![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcbe7M4FSHGx1CNl5nTrJmBG8TkrGRs0AI9x_RY2uHqsoreFY5uD8VMXThHTMP2xb3gzA1yRRqfHoUv67ZrFXyb2C0jWXrBKTswTAZ_GU3PENBwVWHaYIWULNGxdIfZxKMGs2mdg/s200/hijos2.jpg)
En lo personal, conozco la historia de un niño de una familia numerosa, que fue dejado con extraños, “abandonado” con apenas un año y medio. No obstante, sin importar los motivos, jamás condenó a nadie por ello. La vida da muchas vueltas, y en la actualidad pudo ver a sus padres, y sin preguntar nada, entendió que pasaron por malos momentos que les obligaron a tomar tan drástica decisión, y con sabiduría les abrazó con total cariño y comprensión.
Muchas personas suelen tener pensamientos equívocos, confusos, y autoconvencimiento de una realidad propia y extraña. Es una vida interior que se entremezcla con lo externo y que a veces perturba. Nos cuestionamos quienes somos, cuales son nuestros objetivos, que nos espera, pero en el fondo somos egoístas, porque siempre pensamos en nosotros mismos. Pero una cosa nos hace siempre mejores personas, los hijos, ya sean propios o ajenos, una maravillosa responsabilidad, un gran motivo, un sendero claro. Por ellos, uno supera muchas cosas, porque inevitablemente la vida continúa sin más, sin esperas, sin pausas, y por ellos la vida es bella.
Nada es igual, todo cambia, los hijos, aquellos que vimos crecer, aquellos que nos hicieron reír, aquellos que necesitan de nosotros aunque grandes estén, esos pequeños, que pueden ser muchos o pocos, pero que sin embargo nos dan la alegría y la fuerza que necesitamos para poder entender que nuestro verdadero motivo de vida no somos nosotros mismos, sino ellos.
Cuidarlos lo que más podamos, no aprisionarlos, que los limitemos, ni dejarlos tan libres como para que equivoquen su camino. Apoyarlos, amarlos, y estar cuantas veces sea necesario, siempre con una disposición positiva frente a la vida, olvidando y dejando atrás las penas, y siempre contagiando alegría, ese es nuestro deber.
A veces, pasamos por duros momentos, muchas veces producto de nuestra propia porfía, pero son momentos, que deben ser superados, porque lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos y por los demás, es continuar caminando, con la frente bien en alto, por la senda que nos permita ser mejores personas, mejores padres, mejor familia, cuidando y protegiendo siempre a los más pequeños, nuestro verdadero tesoro, nuestros niños.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario