03 septiembre, 2009

Cruzando el Umbral (R)

Introducción: (Por Camión)

Los ojos ven lo que nuestra mente quiere que veamos, simple restrégate los ojos en la noche y sal a caminar sin luz... te divertirás un montón. El stress diario, fatiga y demases, a veces sientes cosas que las ignoras... para mantener tu tranquilidad mental... en un momento de la batalla diaria ... haces una pausa y miras al edificio de enfrente que toda tu vida laboral a estado en el mismo sitio ... incluso viste cuando lo construyeron, es algo conocido común y de repente , te ves tras la ventana de ese edificio mirándote de improviso, eres tu , pero por alguna razón te sabes mas viejo , y lo peor ... es que te vez que te estas viendo,. Estas unido por un lazo pero solo sabes, nada mas... -que sigue?

Historia:

Era un día viernes, día normal de arduo trabajo, de constantes llamadas telefónicas, problemas y soluciones por doquier. Un constante flujo de ir y venir comunicacional que no daba ni un solo instante de respiro. El strees diario que ya se había acumulado durante la semana, se manifestaba en fatiga. No obstante, y pese a todo el agitado golpeteo de botones y voces circundantes, a veces se sienten cosas que por lo general son pasadas por alto. Quizás sea un mecanismo de defensa del organismo, para mantener una cierta tranquilidad mental, como una distracción que nos aleja de la atención, o un olvido que nos permite dejar el dolor. Pero aquel día fue distinto para Mark, quién nunca se desprendía de su concentrada eficiencia laboral.

El joven Mark apoyaba su teléfono contra su hombro, mientras sus ágiles dedos hacían de su mouse un amigo fiel e inseparable, atendiendo a sus usuarios habituales. De pronto, por un segundo, mira a través de la ventana, y ve una figura que al igual que el se encuentra en la misma postura, trabajando, con un teléfono a su costado. Despreocupadamente se devuelve a mirar su pantalla, olvidando por un instante lo que había visto. Una reflexión momentánea, lo distrae nuevamente, y cuando una atractiva chica pasa muy cerca de su lado, se voltea nuevamente. Su mirada la sigue inconcientemente, casi como un reflejo natural, una corta y ajustada falda lo deja clavado nuevamente mirando por la ventana, en donde ve una vez más al mismo tipo, en las mismas similares circunstancias que el.

Se queda mudo unos segundos, y el teléfono se desprende de su cuello, cayendo suavemente entre sus ropas, con una voz al otro lado diciendo - hola! -hola!.

Inquieto, se deshace de sus artilugios tecnológicos y se aproxima lentamente hacia la ventana, con pasos meticulosos intenta no perder de vista al tipo que también hacía el mismo gesto.
En primera instancia, Mark se imaginó un ventanal del tipo espejo en el otro lado de la calle, porque los movimientos eran parecidos a los realizados por el.

Levantó uno de sus brazos, y el aparente reflejo realizó la misma maniobra, no obstante, con un leve retrazo que a Mark le llamó, aún más la atención. La imágen que visualizaba, era la de un tipo mayor, aproximadamente unos 60 años, vestido igual que el, con la misma facha casi, pero usaba barba. También le miraba en la distancia, con la misma expresión de incertidumbre.
Con unos pocos movimientos, Mark se dió cuenta de que no era un simple reflejo como pensaba, era una persona, de extraordinario parecido, pero 20 años mayor, que le miraba.

En cualquier otra circunstancia lo hubiese obviado, como un montón de extrañeses que siempre solía pasar por alto. Pero esta ocasión era distinta, no sólo por lo que observaba, si no que además por la sensación que percibía. Era como si estuviese algún vínculo con aquel extraño.

Era casi la hora del término de la jornada, y una alarma discreta así lo anunciaba. Sin embargo, Mark se quedó ahí pegado a la ventana, sin poder entender el porqué aquel tipo le miraba con tanta vehemencia.

Le hizo algunas señales, y después de un rato le escribió un cartel, decía: -Hola. El tipo al otro lado, desapareció del ventanal. Mark, quedó aún más desconcertado, y ya cuando se dignaba a voltear, apareció repentinamente, con otro cartel respondiendo con el mismo saludo y una pregunta: -Hola, ¿quién eres? Mark rápidamente agarró su plumón y le respondió: - Me llamo Mark, ¿y tú? El tipo abrió los ojos con expresión de asombro y rápidamente le devolvió la pregunta: - ¡Yo también me llamo Mark! Ambos sonrieron levemente, en un gesto casi imperceptible.

Así estuvieron por un rato, comunicados a punta de plumón hasta que a uno se le ocurrió usar el teléfono.

Hablaron por largas horas, cada palabra, cada historia, recuerdos, anécdotas, vivencias eran idénticas, salvo las últimas, en donde Mark no tenía los mismos recuerdos.

Después de corroborar cada entredicho, el segundo Mark le contó como había llegado hasta el trabajo que tenía, el cual no difería mucho del primer Mark.

El segundo Mark, le contaba al primero, que hubo un tiempo en el cual el trabajó en el mismo edificio (del primer Mark), y haciendo las mismas cosas, pero con un inmueble y tecnología más de a cuerdo con su época.

El primer Mark le escuchaba con atención, pareciéndole increhíble la coincidencia. De hecho, el mismo no había trabajado ahí hace 20 años, tenía 40, era un edificio viejo donde estaba, y soñaba con trabajar en el edificio de el frente, que era nuevo y moderno, donde estaba el segundo Mark.
El segundo Mark invitó al primero a visitar su habitáculo de trabajo, y sin mayor contratiempo, el Mark mas joven accedió. Bajó tan rápido como pudo y cruzó la calle, que ya estaba oscura porque era tarde, cerca de las 12:00. Era un edificio ostentoso, impecable, brillaba por sus adornos. Preguntando en el hall, se dirigió al ascensor, las puertas automáticamente se abrieron, mientras una dulce voz femenina le decía -bienvenido, a que piso desea ir?. Piso 30 dijo, y las puertas se cerraron, quedando solo en el ascensor, observando su propia imagen que se reflejaba infinitamente como si estuviese dentro de un caleidoscopio gigante.

Llegando al edificio, las puertas del ascensor se abrieron suavemente, y la voz femenina se despidió - Gracias, que tenga buen día. Al cerrarse, el hombre que vio desde lejos por la ventana se le acercó lentamente, con prudencia y caballerosidad, le dijo - Así que tú eres Mark?, a lo que el más joven respondió, - Mark, igual que tú!. Los dos se quedaron mirando, atónitos por el extraordinario parecido.

El lugar era acogedor, había cómodos sillones y una mesa de centro, un lindo inmueble de madera forrado en cristal.

Ambos se sentaron un rato, y se tomaron unas copas. Conversaron amigablemente toda la noche, hasta que el amanecer dio sus primeros anuncios.

El Mark más viejo, observaba algo muy distinto al Mark más joven. De hecho para él, el edificio de en frente era más nuevo que el suyo, sus añosos sillones, se imaginaba, no podrían compararse a los otros. No obstante, aquél joven lo visitó, aunque sea motivado por la curiosidad, acudió a un lugar olvidado por el tiempo.

Como era posible, ambos en el mismo lugar, pero observaban cosas distintas y contrapuestas, el joven miraba al viejo en un edificio nuevo, y el más viejo observaba al joven en su desgastado habitáculo.

Cuando ya el sol logró iluminar el lugar, todo se esclareció, y la realidad pura cedió ante la luz. Ambos estaban en un edificio en construcción, sentados sobre los cimientos que aún no daban forma definitiva al lugar, que fue erguido sobre un edificio anterior, que fue derrumbado años atrás.

Entonces el más joven se acercó y en un gesto de entendimiento pudo ver su propio destino, aquel que siempre estuvo en sus manos. El más viejo, por su parte, entendió el lazo que los unía, y sin importar lo dicho o hecho, entendió aquel pasado que una vez, sin querer, dejó... su propio yo.

No hay comentarios.: