08 julio, 2009

Un día de Tom (R)


Es curioso como un número, un acontecimiento inesperado, podía descontrolar a Tom, siempre tan disciplinado, prudente y discreto. Pero aquel día fue distinto. Trabajó hasta tarde, casi las 11:00PM, que si no es por un llamado telefónico, se queda sin el último metro camino a casa. Estaba impregnado de pensamientos, entre trabajo y algunas imágenes de dibujos chistosos que le alivianaban su existencia, y que como siempre le hacían pensar en lo que realmente hubiese deseado hacer en la vida.

Al llegar a casa, le esperaba delicioso plato de fideos, exquisitamente preparados, con plena dedicación y cariño. Degustó en soledad por algunos minutos, luego dio vueltas y vueltas, preparó algunas cosas en su computador, y finalmente intentó dormir. Eran las 2:00 AM, y estaban dando su serie favorita (House), un capítulo ya visto, se trataba de un náufrago que desesperadamente cursó la peligrosa travesía de internarse en el mar con su familia, para sólo ir a ver a House, que supuestamente tendría una milagrosa cura para su pequeña, porque así le decía a su esposa. - Que coincidencia, pensó.

Ya eran las 2:35AM, y recordó que debía dormir. Apagó su luz, y prontamente el cansancio lo venció, no sin antes, recordar una vez más las actividades de aquel día.

A Tom, siempre le quedaba la sensación de que un detalle se escapaba, algo pendiente, en el tintero, cosas que no somos capaces de tener presentes en el momento que lo necesitamos, y se sintió mesquino. - En qué nos equivocamos, o en qué acertamos. A fin de cuentas somos humanos, llenos de errores y virtudes, - pensó Tom. Las horas pasan tan rápido, todo tan deprisa que hasta lo más quieto parece moverse, muebles, calles, lugares, estatuas, y la noche llega como un parpadeo, para anunciar que prontamente un nuevo amanecer llegaría tan fugaz que ni el mismo presente es incapaz de contenerlo, cuando a veces se logra tener un instante pleno.

Tom pensó: - Toda una existencia compartida, ya sea por años, meses, o tan solo horas, que de pronto nos descontrola algo pequeño, y pensamos en objetivos, logrados, pendientes y aún no formulados. Ojala, pudiésemos coger ambas manos, pero no siempre es así, algo superior parece gobernar los hilos, que encierran en sí, aquel mensaje indescifrable, de saber sin saber, como serán forjados nuestros destinos.

Entonces, Tom se durmió…

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