28 septiembre, 2011

Un ratito





¿Qué es el tiempo?, tal vez es la nada de un instante, o la eternidad del mismo.

Día a día pasa, y parece querer convertirnos en potros de hipódromo, en post de una carrera interminable, que no te deja mirar, dónde cuando procuramos compartir algo de la vida, ya sea con nuestros seres queridos, familiares y amigos, o tratamos de hacer alguna actividad, diversión, el trabajo, comer, dormir, etc. Todo pasa sin parar.

Anoche por ejemplo, un sobrino llegó a casa en su autito, una hora después de lo acordado, por lo que sus estudios de ingeniería se extendieron más allá de las 2:00 AM.
En las escasas horas que compartimos, algo alcanzamos a conversar, algo estudiamos, y a lo más Sheldon, hubo un instante que nos quedamos viendo la pizarra, llena de escritos, rayas y galimatías, inmóviles, aparentemente sin hacer nada, pero en realidad haciendo en mente. Nos miramos y reímos, sin mencionar palabra alguna, era obvio el motivo (“The Big Bang Theory”). Prontamente se hizo tarde, y le sugerí quedarse, manejar cansado y tarde no es prudente. Avisó a quien correspondía y se quedó sin vacilar.

Al otro día, tras unas cuatro horas de escaso sueño, el día comienza nuevamente, y todo fluye tanto o más veloz que ayer. “Nunca hay tiempo”, o “el tiempo se hace”, son solo frases, porque ya sea que se haga mucho o nada en la vida, todo pasa.

A fin de cuentas, son hilos que mueven, que aceleran todo, sobretodo en estos últimos tiempos (aún más en los momentos que suelen ser los más entretenidos).

Es cosa de mirar un poco alrededor, y se puede ver en los rostros, el apuro, la incertidumbre, la angustia, la inconformidad, la ansiedad, e incluso los temores de estos días, que forman parte de una sensación colectiva, de la cual, la publicidad, la información y los medios de comunicación, han logrado acentuado aún más, generando incluso, lucrativos negocios.

Pero el tiempo es así, esquivo, mesquino, chúcaro, volátil, pero es un tiempo, valioso, que hay que saber disfrutar en cada momento, en cada instante, y en cada pequeño detalle.

No importa si te tomas la vida con calma, o con ágil dinamismo, para todos es igual, siempre el tiempo se escurrirá entre los dedos como agua que fluye sin parar, hasta que un día, miras atrás y te das cuenta que toda una vida, ha transcurrido, en tan sólo un ratito, sin más.

25 septiembre, 2011

Una noche oscura

Conversába amenamente con mi hermano, entre curiosidades tecnológicas, y cosas cotidianas, sin embargo, entre líneas era evidente un diálogo secundario, que no requería de palabras.

Era obvio, había un problema, que podía resumir en una sola palabra: "Etapas".

Sabía perfectamente que sabía, porque hablarme, era casi como hablar con sigo mismo. Una especie de autoconciencia, con formas de pensar diferente, pero con muchas similitudes. Dos personas totalmente distintas, nacidos y criados en ambientes distintos, pero que sin embargo, lograron encontrar aquel punto en común que reúne a las personas sin necesidad de palabras.

Sí, me he dado cuenta, y por supuesto, sé que te has dado cuenta de que me he dado cuenta, así como si fuese un "socio", aquel que llevamos dentro y con el cual dialogamos, nuestro yunta, nuestro pensar, nuestra conciencia y nuestro sentimiento.

Creo que más allá de las palabras, nos comunicamos, y de alguna manera, sabemos que todo cambia, para mejor, para peor, eso no importa, sólo cambia, porque nada se queda estático en este universo, y nada es como se cree, y nada es 100% como se piensa.

Luego, el apagón se vino, y prontamente los pasos de un ciego se encausaron a su siguiente destino. Caminé varias cuadras en total oscuridad, con los ojos encandilados por las luces de los vehículos que con ya cierta desesperación empezaban a transitar por las calles. Los teléfonos inoperantes, los semáforos inutilizados, una vez más, en un lugar solitario.

Cuando llegué a destino, las vistas estaban clavadas en el cielo, buscando explicación. Cinco eran las luces que revoloteaban a gran velocidad, cuyo origen era desconocido. Curiosidades que se ven cuando las condiciones de luz son diferentes. Posiblemente siempre estuvieron, o tal vez, eran inspeccionadores casuales a la altura de las nubes, en un espacio curiosamente claro y limpio. Fenómeno que duró por más de dos horas.

Después volvió la "normalidad", y todo como si nada. Salvo, el pensamiento que prevalece por sobre los acontecimientos y la ausencia, de una noche oscura, de "verano".

15 septiembre, 2011

Calles sin nombre



Era un lugar desconocido, estaba oscuro, y del escaso tiempo que había, apenas algunas palabras se cruzaban amenas y discretas. La menuda figura siempre quería más, sin importar nada. Con paciencia, el más grande, a su manera, le protegía con paciente ternura.

El chofer dio una vuelta despacio, y encausó una dirección algo extraña, hasta llegar a un terminal, rodeado de prado. Entonces bajaron del móvil y caminaron.

Era un lugar lleno de pendientes, y en una de sus estrechas veredas, varios negocios daban vida al sector, que al parecer ya comenzaba a culminar su jornada.

Para el más grande, nunca le fue fácil dejar de lado la aprensión, y pese a que sabía que era lo adecuado, prosiguió un poco más, hasta que inevitablemente, el tiempo transcurrió, y el momento de la despedida llegó. Ya habría otro día, claro que sí, pensó, y dejó al más pequeño en un lugar seguro, conocido, en uno de los locales, el más concurrido, a pocas cuadras de su hogar.

Luego de eso, el más grande, siguió a solas la caminata, subiendo la pendiente unos cuantos pasos más. El más pequeño, le observó con curiosa mirada, mientras se perdía entre la multitud.

Los negocios ya pronto cerrarían, y todo se hacía cada vez más oscuro.

Unas pocas cuadras más arriba, se detuvo un instante, observó el lugar que le era totalmente desconocido, debiendo bajar hacia donde estaban un par de personas tomando un móvil.

Era tiempo de regresar, pero el aparente último móvil disponible, se desvaneció ante sus ojos, antes de lograr alcanzarle. Quedó rodeado de la oscuridad de un bello lugar, trastocando un mundo ajeno, donde la soledad lo embargó en un mundo desconocido, de Calles sin nombre.




14 septiembre, 2011

En tan solo un segundo

Es curioso cómo se comporta la vida, y como en cuestión de un segundo las cosas suceden.

Después de una jornada totalmente normal, de vuelta a casa, y mientras bajo del colectivo, frente al hogar, el chillido en un auto blanco, conducido por una distraída mujer, doblaba la esquina a alta velocidad, quedando a escasos centímetros del vehículo en que me encontraba.

Miré lo sucedido, sin perder la calma, y no quise olvidar la reflexión del momento mientras buscaba las llaves para abril el portón de mi casa.

Es todo tan raro, pero después de variados sucesos (accidentes), me doy cuenta de que aún no es mi turno. Debo ver, incluso aunque no quiera.

La misión aún no ha concluido, y el desconcierto inunda mi mente.

Buscamos respuestas, pero no siempre tenemos las preguntas adecuadas ante una sabiduría esquiva, en un tiempo en que la vida parece tan frágil, como un pensamiento confuso que fluye por una convicción, generalmente errada, donde una vida se puede apagar, sin siquiera preguntar, en tan solo un segundo.

13 septiembre, 2011

Dispersión

Ha sido increíblemente tensa esta semana que pasó, incluyendo el día de hoy. Después de un fin de semana fuera de casa en la comodidad de un sillón, y algunos artilugios electrónicos, no ha habido tiempo ni siquiera para reflexionar, ni para meditar, ni para dormir como quisiera. A muchos les pasa, lo sé. Es como si esas acciones estuviesen restringidas.

Pero en fin, ya es otra semana, y el futuro es así, incierto, con un poco de lo que podemos direccionar, y otro poco de lo que nos rodea, sin parar.

Los pensamientos fluyen, pero las direcciones chocan entre sí, todo parece estar algo revuelto, y sin poder desentrañar.

Una nariz sangra, así como un río que fluye sin parar.


09 septiembre, 2011

Nitidez



Eran más de las 3:00 AM, después de una agotadora jornada de trabajo, y mientras la velocidad del vehículo encausaba sus pasos hacia el hogar, una amena conversación con el anciano pero estilizado chofer no se dejó esperar.

Luego de un rato, la conversación cesó, y como era de esperarse, tras las escasas horas de sueño, el agotamiento decantó en un hipnotismo cautivador, que con la tranquilidad y seguridad del momento, se tornó gratamente apacible.

De pronto, por un segundo, casi en un estado de somnolencia absoluta, una imagen se vino a su mente…

Era un rostro, increíblemente nítido, como nunca antes había visto, con todos los rasgos propios de la actualidad, hasta el más mínimo de sus detalles. Pudo apreciar que su dedo índice apuntaba con vehemencia a alguién, no por una exigencia, sino más bien por una recriminación. Vestía de negro y una chaqueta rojiza sin mangas, como para aplacar la baja temperatura que sentía su debilitado cuerpo. No había enojo en sus palabras, pese al ceño fruncido y su mirada incisiva que se escabullía por sobre sus lentes pequeños. Algo exigía, era una clara indicación de algo, como una arenga, pero de la cual no se entendía su diálogo desde la distancia. Al frente, un joven medianamente alto y delgado le escuchaba cabizbajo con aparente atención, más algo de paciencia y notorias ganas de que toda aquella amonestación terminara pronto, e irse a sus aposentos. Así le vio.

Parecieron minutos, quizás horas, pero en su estado, devuelta a la “realidad”, tan solo habían transcurrido apenas un par de escasos segundos, como si todo empezara desde un punto antes al último instante en que la conciencia le dejara casi por completo.

Cuando por fin llegó su hogar, bajó del vehículo desplegando su silla de ruedas, con extraordinaria habilidad, y agradecido se despidió del chofer.

Aquella imagen quedó impregnada con una inquietud claridad, y se quedó inevitablemente recordando aquella extraña experiencia. Era una especie de desvinculación de sus limitaciones. Sabía que no podía ser, pero lo cierto es que ahí estaba, y así fué.

Sin duda, sus pensamientos le llevaron donde todo es posible, a un mundo donde la capacidad humana, aún no explorada, puede gozar de la libertad del observador, más allá de lo inimaginable, en un segundo de total..., nitidez.


05 septiembre, 2011

Seis días




Era antes que todos, y con apenas seis días en sus brazos se durmió. La visión del origen se empapaba en un sollozo que jamás mostró. El era un hombre duro, porque la vida así a golpes le enseñó.

De sus propias manos, sin más, un pequeño y rústico cajón laboró. Era una época difícil, muy distinta a la de ahora, donde cualquier escaso recurso podía servir, y por su puesto sirvió. Con unos pocos maderos como caja de zapatos bajo su brazo se lo llevó.

Nunca más se supo, y ahora sólo ahora, el último de todos, tan blanco como el primero, por fin, le conoció.

Era el primero de diez, y de diez, solo los que fueron perduraron y esparcieron su germinación. Tíos, padres y abuelos de nuevas generaciones, otras historias, otras misiones, que seguirán la fugaz estampida, desde donde todo comenzó.

La historia es así, nos atrae, nos cautiva, nos vincula, y nos llena de seducción. Lindos recuerdos, como también algunos de mucho dolor.

Pero en la vida todo sirve, sólo es cuestión de buscar lo mejor de lo que se ha vivido, de cada momento, por sobre el desazón, sin importar lo breve o largo que haya sido el tiempo, que pasa sin razón.

Seis días fueron, y en seis, se lo llevó.








PD. A la memoria de mis hermanos.