02 febrero, 2009

Dependencia


Cuando se conocen personas que han marcado un hito
en nuestras vidas, sucede lo inhebitable, la dependencia.
Esto es bueno y malo, porque la emotividad está involucrada
y las personas no son como las cosas que podemos
desechar sin mayor dilema.

Sucede en todo orden de situaciones, hermandad, amistad,
parejas, conocidos, etc.. Las personas necesitan de
personas, es parte de nuestro diseño, y muchas veces
esta carencia a algunos afecta mucho más que a otros.

Como manejarlo. No hay receta, porque todo lo que somos
está vinculado, o se va vinculando con otros a lo largo de
la vida.

Existen vínculos y vínculos, por diversos motivos,
unos más fuertes que otros, unos más cercanos
y otros lamentablemente, más lejanos. Pero ahí
están, jodiéndonos la pensadora, una y otra vez,
desde que despertamos, hasta el anochecer, es
algo que necesitamos, es algo que nos incomoda,
es algo que nos gusta, es algo que odiamos y
queremos a la vez. Y siempre está ahí.

Curiosamente, cuando alguien se va, el vínculo
no desaparece, y en principio se vuelve más fuerte,
hasta que la mano se va soltando poco a poco.
Algunas veces, olvidamos, otras veces recordamos
toda la vida. Todo depende de cada persona,
y de cada vínculo.

Lo complejo empieza cuando el vínculo se va
enriqueciendo hasta transformarse en dependencia,
y es ahí donde se contrapone con el deseo de
libertad, ya que muchas veces buscamos espacios
para simplemente encontrar nuevos vínculos.

Entonces, la resignación viene a consolar de
la mano del tiempo, las heridas que nunca
dejarán de estar.

Suele ocurrir que recordamos mucho más mientras
más duele, y eso es porque un momento intenso
se comparte, ya sea con alegría o con profunda
tristeza. Pero es un momento, o un conjunto de
momentos.

Es raro, pero existen dos instancias, y que en
un comienzo se perciben casi iguales. Cuando
alguien se va, sin saber si regresa, o cuando
alguien se va, sin regreso.

Muchas imágenes quedan marcadas en la
mente, sobre todo de aquel último momento.
Y cuando menos se piensa se viene una y
otra vez a la cabeza.

Por eso, repito hasta el cansancio, a todo
aquel que me conoce, que disfruten el momento
día a día, minuto a minuto, y no se queden
con recuerdos tristes. Sientan el vigor de
aquellos que alguna vez compartieron el pan
calentito. Porque en la balanza de la vida
no tiene porqué pesar más lo malo que lo
bueno, o lo triste que lo alegre.

De eso se trata ser positivo, y saber
levantar la frente. Dejar que las lágrimas
roden libremente, y desahoguen su
angustia. Para eso es la soledad,
para eso también sirve otro amigo.

Ahí y sólo ahí se van descubriendo
a los verdaderos, que aunque no
puedan estar sabrás que están,
porque pese a cualquier cosa que
allás pensado, siempre han estado.

Entonces, será una última oportunidad
y tu amigo abrirá sus ojos, les mirará,
avergonzado o no, sonreirá, porque ahí
estarás, y un legado sin palabras
quedará.

Será un pequeño gesto, pero será
un pequeño gesto de verdadera..

AMISTAD.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un verdadero amigo es capaz de dar su vida por el amigo