05 agosto, 2011

Transición





Muchos de muchos, a menos bastarán, y de esos muchos, aquellos grandes números se reducirán.



Tres grandes esferas son, del cielo amplio y visible, las que vendrán, en cada una de ellas, como capullos se abrirán, y cambiarán todo lo conocido hasta ahora, por algo más cercano a la verdad.



El gran manifiesto no vendrá por la ciencia, aunque apurados los progresos a si mismos se procurarán, intentando descifrar lo codificado, donde nada encontrarán.



Lo tecnológico dará un gran salto, uno como nunca se había visto jamás, involucrados la velocidad, la distancia, lo liviano y pequeño, se unirán, porque tiempo para guardar ya no quedará. Y aunque a manos llenas, de sus bondades recibiremos, la neutralización de los pensamientos hasta el último de los días en vano persistirá, porque ya contenidos en los dueños de sus dueños, no podrán estar más.



Pero todo este avance fascinante no es lo importante, porque más bien, como mero preludio, se quedará, de la mano de aquello que ya no se necesitará tocar más.



Nada será concreto, y entre bandos invisibles aún, ante nuestros propios ojos incrédulos, se pasearán.



De favores de manifiestos, las multitudes sucumbirán, ante la aceptación, la tozudez, la ceguera, y el aprovechamiento, de aquellos grandes y poderosos que como los demás, tampoco a los dueños de sus dueños, verán.



El recipiente será identificado, y en cada uno su señal detectarán, unos pocos serán los privilegiados que a su vez, discretos y en silencio, casi sin saber, continuarán.



Entonces, y solo entonces, dos es el primero de cuatro al final, más uno que antecede, mientras el segundo en la nada se convertirá.



Diez letras tendrán, el orden siguiente que se avecinará, cuando más cerca del final en círculo se convertirá.



El día es impredecible, porque algo inesperado sucederá, en el momento justo en que nuevamente dos y la nada más nada puntualmente se duplicara, terminando el ciclo que concluye regresiva, en otra nada al final.




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