03 noviembre, 2009

LLuvia tenue (P)

Introducción

Muchas veces nos encontramos caminando en la calle, recordando y pensando en nuestros seres queridos. El tiempo pasa sin que nos demos cuenta, y descubrimos que algo se nos queda en el tintero. Pero no siempre llueve como creemos.

Historia

Sus pasos tenues, insinuaban contar cada gota de lluvia que se negaba a caer, las nubes a lo lejos, se apreciaban gigantes e imponentes cubriendo el cielo como un manto invulnerable ante el mensajero. El preciado líquido nunca fue vertido, pero si el mensaje que encerraba su claro contenido.

Mientras sus pies se mojaban y su rostro se lavaba en la nada, sus pensamientos viajaban más allá de su limitante existencia, dejando entre ver, que nada es imposible y que todo perdura en su latencia. Su cautela, su sigilo, y todos sus sentidos, se vaciaban en su mirada, una búsqueda interminable de aquel mundo desconocido que siempre quiso seguir.

Inundado por sus propias emociones, vio la lluvia caer a cantones, y poniéndose de rodillas clamó por su nombre en más de una vez, refugiado en sus hermosas canciones.

Recogió cuatro piedras, lisas y perfectas desde el suelo, las alzó sobre su cabeza y con cautela las contó una a una, desde cero. Nunca se equivocó, porque cuatro siempre fueron. Era así su pena, más ya sólo tres siguieron.

De las tres que quedaban una debió ser dejada por un largo tiempo, más el tiempo no perdona y cuando dos quedaban, una fue recuperada, y sin saber por cuantos momentos, solo eso bastaba.

Empuñó una de sus manos, queriendo cobijar de la inexistente lluvia, tratando de proteger a las dos que permanecieron, más la otra resguardada quedó intacta alejada de los tiempos de trueno, y vivió por muchos años en su recuerdo.

La lluvia siguió cayendo sin mojar el suelo, más el agua no vertida si quedo por siempre permanente entre sus dedos.

No se puede dejar aquello que no se deja, porque es un regalo del cielo, un tesoro, un capricho, no importa, porque simplemente existe por siempre cobijado en su techo.

Algún día mojarán sus pies, mirando como se pierde de vista en el horizonte, aquella luz tenue y amarilla, que iluminará algún día, su nuevo hogar visitado por artistas, como si fuese una nueva promesa sin importar el tiempo que dista.

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