![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYF6A_WHfGtued9ry7xiJ9wNaIGPlllq8efLJ0fXeCcVRK8yd9Cx9Of-mxvArHMSr7gpIAZth8EVOART68lFIpxpLMeR277y8lGOn5DC41rbOT0M-K-_z_6dW7xb36p3odpeZXlg/s200/rayo4.jpg)
Tengo aquello que pensé nunca
tendría. Impregnado en
una simple bolsa, he ahí
un rastro de tu presencia,
que como tal sabueso he
resguardado para no olvidar
con la nitidez merecida, aún
después pasados mucho tiempo,
de aquel breve instante,
donde la verdadera comunicación
no requiere mayor contacto que
una cálida y breve cercanía.
Es un aroma, que curiosamente he
detectado a lo lejos, a veinte,
cincuenta metros, o más, aunque
parezca increíble, detectándote
casi desde más de una cuadra quizás,
con la enorme generosidad del viento.
Mi propia debilidad y fragilidad,
me permite estos pequeños lujos,
y por ende la sensibilidad aflora
como un mecanismo natural de defensa,
a forma de advertirme de aquello que
peligrosamente pueda surgir,
cuando a veces se tiende a perder
la total mesura o el control,
al punto de transformar todo en
esto.
Que más quisiera en esta vida,
sino perder la cordura, aunque sea,
por alguna vez en mi vida, y ser tan
humano como los otros, y dejarme llevar
por el río, sin voluntad, sin medidas.
He vivido ya más de docientos años,
tratando de entender, porqué antes de
tu existencia ya existías. Viendo en el
partir de otros, tu partida. Así como
seguir esperando la propia mía.
Aún aquí, sigo tu aroma, y ese será
mi único recuerdo en un profundo silencio
lleno de melancolía, tu dolor, mi dolor,
y aquel que aún queda.
No desvestiré un santo para vestir a otro,
porque su desnudez sólo es cobardía.
tendría. Impregnado en
una simple bolsa, he ahí
un rastro de tu presencia,
que como tal sabueso he
resguardado para no olvidar
con la nitidez merecida, aún
después pasados mucho tiempo,
de aquel breve instante,
donde la verdadera comunicación
no requiere mayor contacto que
una cálida y breve cercanía.
Es un aroma, que curiosamente he
detectado a lo lejos, a veinte,
cincuenta metros, o más, aunque
parezca increíble, detectándote
casi desde más de una cuadra quizás,
con la enorme generosidad del viento.
Mi propia debilidad y fragilidad,
me permite estos pequeños lujos,
y por ende la sensibilidad aflora
como un mecanismo natural de defensa,
a forma de advertirme de aquello que
peligrosamente pueda surgir,
cuando a veces se tiende a perder
la total mesura o el control,
al punto de transformar todo en
esto.
Que más quisiera en esta vida,
sino perder la cordura, aunque sea,
por alguna vez en mi vida, y ser tan
humano como los otros, y dejarme llevar
por el río, sin voluntad, sin medidas.
He vivido ya más de docientos años,
tratando de entender, porqué antes de
tu existencia ya existías. Viendo en el
partir de otros, tu partida. Así como
seguir esperando la propia mía.
Aún aquí, sigo tu aroma, y ese será
mi único recuerdo en un profundo silencio
lleno de melancolía, tu dolor, mi dolor,
y aquel que aún queda.
No desvestiré un santo para vestir a otro,
porque su desnudez sólo es cobardía.
Después de un siglo, se aprende, y cuando
un problema no tiene de solución, deja de
un problema no tiene de solución, deja de
ser un problema, ya no se combate,
y se aprende a vivir con ello, con la
profunda esperanza de que de algo serviría.
Tanto por hacer, y tan poco tiempo.
Así pasan las horas, así pasan los días.
Ojalá me pudieras escuchar, tú que ya no
estás, ojalá me pudieras entender tú que
ahora te siento, ojalá me pudieras comprender
tú que aún te quedarás por mucho más
tiempo. Ojalá.
y se aprende a vivir con ello, con la
profunda esperanza de que de algo serviría.
Tanto por hacer, y tan poco tiempo.
Así pasan las horas, así pasan los días.
Ojalá me pudieras escuchar, tú que ya no
estás, ojalá me pudieras entender tú que
ahora te siento, ojalá me pudieras comprender
tú que aún te quedarás por mucho más
tiempo. Ojalá.
Pero tu aroma, siempre se queda, y aún lo siento.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario