29 marzo, 2011

Todo es movimiento


Por las calles iba caminando, como siempre pensando, contando los cubos que sobresalían vistosos como adornos en e el cemento. Por un momento se detuvo y se puso a contemplar el cielo, dirigiendo su mirada levemente hacia el horizonte. Fijó su vista unos breves minutos, los suficientes como para poder apreciar el tranquilo desplazamiento de la nubes. Entonces se detuvo un instante más y pensó...


“Todo es movimiento!”


Niños


Recordaba los días cuando desde una banca miraba a los niños jugar en los verdosos pastos de un parque, usando sólo su infinita imaginación, limpia y pura, despreocupada del mundo, con tan sólo la alegría reflejada en sus rostros por aquel preciado momento que compartían. Era una imagen vista por años, tal vez muchos, en un lugar casi intacto, salvo por el gran caballo y por la presencia de los deterioros normales del tiempo y sus acontecimientos naturales. Pese a todo, aún estaba ahí, de vez en cuando, con la sola motivación de una ineludible necesidad, resguardar aquella dulce imagen de los niños que se juntan a jugar y a conversar.


También recordaba a aquellos que de la mano del gran gigante, se dejaban llevar, en humildes y sanos momentos que jamás volverán. Ahora ya ellos son los gigantes también, incluso más. Son ahora independientes, dueños de sus propias vidas, tomando las riendas de sus propios hilos, en la gran costura de la vida que les seguirá.


Solo un abrazo, unas escasas palabras, una mirada sincera, aunque sea nostálgica, limpia y transparente, y tan solo una sonrisa bastará, para apreciar que los buenos momentos vividos que en la mente de un niño perpetuo, perdurarán. Es cierto, el olvido llega, nos sana, nos cura, nos aleja del dolor, o de malas fortunas, algunos quedan, y otros seguirían hasta el final.


Inevitablemente la necesidad nos motiva, nos guía, nos encausa a estar donde queremos estar, ya sea permaneciendo o volando en una constante búsqueda que nunca acabará. Lo cierto es que la vida es un juego, donde insertos estamos, como niños, sin saber a ciencia cierta de lo que nos rodea, o lo que en definitiva nos sustentará.


Somos, una existencia conocida, no por nosotros, que no sabemos, porque aún somos niños, sino por aquellos, que en nuestra mente están. Ellos se llaman a si mismos: “pensamientos”, “imaginación”, “sentimientos”, todo un mundo donde la “lógica” ordenada y fría, de nada nos servirá.


Pero hay que estar tranquilos, somos responsables, aunque jugamos con nosotros mismos, a ser padres, a ser profesionales, a ser pobres, a se ricos, a ser famosos, a ser públicos, a ser privados, a ser magnates, a ser ingeniosos y brillantes, a ser cómodos, a ser doctores, a ser artistas, a ser constructores, a ser humanistas, a ser científicos y también espiritas, a ser adivinos, a ser innovadores y soñadores surrealistas, a ser escritores, a ser bohemios y bateristas, todos, todos… ruidosos, silenciosos, presentes y ausentes… y como sea… Somos los que están.


Y así seguiremos, tal como fuimos, y tal como seremos, por toda una vida…


Simplemente… “niños”, sin más.


27 marzo, 2011

Pitchers


Introducción

Cada día es único, un inicio, incluso este preciso instante en que nos encontramos frente a una pantalla leyendo, y de pronto una idea, un pensamiento se nos viene a la mente, tornamos la vista hacia un objeto, algo sobre la mesa, o cualquier cosa que nos distrae por algunos segundos, dejándonos absortos, suspendidos en el tiempo, cautivándonos hasta que de pronto, sin motivo aparente, nos pararnos de nuestra silla en busca de una nueva dirección.

No es lo último que hagamos lo que prevalece, sino lo primero, porque en definitiva, es lo que de alguna manera, marca nuestras vidas, por siempre.

Pitchers

Era un día viernes, cualquiera, un fin de semana dónde cinco personajes se irían en busca de juerga. Caminaron muchas cuadras, hasta llegar a Plaza Brasil, un lugar cuyas callecitas se encontraba rodeadas de pubs y centros nocturnos. Ruido, música, humo, y mucha cerveza, donde la intensión de cuatro no era la misma que la de uno.
Se adentraron a un segundo piso, algo rústico, lleno de mesas y de personas que buscaban lo mismo, un comienzo de fin de semana para relajarse y conversar bajo el buen incentivo de unas Chelas.

Era temprano, 19:00 hrs. Cuando entraron al local, quedando perfectamente instalados a un costado del piso. Pidieron tres Pitchers para empezar y uno sólo una gaseosa, que les pareció extraño al resto. En fin.

Todo bien, similares edades, uno un poco más joven, conversaron gratamente, cada uno recordando alguna historia, anécdota, salvo uno, que casi en silencio observaba los detalles a su rededor.

Los cinco compartieron una apetitosa Chorrillana, y compartieron gratamente, mientras bebían sus cervezas, y uno su bebida.

Era un momento inusual para uno, muy normal para los otros, y mientras pasaba las horas, el pensamiento de uno se tornaba descriptivo, sin palabras, inundado por su diálogo interior que nunca le abandonaba.

Observó y vio en aquella alegría un destino que obviamente no le pertenecía, uno distinto que para él, que en sus propios pasos pronto desaparecería.
Absurdo o no, con gentileza uno anunció su pronta retirada, tras un par de horas, tal como lo había indicado antes de partir con el grupo. Todos se quedaron extrañados, el asunto en cuestión recién empezaba a entibar, y las miradas se hicieron notorias, en cuestionamientos sin respuestas.

Aún así, su frase fue simple:

“Debo retirarme caballeros, el tiempo sigue su marcha, y otro camino me espera”

Abrazó a sus amigos, salió por la estrecha puerta, sintiendo en un respiro el aire fresco de la calle, algo contaminada y sucia, pero sin tanto humo, en una cuadra que se llenó de gente y risas.

Caminó de prisa, por el sector, un lugar de lujo, uno corriente, y así, varias cuadras, hasta encontrarse en lugares más oscuros y solitarios, donde su diálogo se prendía en lo que quería y lo que tanto deseaba.

Fue grato, sí, lo fue, y de lo bueno poco, suficiente como para saber que aquel otro mundo le esperaba, en otro tiempo, uno que en la distancia, añoraba.

25 marzo, 2011

Teletransportación


Introducción

Muchas veces hemos visto montones de películas con distintas versiones del famoso tema de la tele transportación (“The man without a body” 1877, "The Disintegration Machine" 1927, La Mosca 1986, Star-Trek 1996, Jumper 2008, o en la serial “The Big Bang Theory” donde el personaje Sheldon Cooper habla de la destrucción de una partícula en una ubicación y su reconstrucción en otra, o si somos mas exquisitos, en estudios mas serios como “Teleportation Physics Study” 2004, por ejemplo), pero pocas veces lo razonamos “libremente”, sin la influencia de lo aprendido o lo que recordamos, y nos conformamos con nuestras enseñanzas.

Bueno, este relato no pretende ser un tema de discusión. Esta página en sí, es Ciencia-Ficción y Fantasía, con textos que sólo buscan abrir el apetito hacia otros conceptos distintos de lo que acostumbramos como entendimiento de nuestro entorno, que con frecuencia creemos como absolutamente “cierto”.

Nota: El uso de la palabra “partícula” en este texto, es sólo referencial, un nombre nada más usado para simplificar el concepto de “unidad mínima”.



Teletransportación


Muchas veces se ha tratado este tema, tanto en ciencia ficción como en investigaciones científicas que
muchas veces apuntan más al ego de unas complejas ecuaciones matemáticas sin sentido concreto para la inmensa mayoría.

La verdad es que en lo simple está la respuesta y si queremos viajar de un punto a otro, lo común es por la vía de un vehículo, ya sea caminando, en bicicleta, auto, avión, nave, etc. Por ejemplo, el
acelerador de partículas, que en sí ya es un invento sumamente costoso, se encuentra lejos de ser la respuesta como muchos “selectos intelectuales” creen.

El problema no es la velocidad con que nos trasladamos, sino la forma. Dicho esto, por ejemplo, si lanzas una piedra en alguna dirección, esta llegará a algún destino, variando su demora dependiendo de la fuerza con que la lancemos, o que tan lejos. Pero la solución, no es mover las partículas a gran velocidad, de un punto “A” a un punto “B”, porque si lográsemos lanzar dichosa piedrecilla a un millón de veces la velocidad luz, esta se descompondría o destruiría en el camino por la aceleración, por el simple roce de las partículas que se encuentren “detenidas” (*), y en definitiva es algo que dudo mucho que cualquier mortal pueda comprobar a ciencia cierta.

Muchos dirán, es que existe tecnología al vacío que… Etc. Etc. Etc. Para que la piedra se traslade de un lugar a otro en forma instantánea, como nos gustaría, debemos
dejar de lado los conceptos primitivos de la velocidad, y simplemente no lanzarla (Esto no implica eliminar su movimiento).

Un ejemplo simple, usemos nuestra imaginación, si se está en una habitación, para pasar a otra simplemente abrimos una puerta, un par de pasos, y ya estamos en otro lugar. Si usamos un poco más nuestra imaginación, y pensamos que estamos en un cubo, de 3x3x3, y nos encontramos en una de sus esquinas, y queremos llegar a la otra esquina, solo bastaría con reacomodar las piezas, para que nuestro destino se encuentre justo en una habitación inmediata (No hablo de un cubo normal, como el que conocemos, sino uno donde todas las piezas se puedan reacomodar con mayor libertad).

Pero ¿Cómo se hace eso? Se dice que la forma más directa de llegar de un punto a otro es la línea recta.


Si dibujamos una raya sobre un papel, y como muchos obviamente saben, siempre hay otra alternativa, que en este caso sería doblar la hoja de papel, juntando los dos extremos, equivalente al reacomodamiento de las piezas de un cubo.

Como sabemos, las estructuras no son compactas, tanto el aire que respiramos, como un pedazo de fierro, son “porosos”, o sea, existen espacios entre cada partícula. Dejando de lado la teoría de “cuerdas” y otras como esas (interesantes en todo caso), sabremos que un cuerpo puede atravesar otro.

Si colocamos un vaso con agua, lleno a tope, y luego introducimos un lápiz, notaremos que el agua se rebalsa, por el simple hecho de que las partículas del agua se reacomoda
n, para dar paso preferentemente a las partículas del lápiz. Con el lápiz sucede lo mismo, pero en menor grado.

No obstante, si se elimina esta propiedad, ambos se fusionarían, como si fuesen una mezcla de dos líquidos. En cualquiera de estos casos, les pregunto ¿El agua se rebalsaría? Cada uno tendrá su propia respuesta, teoría o su creencia. Lo mismo sucede con nuestro universo, no es que sea un conjunto infinito de “partículas”, llámense, cuerdas, átomos, elementos, planetas, galaxias, etc.

No es que existan distancias, porque en realidad no existen, por lo menos no como lo pensamos, porque simplemente la habitación a la cual queremos llegar, ya sea a unos escasos metros o a años luz de distancia, sie
mpre está al lado. Parece “absurdo”, “loco”, “irracional”, etc., y tal vez lo sea, pero eso es lo interesante, ya que lo pueden comprobar.

Usen algún “Maps Earth”, el que gusten, ubiquen donde están en este mismo momento, y piensen a donde quisieran ir, puede ser su casa, otro país, etc. Luego jueguen con el zoom, aléjense, y verán que la distancia en realidad no existe, porque donde estén es casi en el mismo espacio a donde quieren ir, o sea, apenas están a un paso de la siguiente habitación.

Finalmente, sólo plantearé la siguiente pregunta… ¿Y si en vez de mover el objeto a trasladar, lo dejamos totalmente quieto, por algunos segundos, sin ningún movimiento, que pasaría? (*)




(*) Se entiende que no existe nada en este universo que se encuentre sin movimiento, por lo tanto la palabra “detenido” es para indicar “a muy baja velocidad”.


Experimiento Philadelphia... Mito o realidad...




18 marzo, 2011

Discernimientos


Introducción

Esto lo escribí hace una semana atrás, y es curioso que lo publique ahora, ya que esta simple historia, sin mayores pretensiones, tal vez sea la historia de muchos, o quizás sea la historia de todos.

Discernimientos

Es cierto que muchas cosas en la vida requieren el nutriente básico de la constante retroalimentación, aún así, es asombroso ver como un simple cactus sobrevive con la escasa agua de un rocío, hasta el punto incluso de florecer en el desierto.

Como bien se sabe, mucho se ha hablado de señales en el cielo, de fenómenos de la naturaleza, apariciones, acontecimientos, de fechas que se aproximan, de nuevas que arrasarán con todo lo conocido, y como algunos creen, un nuevo “orden”, etc.

Lo cierto es que independiente que un día sea distinto a otro, existe una sensación interior inconfundible y colectiva que nos alerta, nos hace ver por ejemplo, que tiempo ya no es el mismo de hace unos años, desvaneciéndose los días como si fuesen apenas unos pocos minutos, o que nuestras mentes están más sensibles, abrumadas, saturadas, inducidas a querer creer, incluso por sobre lo que tanto se confía.

Los síntomas pueden ser variados, dolor de cabeza, de espalda, mareos, memoria, distracción, emotividades repentinas, ansiedad, arritmias, ansiedad, etc… El cuerpo sólo responde dando aviso a un estímulo, que no vemos, pero que sí es inminentemente perceptible.

Sólo es cuestión de hacer un ejercicio simple, caminando por la calle por ejemplo, y se podrá apreciar en tan solo una mirada, los diversos envíos que esos otros ser emanan, con o sin tecnología encima que los sature (distractores), humanos y no tanto, sin importar de qué especie se trate, o su condición, sólo es cuestión de saber observar un poco más allá de lo meramente externo, de la cáscara que se oxida, de lo que se pretende v/s lo que realmente es.

Lo concreto, en resumidas cuentas, es lo que verdaderamente portamos en nuestro propio interior, ya sea porque cabe en un bolsillo, en la punta de un alfiler o es tan grande que no lo vemos, porque prende inmenso sobre nuestras cabezas. Todo un mundo en simple grano de tierra.

En cualquier caso, pesa, y con regocijo debemos saber que todo lo vivido, si valió la pena, hasta el último de sus detalles, aquellos que atesoramos y recordamos, o aquellos que olvidamos porque los guardamos. Entonces, si la felicidad y la tristeza no existiesen, el dolor y el goce desaparecerían, y aún así, seguiríamos existiendo, para un fin, un propósito, encausado, guiado, o quizás propio, en libertad plena o en rebeldía, pretendiendo alcanzar metas, buscando respuestas en cientos de lugares, escarbando en lo desconocido, o simplemente ahí mismo donde estamos en este preciso segundo, contemplando aquel horizonte lejano, que encandila nuestros ojos reducidos, mientras pisamos una y otra vez con nuestros pies pequeños, un mundo idealizado, que se va convirtiendo un poco en sal, y un poco en arena.

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Después de toda esa reflexión, el hombre que estaba de pié sobre los maderos, cogió su caña de pescar, acopió sus canas, y se sentó en su silla de playa, tranquilo, bien abrigado, con su sombrero de ala ancha, y una buena lonchera que le acompañaba, se puso a esperar el amanecer, bajo un resplandor distinto, uno de color rojizo bajo una fuerte brisa, que poco a poco brillaba en el horizonte, entre cúmulos y grandes aguas, anunciando la aparición de un nuevo día, que desde mucho, esperaba.


16 marzo, 2011

Duele

- Hay cosas que duelen...
- Si.
- ¿Y por qué duelen?...
- Simplemente, porque hay cosas que no nos son indiferentes.

Hay dolores de cabeza,
hay dolores de espalda,
hay dolores de rodillas,
hay dolores de estómago,
hay dolores que nos dejan sin aliento,
hay dolores suaves,
hay dolores fuertes,
hay dolores que no se saben,
hay dolores que amargan,
hay dolores que desencajan,
hay dolores inventados,
hay dolores tan reales como marchas,
hay dolores felices (pocos pero los hay),
hay dolores en la mente,
hay dolores en el alma,
hay dolores por todas partes,
hay dolores superables,
hay dolores que perduran,
hay dolores buenos,
hay dolores que nos cansan,
hay dolores necesarios,
hay dolores de enseñanza,

Hay dolores, muchos quizás, pero lo importante, es que no nos dejen en la nada.

10 marzo, 2011

Tres pasos


Introducción

Se dice que en la vida, el paso más importante que se puede dar, es el primero, luego de eso la inercia de un conjunto de eventos que se pueden desencadenar, siendo favorables o desfavorables, que incluso puede involucrar a otros en el camino. No obstante, en esta historia, nuestro personaje descubrirá, que su no acción, también puede producir un cambio distinto, más allá de tres simples pasos, o incluso, en un paso anterior.

Paso 1

1.- Extendió su paso izquierdo tras el cambio de luz del semáforo, indicando el momento y entonces avanzó como cualquier transeúnte, en forma casi mecánica.

2.- Luego avanzó un paso más, a la vez que su rostro volteaba lentamente hacia la profundidad de la calle, desde donde pudo ver un vehículo relativamente pequeño que avanzando a gran velocidad.

3.- Cuando dio su tercer paso, su cuerpo paralizado se quedó como estatua mirando el camino, y sus pupilas se dilataron al instante en la medida que el vehículo se acercaba a gran velocidad. Era inevitable la continuidad de su marcha, la acción de los frenos rechinantes dejaban tras de sí la huella visible del roce de los neumáticos que se detuvieron con la acción tardía de los frenar. El cuerpo contuso giro sobre el parabrisas ante la mirada atónita de los demás transeúntes. La gente curiosa prontamente rodeó el cuerpo caído a unos diez metros de distancia del impacto. El auto se detuvo.


Paso 2

1.- Extendió su paso izquierdo tras el cambio de luz del semáforo, indicando el momento y entonces avanzó como cualquier transeúnte, en forma casi mecánica.

2.- Luego avanzó un paso más, pero no miró más que solo en la dirección en que iba. Algo en su interior le perturbó en cuestión de fracciones de segundo, quizás fue un olvido, una reacción, lo cierto es que simplemente giró rápidamente en 180 grados y se devolvió.

3.- Cuando dio su tercer paso, ya había llegado a la vereda nuevamente, a la vez que sintió tras de sí el céfiro de un automóvil pequeño a gran velocidad, que pasó rasante a escasos centímetros de la vereda en que se encontraba, sin detenerse ni disminuir su velocidad.


Paso 3

1.- Extendió su paso izquierdo tras el cambio de luz del semáforo, indicando el momento y entonces avanzó como cualquier transeúnte, en forma casi mecánica.

2.- Luego avanzó un paso más, no miró más que solo en la dirección en que iba. Algo en su interior le perturbó en cuestión de segundos, quizás fue un olvido, una reacción, lo cierto es que simplemente apuró su siguiente paso.

3.- Su tercer paso fue casi como un salto. El impulso instintivo e inocente de un niño, de no más de siete años, hizo que se apurase tras quién le adelantaba. Un vehículo pequeño se pronunció veloz sobre los transeúntes que orillaban la vereda, que alcanzaron a dar pié atrás, no obstante, el vehículo iba a demasiado rápido y en su trayecto impactó de lleno al pequeño, que simplemente fue lanzado lejos, como si fuese un muñeco inerte sin voluntad.



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Antes de todo esto, quién esperaba para cruzar la calle, fue distraído por otra persona que tocaba su hombro para intentar saludar. Entonces nada de lo descrito ocurrió, porque contuvo su avance volteando hacia quién le distraía, al mismo instante que tras de sí, en ese mismo instante, sólo escuchó un fuerte chillido de neumáticos, que muy pálido y perplejo le dejó...

08 marzo, 2011

Auditivo


Todas las voces sonaban al unísono en aquel concurrido lugar, saturando sus sentidos, sin embargo, en la medida que transcurría el tiempo, trató de calmarse y discretamente se puso a observar los rostros de cada persona circundante, sin detectar ningún tipo de gesticulación facial que diera indicio para tal algarabía.

Algo había sucedido, efectivamente, había muchísimas personas, pero en realidad nadie estaba pronunciando palabra alguna, la iglesia, monasterio, punto de encuentro espiritual, o como se llame, era en sí un templo de meditación. ¿Entonces que era todo ese ruido?

Se levantó de su asiento, y se aproximó a un grupo sin interrumpir. Un niño pequeño de no más de siete años, correctamente vestido con su chaqueta ploma e inmaculada camisa blanca, le quedó mirando fijamente, algo dijo siendo acallado inmediatamente por sus progenitores con una sola mirada.

No pasó mucho tiempo y comprendió lo que sucedía, no eran sus voces las que escuchaba en su cabeza, sino sus pensamientos, como si todo fuese un gran panal de abejas alborotado. Al menos, eso creía.

Puso mayor atención, comenzó a descifrar cada “sonido”, separando el ruido ambiental de las voces, y las voces unas de otras. Luego de un buen rato, finalmente pudo enfocar su percepción hacia un solo grupo, y luego hacia una sola persona del resto. Eran evidentes las palabras, en su mayoría, reproches, recuerdos, planificaciones, jolgorio, seducción, anécdotas, peticiones, entre muchas diversas. Temas tan humanos que le parecieron curiosas las coincidencias entre unos y otros.

Hubo cierto grado de regocijo en su apreciación, se sintió poderoso por algunos minutos, más fue discreto y se guardó para sí lo que había descubierto. Quizás se habría desquiciado y sólo estaba imaginando, o tal vez se había activado algún potencial en su cerebro. Como sea, siguió su camino y se dirigió a otros sectores del recinto en que se encontraba.

Así estuvo durante el resto de la tarde, corroborando una y otra vez su insólita experiencia, terminando exhausto al caer de la noche.

Ya cuando volvió a su hogar, era tarde, solo quiso dormir, y a penas entró a su casa se dirigió inmediatamente a su dormitorio, cerró a medias unas cortinas, tumbándose boca abajo sobre la cama. Sentía algo de calor, y un fuerte zumbido en su cabeza se apoderó de sus sentidos, el cual fue mitigando poco a poco hasta desaparecer, quedándose profundamente dormido.

Mientras dormía, tuvo sueños extraños, escuchaba mormullos, seguramente asociado a sus últimos recuerdos.

De pronto despertó sobresaltado a mitad de la noche, desprovisto de sus ropas se levantó de inmediato y se dirigió a la cocina en busca de algo refrescante. Una luz tenue tras de sí iluminaba su camino desde una puerta, reflejando su silueta sobre el inmueble. Le llamó la atención, y miró con atención unos segundos, sacudió su cabeza de lado a lado, y fijó su vista nuevamente en su sombra, constatando la exigua figura de otras que se movían muy despacio. Luego de un instante escuchó ciertos mormullos, sigilosos, provenientes de las sombras que le rodearon cada vez en mayor número.

Por un momento se sintió perturbado, pero su curiosidad pudo más y le contuvo, ya que no percibía peligro. No dijo nada, no preguntó nada, sólo siguió observando con atención por un buen rato. Totalmente solo, entre sombras, una de las siluetas translúcidas se hizo notar, acercándose y haciéndose audible dijo:

- Ven… ven… ven…

El latido en su pecho se hizo cada vez más evidente al punto de ser audible por sobre el resto de los sonidos, se contuvo, tratando de tranquilizar su agitada respiración. Logró mantener la calma y se dejó llevar por la voz que afablemente le guiaba.

- Por aquí, replicaba la voz con suavidad.

Acentuó su audición, y confió sus sentidos a lo que escuchaba, prosiguiendo hasta una especie de nebulosa. No era como una puerta tradicional, más bien era una distorsión que se manifestaba en una esponjosa y suave transparencia, parecida a una gelatina, pero mucho menos viscosa y densa.

Caminó lentamente, dudoso, atravesó la nebulosa siguiendo la voz que le guiaba y de pronto estuvo en otra habitación, definitivamente distinta, otro lugar, muy lejos de donde estaba, más antiguo, lo cual se deducía por el tallado de los muebles, y el piso, de madera, y un piano clásico, que seguramente pertenecía a una casa aferrada a lo tradicional.

Se tomó un instante, y puso rigurosa atención en los sonidos, en cada ruido, en cada voz a lo lejos, y entonces comprendió lo sucedía… Las voces que había escuchado anteriormente, eran las mismas, como si fuese una reverberancia, una extensión de un tiempo pasado y todo lo demás seguramente se trataría de un sueño.

Aferrado a su conclusión, se resistía, y regresó al interior de la habitación, dejando a un lado la voz que le guiaba. En el interior, sólo pudo constatar sombras enlazadas, como si fuesen espectros de figuras alargadas.

Un interruptor se accionó con apuro, encendiendo una luz que provocó un rápido destello que en forma instantánea impulsó a gran velocidad su cuerpo etéreo, siendo devuelto por el mismo lugar desde donde vino, como si fuese jalado por un gran elástico, mientras escuchaba aquella voz que aún le guiaba, diciendo:

- Aún Noooooo!!!

Un ruido estrepitoso y molesto retumbó en sus oídos. El teléfono sonaba sin parar, y en una reacción se volteó a buscar el auricular cayendo tumbado al piso, junto con el aparato que se apagó de inmediato con el golpe. Sintió un profundo alivio a su vez.

Miró la hora en un reloj digital aledaño, era de madrugada 5:40, y la luz del sol ya daba sus primeros indicios de un nuevo día. Intentó recordar el porqué se encontraba en su casa y en la cocina, pero no pudo en principio.

Luego, sobre un sillón cercano, permaneció en total silencio. Ni un alma se escuchaba en las calles, se sintió extraño, enajenado y aún desorientado, se vistió.

El teléfono volvió a sonar con insistencia, lo miró desde donde estaba, pero no contestó.

Aún estaba levemente oscuro y algo nublado. Confuso, se quedó un instante pensativo, conciente de que algo debía recordar. Sin más, recogió algunas cosas y se vistió para salir. Los sonidos ya habían cesado por completo.

El teléfono retumbó nuevamente en sus oídos, y pese a sus dudas, se devolvió a contestar. Lentamente lo puso en su rostro, frunciendo el seño con un dejo de duda, y con cierta desconfianza dijo: - Haló!

Desde el otro lado, con ruidosa interferencia, inmediatamente se escuchó la misma voz profunda y calma que recordaba, diciendo: - Ven… ven… ven…

En una repentina reacción, soltó el auricular, lanzándolo lejos y pese a ello aún podía escuchar aquella voz en su cabeza, que le llamaba.

- ¿Es real todo esto?, se preguntó, pero la respuesta carecía de importancia, era un echo que sólo el podía escuchar esa frecuencia.

Resignado, quiso volver a su vida “normal”, a sus actividades diarias, pues el sol ya prendía sobre los cielos. Sin embargo la voz insistente y el mormullo ya eran parte de su vida, hasta el punto en que su propia voz pudiera seguir su propio destino, uno que no necesitaría guía, uno que está más allá de los sonidos, más allá de lo conocido y más allá de lo meramente auditivo.