30 junio, 2011

Etapas



El tiempo había hecho lo suyo, de lo poco que quedaba en esta última fase, el deterioro era cada vez más evidente. La lucidez de sus pensamientos, su energía, su mirada profunda, hacían presagio de una vida que de a poco se rendía al desvanecimiento.

Sintió profunda pena, porque ni toda la riqueza del mundo podría comprar lo más transversal de una vida... su tiempo.

Se cuestionó su propio deterioro, pero aún faltaba mucho para aquella etapa, aún así, algo dentro de sí le indicaba que no tendría mucho tiempo más, y en cierta medida sería uno de los afortunados en no llegar.

Tocó sus manos, observó su entorno, reflejo de una existencia y sin mencionar palabra, se reservó.

La realidad es una sola, y para todos por igual, no mide razas, colores, abundancia ni pobreza, sólo es una etapa, una más, seguida de otras, una donde todo termina, o una donde todo comienza.

29 junio, 2011

Kilómetro y medio





Jhon iba por la carretera a no más de 120 Km/h, era una mañana radiante, y no era para menos, estaba contento de haber obtenido un inesperado ascenso y unos días libres para disfrutar con su familia. Viajaba desde muy lejos, y pese a la distancia, prefería siempre los trayectos terrestres.

Llevaba un regalo para su hija en el asiento delantero, era un canario de hermoso plumaje, en una jaula específicamente adornada para la ocasión.

Mientras viajaba, notó que el ave comenzó a revolotear con cierta inquietud, por lo cual puso algo de música mientras esperaba el noticiero, para saber del clima, que inesperadamente se nublaba.

Muchos kilómetros adelante, observó como diminutas hormigas, un centenar de vehículos que se encontraban totalmente detenidos en una pendiente pronunciada.

Sintió fastidio, pero procuró la paciencia que siempre le caracterizaba, no obstante, en la medida que avanzaba, observaba que el ave mostraba cada vez mayores signos de desesperación y nerviosismo incontrolado.

Rápidamente sacó de su guantera una funda para cubrir la jaula y así procurar que el ave se calmara, continuando su camino con lentitud y precaución.

El noticiero anunciaba un cambio en el clima y una variación drástica en la temperatura del sector en que estaba. Con su mano derecha, trató de sintonizar mejor el dial que portaba cierto ruido e interferencia, seguramente por el roquerío adjunto de los cerros aledaños que impedían el paso limpio de la señal.

Cuando ya estaba próximo a la caravana, se fue adentrando en una densa neblina inesperada, a lo cual prendió las luces que apenas iluminaban, por fuerte espesor del celaje. No pasaron muchos minutos, y tras avanzar muy lentamente, las luces de su vehículo comenzaron a parpadear, y la marcha se volvió irregular.

Finalmente se detuvo, a un kilómetro de los demás, con el vehículo que ya no arrancaba.

Reacomodó sus lentes mientras refregaba sus ojos, tratando de conciliar su ánimo. Lo único que era visible, eran algunas siluetas irreconocibles que se acercaban a varios metros, con torpes movimientos.

Se quedó en silencio algunos segundos, abrió su ventana y puso atención en su entorno. Su extrema sensibilidad tal vez le permitiría apreciar algo de lo ocurrido, o quizás podría preguntar a alguien de lo acontecido.

Notó que el ave bajo la funda, ya no revoloteaba en la jaula, y le pareció inquietante.
Soltó su cinturón de seguridad y se dobló con cierta incomodidad hacia el costado derecho, para retirar la funda que cubría la jaula. Lo hizo con mucha lentitud y cuidado para no asustar al ave.

Al descubrirla por completo, las pupilas de Jhon se dilataron desmedidamente, y su rostro se empapó en pavura, palideciendo al instante. El ave yacía incrustada entre los duros alambres retorcidos que le cruzaban. - ¿Qué es esto?, se preguntó con desazón.

Salió del auto, y al instante sintió ardor en su rostro. Pese a la niebla, el sol parecía tostar su delicada piel más rápido que lo acostumbrado. - ¿Sería coincidencia?..., o quizás todo estaría relacionado. - ¿Qué diablos sucede?... se preguntaba una y otra vez.

Volvió al interior del vehículo sin poder comunicarse con ninguno de los otros conductores, que aún avanzaban en su dirección. Por precaución, procuró cerrar su ventana, girando la manivela con destreza. De pronto, una persona se apegó a su ventana apoyando ambas manos en el vidrio semiabierto aún, con una irracionalidad descontrolada en su mirada. Seguramente algún tipo de pánico colectivo estaría manifestándose tras el fenómeno climático, y por consiguiente había que salir lo más pronto posible de aquel lugar.

El vehículo no arrancaba, y rápidamente Jhon entró en desesperación, mientras más y más personas con sus rostros desencajados se le acercaban.

El móvil, mayoritariamente mecánico, necesitaba el accionar de la batería que sin duda estaba estropeada, mientras forcejaba con el cierre de la ventana. Sacó un destornillador de la guantera y ligeramente clavó la mano que le forcejeaba, logrando cerrar por completo el ventanal. Luego quitó una tapa que quedaba debajo del volante, dejando expuesto algunas piezas mecánicas que conocía perfectamente. De su bolsillo sacó un chispero que acercó al enjambre de piezas, logrando la primera explosión de uno de los cilindros que permitió el accionar del resto. El motor funcionaba erráticamente, pero era suficiente como para arrancar rápido, dejando tras de sí al grupo que aún le seguía.

A media marcha, pudo avanzar por un camino aledaño, alejándose a una distancia prudente de la carretera, y se adentró en una zona casi desértica.

Desde lejos, se podía apreciar que la mayoría que había salido de sus autos, caminaban en una forma tambaleante, e inestable, y muchos de ellos también se encontraban insertos entre los fierros de los carros, como si se hubiesen fusionado con el metal.

Sacó su celular para pedir ayuda, pero estaba muerto, como si toda la energía de la batería se hubiese ido de pronto, al igual que el panel del auto. Buscó su linterna, y la encontró en las mismas condiciones. Nada eléctrico funcionaba.

Avanzó varios kilómetros, rodeando el nubarrón que comenzó a destellar ciertas descargas eléctricas, como si todo se tratase de una gran tormenta.

Después de varios minutos, el retrovisor no daba señales de que estuviera siendo seguido, no vio a nadie. Definitivamente había sido el primero y el único en tomar a tiempo la determinación de salir prontamente de aquel lugar.

Se calmó, respiró hondo, y revisó nuevamente la jaula, quedando perplejo, y ante la impresión, prefirió cubrirla de inmediato. Revisó su ropa que estaba ligeramente adherida al asiento y al volante. Observó con atención sus manos, luego se miró en el espejo retrovisor central, el cual estaba levemente torcido.

Algo muy extraño sucedía, y mientras se reacomodaba, comenzó a escuchar un fuerte estruendo desde el interior del motor. El parabrisas se arqueaba de una manera ilógica, y la temperatura ascendía súbitamente hasta el punto que el calor fue insoportable. El volante parecía derretirse en sus manos, y el asiento se hacía cada vez más blando, y todo dentro del vehículo parecía cambiar de forma, como queso derretido.

Definitivamente, el calor no era el motivo, pero si no salía pronto de ahí, estaría al igual que el ave, fusionado entre fierros retorcidos. Entonces, abrió la puerta tan rápido como como pudo, y corrió hacia unas rocas cercanas, arrimándose bajo su sombra.

Miró su auto, y su espanto le enmudeció al contemplar como el vehículo era reducido a chatarra comprimida en forma de esfera.

Luego de unas horas, su escasa visión, a lo lejos sólo le permitía constatar que la niebla se iba diluyendo poco a poco, así como también los que estaban en ese lugar. No podía creer lo que sucedía.

El atardecer pronto se convertiría en noche, y continuó su camino a pie. El calor había cesado al fin, y aún faltaban varios kilómetros por recorrer. Luego, después de casi cuatro horas de una extenuante caminata, logró por fin distinguir las luces intermitentes de la ciudad.

Subió con dificultad una loma, quedándose de pié, inmóvil, por algunos minutos en la cima, constatando que la irregularidad no sólo abarcaba la carretera, sino, se había extendido varios kilómetros, apoderándose de la ciudad.

Nada funcionaba, por lo menos, nada eléctrico, y las luces que desde lejos parpadeaban, resultaron ser los destellos de innumerables zonas incendiadas.

Cuando logró llegar a la ciudad, su pavor se transformó en desolación, todo estaba revuelto, como un cajón vaciado sin cuidado con todo sus contenido esparcido y suspendido en el aire.

- ¿Qué rayos había sucedido?...

Pronto lo sabría… o tal vez no, pero lo concreto era llegar.

Tras entrar en la ciudad, reconoció un letrero de esquina que aún permanecía erguido y algo legible, que indicaba una distancia, una que no podía ignorar, porque donde fuese que estuviera, sabía perfectamente que su destino pronto llegaría, asumiendo una respuesta que tal vez no querría averiguar, a menos de un kilómetro y medio.

26 junio, 2011

Cola de Caballo




Introducción

En esta ocasión nos remontaremos a una época lejana, 1996 para ser más precisos, donde una idea, una imagen, un dibujo, se transforma en un sueño, que se convertirá en realidad, con su cola de caballo inolvidable, sinónimo de aventura, decisión, coraje y belleza sin igual. Esta no es una historia, como tampoco pretende ser un artículo (de esos hay muchos), pero sí es un enunciado que seguramente refleja la cautivación para grandes y chicos, en todo tiempo, y a toda edad.

Cola de Caballo

Se respira en el aire…, se siente, ya se viene

Lejos ha quedado aquella primera versión de 1996 de una Lara Croft de escasos polígonos. Pero ahora, ya después de varias versiones, dejando de lado las películas con Angelina Joilie, el refinamiento y la preocupación por los detalles híper realistas, dan pompa a esta verdadera joya llena de pasión, ingenio y aventura. Tomb Raider Turning Point es sin duda uno de los más esperados para el 2012, donde la hermosísima Lara Croft, da un paso cada vez más cercano hacia nuestra realidad. Ahora en manos de los desarrolladores de Crystal Dynamics, después de que Square Enix (empresa japonesa ubicada en Tokio), comprara a Edios, quien que por años tuvo a su cargo este entretenidísimo juego.

Por fin algún indicio más elocuente en un tráiler pronunciado en la reciente E3 2011, donde apreciamos a una Lara Croft totalmente renovada, mejorada no solo en lo estético, sino aún más hermosa, quizás menos sofisticada, pero mucho más humana, reformulada desde cero a partir de sus orígenes, nuevos puzles, habilidades, objetos y criaturas, donde nos encontraremos con la genialidad entre lo emocional y un 3D bien logrado, bajo un ámbito de total supervivencia y superación, no muy lejano de lo posible.

Su historia:

1996 Tomb Raider

1997 Tomb Raider II (La daga de Xian)

1998: Tomb Raider III (Las aventuras de Lara Croft)

1999: Tomb Raider IV (The Last Revelation)

2000: Tomb Raider V (Chronicles)

2003: Tomb Raider VI (Dark Angel)

2006: Tomb Raider VII (Legend)

2007: Tomb Raider VIII (Anniversary)

2009: Tomb Raider VIII (Underworld)

2010: Lara Croft And The Guardian Of Light

2012: Tomb Raider

Sus Películas:

2001: Tomb Raider

2003: Tomb Raider (La cuna de la vida)








23 junio, 2011

Pata con pata



Era un amanecer soleado, muy temprano aún, inserto en un lugar ajeno y extraño, cuando trataba de despertar de un prolongado y reponedor sueño. Sin embargo, aún estaba oscuro, y el exiguo calor en días de frío hacía acogedor el momento.

El estiramiento natural de sus piernas se extendió en un prominente pero suave movimiento, provocando un exiguo roce de su dedo meñique de su pie derecho con una textura extremadamente suave y delicada.

Sin despertar se acomodó hacia su costado derecho quedando aún más a gusto y las tenues imágenes se fusionaban en su imaginación. Sin poder despertar, se acercó milimétricamente hasta sentir la conmoción de una presencia vestida de blanco. Su conciencia se regocijaba en una lucha interna que no podía apagar con la simple lógica de un pensamiento, por lo grato de una suavidad que le paralizaba y le confundía en sus sentidos bajo una curiosa embriaguez que le atrapaba.

Pasó así algún tiempo sumido entre la confusión, la negación, y la intriga, tratando de despertar, o intentar establecer algún indicio de voluntad para controlar su confuso sueño, pero nada funcionaba.

Luego… El puntual despertador con su habitual música de Johann Strauss, apremió de golpe sus intentos, y sin lograr saber, despertó en la desorientación de un nuevo amanecer, sólo para descubrir que todo se trataba de una sutil sensación de pata con pata.




21 junio, 2011

Soledad y Compañía



Introducción


Todos tenemos nuestros momentos, necesidades de de refugio, de cobijo, de meditación, y algunas veces en días de lluvia nos transportamos hacia cosas que queremos. Esta sencilla historia, narra un poco de eso, aquello, momentos en que la lluvia y la tormenta no necesariamente es lo que está allá afuera, sino, más bien, en lo que llevamos dentro.



Soledad y Compañía


Era de tarde cuando Mind se quedó prendida en su ventana viendo escurrir la fuerza de la naturaleza que sembraba gotas de lluvia sobre su ventana. El imponente paisaje a lo lejos, socavaba la ciudad con su furia, y todo parecía tan frágil, que la soledad, prontamente se convirtió en ansiedad. El nerviosismo y la inquietud propia y tan humana frente a la naturaleza, no dejaba cabida a otro pensamiento que no fuese el refugio de unos brazos que no estaban, y una voz suave que le calmara.

Su pensamiento se llenaba de ideas, y las ideas se fueron llenando de recuerdos y emociones.

Su mano se posaba sobre la ventana palpando la humedad que se escurría entre sus dedos. Su mente divariaba hacia mundos lejanos que solo ella comprendía, mientras el mareo embriagaba su cabeza. Sus ojos levemente se serraban como si fuese un somnoliento, pero sus sentidos estaban más despiertos que nunca.

Quiso capturar aquel momento, e intentó enfocar su cámara, pero nada artificial se compara en nitidez a lo que sus pequeños ojos observaban. Era la voz de su niñez, la que hablaba en su mente, confabulando con su entorno.

De pronto, el sonido del teléfono cortó aquel momento de dichosa tensión, y preámbulo sobre lo que haría en las horas sucesivas.

Era un día de lluvia, de truenos y de tormenta, donde todo puede suceder, en un segundo, en tan solo un instante, haciendo diferente lo que se respira.

Así, es, y así fue, su poderosa solead y también su poderosa compañía.




06 junio, 2011

En la cima


La ciudad era extraña, con cierto aire de antigüedad y modernismo a la vez, eran grandes y gigantes edificios en un barrio carente de tecnología. Sobre sí, las espigadas construcciones, preferentemente cuadriculadas, denotaban manchas que deslumbraban con el radiante sol de un atardecer que ya se ocultaba. El ambiente era tibio, algo inusual después de una lluvia, pero despejado, todo era visible en forma nítida en todas direcciones.

Muchos cables se desplegaban entre las edificaciones como si fuesen un gran telar, alguno de los cuales parecían tendederos. Se podía observar también, muchas escaleras de escape por fuera de los edificios, muchas antenas en los techos, más algunos letreros publicitarios y tuberías que sobresalían en cada construcción.

Aquel ser, estaba sobre uno de los edificios, muy bien abrigado, realizando algunas observaciones propias de algún análisis, maravillado con el entorno rústico, y la desolación del lugar. Mientras analizaba el entorno, la vista se centró sin querer sobre una de las edificaciones colindantes, a unos 20 metros. Ahí estaba, sobre un edificio de unos 120 pisos de altura, un más alto que aquel en que se encontraba, y desde donde se podía apreciar otro ser, un tanto diminuto, que posaba muy cercano a la orilla, sobre una estructura de concreto, de abrigo largo, con su pierna flectada y descubierta, en perfecta simetría y curvatura, perfectamente alineado con su botín de escaso tamaño.

No había habitantes en aquella ciudad, y los que hubiese sólo podrían estar ocultos bajo las sombras de toneladas de escombros más abajo, posibles cuerpos que no pudieron escapar de la radiación.

Era extraño, los censores no detectaban aquella presencia, pero ahí estaba.

Caminó unos pasos hacia su costado derecho, para reubicarse y poder ver mejor, lo que con dificultad observaba. No había forma de llegar ahí sin bajar del edificio y perder un tiempo valioso hasta llegar al otro lado. Tiempo en el que seguramente ya no estaría aquel ser.

Miró una vez más su censor, y no pudo detectar nada a su rededor, ni siquiera un leve movimiento. Se quedó un rato observando, y pese a algunas discretas señales, no hubo respuesta, más que una sola mirada desde lejos, lo cual le permitió en un segundo dado, alcanzar a visualizar su rostro, cuya expresión denotaba una leve sonrisa, que luego se transformó en partida.

Pronto llegaría el anochecer, tomó sus notas, y desconcertado volvió a su base, donde le esperaban. Se reunió con los suyos, y en las pocas horas que alcanzó a dormir, sólo recordaba aquella imagen.

En su meditación pasaron algunas horas que prontamente fueron despabiladas por la orden de abordar el vehículo. Presurosos todos, preparaban sus cosas, y se subieron al vehículo, eran grupos de a cuatro y se encaminaron muy temprano de madrugada, antes que saliera el fatídico sol de la mañana siguiente.

- ¿Alguna novedad…, detectó algún sobreviviente?, fue la pregunta de tono enérgico que recibió, a lo cual, respondió:

- No señor, nada, nada que pudiese detectar mis censores.

Dicho esto, la nave partió rápidamente en dirección a su nodriza, por un camino barroso, bajo una bruma espesa, alejándose rápidamente de la ciudad, en el instante mismo en que el sol apareció…, en la cima.




03 junio, 2011

Club de Tobi

Fin de semana, un viernes por fin. Siempre es un día más grato, pero es un día que marca el comienzo del fin de un nuevo inicio. Que maja.

Tres serán, típicos ancianos que se reunirán en un tiempo tan breve como la propia edad que los acompaña desde milenios. Reunidos una vez más, una vez a lo lejos, en torno al preciado argumento tecnológico. Lo típico sería cerveza, asado, algarabía, pero para este grupo “humano”, esas cosas no eran lo esencial.

Tres tratando de desvincular de sus cabezas la saturación de toda una semana. Los polígonos fluirían una vez más y la imaginación se echaría a volar con los fluidos virtuales constituidos matemáticamente por un ordenador, o simplemente con una sana conversación.

Si hoy sale algo bueno, lo claro es que no habrá tiempo para construirlo, pero más vale una idea compartida, antes que se pierda en la nada un concepto. Minutos, horas, tiempo que simplemente viene y se va, pero que sin embargo algo deja, y algo se lleva.

Y pensar que hay otros… pero no son muchos más.

¿Dónde estarán?... Quién sabe.

Importante es… Que sé que están…

01 junio, 2011

El reactor principal



El reactor estaba al máximo, era necesario mantener una temperatura exacta, lo suficiente como para que las bombillas incandescentes prendieran sin incinerar el recinto. Eran 1000 grados de temperatura comprimidos en un dispositivo esférico de menos de un milímetro de diámetro, lleno de un enjambre de conectores en forma de hebras que otorgaban almacenamiento de información y energía a toda una ciudad.

No era un trabajo fácil, porque la baja de temperatura simplemente provocaría que el reactor se apagase progresiva e irremediablemente. Un grado más, y todo se destruiría en una forma catastrófica.

El acercamiento prolongado generaba un incremento en la temperatura, que peligrosamente era asimilado por los censores del reactor, por consiguiente, la sobre exposición no era recomendable, por la rápida activación del flujo de energía que irradiaba. No obstante, era un dispositivo complejo, y no podía ser dejado de lado en ningún momento. La tensión de los encargados era evidentemente de cuidado, incluso en consideración a que sus propias vidas estaban en juego.

La fuerza vital emanaba a caudales como un corazón bombearte en aquella máquina, tan firme y vigorosa, y a su vez sensible al menor estímulo. Carecía de circuitos, botones, entre otras cosas mecánicas. Su naturaleza, más bien del tipo orgánica, requería conocimiento adecuado, que siempre resultaban errático, en los momentos críticos.

Para el resto de los que vivían en la ciudad, los suministros eran algo normal y transparente, sin mucho cuestionamiento. La fragilidad de la existencia de las familias era algo importante, y su armonía dependía claramente del buen funcionamiento del reactor. Tanto las luces, los señalizadores, los intercomunicadores inalámbricos, y todo aquel aparato que fuese capaz de recibir un electrón dependía de esta tecnología, nacida de un inesperado descubrimiento, hace años.

El temor de la historia, siempre sugiere la destrucción de lo que no se entiende, sin embargo, el reactor sobrevivió a sus retractores, y prosperó. Desde entonces, el reactor pasó a formar una parte importante de la vida cotidiana, después de su momento de larga hibernación, cuando tenía sus aprensiones, como también sus seguidores y retractores. No obstante, aquel importante hallazgo, nunca dejó de funcionar, una vez reactivado.

El reactor, inexplicablemente, era capaz de identificar distancias, tiempos, actividades, como parte de su maravilloso funcionamiento. Pero nadie se cuestionaba mucho esos detalles. Era evidente, ya a estas alturas, había una especie de dependencia, de la cual no se podía escapar, sobretodo para quienes trabajaban directamente con el. Su energía, su poder invisible era algo más allá de lo racional, agotador a ratos y muy estimulante en otros, y aunque los científicos no comprendían bien su funcionamiento, ahí siempre estaba.

La pregunta se hacía evidente, - ¿Por cuánto tiempo continuaría funcionando?

La respuesta a eso es totalmente incierta. Quizás, aunque se echara por tierra el reactor y desapareciera la ciudad, por alguna extraña razón el núcleo principal seguiría existiendo, latente por milenios, hasta el minuto en que fuera descubierto nuevamente.

Entonces… ¿Qué nos mueve?, ¿Que nos motiva?, ¿Porqué hacemos lo que hacemos?, o es que simplemente se trata de aquello que nos unifica, nos mantiene, que desconocemos y que sin embargo identificamos, manteniéndonos en un movimiento constante, siempre en funcionamiento, como si todo dependiese de aquello que podríamos llamar “El Reactor Principal”.