05 septiembre, 2011

Seis días




Era antes que todos, y con apenas seis días en sus brazos se durmió. La visión del origen se empapaba en un sollozo que jamás mostró. El era un hombre duro, porque la vida así a golpes le enseñó.

De sus propias manos, sin más, un pequeño y rústico cajón laboró. Era una época difícil, muy distinta a la de ahora, donde cualquier escaso recurso podía servir, y por su puesto sirvió. Con unos pocos maderos como caja de zapatos bajo su brazo se lo llevó.

Nunca más se supo, y ahora sólo ahora, el último de todos, tan blanco como el primero, por fin, le conoció.

Era el primero de diez, y de diez, solo los que fueron perduraron y esparcieron su germinación. Tíos, padres y abuelos de nuevas generaciones, otras historias, otras misiones, que seguirán la fugaz estampida, desde donde todo comenzó.

La historia es así, nos atrae, nos cautiva, nos vincula, y nos llena de seducción. Lindos recuerdos, como también algunos de mucho dolor.

Pero en la vida todo sirve, sólo es cuestión de buscar lo mejor de lo que se ha vivido, de cada momento, por sobre el desazón, sin importar lo breve o largo que haya sido el tiempo, que pasa sin razón.

Seis días fueron, y en seis, se lo llevó.








PD. A la memoria de mis hermanos.




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