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Introducción
En todo ser humano se arrastran temores, ya sea por experiencias vividas, que son las más comunes, o por otras razones. Cuando no se conocen los motivos, se suele incurrir en conclusiones equívocas, pero es comprensible ya que opinar es la parte fácil de todo ser humano, cuando sólo se ve desde afuera lo que se cree como ocurrido.
Este es un tema interesante, del cual podría extenderme muchísimo, pero lo importante de esta historia, es comprender, que pese a lo malo y lo bueno, nunca dejamos de ser niños, y que por más grandes que nos sintamos, siempre seremos unos eternos buscadores de comprensión y cariño.
Historia
Una noche como cualquiera, de hace ya un par de días, cuando todo en paz estaba, todo en silencio, resguardado en el mas profundo sueño, sin conciencia alguna, vencido por el cansancio, de pocas horas de haber dormido, sumido estaba en la oscuridad del descanso merecido.
Eran las cinco de la madrugada, y unos pequeños pasos descalzos que apenas se escuchaban me despertaron de improviso, una pena inmensa bajo un sollozo escuchaba, y una respiración distinta a lo cotidiano era por quién se desplazaba apenas tocando el piso.
Digo alto, de inmediato todo se detiene, vuelvo de mi mundo en cuestión de un segundo, del mundo de los sueños. - ¿Que sucede? digo ya despierto y tranquilo, - Una pesadilla , me responde con su voz quebrada, menuda y llena de miedo. Luego suave y tenue le digo: – Ven acá, mi pequeña, a lo cual de inmediato obedece. La arropo con cuidado y le abrazo con sumo cariño, se aferra a mis manos encontrando el aroma del sosiego. – Tranquila mi pequeña, y dime tu motivo. Ella se cobija entre mis brazos y sin dudarlo me cuenta de su sueño. Calma le digo, que yo me encargo de ello.
Prontamente a mi lado se durmió, sintiendo yo sus lágrimas entre mis dedos. Al poco rato amaneció, todo se esfumó y muy pronto el sol salió, una alarma sonó, y un día iluminado empezó de nuevo.
La pesadilla terminó, que corto fue el sueño, y al otro día nos reímos juntos con otras actividades, y otras nuevas cosas que sucedieron. Comprendí entonces, que no todo es lo aprendido, y que aquellos viejos temores, aunque no transmitidos ni enseñados, aún así existen, por otros motivos.
Pero todo pasa, y más vale dejar pronto lo malo y hacer perdurar lo bueno. No será la primera, ni la última vez que alguien tan puro tenga una pesadilla, porque aunque el tiempo pase muy de prisa, algo siempre se lleva consigo. Inevitablemente ella aún es pequeña, y aunque por mucho crezca, siempre tendrá penas y alegrías.
Como sea, ahí estaré, por todo el tiempo que pueda, para dar paz, cuando así sea requerido, hasta cuando alguien allá arriba, por fin me dé por cumplido.
Ahora, ya todos duermen de nuevo, es otra noche y mi pequeña ocupa mi lado, le observo su carita de ángel, y ahí está quietecita, plácidamente durmiendo. Mientras tanto, yo sólo soy su eterno guardián que vigila sus sueños.
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