22 noviembre, 2009

Un día Domingo (R)

Introducción:

Muchas veces quisiéramos hacer cosas que por diversos motivos no podemos, no obstante la cercanía se siente, y con gratitud se recibe, dándonos la energía suficiente para dejar que un día en familia, fluya con la confianza y comprensión necesaria de las emociones que siempre nos acompañan.

Historia:

Día domingo, un día festivo, pero algo distinto, la fiebre ya se había ido, y la jornada empezaba una vez más, temprano. Reúno mis herramientas, incluyo mi poderosa sierra eléctrica, y con mi querida familia me encauso en un nuevo camino. El objetivo, era simple, mejorar donde fuese requerido. Se hace lo que se puede, y se puede lo que se hace.

Es un día maravilloso, muy productivo, y sobretodo positivo. Padres de padres, y nietos de hijos, todo un conglomerado esperando el arribo. Algunos durmiendo y otros muy despiertos desde temprano estaban para la visita y el cometido.

Llego al lugar, y todo se revuelve, un alboroto positivo se hace por donde desordeno. Desmantelo, respetuosamente me adueño del lugar por algunos momentos, horas en que lo que antes era, ya pasa a ser distinto, un poco mejor, un poco más ameno.

Más de diez éramos, y en familia compartimos, al aire libre, en un patio, bajo la sombra de los árboles tranquilos almorzamos, mientras las brazas encendían un jolgorio con la música de los “Jaivas” incluido.

Pasa todo muy de prisa, encerrado en una pieza por varias horas encontré mi camino, había que pronto terminar y el aserrín se hizo mi amigo. Cortar y cortar, ensamblar y ensamblar, también una puerta quitar, y luego colocar. Nada complejo, pero sí entretenido.

De vez en vez, unas manos blancas irrumpían, me apoyaban, como siempre lo han hecho por tantos años, con mis virtudes y defectos, una compañía constante siempre procurando estar a mi lado. También estaban aquellas otras manos, más pequeñitas y más tiernas, blancas como el papel, con un plato y un tenedor, dónde algo me traían. Era mi pequeña, pensando siempre en mí, haciéndome reflexionar una y otra vez, que vale la pena un esfuerzo con esmero.

Familia por doquier, todos querían ver, y sobre todo los dueños, más tuvieron que esperar hasta que listo estuviese el cometido, porque aún quedaba por hacer.

Ella, siempre me acompañó en todo momento, en cada instante posible, con alegría procuraba dar los toques femeninos. Había mucha energía, y mucho entusiasmo, eran sus padres queridos, sobre todo el, quién prestado su tiempo tenía al parecer.

Así son los destinos, así son las cosas, pero que importa, si el presente aunque sea en pensamiento, positivo puede ser.

Cuando todo concluyó, por fin les hicimos pasar, vieron el lugar, aquel que por años vieron siempre igual, ahora era distinto, un poco mejor al terminar.

Observé con atención, la humedad de sus ojos, los de ella, la madre de la madre de las manitos blancas como el papel, pero no de tristeza, sino de felicidad por algo tan sencillo. Entonces comprendí que una acción, una palabra, hasta un instante nos puede conmover, no por los hechos actuales solamente, sino por su historia también.

Tarde se hizo, las horas pasaban sin piedad entre mis dedos, y antes de oscurecer en marcha nos encontrábamos, nos miramos y comentamos, entonces conformes nos sentimos. Un día bello, un día a la vez.

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