![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgK5UvDcuqVlP6QzhtkwtvioBuk9mTW72LLPOkgwleJp0kCNk4aPNY738e6G6W6AutWBPC6SzLou551AVrjdXmaXW5-YjUibwN4Rx31Exl_TomJ2xSJ7NYuuSg5CvbPWpqK6GF63A/s200/el_vuelo_del_pegaso-1024x768.jpg)
Caminando por un hermoso jardín, se detuvo un instante, era un niño, levantaba su vista al cielo y vio con asombro aquella enorme nube, esencialmente blanca y pura, de múltiples tonalidades y colores vivos.
Miró luego el suelo que le retenía, y se empinó alzando sus cortos brazos y extendiendo sus manos para intentar abrazar aquello que siempre ha estado en el cielo. Como un ángel majestuoso, era una nube hermosa, enorme, exquisita en sus más finos detalles, algo que muchos anhelaban, pero que era sólo privilegio ajeno de otras manos que tal vez no le apreciaban en pleno.
Aquel niño intentaba abrazar su enorme nube, encaprichado en sus remotas emociones, y limitado por sus condiciones. Sabía que no podía volar, y que la nube se encontraba demasiado distante, pero siguió contemplándola mientras aquel día tan plenamente iluminado por el sol, transcurría con una inusual lentitud, en total sigilo.
Aquel jardín era hermoso, lleno de maravillas, un bosque frondoso, rodeado de verde pleno.
Las delicadas flores daban sus generoso alimento a un grupo de abejas que trabajaban a lo lejos, más cerca, unas cuantas mariposas revoloteaban juguetonas e inocuas al rededor, mientras unos colibríes hacían de sus repentinas danzas al compás de un arrullo alegre con cada trinar en vuelo.
El muchacho se recostó para poder apreciar su nube, que era inmensa, pomposa y majestuosa como una Diva inalcanzable en el cielo.
El tiempo parecía detenerse a ratos, y en su pensamiento solo paz encontraba, era un día lleno, grandioso, maravilloso y sobretodo sereno.
Pasó así el tiempo, fue tan sólo un instante, donde aquel niño creció, casi sin darse cuenta, y pese a ello seguía siendo niño, en su mundo interior, donde todo era posible. Así, casi sin pestañar, se quedó, quieto y sereno, mirando su preciado tesoro, hasta que su vista se fue diluyendo en su anhelo, que por fin, en un tierno respiro, pudo alzar su mano más allá de su propio tino.
fue maravilloso, apenas unos pocos segundos, pero valiosos, por decir lo menos. Un sueño hecho realidad, en una realidad casi inexistente, anexa a todo lo conocido, paralela a lo cierto, pero más verdadera que el propio camino.
Sus pantalones se volvieron cortos, y su barba larga ocultaba ya su rostro de niño, más su vista jamás dejó de ver el cielo, donde por un instante abrazó su querida nube envuelto en la seducción de sentirse pleno.
En ese mismo minuto meditó, y su vida se alejó del desconocimiento, aquel que por un momento le permitía disfrutar una primera vez, por cada día de su vida, casi como si fuese un juego. Sin maldad, sin presura, ya sin miedo. Podía ya volar, y desde lo alto ver su propio cuerpo, yacido en el lejano jardín de sus más profundos y sinceros recuerdos.
Tan sólo podía ver lo distinto que todo era desde arriba, para alguien que por fin desprendía sus alas en un nuevo mundo de ensueño.
Su nube le rodeaba, como una forma de consuelo, suave y dócil, para luego irse diluyendo entre sus dedos. El muchacho, ya convertido en un hombre, observaba sumido en su nostalgia aquello por años sabido, y miraba sus manos vacías, que por momentos fueron tocadas por otras aún más pequeñas, que le indicaban la hora de volver a su propio destino.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario