginamos.
Esta es la historia de un helado, disfrutado con la curiosa melancolía de un momento de aparente soledad.
Historia:
La gente deambulaba por doquier, las calles llenas de transeúntes que se entrecruzaban guiados por el instinto de sus obligaciones, presurosos de ganar al invencible paso del tiempo.
Tal cual si fuesen zombis, con la mirada perdida en el lejano horizonte, delineado en sus propias narices, encaminados y guiados por la brújula de sus propias necesidades, sazonados con la opresión de la responsabilidad sobre sus hombros, por sobre el lujo que es hoy en día, el poder detenerse un instante, conversar un rato, mirar una nube, o contemplar el aroma del viento mientras circula tenue sobre el rostro, caminaban presurosos.
Un hombre vestido de negro, de chaqueta larga muy abotonada, iba por el medio de la calle, observando y asimilando en cada mirada ajena, un pedazo de historia, saturando así sus sentidos.
Inocuos ante él, pasaban las personas casi sin notar su presencia, pese a que le miraban con un dejo de furtiva atención.
Liberado sólo por la melodiosa armonía de su música, que fielmente le acompañaba cada día, y que le aislaba del constante mormullo de la masa, se dejó caer en un local de helados. Era medio día. Pidió lo de costumbre, se sentó un rato a descansar, y el calor existente ameritaba tal momento. Contempló detenidamente los espejos de las paredes que le rodeaban. El lugar era colorido, con un cielo ovalado, el inmueble era metálico de brillante plateado, de moderna y alegre apariencia.
Frente a él, sólo su reflejo le acompañaba.
Mientras más observaba, notaba que su propia imagen cambiaba sutilmente de forma, dado las imperfecciones propias del material reflectante.
De pronto, percibió una presencia inusual, transfigurada en un hermoso rostro de menudo aspecto que se desbordaba desde el espejo lentamente, ubicándose en forma tenue frente a él, con sus brazos levemente entrecruzados, hasta el punto de apoyarse suavemente sobre el borde de la mesa.
La inesperada figura era algo difusa, le conversaba en un lenguaje poco comprensible, mientras le miraba con una profunda atención. El hombre, sabía que se encontraba sólo, no obstante la extraña presencia no le causó ningún temor. Sus ojos se fijaron en el pálido rostro del hombre, quien poco a poco acogía el mismo lenguaje confuso.
Pasó así un buen rato, y por más de una hora, aquel hombre se mantuvo aferrado a su helado, disfrutando de unos minutos de paz, conversando hacia la nada, alejado y aislado por fin, de la ruidosa ciudad, acompañado sólo por el fruto de sus pensamientos y su fiel música.
Cuando su helado se terminó, extendió su brazo apoyándolo sobre la mesa, miró fijamente hacia la silla que tenía al frente, y empuñó su mano intentando coger la transparencia de lo inexistente, y dijo: -Ya es hora… una vez más.
Entonces, poco a poco se levantó de la mesa, a pasos cortos y tranquilos hacia su propia salida la tenue figura se dirigió, mientras que el hombre aferrado a su helado se quedó.
El lugar quedó totalmente vacío, sobre la mesa los restos de un helado quedaron vestidos con un par de servilletas, único testimonio de lo ocurrido, lo que prontamente alguien retiró.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario