![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9BbmstK7_8vx9MNwYNt7GTGd_aN8n7_HLIxe_xjiFOIC970Z_4Y2DiAFQ9Lrs07-6Bu7xgE1R-Fz2pPrXAwdGNe8APi_IInkibTDSeRC6oNutxxnWgDR62I2ZCiaAt_awatBJIA/s1600/Existencia.jpg)
Después de un rato, Robert se detuvo, pareció extrañado,
desorientado, estaba frente a un árbol que por algún motivo le parecía
familiar, nunca lo había visto, pero en su sub consciente estaba una sensación
entrañable. Palpó aquel tronco añoso como queriendo sentir la textura. El paso
del tiempo había menguado su corteza, sin embargo aún florecía a destiempo. Se
quedó contemplativo frente a él y sonrió al ver que una silueta parecía desprenderse
desde su piel rugosa. Era una figura tenue y pequeña, como queriendo extender
sus brazos hacia donde él estaba. Se acercó con timidez y sostenida curiosidad,
algo le atraía, era una sensación, era su imaginación, o simplemente era su
destino en ese breve espacio de tiempo. Cómo saber…? Solo podía disipar su sentir
de una manera posible. Tocó entonces aquel árbol, y sus dedos parecían traspasar
su esencia, fusionando sus dedos con las ramas. Con temor reaccionó ante tal
fenómeno, y dando un paso atrás se retiró velozmente, cayendo al suelo, ante lo
cual pudo ver como aquél árbol se inclinaba hacia él levemente. Sería su
apreciación, o estaba desvariando.
Retomó su posición, sacudió sus ropas con cuidado, y se
acercó nuevamente, constatando la presencia de una joven que se dejó ver entre
la vegetación y el árbol. Era una menuda figura, piel canela, con su cabello
tomado con un cole, dejándose caer como cola de caballo. Se acercó mientras el
aún limpiaba sus ropas sin dejar de verle.
-
¿Quién eres? – Preguntó él con un dejo de
desconfianza.
-
Yo sólo pasaba por aquí, y me acerqué porque no te
vi muy bien. – Respondió la joven.
-
Gracias, pero algo sucede con este árbol. – Replicó
el algo mareado con la caída.
-
Vivo cerca de aquí, permíteme ayudarte… Te
llevaré y le daré una taza de té. Pareces frío y estás muy pálido.
Robert asintió con la cabeza, en un gesto de entrega. Solía
ser desconfiado, pero aquella dulce imagen parecía inofensiva. Además, no tenía
mucha alternativa, estaba total desorientado y débil.
Caminaron un par de cuadras, ella apoyándole para que
volviera a caer. Su cuerpo pesado de 1’80, pese a lo delgado que era, podía ser
un problema, pero pudo caminar a paso lento, apoyado por ella.
Llegaron a una casa, con puerta de madera antigua, había que
subir unos peldaños hechos de roca y concreto. Robert miró la subida y le
pareció eterna, pero paso a paso avanzaron, hasta llegar a un lugar con grandes
ventanales y una hermosa vista.
La joven lo dejó apoyado a un costado, mientras con premura
buscó sus llaves, con un dejo de preocupación en su rostro. Vamos, vamos… le
dijo, y lo apoyó nuevamente sobre sus pequeños hombros.
Una vez adentro, Robert se abalanzó sobre un gran sillón,
también de madera pulida en tono café, como todo el entorno. El lugar era
acogedor, intentó mirar alrededor y pronto se desvaneció, junto con el sol que
se ocultaba al caer la tarde.
Qué haré contigo…!!! – Exclamó la joven, con una leve
sonrisa en su rostro. Te he encontrado de nuevo, después de tantos siglos, en
el mismo lugar donde todo empezó. Veo que no me conoces, como la mayoría de los
humanos, tus recuerdos han sucumbido al renacer en este tiempo. Lo cierto es…
que ya no volveremos a estar más desfasados en el tiempo, y ahora todo puede ser
distinto. Nos hemos alejado de ellos, y ya no podrán interferir. Solo debo ser
discreta, y pensar como devolver tu memoria, a esta realidad.
La joven se recostó a su lado, cubriéndolo con una manta, intentando
menguar el frío que emanaba del cuerpo de Robert, quién debía aumentar prontamente
su temperatura a niveles estables, sino le perdería… nuevamente.
Robert estaba sudoroso, y sus dedos parecían tomar un tono
morado y verdoso. Estaba contagiado con la plaga UHZ, derivada de los desechos
de combustibles orgánicos de la época, implantados cuando la energía solar ya
no fue viable, debido a los filtros sintéticos que debieron ser instalados en
la atmósfera por los excesos de rayos ultravioleta.
El sol ya bajaba, pero aún desprendía sus rayos luminosos
desde el horizonte, la vista era realmente hermosa.
La temperatura de Robert ascendía, para asombro y alegría de
la muchacha. Entonces él despertó con sus ojos iluminados por el brillo de aquella
luz majestuosa. Miró a la joven, y ambos sonrieron, entonces él la abrazó con
ternura, y le dijo….
-
Puedo recordar… sí. Ya puedo recordar toda mi
existencia.