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Buscaba una palabra, una ecuación, un descifrado que permitiese entender el por qué de un todo, más allá de lo conocido, y más acá de lo presente. Una semana llena de dichos, distracciones y cosas que duelen.
Es físico, ya lo sé, pero hay que ser paciente. Si lo he sido por tantos años, porqué no serlo en los días presentes.
Pero está bien, se asume lo que se tiene, y el bichito inquieto de la inconformidad nos permite levantarnos para mirar lo inalcanzable, estar donde se debe estar, y a su vez querer estar presente. Mejorar, hacer que los propios tengan una vida digna, hacer que los vientos corran a favor de la velas, aún en un mundo tan corriente.
Claro que se siente, y si no fuese así, que gracia tendría, no tener dolor, ni penas, ni alegrías, ni un llanto que nos despierte. Es parte del diseño, es parte de esta especie de adicción envolvente. Es una necesidad, un estado fluctuante y cambiante, como tener sed, como sentir hambre, como querer escuchar música, o tener esos espacios que a veces no se tienen.
Alguien mira, se acerca y pregunta: - ¿Qué sucede?, y dices nada, pues nada tienes. Solo tu sabes, porque de nadie más es, aquel pequeño universo tan propio, gentil, y tenue.
Rápidamente se va, tal cual así como viene, envuelto en otras preguntas que no se desean escuchar, porque las respuestas no se tienen.
Sólo sé, que así es la vida, y cuando duele, duele.
Pero nunca hay que olvidar, que siempre después de un gran dolor, un gran alivio se viene.
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