27 febrero, 2010

8,8 grados (R)


Introducción:

El último sismo fuete que más recuerdo, fue aquel, un domingo 3 de marzo de 1985, a las 19:47 hrs., epicentro, Valparaíso, 8 grados, en donde la expresión de espanto en el rostro de las personas se hacía presente, mientras en Santiago el frágil inmueble de la casa donde vivía se desplazaba crujiente de un lado para otro. Imagínense la edad que tendríamos en aquel entonces. Ahora 24 años después, un 27 de Febrero del 2010, 3:34 hrs., con 8,8 grados, se repite la historia con curiosa extraordinaria similitud, siendo el segundo más fuerte, después del ocurrido en Chillán el 24 de Enero de 1939 (foto).

Relato:

Era mi último día en la costa, me había acostado temprano, como nunca. El mar estaba inquieto, hacía un cierto calor enrarecido, me había quedado plácidamente dormido sobre mi costado derecho mirando el mar por una ventana aledaña. De pronto todo se remeció con desenfreno. Al instante, la palabra mágica se vino a mi mente, y dije “calma”. Sin vacilar, nos dirigimos hacia el pasillo, y tambaleantes recogimos a nuestra pequeña, como primera reacción lógica y natural, luego nos vestimos y salimos del habitáculo.

Al abrir la puerta, la imponente piscina parecía una pecera que desbordaba agua por doquier, dejando el piso todo empapado. Las linternas apenas daban lumbre, mientras a ciegas la inquietud de los vecinos se hacía presente.

La edificación vacilante alteró totalmente a los vacacionistas, y en plena oscuridad, todos concurrieron con cierta desesperación a sus vehículos, llevándose sus pertenencias, y empacando lo más rápido posible lo que estuviese a mano. Había niebla, muy oscuro, salvo por la luna, ni luces, ni teléfonos funcionaban. Así estábamos, totalmente incomunicados, a escasos cinco o diez metros del mar, muy cercanos a un roquerío costero, observando desde el balcón el vacilante vaivén del mar. Los más desesperados partían con sus vehículos. Nosotros sólo nos reubicamos ante una posible emergencia, salir a oscuras por la carretera era absurdo.

Cuando la luz del día, marcaba la plenitud visual necesaria, esperamos una hora por lo menos, y con calma nos encaminamos. Mientras volvíamos a Santiago, algunos tacos se producían por el control de tráfico en algunos de los puentes que estaban quebrados o figurados notoriamente, más unos pocos desprendimientos menores en la carretera daban muestra de la magnitud del sismo.
Una vez en Santiago, las noticias ya recorrían el mundo, mientras que en las calles aún se podían observar algunos movimientos de cables, lugares carentes de luz, y semáforos apagados.

Algunos pudieron ver ciertos destellos en el cielo, como emanados desde el suelo, luces de diversos colores, luces que no vimos. Son fenómenos que se dan.

En este minuto, mientras escribo ya en casa, aún incomunicado, siendo las 16:15 hrs. unas pequeñas réplicas se perciben con notoriedad. Seguramente así estará durante toda la tarde.

Bueno es, tener linternas a mano, y tranquilidad en todo momento, es lo mejor, porque donde corran estará igual. La réplica mayor se dará, más temprano que tarde, como una gran señal. Sólo puedo decir que conveniente es, en las alturas estar, siempre tranquilos, observando con calma la luna y el mar.




21 febrero, 2010

50&50 (P)


Miraba la televisión, canales diversos como siempre, esperando que el sueño le venciera en su forma natural. Eran las 3:04 hrs, cuando colocó su cabeza y sus manos bajo la almohada, recostándose boca abajo, semi de lado, sobre su derecha, con una pierna flectada y la otra estirada, tratando de descansar. Al instante, los sentidos se agudizaron, escuchó todos los ruidos circundantes, casi al detalle, autos, personas en grupos, volcanes, buses, aviones, perros que ladran distantes, y los dientes de un Hámster tratando de escapar de su jaula en una pieza colindante, en busca de una libertad que desconoce. De pronto, sus ojos se abren, y lo primero que se viene a la mente es un par de números: “50&50”, algo indescriptible, como dos veces la mitad mas la mitad de otro.

Inevitablemente, sin querer, en un destello de pocos segundos, la imagen de dos niños, jóvenes adolecentes, sanos y fuertes, aparecen. A su vez, una tercera mitad duerme como un angelito lleno de inocencia, junto a su pequeña mascota que ruidosamente se mueve. El escucha la respiración de su pequeña y
con suma ternura el galopar de sus pulsaciones, y piensa en aquella mitad que tiene. Todo está bien, los niños en paz y la tranquilidad de a poco vuelve.

Sólo era un sueño, de no más de unos pocos segundos, en donde la carencia de lo que siempre falta es el complemento de aquello maravilloso que se posee.
Así son las noches, o durante el día, pensamientos que fluyen, que jamás terminan, en donde la imaginación vuela, de la mano de un número, que es, aquella mitad que nunca se detiene.

20 febrero, 2010

Pintura fresca (P)


Nunca falta la tontera, si no es por un motivo, es por otro, pero siempre hay algo que revuelve la pintura y distorsiona el hermoso color logrado. La pintura está fresca, y su matiz aún es frágil a la vista del público que sólo ve lo que mira y no observa lo que realmente es. El armonioso cuadro tan afanosamente cuidado, fue roto por un imbécil, cretino y malicioso, que seguramente no soporta ver felicidad en otros. Entonces, el dolor se hace grande, pena, rabia y desconfianza se hacen presnte, al percatar que la pintura estropeada queda.

Pese a todo, jamás se podrá destruir el sentimiento eterno del artista, que soñó muchísimas veces con su preciada pintura, que siempre cobijó con profundo amor y respeto. Así, pase lo que pase, sin importar el problema, aquel preciado sueño no se borrará jamás de su mente , porque de alguna u otra forma, y desde mucho antes, en su alma estará el amor que siempre prevalece.

17 febrero, 2010

Abrazo de oso (P)


La embriaguez envolvía sus sentidos, un extraño mareo se apoderaba de su mente, desviándole de su objetivo. Sus costillas eran aprisionadas en su parte inferior, como cuando se recibe un abrazo fuerte y prolongado, de alguien más pequeño. Era extraño, pero nítido. Sin más datos se quedó pensando, y continuó su labor.

Sandalia de cristal (H)


Después de un arduo día laborar, su mente se enfocaba en la calidez de su hogar, su familia que incondicionalmente le esperaba cada tarde. Hacía algo de calor, y el sol le daba de frente, nublando su vista por completo. De pronto, entre destellos, pudo observar una menuda figura que le resultó familiar. Aquel ser caminaba en la misma dirección, también presuroso, ido y abstraído en sus pensamientos, vestido en otros colores más claros.

Sus pasos más largos permitieron darle alcance mientras bajaba por unas escaleras en dirección a la estación. Casi al llegar al paradero, tocó su hombro con suma delicadeza, a lo cual, ella reaccionó de inmediato y se volteó con cierto desconcierto, le miró con gusto, y una tierna sonrisa prendió la blancura de su hermoso rostro.

Un saludo muy cordial se produjo al instante, un discreto abrazo y un beso en su mejilla sellaban lo gratificante del momento para ambos. Como siempre apurados, conversaron algunas cosas mientras caminaban o esperaban el carro bajo un ruidoso ambiente.

Cuando entraron al transporte, siguieron conversando. El miraba con curiosidad sus ojos, podía percibir su estado, ella estaba bien, y eso le hizo sentir muy feliz. Sus pensamientos seguramente se encausaban en la misma dirección.

El viaje ya terminaba, ella debía cambiar de carro, y el debía seguir. El pensó rápido, y sugirió acompañarle en el transbordo que también le servía. Siguieron la ruta de ella, caminaron juntos varios metros, subieron algunas escaleras, mientras conversaban amenamente. El nuevo carro se aproximaba con rapidez, mucha gente alrededor entorpecía a ratos la marcha. Ambos se dirigían hacia una de las puertas. De pronto el observó a su alrededor, constató la presencia de un conocido, y prontamente cambió de puerta, no quería interrupciones, porque los minutos eras muy escasos para desperdiciarlos con terceros. Ella le siguió como pudo con sus pasitos mas cortos en sus zapatitos de cristal, el avanzó una puerta más, mientras el sonar de la alarma anunciaba la proximidad del cierre de puertas.

Gente saliendo y entrando con apuro, el entró, y ella casi deja uno de sus pies atrapados atrás. Entró descalza de un pié, su zapato desprendido por el cierre de puertas era para no creer, ambos se miraron, ambos rieron por la situación. Mientras ella se ordenaba un poco, el observaba con curiosidad su agitación, y se encantaba de ver su positivismo.

Terminaba ya el viaje, las puertas se abrían, ambos se despidieron presurosos y ella salió. Seguramente ella pensó que la seguirían, quien sabe, una incomodidad natural que el notó, sin duda. Cuando ella salió, a los pocos pasos volteó y desplegó una última sonrisa de despedida, y en una tierna mirada parecía decir, “nos vemos”, “no me sigas”. A su vez el pensaba, “si, nos veremos”, “y no te sigo”. Finalmente la puerta se cerró, y todo continuó su marcha.

Seguramente, ambos pensaban de la misma forma, la familia es lo fundamental, algo que hay que cuidar y proteger, no existe nada que pueda detener la presurosa marcha de aquel camino forjado por propia voluntad, y el tiempo vuela.

Que pensaría ella, que pensaría el, eso no importaba mucho, porque nada se detiene en esta vida, todo fluye, quizás con un antes, quizás con un después, pero así es, una especie de círculo sin principio ni fin, y que a veces se camina sin saber.

15 febrero, 2010

La manzana y el reloj (H)


Una manzana verde en el escritorio, apoyada sobre un porta vasos, unos pocos libros alrededor, y un cuaderno con espiral con tapas negras sobre el escritorio, denotaba una atmósfera de un salón vacío que ya terminaba su jornada. Una persona menuda escribía con afán unas últimas notas y se distraía de vez en cuando, haciendo unos dibujos raros sobre una hoja de papel blanco. Al parecer algo esperaba, pero el lugar seguía vacío.

Al rato después, un hombre alto, delgado, de canoso aspecto y barba, entraba con sigilo y un dejo de prepotencia interior, acercándose irreverente al escritorio con cierto aire de triunfo.

Algo hablaron, su mano izquierda se posó en su hombro derecho, y a lo lejos, se vislumbraba un diálogo intenso pero casi murmurante. Al parecer, el hombre con afán trataba de convencer a la otra persona de que supuestamente estaría equivocada, y le envolvía con sus palabras llenas de lógica rebuscada.

Desde el fondo del salón, otro personaje, un joven de pelo corto atendía su teléfono de color negro que se abría en dos. Alguien femenino le llamaba, y prontamente se apresuró a guardar sus útiles para retirarse. Sólo miró un segundo a los dos personajes que aún se encontraban en el escritorio, frunció su ceño y prontamente se retiró.

Fueron pocos minutos, pero tres días parecieron, porque después de un destellar de las luces, un reloj redondo en la pared, parecía marcar más horas que las transcurridas realmente, mientras la manzana en el escritorio, se marchitaba con asombrosa rapidez.

El diálogo sólo confundió a quién escribía, quién se retiró con un dejo de pena e indignación, arrugando entre sus manos el dibujo que había hecho en el rato de espera.

Antes de retirarse, sólo escuchó una última frase que dijo el hombre a lo lejos: “Piénsalo…”.

Ya afuera, quién escribía, deambuló, y buscó el refresco del aire libre, aquel que siempre le acompañaba fielmente en cada atardecer. Meditó sobre el asunto, vio lógica en las palabras que escuchó, una y otra vez reunía piezas de un rompecabezas eterno, logrado enredo que con astucia, una vez más por el hombre prepotente consiguió. Pero su inteligencia estaba intacta, y fué superior.

Sólo una cosa es clara en esta vida, y es que la convicción de uno, no siempre es la convicción de dos, y que la verdad no está en nuestros cinco sentidos conocidos, sino en aquella condición especial que nos da Dios.


Sangrado (R)


Llegando a su casa, la vibración insonora de su celular le heló por completo. Acostumbrado a casi nunca recibir llamados, la insistencia de este en particular no le fue indiferente. Miró en la pantalla el claro origen del llamado, y su sensación de espanto se vino a su cabeza de una forma intensa. No vaciló en contestar, y su nombre en diminutivo fue lo primero que escuchó, luego de eso la frase continuó diciendo: “Estoy mal”. Entonces pensó en lo peor, una emoción que no pudo ocultar, lo delató ante su familia.

Contestó inmediatamente el teléfono, procurando una voz suave y pacífica, mientras que del otro lado la angustia y la desesperación se hacía notar en cada palabra, diciendo: “No puedo contener la sangre”. Era un baso sanguíneo destruido que requería un inmediata atención, pero estaba lejos, a una hora de distancia. Con su voz pudo calmar a quién le llamaba, y le dio las indicaciones lo más tranquilo posible.

Se pudo muy nervioso y algo incoherente después que colgó. Todo mal, y para más colmo la batería de su celular pronto a acabar. Su mujer lo tranquilizó, y trató de racionalizar con lógica lo que debía hacer. Su preocupación no le dejaría en condiciones de manejar, entonces pasó las llaves, se subieron algunos implementos básicos al vehículo y partieron con prontitud.

Durante el viaje no paraba de pensar en todo el flujo de consecuencias que aquello tendría y la escena que le esperaba. Estaba controlado, como siempre, pero su preocupación se aferraba de sus emociones notoriamente, porque jamás ha podido soportar el sufrimiento de otro.

En casi media hora estuvieron en su destino, al otro lado de la ciudad, algunos semáforos pasados en el límite, y por suerte muy poco tráfico permitieron la pronta llegada, gracias a la hábil destreza al volante de su mujer.

Bajó rápidamente del auto, tocó el timbre con apuro, el tiempo era crucial y vio dos personas en la entrada, que se apresuraron a abrir la puerta. Cuando entró, vio sus manos ensangrentadas hasta el codo, y toda su pierna en las misas condiciones. Hacía presión con sus propias manos para contener la sangre que derramaba. Rápidamente y en penosas condiciones se lo llevó, y en menos de diez minutos paró en urgencias. Una vez ahí, cogió una silla de ruedas, la atención fue rápida y oportuna, le hicieron pasar de inmediato, mientras se hacía el burocrático papeleo. Pero lo importante ya estaba en camino. Lo que había hecho era lo correcto, ejercer presión sobre la zona conteniendo la hemorragia, que lo salvó de un posible acontecimiento.

Después de un rato y unas curaciones, le extendieron una receta, y lo vendaron. Finalmente le dieron de alta, volviendo la calma a su centro. Una vez en casa, le acompañamos unas horas, su semblante había cambiado, y la paz volvió a su rostro.

A fin de cuenta los seres humanos sufrimos más en nuestro desamparo que en nuestras heridas, y la soledad no es buena compañía en estos casos.

Definitivamente fue un día que concluyó distinto, algo que nos hace reflexionar que muchas veces somos egoístas, y nos preocupamos de tonteras. Que la vida es generosa con nosotros, es un don, que en cuestión de segundos puede ser arrebatada. Que lo que sentimos es tan real e intenso, que muchas veces escapa a nuestro aparente control, que hay situaciones que nos superan emocionalmente, cuando queremos de verdad, y sin embargo existe un punto de equilibrio que prontamente nos devuelve el alma a nuestra racionalidad. Haber pasado las llaves del auto, fue lo mejor.

¿Por qué sucede todo esto?, no lo sé, pero lo que sí sé, es que en esta vida estamos para aprender, y que por algún extraño motivo, nuestro objetivo es seguir en pié, pase lo que pase.

Lo único que no puedo comprender, es porque las personas buenas tienen que sufrir, y porqué existe gente con mala intención en este mundo que disfruta impune su oscuro proceder. Como sea, nadie debería sufrir en este mundo, ni en ningún otro, y lo único que podemos hacer por nuestros seres queridos, es simplemente procurar que estén bien, una tarea que no siempre es fácil ni sencilla de entender.

"Nunca falta..."



10 febrero, 2010

Un día Feliz (R)


Un día feliz, es estar bajo la sombra de un árbol, y por unos instantes sentir que todo a tu alrededor desaparece, sientes una profunda paz, y aunque el tiempo vuele, aquellos breves instantes son valiosos, porque estás libre, y el ruido desaparece. Un día caluroso, pero confortante, casi sin interrupciones, salvo por el imprudente celular que te sigue a todas partes. Pero no importa, lo maravilloso es eso, disfrutar el solo hecho de poder respirar un aroma natural, que para muchos es imperceptible, que nace de lo vivo, de todo aquello que se siente, de lo que te da la vida, la naturaleza y de lo que más quieres.


09 febrero, 2010

Tiempo (P)


Tiempo, y tiempo al tiempo, tiempo que vuelas, tiempo que dejas sin aliento, tiempo que encaminas, desde sus inicios hasta que termina.

Tiempo escaso, tiempo breve, que se escurre entre lo dedos, como agua o como el viento.

Tiempo maldito que pareces infinito, cuando ausente es el goce de un consuelo, presencia ajena de pocos encuentros, donde todo fluye al contrario, tan rápido como un rayo, tan feroz que se esfuma con desconsuelo.

Tiempo infame, que confabulas y juegas en forma imparable, cambias lo que no debes, y pareces no detenerte ante nadie, siempre arrogante con tu espíritu desafiante.

Tiempo, mi buen amigo, aquel que también es bueno, aunque breve se porta en los momentos divinos.

Tiempo radical, extenso y tranquilo, que ves pasar una y otra vez la sombra del destino.

Tiempo para escuchar, un concierto, lleno de música para tus oídos, que son la compañía de otros tiempos entregados con generosidad para no olvidar lo que fuimos.

Tiempo para compartir, tiempo para vivir, que corto se hace cuando queremos dar y recibir, de nosotros mismos lo más divino.

Tiempo que me dejas, tiempo que me acompañas, sobre los surcos de mis sienes canas, está la nueva experiencia que con el tiempo ganas.

Tiempo incierto, tiempo que siento, tiempo que desearía para otro momento, porque el tiempo es así de mezquino cuando mejor me siento.

Tiempo que pasa lento, tiempo que no se detiene, tiempo en la oscuridad de tu ausencia que no dejo. Pensando estoy y así me condeno, una eternidad o hasta que termine mi vuelo.

Tiempo ajeno, tiempo de otros, que desde afuera veo, y que aún así siento, con pena, con nostalgia, con alegría, con todas sus instancias, en manos de otros está la dicha envidiable de tiempos que para mí quiero.

Tiempo alegre y feliz, que pasa, pero que a su vez queda, todo como un recuerdo, una imagen, un sonido, un aroma, un conjunto de cosas que no cuento.

Tiempo raro, tiempo extraño e incomprendido, una instancia en que la reflexión equívoca juega con nuestros sentidos.

Tiempo para reír, tiempo para llorar, cada cosa en su lugar, y cada cosa en su tiempo.

Tiempo que dejamos atrás, que sin embargo renace como un nuevo tiempo, como una gran pausa. Cosas pendientes que nos persiguen sin más, y que sin darnos cuenta nos envuelven en la nostalgia, de lo que más queremos.

Tiempo, imparable, tal como tú sabes lo mucho que desearía escribir, pero como siempre pasas sin detenerte dejando atrás estos preciados momentos.

Tiempo, ¿Qué hora es?, ya es tarde, y simplemente me despido, para que mañana otra vez, vea un nuevo amanecer, con la ausencia de siempre, en algún lugar, pensando una y otra vez, donde el sol sea más brillante, más grande y más ligero.

08 febrero, 2010

Reflejos (P)


Su rostro se estiraba para recibir el agua que se escurría de la regadera, era una ducha distinta, donde la emotividad era su única fiel compañera. Su toalla la cogía con un leve dejo de lentitud, en algunos breves instantes, mientras su mente se distraía pensando incansablemente en que haría.

Su sensibilidad era elocuente, a flor de piel, siempre presente, que muchas veces le hacía aterrizar a su realidad vulnerable. En la oscuridad del silencio trataba siempre de contener su debilidad y sus manos aferradas a la almohada, empuñaban su necesidad bajo la luna llena, humedeciendo su rostro bajo la tenue luz de sus ojos brillosos, porque no se conformaría con menos.

Era de noche, era de día, no importa a que hora, porque de lleno sabía, que en forma invisible siempre estaba de vez en vez su dulce compañía, alojada en su mente, escapando siempre de la muchedumbre para lograr la privacidad deseada de sus pensamientos, de sus recuerdos, de sus anhelos, de su voz tranquila.

Quería creer, pero su desconfianza, producto de su propia vida, no se lo permitía. Su lógica intachable y perfeccionista, simplemente luchaba por lo que sentía y a ratos la cordial batalla se diluía.

Ocasionalmente se descuidaba, a solas hablaba palabras al viento, cuando en soledad se creía, pero eso no le importaba, porque en otro idioma eran, sus frases como mormullo sigiloso que nadie comprendería.

Planificaba, con perfecta sabiduría, empuñando siempre su mano con energía, con la seguridad de lo que siempre conseguía, sus proyectos, sus metas, incluso su fantasía, porque creía fielmente en el logro de su voluntad, pero su temor a lo inmanejable le asustaba y a su vez le seducía.

Sus emociones recorrían kilómetros por cada centímetro de sus recuerdos, cada esfera de ese universo, siempre en busca de lo que más quería. Pero su ambición siempre le seguía, era un todo o nada, sin términos medios, porque así creía que toda la vida la tendría asegurada. Pero la vida es libre, es extensa, llena de posibilidades que nadie manejaba. Escasos minutos que parecían poco, aquellos divinos momentos que en sus manos refugiaba, mientras a veces su labio inferior sin pudor se mordía.

El espejo le indicaba, lo que en apariencia sus ojos le decían, prestando más atención que antes, mientras el agua era su signo de vida, aquella que alguna vez fue tibia y que ahora la necesitaba cada vez más y más fría, cuando un suspiro profundo en su soledad a veces se escurría, bajo un pensamiento confuso de lo que quería ver y que sin embargo no podía.

Deseaba aferrarse, pero no debía, su mano empuñada con rabia, a veces se sentía. Tenía todo, y sin embargo carecía. ¿Por qué será la vida así?, ¿porqué de pronto se pierde la armonía?, todo era tan perfecto, y de pronto con fragilidad todo parecía.

A fin de cuenta nadie es perfecto, todos tememos, todos creemos, es un acto de fe que de alguna extraña manera nos enseña, que la vida no es vida, sin sentimientos, ya sea de cerca o de lejos, aún cuando pase mucho tiempo, toda una vida incluso tratando incansablemente de ver lo que hay al otro lado del espejo.

06 febrero, 2010

Uno en un millón (P)


Ha sido una semana muy fuerte emocionalmente, pero en fin, la vida continúa, y todo tiene solución. Ser positivo siempre será mi lema, aunque cueste.

A veces, recorro el ancho mundo del Web y me encuentro con cosas que realmente valen la pena y alegran el espíritu.
Por ejemplo: Dr. House que es una gran serie, con muchos fans en el mundo, posee un claro ejemplo de este hermoso e infinito concepto, donde la magia de lo intangible parece posible, en nuestras mentes, y en nuestra alma, desde que nacemos, hasta el día que decidamos partir.

No existe un blanco y negro absoluto, como algunos suelen creer, sino, existen los colores de la vida, llenos de variantes que han de dar matices a un mágico florecer. No se trata de una ilusión o de simple ficción, no es la fantasía o la realidad lo que realmente importa, sino el concepto, un concepto que es universal, dónde existe un todo, un paso a la vez.

One in a million:
http://www.youtube.com/watch?v=QbiO2LK-DlA&feature=related

05 febrero, 2010

El Gigante Blanco (P)


Sobre un gigante blanco se encontraba, desplazándose lentamente, recordando y deseando a su lado aquella carencia demencial, una presencia arrebatada, que sin embargo le sigue en su constante deambular, día a día con su invisible compañía. Era otro lugar, más claro y más bello, radiante manto de azul y celeste, que a lo lejos vestía su mágico destello cubierto por nubes de algodón.

Oscilar hacia otros mundos más asequibles, menos complejos, dónde la imaginación era una facultad, donde la libertad infinita le permitía en soledad hacer y deshacer de la tibieza de una tenue silueta, que con suma melancolía recordaba en su travesía. Era tiempo de descanso, pero ya nada era igual. Sus manos extendidas al viento, frente a su pecho daban cuenta de una sensación impensable, lejos, muy distante observaba el cristal, con sus dedos abiertos buscando atrapar un instante de soledad, para cobijar en la nada una fugaz imagen que en su mente oscilaba.

Un joven más arriba observa con curiosidad aquella meditación, pero guarda silencio, y antes de que el meditante voltease, desaparece con discreción. Su mente se hace invisible, y sólo Dios sabe que se guardó en su interior.

Por otro lado, sobre la selva de cemento, en el letargo de su pensar hacía vacilar una imagen clara de unos pasos que no podía escuchar. Era otro lugar, siendo las 16:28 hrs. de un día inocuo, ansiaba sólo dormir, casi con desesperación, deseaba viajar hacia aquellos lugares que serían vistos, más no de la mano de sus propios ojos, pero sí de unos ajenos. Imaginando la bondad de poder caminar en otras selvas, escudriñando mundos nuevos, conociendo de manos del conocimiento ajeno, generoso y abundante en el seno de la esperanza de un quizás. Su mente cansada, sólo esperaba la salida, y en una oruga terrestre de pies blandos se dio a la fuga. Subió con anhelo, entre la muchedumbre, el sol daba en su rostro pálido, y lo evitaba. Se dejó llevar por la música, cerró sus ojos y pensó con intensidad. Luego de eso, su mirada encendió ante un mensaje del universo que recibía a la distancia, y se dijo: “Ya lo sabía”, y así lo escribió. Despertó entonces de su sueño, de su imaginación, de su meditación profunda, esbozó una sonrisa discreta que no quiso compartir con nadie, pensó muchas cosas, y ya conforme, se dijo: “Todo fluye, todo camina, todo existe por algo, y por algo sigo aquí”.

04 febrero, 2010

1313 (R)

Introducción:

Reunidos estábamos en la mesa, conversando y compartiendo con los niños, el festejo de un aniversario y un cumpleaños que coincidían en pleno.

Historia:

Observaba con atención la intensidad del brillo en su mirada, la de un ser que con humildad, se sentía agradecido de la vida que llevaba, por su gran fortuna, tener una hermosa familia, un techo en principio inalcanzable y otras pocas cosas que adoraba, hogar se llamaba y cariño que nunca le faltaba.

Unas copas fueron las que desprendieron sus palabras apasionadas, con fervor, con entusiasta pasión, y que con suma elocuencia mencionaba:

“El pensamiento que es vertido en el espacio, se devuelve por entero, así, tal cual como pensemos, tal cual lo cosecharemos”

En el fondo, no hay mejor vida que la vida misma que llevemos, incluso aquella con un poco de dolor y un poco de alegría, pese al tiempo venidero, incluso incomprendido, en sus ojos brillosos y húmedos recordando preciados momentos que fueron, y dejando que fluyan aquellos que ahora son presente y nuevos.

De sus propias manos es el pensamiento sereno y tranquilo, de lo que fue y lo que ha sido, pasado es y merecida luz recibirá aquel hombre poseedor de su mirada y de su brillo eterno.

Así es, la luz de sus ojos, que ahora recuerdo.