15 febrero, 2010

Sangrado (R)


Llegando a su casa, la vibración insonora de su celular le heló por completo. Acostumbrado a casi nunca recibir llamados, la insistencia de este en particular no le fue indiferente. Miró en la pantalla el claro origen del llamado, y su sensación de espanto se vino a su cabeza de una forma intensa. No vaciló en contestar, y su nombre en diminutivo fue lo primero que escuchó, luego de eso la frase continuó diciendo: “Estoy mal”. Entonces pensó en lo peor, una emoción que no pudo ocultar, lo delató ante su familia.

Contestó inmediatamente el teléfono, procurando una voz suave y pacífica, mientras que del otro lado la angustia y la desesperación se hacía notar en cada palabra, diciendo: “No puedo contener la sangre”. Era un baso sanguíneo destruido que requería un inmediata atención, pero estaba lejos, a una hora de distancia. Con su voz pudo calmar a quién le llamaba, y le dio las indicaciones lo más tranquilo posible.

Se pudo muy nervioso y algo incoherente después que colgó. Todo mal, y para más colmo la batería de su celular pronto a acabar. Su mujer lo tranquilizó, y trató de racionalizar con lógica lo que debía hacer. Su preocupación no le dejaría en condiciones de manejar, entonces pasó las llaves, se subieron algunos implementos básicos al vehículo y partieron con prontitud.

Durante el viaje no paraba de pensar en todo el flujo de consecuencias que aquello tendría y la escena que le esperaba. Estaba controlado, como siempre, pero su preocupación se aferraba de sus emociones notoriamente, porque jamás ha podido soportar el sufrimiento de otro.

En casi media hora estuvieron en su destino, al otro lado de la ciudad, algunos semáforos pasados en el límite, y por suerte muy poco tráfico permitieron la pronta llegada, gracias a la hábil destreza al volante de su mujer.

Bajó rápidamente del auto, tocó el timbre con apuro, el tiempo era crucial y vio dos personas en la entrada, que se apresuraron a abrir la puerta. Cuando entró, vio sus manos ensangrentadas hasta el codo, y toda su pierna en las misas condiciones. Hacía presión con sus propias manos para contener la sangre que derramaba. Rápidamente y en penosas condiciones se lo llevó, y en menos de diez minutos paró en urgencias. Una vez ahí, cogió una silla de ruedas, la atención fue rápida y oportuna, le hicieron pasar de inmediato, mientras se hacía el burocrático papeleo. Pero lo importante ya estaba en camino. Lo que había hecho era lo correcto, ejercer presión sobre la zona conteniendo la hemorragia, que lo salvó de un posible acontecimiento.

Después de un rato y unas curaciones, le extendieron una receta, y lo vendaron. Finalmente le dieron de alta, volviendo la calma a su centro. Una vez en casa, le acompañamos unas horas, su semblante había cambiado, y la paz volvió a su rostro.

A fin de cuenta los seres humanos sufrimos más en nuestro desamparo que en nuestras heridas, y la soledad no es buena compañía en estos casos.

Definitivamente fue un día que concluyó distinto, algo que nos hace reflexionar que muchas veces somos egoístas, y nos preocupamos de tonteras. Que la vida es generosa con nosotros, es un don, que en cuestión de segundos puede ser arrebatada. Que lo que sentimos es tan real e intenso, que muchas veces escapa a nuestro aparente control, que hay situaciones que nos superan emocionalmente, cuando queremos de verdad, y sin embargo existe un punto de equilibrio que prontamente nos devuelve el alma a nuestra racionalidad. Haber pasado las llaves del auto, fue lo mejor.

¿Por qué sucede todo esto?, no lo sé, pero lo que sí sé, es que en esta vida estamos para aprender, y que por algún extraño motivo, nuestro objetivo es seguir en pié, pase lo que pase.

Lo único que no puedo comprender, es porque las personas buenas tienen que sufrir, y porqué existe gente con mala intención en este mundo que disfruta impune su oscuro proceder. Como sea, nadie debería sufrir en este mundo, ni en ningún otro, y lo único que podemos hacer por nuestros seres queridos, es simplemente procurar que estén bien, una tarea que no siempre es fácil ni sencilla de entender.

"Nunca falta..."



No hay comentarios.: