29 diciembre, 2009

Un temor un Refugio (R)


Introducción:

Todos tenemos historias, todos tenemos recuerdos, algunos recordarán más que otros, pero en general todos portamos marcas que se alojan en nuestras mentes, que no se borran, y que mientras más ocultamos, más nos siguen. Este relato, es un extracto de la vida real, vivida en carne propia, que seguramente se repite de alguna u otra forma para muchos. La única diferencia, es si somos capaces de administrar, bajo el prisma de la comprensión, nuestros propios temores, más allá de nuestra propia historia.

Relato:

Fue un día como cualquier otro, le visitaba de vez en cuando, ella ya muy anciana, con más de noventa y cinco en el cuerpo, casi postrada, un rostro algo penoso, con la vista perdida en el horizonte de sus recuerdos. Aquel día yo me acerqué a ella, levemente eufórico tratando de ser amable y simpático, dije “Hola Máaaama”, estilo italiano, abrí mis brazos de lado a lado, y me acerqué a su lecho, ella empuño tímidamente sus pequeñas y delgadísimas manos, se aferró con todas sus fuerzas a sus sábanas y se arrinconó como pudo en una esquina. Sólo me dijo: - ¿Y quién es usted? Me miró con miedo, mucho miedo. Sus ojos muy abiertos, trataban de ver lo que ya no podía. Ya no me conocía, ella que fue para mí una madre en todo el sentido de la palabra, me cuidó por tantos años, a su manera claro, alimentación, abrigo y lecho que alguna vez dejé cuando muy niño.

Luego, me incliné despacio, cerré mis brazos, me acerqué, cogí su mano con cuidado y besé su rostro con total cariño y comprensión, entonces se calmó.

Fueron apenas escasos segundos, pero lo suficiente como para darme cuenta de su historia, un fragmento de su pasado que aún guardaba, estaba ahí en su mente y en su corazón, con mucho temor por cierto. Fue apenas un breve instante, suficiente como para comprender el porqué de muchas cosas.

Ella era una Leo, fuerte y vigorosa, llena de energía y voz de mando, era un matriarcado absoluto en su proceder, con sus propios egoísmos naturales y propios de cualquier ser humano, pero de un gran corazón, nunca salía a la calle, más allá de la puerta de la casa, tampoco dejaba que nadie lo hiciera.

Hacía rico pan, empanadas, dulce de membrillo, entre muchas otras cosas, constantemente teníamos visitas, a diario y sobre todo, cada fin de semana. Yo solía sentarme en sus pies, tal como alguien se refugia a la sombra de un árbol, mientras me pasaba un pedacito de la masa que preparaba con sus fuertes manos.

Siempre pensando en los demás, y que curioso, los demás le temían, le respetaban también, y le querían, pero su palabra era ley, una ley ineludible. Miró siempre con desconfianza al mundo “exterior”, y protegió excesivamente a quién “le pertenecía”, prácticamente aislándolos del mundo ajeno y corroído, a sus ojos, para que nadie le hiciera sufrir. Tal vez tenía razón, pero aún así, era excesivo el cuidado. Que curiosa es la vida, ahora ya nadie le visita, sólo yo.

En fin, ella siempre fue una buena persona, una persona a la cual le debo mucho, y que ahora en su soledad, se guarda en su refugio, con una historia jamás contada, pero que sin embargo, en un segundo pude leer, entre líneas, siendo toda una historia, de una vida que una vez fue.

Con mucho cariño, para mi viejecita.

24 diciembre, 2009

Una Navidad Diferente (H)


Introducción:

Esta historia, se basa en lo que imaginariamente puede suceder un día de navidad, donde muchos caminan presurosos, sumergidos en sus actividades, con la vista perdida, sin mirar a nadie, absortos en sus propias responsabilidades, pasando por alto muchas de las cosas que están más cerca de lo que podría estar un tangible regalo.

Historia:

Era un día espléndido, lleno de actividades para muchos, un día en vísperas de Navidad, donde todo el mundo marchaba al compás de las tradiciones de nuestra sociedad.

Era medio día 14:00 PM de un día viernes 24 de Diciembre, Marie guardaba sus cuadernos y libros con meticulosa prolijidad, ya que pronto debía volver a su actividad laboral. Entonces, sin dar más vueltas al asunto, se puso de pié, y se encaminó a su trabajo. Recorría varias cuadras de un lugar frondoso y bello, pese al ruido constante de los automóviles circundantes, no obstante, las aves y el colorido hacían grato aquel paseo.

Muy temprano en la mañana, 6:50 AM de un día jueves 24 de Diciembre, Guelie, solía trotar a solas, siempre estimulado por la rítmica música que siempre escuchaba. Era un muchacho potencialmente vigoroso, que siempre transitaba por las mismas calles, que lo vieron crecer. Muchos le conocían y le saludaban con cortesía al pasar. En magas cortas y pantalón deportivo, daba firmes pasos por el parque de su ciudad nativa.

Marie, había caminado al menos unas seis cuadras, cuando de pronto se detuvo. Sintió algo extraño en su pecho, que prontamente le revolvió el estómago, y un embriagador mareo se apoderó de su cabeza. Entonces se detuvo un instante, y miró a su rededor, sin detectar a nadie cerca.

Gulie mientras trotaba, no tuvo más remedio que parar en forma abrupta, tuvo una sensación que lo dejó paralizado, desconcertado y confuso. Todo estaba normal, nadie cerca de el, pero la sensación revoltosa en su estómago le hizo pensar que algo andaba mal. Sacó algunos implementos de medición que portaba, su presión, su pulso y temperatura, aparentemente todo era normal. No obstante parado se quedó un instante sin hablar.

Ambos personajes voltearon lentamente, Marie miraba levemente hacia arriba, Gulie con la cabeza se mi inclinada quedó frente a frente con Marie, casi tocando sus rostros.

Tanto Marie como Gulie, no podían ver nada al frente. Estaban solos, por lo menos nadie en la cercanía, más que el verdor de los árboles que les acompañaban en aquel día primaveral.

Marie extendió uno de sus brazos hacia arriba, soltando los libros y cuadernos que sujetaba, desparramándose en el suelo. Pudo sentir entre sus dedo la suavidad de una forma parecida a la de un rostro, pero sin poder tocarlo realmente y sin poder ver.

Gulie, sentía como si unos pequeños dedos tocaban sutilmente su rostro, cosa que no le produjo miedo, en lo absoluto, pero sí mucha extrañeza. Se quedó ahí, quieto, tratando de captar con mayor claridad algo que no podía ver, pero que sin duda podía sentir.

Marie dio un pequeño paso al frente, y volteó de lado su rostro, muy lentamente, su otro brazo parecía enrollarse en la nada, y luego de eso comenzó a sentir el bombeo de un latido muy cerca de su rostro, muy cerca de su oído. Podía escuchar, podía sentir, pero no podía ver lo que claramente percibía.

Gulie bajó aún más su rostro, y extendió ambas extremidades como queriendo atrapar el viento entre sus brazos. Muy lentamente cobijó en su pecho la sensación que percibía, para luego dejarse llevar por lo que sentía. Nadie había cerca, estaba sólo, y aún así podía respirar una dulce compañía.

Marie se aferró fuertemente a aquel latido, mientras que Gulie se aferró a lo que cobijaba. Sin saber, ambos se quedaron detenidos en el tiempo, que duró apenas unos breves segundo, pero que sin embargo, parecieron horas.

Luego de eso, la sensación desapareció, extrañados y confusos, cada uno en lo suyo, sin mayor explicación, prosiguió su camino. No obstante, lo sucedido no pasó inadvertido, y cada uno guardo en su mente, aquella grata sensación que les hizo sentir, que pese a todo lo que los rodea, existe algo, más allá de la comprensión, que les permite saber, que en este extraño mundo ficticio, no estamos solos, menos en Navidad.


Feliz Navidad.

21 diciembre, 2009

La Campana (R)

Prontamente...

Como en una jungla, muchos sonidos se pueden escuchar desde las alturas, quién sabe que o quienes estarán más abajo, solo escuchen... es hermoso.

17 diciembre, 2009

Esferas (H)


Introducción:

Vivimos en un mundo en que generalmente pasamos por alto muchas cosas, dónde ocasionalmente, ocurre lo insólito e inesperado, dónde ineludiblemente, algo en nuestro interior, nos señala que no estamos solos en este universo infinito, que las distancias no son como las creemos. Esta es la historia de un largo viaje a lo desconocido, un nuevo destino, un nuevo camino, que nos llevará donde no existe ni principio, ni fin, más allá de lo que imaginamos, mas allá de nuestros propios sentidos.

Historia:

Eran las 18:45 de una tarde de verano, temporada de vacaciones para muchos, días en que se acentúan lagunas actividades propias del período. Así estábamos, entre la muchedumbre, donde todo parecía fluir a un ritmo vertiginoso.

De pronto, aquel caluroso atardecer, se volvió multicolor, preponderantemente azuloso. El cielo se tornaba bello y hermoso, con curiosas esferas blancas de distintos tamaños y tonos que revoloteaban como fantasmas sobre nuestras cabezas. Muchísima gente se quedó atónita observando aquel fenómeno repentino, algunos trataban de filmarlo con sus cámaras portátiles, otros simplemente miraban atónitos. La atmósfera era absolutamente abrumadora y seductora.

La luz era intensa y fluctuante, las cámaras fotográficas eran incapaces de enfocar bien una buena imagen, dado que además, las figuras en el cielo se movilizaban con suavidad fluida a una velocidad increíble.

Con todo el alboroto, la mujer se desprendía de la mano que le intentaba sujetar. Aferrada fuertemente a ella, estaba la hija, una niña pequeña hermosa de cabello largo, y que por el mar de gente que comenzaba a entrar en pánico, ambas se perdían de vista.

Masivamente la gente continuó por un puente, dirigiéndose a un local comercial de robusta construcción, entre ellos yo iba siendo arrastrado sin más voluntad que la de una lucha inútil, tratando de recuperar a quienes había perdido. Entre la desesperación, y la amargura del momento, sin saber en qué dirección ir, para intentar buscarlas, lo más lógico fue continuar con los demás, hasta lograr cruzar el puente y llegar al portal del edificio, antes de ser alcanzados por las luces que cada vez se desplazaban a más baja altura.

Las puertas comenzaron a cerrarse, un sistema de seguridad automático activaba el cierre, mientras la turba comenzaba a luchar en forma descontrolada y desordenada, cual hormigas asustadas por la furia de un gigante.

Las luces se hacían cada vez más cercanas, y grandes, cambiando notoriamente la estabilidad del ambiente, y la temperatura, que a momentos, fluctuaba haciéndose caluroso e irrespirable.

A duras penas se avanzaba, esperando entrar en el último minuto, pensando en que debía hacer, ya que tenía que recuperarlas a toda costa. Entonces algo extraño sucedió, la respiración se detuvo por completo, y las voces del griterío se acallaron totalmente, volteé la cabeza muy lentamente, casi como si no pudiese tener movimiento, y la vista se clavó en ellas a lo lejos, pudiendo constatar que ya se encontraban dentro del local. Todo ocurría en fracciones de segundo que parecieron minutos, hasta que por fin el movimiento se restauró. Con desesperación y agilidad improvisada, pasé entonces por sobre unas cuantas cabezas, pisando hombros y espaldas ya sin importar más que un sólo objetivo, entrar.

Faltaban pocos segundos para que se cerraran totalmente las puertas, y en el último instante caía por sobre los demás, recibiendo un duro golpe en el hombro derecho.

Una vez logrado, las puertas se cerraron herméticamente. La turba que había logrado entrar sólo pudo constatar con asombro como las luces bajaban hasta el nivel del suelo, envolviendo a quienes quedaban en el puente, aún en dirección a donde nos encontrábamos.

Los que no lograron entrar, gritaba afuera con fervor, y adentro, todos enmudecían ante el increíble fenómeno. Hacia afuera, apenas se podía observar como poco a poco las personas se desvanecían en la claridad del entorno, perdiéndose totalmente de vista. Sólo se apreciaban algunas palmas de unas manos clamorosas que golpeaban el grueso vidrio de las puertas selladas. Nada se podía hacer, era un grueso ventanal de vidrio de seguridad, blindado, controlado por un ordenador.

Afuera, en ningún caso se observaba daño a las personas, pero lo inusual del panorama, producía un temor inquietante, acentuado por la turba.

Dentro del local, había muchas escaleras, y en una de ellas se encontraban a lo lejos las dos mujeres extraviadas, aún juntas, que sin poder evitarlo, seguían el torrente del fuerte empuje de la masa de gente que había logrado entrar, intentando encontrar algún lugar seguro.

Luego de mucho forcejeo, me pude reunir con la familia, siguiendo un camino alternativo, y más solitario, logramos llegar hasta la cima del edificio, donde nos quedamos perplejos observando a las esferas, parecían tener voluntad propia. Sus movimientos improvisados, denotaban inteligencia más allá de nuestra propia comprensión.

Hasta donde estábamos, una de las esferas, de menor tamaño se nos acercó sutilmente, con movimientos circulares, no pareciendo ser amenazadora. Era muy pequeña, y se posó en la mano de la pequeña, estableciéndose una especie de comunicación sin palabras, que no pudo comprender, no obstante la niña se observaba tranquila y feliz, así, sin más, la confianza se impuso. Todo era hermoso, e impresionante, todos los que nos acompañaban en la techumbre, que nos habían seguido por donde subimos, admiraban el cielo fluctuante que nos envolvía, mientras aún mucha de la gente no salía de su desesperación, dentro y fuera del edificio. Todo parecía como una clasificación muy bien demarcada, entre la paz interior de algunos v/s el conflicto irracional de la gran mayoría.

Esperamos pacientemente unos minutos, pocos se habían atrevido a subir al techo del edificio como nosotros, y ahí estuvimos por lo menos, unos pares de horas, sentados en el piso, abrazados admirando el lujoso paisaje.

En un instante dado, nuestra pequeña abrió su mano, y la diminuta luz que nos acompañaba se retiró tranquilamente. Nuestra pequeña nos indicaba que debíamos ser pacientes, que ya llegaría nuestro turno… Sin entender sus palabras, nerviosos esperamos, con una sensación curiosa en el estómago, esperamos.

Una esfera de enormes proporciones, de múltiples colores y tonalidades, preferentemente dibujada en blanco y celeste, se nos acercó lentamente, hasta lograr envolvernos por completo. Estábamos aún abrazados, pero tranquilos. La esfera prontamente se fue cerrando bajo nuestros pies, nos pusimos de pie, hasta que se cerró por completo, con lo cual fuimos desprendidos del piso. Estábamos completamente rodeados de su encanto y de su protección. En su interior había un silencio abrumador, una paz inimaginable que nos invitaba a reflexionar y a dejar de temer.

De pronto, comenzamos a ganar altura, y nos fuimos alejando del edificio poco a poco. Nuestros cuerpos parecían no tener peso alguno, y simplemente flotábamos en la nada. No había temor, no había dolor físico y todo parecía perfecto.

Eran por lo menos unos 30 pisos de altura, y la esfera, aún más alto, nos llevó por sobre las edificaciones aledañas. Todo era transparente, por tanto, podíamos mirar en cualquier dirección. Miramos hacia abajo, y sólo apreciamos a un grupo de personas, en nuestras mismas condiciones, curiosamente, todos iban de tres en tres, que también se desplazaban en la misma dirección que nosotros, ganando cada vez mayor altura.

En forma progresiva, cada vez más y más rápido las esferas se encausaba hacia el cielo, y prontamente estuvimos por sobre las nubes. El sol era intenso y brillante, pero no nos dañaba, el aire limpio y las nubes bajo nuestros pies, parecían ser una alfombra pomposa de diversas tonalidades.

El viaje continuó, más allá de la atmósfera, hasta que todo se volvió negro, iluminado gratamente por las luciérnagas de un espacio estrellado. Múltiples colores se vitalizaban a lo lejos como amebas en movimientos suaves y delicados, producido por el efecto de la gran velocidad que estábamos alcanzando. Ya casi podíamos apreciar el horizonte oblicuo, y todo parecía cada vez más distante y pequeño.

Aún más lejos estábamos, hasta el punto de poder ver la tierra, con sus majestuosos colores brillando en la inmensidad.

Pasamos la luna muy de cerca, pudiendo ver brevemente sus grandes cráteres. Sin saber nuestro destino, sólo podíamos contemplar la sutil maravilla de nuestro universo.

Cada vez acelerábamos más y más, alcanzando luego diversos planetas, algunos de cerca, otros desde lejos. Todo pasaba muy de prisa, e iban quedando tras nosotros, convirtiéndose rápidamente en un cúmulo de luces como espirales entrecruzadas izadas a son de nuestro rápido desplazamiento.

Luego todo se trasformó en líneas brillantes a nuestro rededor, como hilos estirados y tensados a mas no poder. Los más cercanos más largos, mientras que los más lejanos y tenues, parecían más cortos. Todo era cada vez más rápido, hasta que los hilos se fueron haciendo cada vez más delgados, y parcelados, convirtiéndose en destellos ocasionales.

En cuestión de minutos, todo se volvió negro y profundo, como si estuviésemos rodeados de una especie de líquido incoloro. La aceleración se dejó de percibir de momento, y a lo lejos solo pudimos constatar un punto brillante que no tardamos en alcanzar.

Luego de esto, el brillo de aquel punto nos iluminó por completo, tal como si se hubiese encendido una luz en forma repentina, dejándonos totalmente encandilados. No había daño, sólo se observaba blanco en todas direcciones, hasta el punto de ni siquiera poder vernos.

Obviamente el blanco uniforme nos indicaba que ya no estábamos en la esfera. La paz que se percibía era aún más intensa, algo inimaginable, donde los sentidos desaparecían por completo, pareciendo ser tan obsoletos e innecesarios, que sólo el estado de conciencia era lo único que bastaba en tan magno acontecimiento. La sensación era extraordinaria, y seductora, no había nada que temer, ni nada que nos pudiera dañar.

Estaba ahí, no se necesitaba nada más, todo y todos los que en algún momento dado habían sido importantes, y los que lo eran todavía, estaban ahí, los momentos, los instantes, segundos, horas, días y años vividos, todo ahí dentro de aquel gran espacio blanco. No era necesario verles, ni escuchar nada, parientes y amigos, todo se percibía tan nítido de una forma intensa y regocijante que no había conocimiento alguno que pudiese describir aquella hermosa sensación.

Todo se unificaba, todo se clasificaba, en grupos de diversos tamaños, algo inmedible, pero si perceptible. Nuevas esferas se iban configurando dentro de las cuales se podía percibir diversos estados de diversas magnitudes e intensidades.

El viaje proseguía y todo pareció tener un único propósito, una sola dirección, y como grandes competidores, viajamos como estampida en una carrera a lo inexplorado. Tras nosotros, un manto gigantesco nos empujaba con vertiginosos movimientos. Parecíamos flotar en un mundo acuoso que en la medida que avanzábamos, iba cambiando de tonalidad, que aunque no podíamos ver, sí podíamos percibir sus matices claramente.

El viaje fue largo, muy largo, parecía durar siglos, o segundos, el tiempo ya no importaba. Algunos iban quedando en el camino, otros se perdían en diferentes direcciones.

Finalmente muchos llegamos hasta tocar un muro de inmensurables proporciones. Muchos fueron desintegrados, otros no supieron que hacer y se perdieron al llegar sin poder traspasar el muro. Al parecer sólo uno o dos a lo mucho entrarían, y con mucho esfuerzo sólo yo entré.

En el interior, estaba totalmente solo, y la sensación guiaba aquella instintiva naturaleza de proseguir hacia el encuentro, con el centro de un núcleo que se fusionó como si todo fuese una única y nueva existencia.

Luego de eso, el llanto de un niño se forjó, tras unas túnicas blancas dio a luz, la criatura más hermosa que Dios nos dio.

14 diciembre, 2009

Caverna (H)


Introducción:

La vida está llena de riesgos, muchas veces nos enfrentamos a ciertas dificultades que no esperamos, sin embargo, por lo general sabemos sobreponernos, pese a que a veces la situación parece imposible, todo resulta bien, salvo un detalle, que al final, nos hace entender lo equivocados que estamos.


Historia:

El grupo estaba conformado por siete personas, entre ellos, tres mujeres. Cada uno bien provisto de los elementos necesarios para la osada travesía, internarnos en unas cavidades subterráneas en busca de un camino alternativo bajo el subsuelo.

Habíamos recorrido ya varios kilómetros de árido e inhóspito pedregal. Estábamos deshidratados, y con bajos recursos de agua y comida. Debíamos encontrar un camino alternativo, por lo que nos fuimos internando en un sector con aparente humedad.

Un amigo Jorge y yo, nos habíamos adelantado. Nuestras mochilas, más livianas y compactas, nos permitían un menor esfuerzo. Pero nos habíamos alejado mucho del grupo. No obstante, los tres, llegamos hasta la entrada de una oscura caverna de enormes proporciones, conformada por abundante roquerío, y gigantescas rocas que parecían estar definidamente talladas en forma de cubos muy simétricos.

Cuando bajamos, llegamos a la entrada de la cavidad principal, donde se habría antes nosotros un enorme espacio y un túnel en el otro extremo de donde estábamos. El suelo, y pese a la poca luz, se alcanzaba a vislumbrar el brillo de un poco de agua de baja profundidad, era totalmente oscura y turbia, de un hedor intenso, pero soportable.

Apoyados con unos bastones que usamos como garrocha, logramos aproximarnos.

Cuando llegamos al nivel del subsuelo, nos aproximamos a una orilla, había unas grandes posas de agua que se nutría con algunas vertientes subterráneas que se escurrían desde las paredes. Yo con un bastón, un poco más largo que el resto, no me atreví, a saltar, el lugar parecía incierto y de dudosa estabilidad.

Jorge mucho más avezado si se atrevió a ir un poco más allá, y de un brinco pudo alcanzar el otro lado de un charco que se encontraba justo bajo nuestros pies. Cuando lo logró, exploró un poco el lugar con su linterna. Un ruido constante nos acompañaba en todo momento, como si hubiese un gran movimiento de agua rodeándonos a cada instante. Mi compañero y yo, nos quedamos pendientes desde un poco más arriba, y observábamos a Jorge como se dirigía lentamente hacia el túnel.

Sólo transcurrieron unos pocos minutos, cuando nos percatamos de que el agua empezaba a subir tras el avance de Jorge, hasta dejarle totalmente aislado en el medio de la caverna. Sin más alternativa, Jorge empezó a internarse aún más en dirección del túnel, que se encontraba a una mayor altura, no obstante, el agua abruptamente comenzó a subir de nivel cada vez más rápido, llegando hasta el nivel de sus rodillas.

El ruido alrededor se hacía cada vez más intenso, el lugar más brillante, producto del drenaje que se apreciaba desde todas partes.

Jorge desesperadamente comenzó a desplazarse hacia el túnel, pero el agua ya llegaba a su cintura y comenzaba a tomar un espesor inmovilizante.

Desde donde estábamos era imposible alcanzarle, no contábamos con cuerdas, y los largos palos que portábamos, de unos tres metros aproximadamente, sólo nos permitían constatar la enorme profundidad de agua que se estaba formando.

La situación era desesperada, mi compañero partió en busca del resto de los integrantes, ya que algunos portaban mejores implementos de emergencias y podrían comunicarse con un equipo de salvataje, además. Yo mientras comencé a bajar hasta lo que más pude. Desde donde estaba, el roquerío me imposibilitaba acercarme más. Sólo podía contemplar casi en tinieblas lo inevitable.

Jorge a lo lejos, me hacía señales, y me indicaba que buscaría una salida por el túnel. De esa forma se fue alejando cada vez más, hasta perderse en la total oscuridad. Por más que le gritaba, en un momento dado, ya no contestó más.

Cuando el grupo llegó, había pasado por lo menos unas tres horas, ya mis baterías se estaban acabado, por lo que también me estaba quedando atrapado. El agua había inundado todo el lugar, incluso llegaba a cubrir la mitad del túnel. No había señales de Jorge, ni nada que nos pudiese indicar si aún seguía con vida.

Uno de los integrantes del grupo había llamado a un servicio de rescatistas de la zona, los cuales llegaron a las horas después en un helicóptero. Por lo menos ellos si contaban con equipo adecuado, unos trajes de buzo profesionales y buena iluminación.

Se improvisó una balsa, conformada por cañas de bambú, que flotaban bastante bien en la espesura del ennegrecido y viscoso líquido, y así lograron internarse con seguridad por el túnel.

Tres horas más tarde, volvían en la balza, con Jorge recostado de espaldas sobre ella. Estaba inconciente, pero vivo por lo que indicaban los paramédicos que le asistían.

Entre todos consensuamos, que en aquella travesía no estaba contemplado un riesgo tan inesperado. Todos éramos precavidos y cuidadosos. Sin embargo, estábamos ahí, y lo que observábamos, era a nuestro amigo, salvado milagrosamente.

Cuando salimos, todos nos abrazamos, en un gesto solidario, felices por haber recuperado a nuestro amigo Jorge, embarrado y empapado completamente, pero en una sola pieza.

Todos estábamos contentos, a su vez, Jorge estaba recuperando el conocimiento. Abrió sus ojos, y nos quedó viendo con un dejo de extrañeza, al parecer no escuchaba bien o no comprendía lo que decíamos. Entonces se produjo un silencio, y Jorge sujetó fuertemente mi mano, y sólo dijo: “Ne me laisse pas seul”.

Luego de eso, todo se desvaneció ante mí.

10 diciembre, 2009

La libertad de un sueño (P)


Introducción:

Muchas veces, nos negamos a aceptar ciertas cosas que nos suceden, y aunque no las comprendemos del todo, están ahí, y sin querer nos hacen sentir un dolor que no se quiere. Lo llevamos a veces por años, muchas veces sin darnos cuenta, incluso desde niños, hasta que aflora e inunda nuestros sentidos. Se acentúa con el tiempo, y no nos deja, quizás para enseñarnos que la vida es eso, un conjunto de cosas, donde queramos o no debemos aprender a convivir con ello.

Historia:

Que extraña sensación, me ha acompañado durante todo este día, desde que me levanté, me invade y me distrae. Es curioso, porque en cierto modo, embriaga mis sentidos. Sólo quisiera dormir y encontrar en mis sueños el anhelo de aquellos rotundos lugares donde todo parece verde, fresco, y vivo. Respirar el aroma del viento percibiendo los mensajes desde el cielo.

Aquel diálogo intenso, me acompaña, con mil argumentos, en profundo silencio, con cierto tino, con cierto acierto. Todo me parece tan abstracto, que a mi lado camina lo que tantas veces presiento. Hoy con mayor intensidad, hoy con mayor esmero.

Quizás, simplemente seamos seres egoístas, encaprichados con lo que tanto entrañamos, que no nos fijamos bien, en lo valioso que dejamos, por lo que creemos.

Habrá un después, no lo sé, no adivino, algunas cosas se podrán deducir, pero otras, sólo se escaparán por su propio camino.

Ahora entiendo porqué la vista se niega a ver, y los oídos a escuchar, aquello que tanto nos quita el sueño. Es como un mecanismo de defensa, para viajar a otros mundos, menos iracundos, y con más abrigo.

Dormir, dormir, dormir, sólo eso quiero, en este minuto, alejado ya de este cuerpo adolorido, aunque sea por un instante, en la inmensidad del descanso merecido.

Despertar luego, todo como nuevo, con más energía que nunca, que me haga ver la única verdad que quiero, aquella que no nuble mi visión, aquella que sigo con esmero.

Ojala todo fuese más sencillo, pero así son las cosas, no las gobierno yo, ni nadie las gobierna, unos pocos instantes despierto, otros, durmiendo.

Luego vendrán, aquellos momentos nuevos, quizás más atinados, quizás más serenos, espero.

Sólo entiendo, que en estos momentos, muy cansado me siento, y también muy adolorido, tratando una y otra vez, de encontrar consuelo a mi eterno conflicto.

Sólo sé, que debo aprender a convivir con ello, para cuando por fin esté, algún día, como un ave, volando libre en un sueño.

Pies descalzos (P)

Introducción:

Muchas veces, nos encontramos con situaciones que nos hacen meditar, que somos, que fuimos, y en qué nos convertimos. No obstante, siempre existirá aquella esencia básica que nos identifica, y nos permite ver más allá de nuestros limitantes sentidos, haciéndonos entender, que no estamos solos, que siempre habrá alguien a nuestro lado, y que depende de nosotros mismos el poder apreciar su desinteresada compañía.

Historia:

Sus pies descalzos se hundían en la tibieza de la arena, era de tarde, y un viento fresco acariciaba su rostro con total ternura. Nadie alrededor, por lo menos cerca, era tan solo un momento ameno y tranquilo que invitaba a meditar. Sus pensamientos viajaban lejos, y el portal abierto, claramente dejaba entre ver, aquello que no le abandonaría jamás.

Cerró sus ojos entonces, con suavidad, y con la embriaguez de sus recuerdos se quedo un instante de pie, inmóvil, abrió levemente sus labios, respiró profundo, y en un emotivo suspiro recogió las señales de su sentir. Una sensación extraña le acompañaba en su estómago, entonces plegó sus brazos entrecruzándolos casi tocando su hombros, mientas ladeaba inclinadamente su cabeza en un gesto de nostálgico cobijo.

De pronto, una gota se desplazó lentamente por su rostro, desprendiéndose de su mirada, hasta caer en las aguas de la inmensidad, las mismas que bañaban sus pies en su larga caminata. Pensó un instante, algunos segundos que parecieron eternos, y así los ¿por qué? fluyeron en su mente, sin todas las respuestas que necesitaba, y aunque tenía un don, no se convencía de aquella lejana realidad que le envolvía.

Quería volar, como las aves, libre en la inmensidad del espacio, y poder extender sus alas más allá de lo ya conocido. Ir y venir a su entero antojo, poseer la textura de su altura entre sus manos y escuchar aunque sea por un instante, el latido de su aparente control.

Dio dos pasos más, y reflexionó en su interior, que pese a su don, su esfuerzo, sus promesas de éxito y abundancia, su constante lucha de auto superación era lo que más importaba en esos momentos. Eso era lo correcto, la lógica por lo menos así lo indicaba.

Aún así, pese a sus esfuerzos, lo imborrable, por más que quisiera, perduraba, al lado de sus pies descalzos, que en cada paso, con su diálogo ameno, desde siempre, le acompañaba.

08 diciembre, 2009

Platos (R)


Qué curioso, son las 14:05 de un día feriado, una sensación extraña me inunda, todo ocurre mientras lavo unos platos, nada especial, dos puertas se cierran abruptamente y con desenfreno. Necesito salir, entonces que hago, no lo tenía planeado, pero saldré, presiento una presencia, debo moverme, simplemente porque la vida es movimiento.

Hay Dios, es inevitable, porque la vida es todo esto, y mucho más. La música que escucho mientras escribo, me tranquiliza y abre mi imaginación, haciéndome tocar aquellos otros mundos que a su vez me tocan en sigilo.

Partimos entonces, como siempre, mi señora manejaba, algo muy útil por cierto. Nos dirigimos a lo cotidiano, cuentas y más cuentas, luego de eso, a visitar a nuestros respectivos padres.

Cuando llegué, por fin encontré paz, habían varios integrantes de mi numerosa familia, y entre ellos mi preciada madre, que cada vez que me ve, con sus ojillos denotando un esforzadísimo vivir, me miraba con una júbila sonrisa, que me transportaba a mi ausente niñez.

Besaba sus labios, y en un dulce abrazo trataba de obtener los recuerdos de su aroma que cuando niño nunca tuve. Miraba a mi viejecita, tan sabia como ella sola, capaz de reconocer en una sola mirada, mis angustias y mis penas, pese a mi ausencia, pese a mi carencia.

Sentí alivio, al tocar sus pequeñas manos, que obviamente ya no tenían la suavidad, producto de su eterno trabajo, y me sentí agradecido de la vida, por tenerla aún, muy cerca, pese a todo lo sucedido.

La vida es así, nos lleva por distintos caminos, pero algo siempre nos une, es una regla universal que nos identifica de alguna manera, para señalarnos que nunca debemos asustarnos de volver a vernos, porque pese a los años, mi madre siempre será mi madre, y yo, por siempre su hijos.

Entre muchos hermanos, quizás ella me vea con ojos distintos, pues fuí el único lejos de su lado, desde los dos años, pero aún juntos, aunque sea a ratos. Es un cariño innegable, abierto y sincero, que jamás debe ser motivo de conflicto, mucho menos de cuestionamientos. La cuestión se dio así no más, y nada cambiará eso. Pero sí que la hechaba de menos en aquellos años, independiente de haber estado con buenas personas, con otras historias, y otros destinos.

Conversamos de todo, o más bien, la escuchaba, porque los diálogos evolucionan, y quién tuvo 40 ya no es lo mismo a los 70. Es totalmente comprensible, y lo acepto, pero no puedo evitar sentir pena, que pase así de rápido el tiempo. Es inevitable, es para todos por igual, unos antes otros después, nada que hacer, para allá vamos todos. Y no por eso, se deja de querer.

Mi madre... su pálido rostro reflejado en el mío, y yo disfrutando de los pancitos, de los quequitos y postres que con destreza aún hace con magistral habilidad. El amor hacia un hijo, expresado a la antigua, con el encanto de una buena comida.

Ella, una mujer increhíble, como muchas otras madres, única para mí, quién o pide nada a cambio, y sólo le basta un momento, un instante, con sus hijos, quienes libres vuelan y rebolotean a su antojo, pero a su vez, de vez en cuando visitan su nido.

Madre, hay una sola.

05 diciembre, 2009

Cada día (P)


Introducción:

La vida no tiene porqué ser tan nostálgica, ni tan rígida, muchas veces nos confundimos en nuestras propias obsesiones, nuestro empecinado orgullo, viendo muchas veces lo adquirido, dejando de lado lo obtenido. Y esto sucede, cada día.

Pensamientos:

Cada día, pensamos, incansablemente, inagotablemente, distendidamente, en lo más profundo de nuestro ser, sentimos y vivimos un mundo paralelo, donde otra verdad se gesta con total intensidad y sentido.

Cada día, sentiremos la motivación de querer saber más, pese a lo ya ampliamente conocido, siempre dispuestos, inquietos y tranquilos, desearemos un poco más, de aquel dulce sentido.

Cada día, será una necesidad imperiosa e innegable, como el respirar, como el tener sed y desear llenar nuestras manos con el vital elemento, para tratar de saciar una carencia, un deseo, un anhelo querido.

Cada día, nos encontraremos con situaciones que no esperamos, nos incomodarán, nos confundirán, y no porque sean malas, sino, porque simplemente son parte de un encuentro cercano, por sabido adquirido.

Cada día, caminaremos, ya sea en la misma dirección o en distintos caminos, que algún día convergerán como dos ríos en un mar pleno, que por siempre seguiremos.

Cada día, nos equivocaremos, como también así, acertaremos, y de nuestros errores aprenderemos que no hay mejor acierto que aquel error que reconocemos.

Cada día, vendrá la noche y en sueños veremos, parte de nuestras vidas, parte de nuestros existir, un perfil, un tema, unas manos extendidas, hasta tocar el cielo.

Cada día, amanecerá, con un sol brillante, como todos los días, como siempre, y un primer pensamiento será, aquel que nos dirá, el por qué existimos.

Cada día, durante la tarde miraremos al cielo, algunos lo harán con indiferencia, otros como un sueño, no importa el porqué, lo importante es ser el dueño, de ese único momento que nos hace comprender lo inmensos que somos por dentro.

Cada día, recordarás, aquello valioso, quizás breve y discreto, pero por siempre eterno, donde no obstante el tiempo, sabrás que fue hermoso.

Cada día, correremos una maratón de mil metros, jugando a ganar por sobre los demás y por debajo de nosotros mismos, una carrera que empieza donde tus pies te seguirán de lleno.

Cada día, existirá lo que no se menciona, porque muy propio es, y de nadie más, lo que tanto emociona.

Cada día, te mirarás en el espejo, y descubrirás que ni todo el oro del mundo puede comprar el paso del tiempo, más lo vivido es reflejo de aquellos surcos de sabiduría que la naturaleza nos provee con emotiva alegría, y sin dejo.

Cada día, verás tu reflejo, en distintos lugares, tan distintos, tan diversos, que entenderás de una buena vez, que todo lo vivido ha sido por algo, y ha sido bello.

Cada día, estaremos, cada uno en lo suyo, y a su vez cada uno en lo mismo.

Cada día, se van descubriendo cosas, con el más sabio, con el más ignorante que conocemos, de todos ellos podemos aprender, algo nuevo.

Cada día, tus pies descalzos se mojarán, buscando aquellos preciados momentos, de profunda paz serán, mirando hacia el horizonte, y mirando las piedrecillas esparcidas en el suelo.

Cada día, con furia y pasión te enojaras, hasta el punto de que la reflexión llegue, y todo se suavizará, en la medida de que la sabiduría no nos ciegue.

Cada día, escucharás, una música, entregada con total sinceridad y cariño, y la recogerás una y otra vez, porque así son los buenos recuerdos, perdurables desde niños.

Cada día, un aroma familiar estará presente, en algún momento, un lugar, o en un sueño, y lo guardarás con paciencia, bajo la quietud de un grato recuerdo.

Cada día, verás unos pasos tranquilos, sigilosos, llenos de paciencia, y cariño, que te acompañarán desde lejos, en tu camino.

Cada día, querrás gobernar, a tu pinta, a tu modo, a lo que crees correcto, pero descubrirás que no todo es lo mismo, porque en la variedad, está descrito el acierto.

Cada día, el orgullo te acompañará, a veces bien, a veces mal, y te confundirá hasta que se aleje y te deje ver la verdad, en otros mejores momentos.

Cada día, enfermarás, y mejorarás, porque así es la eterna batalla del cuerpo, a veces bien, a veces mal, pero siempre combatiendo.

Cada día, el vigor de la vida te guiará, por nuevos caminos, otros lugares, y nuevos anhelos, con la felicidad de haber encontrado la eterna respuesta a tus sentimientos.

Cada día, sentirás, en compañía, o en soledad, lo que quieras vivir en un momento, más todo tiene su tiempo, y más vale disfrutar y recordad lo bueno, con mucho atento.

Cada día, la nostalgia será parte de tu vida, por una buena razón o por un buen sentimiento, pero no dejes que sea sólo eso, hay mucho más, y por lo que más quieras, siempre rescata por sobre lo malo, lo bueno.

Cada día, alegre estarás, porque importante será el fruto de tu semilla, que esparcida quedará, como un millar de estrellas.

Cada día, inevitable será, pensar, sentir, respirar, mientras se viva, porque es parte de nuestra naturaleza, nuestra primicia, nuestro diseño, nuestra existencia, nuestra alegre fantasía.

Cada día, sentirás soledad, porque no siempre habrá compañía, por muchos que alrededor estén, atentos y pendientes, fugaces serán en su equívoca profecía.

Cada día, también sentirás compañía, porque quién la ha probado alguna vez, ya sabe que existe, y pese a su más profunda confusión, ahí estará disponible, para darte paz y alegría.

Cada día, libre serás, porque así lo quieres y no hay más.

Cada día, yo pensaré, y tú pensarás, porque en cada cosa que hagas, ahí estará, aquella parte intangible de nuestras vidas, que por siempre estará presente, una y otra vez, cada día, un poco más, cada día.

03 diciembre, 2009

Verdad? (P)


Verdades abstractas, verdades concisas y precisas, pero sin embargo, todos mienten. No es un tema menor, porque decir la verdad no siempre es grato y depende de muchos factores, la situación, el tema, el momento, el lugar, en fin.

Las personas por lo general sufren cuando la escuchan, y por bello que sea, también. Decir las cosas tal cual, expresar abiertamente una idea, un pensamiento, un delirio de pasión desenfrenado, puede generar revuelo. Lo curioso es, que cuando la verdad de expone en distintos matices e idiomas, aún así, hay veces que no se cree, porque siempre estará la propia verdad interna por sobre las demás.

Un hecho, un acontecimiento, nos hace creer, pero no siempre lo que vemos es cierto, no siempre el número de protestantes que se muestra en televisión es tan masivo como en el lugar mismo de los acontecimientos. No siempre la pena es tan grande como se muestra, o incluso puede ser aún mayor.

La única verdad que conozco es aquella que no se ve, alejada de los cinco sentidos, y más cercana a una sensación. Llámese percepción, presentimiento, conexión, imaginación, no importa, existe, y es tan nítida e intensa, que de vez en cuando nos permite ver aquella profunda realidad que nos negamos a aceptar como verdadera.

Un ejemplo muy bien logrado, se puede apreciar en la serie “Dr. House”, donde las parodias metafóricas de decir la verdad, son expresadas en forma directa, fluyendo libres de prejuicios, pero que sin embargo, pese a la molestia, rabia, melancólica o tristeza, que puedan producir, al final hacen de la reflexión, el entendimiento y la razón. Indudablemente esto no está exento del sentimiento, y en muchas ocasiones tiene su costo, con un resultado incierto. Una verdad por un progreso, o una verdad por una destrucción, riesgo valedero si se pretende saber que hay más allá, y pasar a un siguiente nivel. En esta serie, una de las frases del personaje principal que se repite con frecuencia, es: “Todos los pacientes mienten”.

La verdad nos aprisiona o la verdad nos hace libres, todo depende del punto de vista, y de cómo convivimos con la verdad. Recuerdo entonces una frase de una conocida de otra película, que dice: “No estamos aquí porque seamos libres, estamos aquí porque no somos libres” (Matrix, dicha por el personaje Smith).

Como olvidar también, otra frase que dice: “por si no los veo: buenos días, buenas tardes, buenas noches” (del Show de Truman), en donde un hombre vive inserto en un mundo prefabricado, y que es una verdad absoluta para el, pero que sin embargo, pequeños guiños, pequeños detalles, le permitían dudar de su verdad, hasta encontrar aquel mundo negado a sus ojos, fuera de los límites establecidos.

Bueno, ya nos daremos el tiempo para comentar algunas películas.

Muchos dirán que la verdad es una sola, sin embargo, en cada uno, vive una verdad propia, fruto del conocimiento, cultura, creencia, fe, esperanza, ignorancia, entorno, y cada punto de vista a su vez, seamos artistas o no, es una apreciación válida.

Entonces, ¿En qué crees?, ¿Por qué la masa busca en quién creer?, ¿Qué es Dios para ti? tal vez por inconformismo con tu propia verdad aún sigues ahí, o porque simplemente la incansable búsqueda nunca termina.

Dejamos gente invaluable en el camino, que fueron importantísimas en nuestras vidas, y que sin embargo aún les recordamos, muchos se reencuentran, otros menos afortunados, se visitan desde lejos, ya sea mirando una lápida, o buscando en una mirada perdida, algún indicio de aquella verdad que un día compartieron.

¿Por qué existe esta nostalgia entonces?, a caso, algo en nuestro interior, es lo que nos produce aquella sensación en nuestro estómago, como un revuelo que nos inquieta, y nos hace sentir como leones enjaulados, sedientos de querer saber, pese aún al conocimiento ya obtenido. Inconformismo, ansiedad, anhelo. Será esa necesidad constante e infinita, la que nos guía en pos del progreso y la evolución, más allá de los límites de la verdad que creemos.

No lo sé, quizás nunca lo sepa, quizás esa sea la gracia de vivir, sentir y disfrutar el infinito misterio de nuestro entorno, nuestros breves momentos, y ya que estamos de paso, aprender.

Sí, aprender que la vida es bella, y que la única finalidad de vivir, es sentir aquella verdad intangible, que por siempre nos acompaña en nuestro interior, y que nos conecta permitiéndonos pasar de curso, a esa otra dimensión, que con paciencia nos espera.







02 diciembre, 2009

Dos Bastones (H)

Subía dos pisos con cierto ligero, su firme bastón era su fiel compañero, siempre con la premura del tiempo, para cuando llegaba a un asiento, siempre con una voz suave y tenue llegaba diciendo, lo siento, no puedo.

Partía muy luego, sin dejar señuelo, más con la visión siempre en su objetivo, su motivación, su razón, su cielo, una más pequeña que fue un día, y aunque ya más grande era, por siempre su niña sería.

Obligaciones, responsabilidades, todo eso era primero, es algo que claramente se entendía, más que ganas de hacer aquellos hermosos momentos algo más perduradero, unos minutos más, unos minutos menos.

El otro bastón como siempre seguía, ubicado en su trono, un reinado de profunda paz y sabiduría. Sabía desde años, que algo algún día sucedería, más con su paciente frente y con firme temple, sigiloso esperaría.

Su espera eterna, algún día su recompensa tendría, un nuevo momento para compartir aquello que nunca se decía. Sus labios estaban sellados, y su mente libre, bajo el manto de sus pensamientos que por siempre le acompañarían.

Dios, quién sabe porqué están hechas así las cosas, pero por algo sería. Un ahora y un después, como un conocimiento eterno que algún día a sus añosas manos volvería. Dos bastones fueron, dos bastones seguirían, en otro tiempo, en otro lugar, en otra armonía.