Introducción:
Esta historia, se basa en lo que imaginariamente puede suceder un día de navidad, donde muchos caminan presurosos, sumergidos en sus actividades, con la vista perdida, sin mirar a nadie, absortos en sus propias responsabilidades, pasando por alto muchas de las cosas que están más cerca de lo que podría estar un tangible regalo.
Historia:
Era un día espléndido, lleno de actividades para muchos, un día en vísperas de Navidad, donde todo el mundo marchaba al compás de las tradiciones de nuestra sociedad.
Era medio día 14:00 PM de un día viernes 24 de Diciembre, Marie guardaba sus cuadernos y libros con meticulosa prolijidad, ya que pronto debía volver a su actividad laboral. Entonces, sin dar más vueltas al asunto, se puso de pié, y se encaminó a su trabajo. Recorría varias cuadras de un lugar frondoso y bello, pese al ruido constante de los automóviles circundantes, no obstante, las aves y el colorido hacían grato aquel paseo.
Muy temprano en la mañana, 6:50 AM de un día jueves 24 de Diciembre, Guelie, solía trotar a solas, siempre estimulado por la rítmica música que siempre escuchaba. Era un muchacho potencialmente vigoroso, que siempre transitaba por las mismas calles, que lo vieron crecer. Muchos le conocían y le saludaban con cortesía al pasar. En magas cortas y pantalón deportivo, daba firmes pasos por el parque de su ciudad nativa.
Marie, había caminado al menos unas seis cuadras, cuando de pronto se detuvo. Sintió algo extraño en su pecho, que prontamente le revolvió el estómago, y un embriagador mareo se apoderó de su cabeza. Entonces se detuvo un instante, y miró a su rededor, sin detectar a nadie cerca.
Gulie mientras trotaba, no tuvo más remedio que parar en forma abrupta, tuvo una sensación que lo dejó paralizado, desconcertado y confuso. Todo estaba normal, nadie cerca de el, pero la sensación revoltosa en su estómago le hizo pensar que algo andaba mal. Sacó algunos implementos de medición que portaba, su presión, su pulso y temperatura, aparentemente todo era normal. No obstante parado se quedó un instante sin hablar.
Ambos personajes voltearon lentamente, Marie miraba levemente hacia arriba, Gulie con la cabeza se mi inclinada quedó frente a frente con Marie, casi tocando sus rostros.
Tanto Marie como Gulie, no podían ver nada al frente. Estaban solos, por lo menos nadie en la cercanía, más que el verdor de los árboles que les acompañaban en aquel día primaveral.
Marie extendió uno de sus brazos hacia arriba, soltando los libros y cuadernos que sujetaba, desparramándose en el suelo. Pudo sentir entre sus dedo la suavidad de una forma parecida a la de un rostro, pero sin poder tocarlo realmente y sin poder ver.
Gulie, sentía como si unos pequeños dedos tocaban sutilmente su rostro, cosa que no le produjo miedo, en lo absoluto, pero sí mucha extrañeza. Se quedó ahí, quieto, tratando de captar con mayor claridad algo que no podía ver, pero que sin duda podía sentir.
Marie dio un pequeño paso al frente, y volteó de lado su rostro, muy lentamente, su otro brazo parecía enrollarse en la nada, y luego de eso comenzó a sentir el bombeo de un latido muy cerca de su rostro, muy cerca de su oído. Podía escuchar, podía sentir, pero no podía ver lo que claramente percibía.
Gulie bajó aún más su rostro, y extendió ambas extremidades como queriendo atrapar el viento entre sus brazos. Muy lentamente cobijó en su pecho la sensación que percibía, para luego dejarse llevar por lo que sentía. Nadie había cerca, estaba sólo, y aún así podía respirar una dulce compañía.
Marie se aferró fuertemente a aquel latido, mientras que Gulie se aferró a lo que cobijaba. Sin saber, ambos se quedaron detenidos en el tiempo, que duró apenas unos breves segundo, pero que sin embargo, parecieron horas.
Luego de eso, la sensación desapareció, extrañados y confusos, cada uno en lo suyo, sin mayor explicación, prosiguió su camino. No obstante, lo sucedido no pasó inadvertido, y cada uno guardo en su mente, aquella grata sensación que les hizo sentir, que pese a todo lo que los rodea, existe algo, más allá de la comprensión, que les permite saber, que en este extraño mundo ficticio, no estamos solos, menos en Navidad.
Feliz Navidad.
Esta historia, se basa en lo que imaginariamente puede suceder un día de navidad, donde muchos caminan presurosos, sumergidos en sus actividades, con la vista perdida, sin mirar a nadie, absortos en sus propias responsabilidades, pasando por alto muchas de las cosas que están más cerca de lo que podría estar un tangible regalo.
Historia:
Era un día espléndido, lleno de actividades para muchos, un día en vísperas de Navidad, donde todo el mundo marchaba al compás de las tradiciones de nuestra sociedad.
Era medio día 14:00 PM de un día viernes 24 de Diciembre, Marie guardaba sus cuadernos y libros con meticulosa prolijidad, ya que pronto debía volver a su actividad laboral. Entonces, sin dar más vueltas al asunto, se puso de pié, y se encaminó a su trabajo. Recorría varias cuadras de un lugar frondoso y bello, pese al ruido constante de los automóviles circundantes, no obstante, las aves y el colorido hacían grato aquel paseo.
Muy temprano en la mañana, 6:50 AM de un día jueves 24 de Diciembre, Guelie, solía trotar a solas, siempre estimulado por la rítmica música que siempre escuchaba. Era un muchacho potencialmente vigoroso, que siempre transitaba por las mismas calles, que lo vieron crecer. Muchos le conocían y le saludaban con cortesía al pasar. En magas cortas y pantalón deportivo, daba firmes pasos por el parque de su ciudad nativa.
Marie, había caminado al menos unas seis cuadras, cuando de pronto se detuvo. Sintió algo extraño en su pecho, que prontamente le revolvió el estómago, y un embriagador mareo se apoderó de su cabeza. Entonces se detuvo un instante, y miró a su rededor, sin detectar a nadie cerca.
Gulie mientras trotaba, no tuvo más remedio que parar en forma abrupta, tuvo una sensación que lo dejó paralizado, desconcertado y confuso. Todo estaba normal, nadie cerca de el, pero la sensación revoltosa en su estómago le hizo pensar que algo andaba mal. Sacó algunos implementos de medición que portaba, su presión, su pulso y temperatura, aparentemente todo era normal. No obstante parado se quedó un instante sin hablar.
Ambos personajes voltearon lentamente, Marie miraba levemente hacia arriba, Gulie con la cabeza se mi inclinada quedó frente a frente con Marie, casi tocando sus rostros.
Tanto Marie como Gulie, no podían ver nada al frente. Estaban solos, por lo menos nadie en la cercanía, más que el verdor de los árboles que les acompañaban en aquel día primaveral.
Marie extendió uno de sus brazos hacia arriba, soltando los libros y cuadernos que sujetaba, desparramándose en el suelo. Pudo sentir entre sus dedo la suavidad de una forma parecida a la de un rostro, pero sin poder tocarlo realmente y sin poder ver.
Gulie, sentía como si unos pequeños dedos tocaban sutilmente su rostro, cosa que no le produjo miedo, en lo absoluto, pero sí mucha extrañeza. Se quedó ahí, quieto, tratando de captar con mayor claridad algo que no podía ver, pero que sin duda podía sentir.
Marie dio un pequeño paso al frente, y volteó de lado su rostro, muy lentamente, su otro brazo parecía enrollarse en la nada, y luego de eso comenzó a sentir el bombeo de un latido muy cerca de su rostro, muy cerca de su oído. Podía escuchar, podía sentir, pero no podía ver lo que claramente percibía.
Gulie bajó aún más su rostro, y extendió ambas extremidades como queriendo atrapar el viento entre sus brazos. Muy lentamente cobijó en su pecho la sensación que percibía, para luego dejarse llevar por lo que sentía. Nadie había cerca, estaba sólo, y aún así podía respirar una dulce compañía.
Marie se aferró fuertemente a aquel latido, mientras que Gulie se aferró a lo que cobijaba. Sin saber, ambos se quedaron detenidos en el tiempo, que duró apenas unos breves segundo, pero que sin embargo, parecieron horas.
Luego de eso, la sensación desapareció, extrañados y confusos, cada uno en lo suyo, sin mayor explicación, prosiguió su camino. No obstante, lo sucedido no pasó inadvertido, y cada uno guardo en su mente, aquella grata sensación que les hizo sentir, que pese a todo lo que los rodea, existe algo, más allá de la comprensión, que les permite saber, que en este extraño mundo ficticio, no estamos solos, menos en Navidad.
Feliz Navidad.
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