31 diciembre, 2010

A mis niños


Ser termina una año, y sólo me queda un comentario:

“Larga vida y prosperidad”.

Que nos depara el futuro, algo muy distinto y notorio, cada tanto lo es, pero para muchos, habrá cambios muy significativos, sobretodo por los que se viene al alcance de la mano. Por eso, nunca dejen de estar conectados, porque lo necesitarán.


El mejor camino siempre será el más sencillo, que no necesariamente es el más fácil, pero si el que perdure más por los buenos momentos vividos. Nunca olviden que siempre encontrarán el aprecio y el cariño de un Tío, que aunque ausente esté, cercano estará por siempre, en el corazón encriptado de estas humildes palabras que digo.


“Un día a la vez muchachos, una caminata y un mejor después”

PD.

Toda una niña eres, y una gran mujer serás, porque así es tu forma de ser, sin pretender nada más. Eres mi orgullo, y sólo te diré que la soledad no existe, porque siempre hay un camino, una solución, y un momento para saber que aquí estoy y aquí estaré, para jugar contigo, para aprender, para reír, para crecer, para resguardar y compartir tus sueños de princesa, desde donde quieran que esté.

29 diciembre, 2010

Temprano


Llegaba muy tarde a casa y muy cansado, después de una larguísima jornada, el calor, el trayecto, la ansiedad de la gente, las responsabilidades, el deber y el que hacer. Miles de voces revoloteando temas diversos por doquier.

Ya en casa, después de una buena ducha, y haber cenado gratamente con la familia, se dirigió a su escritorio. Buscaba algo para su pequeña, quién al poco rato se ganó a su lado. Hubo un momento en que la pequeña le habló en un idioma extraño que ya no lograba comprender, le miró, la abrazó con suma ternura, la llenó de besos, le dijo lo siento, no tuvo más opción, debía dormir.

Para alguien que suele dormir a las 02:00 y despertar a las 6:30, estar a las 12:30 así, era inadmisible. Tiempo, tiempo, tiempo.

Se sintió mal por el hecho, y aunque poco frecuente, no le fue indiferente. Hay veces que se desea detener el tiempo y establecer largos y gratos momentos con quienes más quiere, tener esa tranquilidad tan anhelada, pero nada se detiene, nada espera, y todo es movimiento.

Algo ha acelerado el curso de la vida, a tal punto en que la sensación de un suceso largamente esperado, pronto llega. Son esas señales tan perceptibles para todos, creyentes y no creyentes. Sólo basta verse a si mismos para entender como eran y como están ahora.

No quería dormir, sin embargo dormía en su lecho, y aunque habían ocasiones en que no se quiere despertar jamás, dejándose llevar por el sub mundo de un hermoso sueño, se vive aparentemente “despiertos”, en una realidad que supuestamente entendemos, y que aceptamos por la fe que nos mueve hacia lo “tangible” que creemos.

Pero ya es otro día, y así como este nuevo sol que ilumina, la noche se viene tan pronto como ayer, y más lento que mañana, en una lucha constante por lograr alcanzar lo que dejamos, justo en el mismo lugar donde temprano empezamos.

Entonces ¿Qué es temprano?...

28 diciembre, 2010

Dos mundos


Alguna vez deambuló en largos trasnoches, que sin duda le marcaron en cada batalla, en un lugar donde los guerreros de gruesa armadura se apoyaban con familiaridad y entusiata locura. Eran invatibles, aún dejando muchas veces de lado a la familia.
Pero los siglos transcurrieron, aún más voraces que las propias jergas emprendidas.

Miró un instante hacia atrás, y pensó en lo que significaba el volver a sus años, al redil de su esfuerzo y perseverancia. Ya no todos estaban, algunos ya habían buscado sus propios caminos, pero aún prevalecían algunos más antiguos.
Tal vez, ya no viajaría tan cerca, tal vez viajaría lejos, en alas del gigante mecánico que alguna vez le mostró el camino. Una vez más, se sintió ajeno en aquello que alguna vez le fue tan familiar y pleno.

Entre dos mundos estaba, cada uno jalando el motivo, mientras sus brazos se extendían, y pese a pertenecer más a la enormidad, se dejaría llevar por el destino.

Era víspera de un nuevo año, algo debía cambiar, soltar una mano y prender otra, antes de que el tiempo también le consumiera por completo.

Escuchó, de todo, buenos y malos argumentos, inconformidad y alegría. Gustaba de conocer todos los puntos de vistas, sobretodo los más extremos, porque sabía que en algún punto de los dos mundos, encontraría un centro. Luego la balanza diría su veredicto, y eso determinaría su paso o no, hacia otro ejército.

De vez en cuando se levantaba por los aires, recibiendo elogios y desencantos a raudales. Nada era simple, todo era complejo, para una vida tan sencilla, su tributo sería a bien acogido con ruido y silencio.

Una cosa por otra, y el grado de conveniencia no escapaba de una lógica que nunca procuraba en sus pensamientos. Siempre prefirió estar a gusto, en paz, pese al precio, una vida que lograr en un tiempo que alcanzar nunca pudo, porque en cualquiera de los dos mundos, apremiado siempre estaría con el tiempo.

Qué hacer entonces, dejar que la marea impulse el crecimiento, o procurar a desmedro.
Del futuro nunca se sabe, a veces es malo, a veces es bueno. Paciencia, paciencia, ya vendrá, lo que venga y lo que viene consigo.
Sólo queda esperar y ver a que mundo pertenecemos.

20 diciembre, 2010

Cristalino


Solía escuchar una música suave, de vez en vez, imaginando mundos encerrados en un vaso de cristal multicolor de extraña forma, iluminado por la luz de una ventana que le daba de frente con distintas tonalidades.

Su sed constante, le hacía coger su vaso con cierta frecuencia, sorbo a sorbo, acentuando su concentración en lo que tan afanosamente escribía.

Un grueso libro de tapas celestes, con ciertos dibujos lineales, le acompañaba en sus largas faenas, en un espacio de tiempo en que la productividad era su único objetivo, permitiendo su desvinculación del mundo.

Sostenía en su mente ciertas ocurrencias que se disparaban con cierto frenesí, irrumpiendo y quebrando el silencio del lugar, esparciendo involuntariamente un poco del vital líquido sobre el mesón.

Cuatro gotas de distinto tamaño se alinearon casi geométricamente, brillando con su esférica presencia, unas más grandes, otras más pequeñas. Y pensar que aquello eran mundos complejos, llenos de vida, como si fuesen planetas.

Cogió una servilleta, su pulcritud le inducía el hábito de limpiar y ordenar meticulosamente cada detalle, obsesivamente, como tratando de que todo estuviese bajo una perfecto orden y estricto control. No obstante, se detuvo unos segundos, apenas los suficientes como para que en un abrir y cerrar de ojos, se diera cuenta de otra realidad.

Se dio cuenta, y limpió con apuro, pero la imagen vívida de lo que había experimentado le consternaba. Se vio a sí, en una de las cuatro gotas, observando a las otras tres, como si fuesen puestas de sol, inmensos, casi saturando su visión de lado a lado. Todo era brillante, como un sol, los reflejos intensos de un lugar acuoso, espeso y cristalino, le permitieron entender una verdad que no esperaba, una en que se veía en el interior de la misma substancia que tocaba.

Las discretas manchas, desaparecieron absorbidas totalmente por el papel, que paró finalmente en un papelero cuadriculado. La visión fue desechada en cuestión de segundos, volviendo a su actividad, y se fue apagando en un rincón inocuo de sus recuerdos. Luego todo continuó como si nada, silencioso, y tranquilo.

Las horas pasaron, su trabajo estaba casi concluido, salvo algunos detalles que debía afinar, y que dejó para el día siguiente, por unos antecedentes que necesitaba.

Cogió sus cosas, y se dirigió con paso presuroso a la salida. Apenas abrió el gran portón exterior, sintió una brisa refrescante y reconfortante. Caminó unos pocos pasos por un jardín frondoso, se detuvo para acomodar unas cosas, sobre una banca rocosa improvisada. Miró a su rededor, y luego miró hacia el cielo, constatando el mismo color que vio a través del cristal de su copa, y entonces, sólo entonces, recordó las cuatro gotas, percatándose de que se encontraba en un mundo acuoso al cual no pertenecía, con los cuatro planetas alineados, visibles en el horizonte, inmensos, brillantes, y cristalinos, tal cual como los recordaba.

- ¿Dónde estoy?... preguntó, y una voz suave, tranquila y muy cercana le respondió.

– Aquí estás, dónde todo comenzó. Ten paciencia, es un primer paso, poco a poco podrás ver mejor.


Entoces, sonrió, asintiendo con la cabeza. Con calma, sacó de su bolso un bastón retráctil en su mano derecha, mientras que con la otra sujetó firmemente la correa de su perro y tarareando, feliz se retiró.

18 diciembre, 2010

Efecto Optico

No siempre lo que vemos es tan real como parece, y no siempre lo que pensamos es tal cual como lo creemos. Ciertamente nuestros sentidos nos pueden confundir, y está en nosotros el saber discernir. Un efecto óptico bastante simple. Sólo observa fijamente la imagen por algunos minutos, y luego mira el muse, ...y no te asustes...





Simpático...

16 diciembre, 2010

La pregunta


Ya es casi fin de año, de nuevo, y nos cuestionamos lo que hemos hecho, y nos preguntamos sobre lo que vendrá. Pero la pregunta de un instante dado, no nace por los motivos esperados, ni si quiera por curiosidad, porque la respuesta ya es sabida, y tampoco es por la confirmación de un puñado de palabras dichas, o de las acciones que se establezcan, la pregunta simplemente nace por una necesidad.

No son las palabras, no son los gestos, es sólo el hecho de lo que deja, un único cierto entre todo lo incierto, de un breve momento que inevitablemente pasa y nada más.

Imágenes que se crean en la mente, y que luego se repiten, con gustosa curiosidad, generando más y más preguntas de las que ya están.

¿Porqué preguntar lo obvio?, ¿Cuál es el sentido?, ¿Por qué querer saber lo ya sabido? Tal vez sean solo unas migajas de lucidez lo que se necesita, quizás sea la entrañable solead, quizás sólo sea lo único importante de esta existencia, lo que nos mantiene alerta, lo que nos conmueve de verdad.

Elegimos, por lo que creemos, elegimos por lo que ya sabemos, elegimos porque encontramos respuestas que nos agradan escuchar. Aún así, y no importa lo que pase, recordamos nuestra pregunta original.

Olvidamos, sí, muchas preguntas se olvidan, y van quedando atrás, es la ley de la vida, es una cualidad, una capacidad, o un intrincado propósito de nuestro diseño que nos hace inmunes a la inmortalidad.

Es curioso, pero de pronto, la mente se bloquea, y entre un millar de preguntas que fluyen en la ausencia, sólo unas pocas ideas afloran sin respuesta. El breve momento, enormemente interrumpido, por la ciudad vertiginosa, nos empuja a olvidar lo valioso que es el escaso tiempo que se tiene para preguntar.

Que simple sería tener la libertad, tener ese preciado tiempo sin apuros, sin nada más. Un espacio imaginado y muchas veces perdido, por las ajenas distracciones de un mundo que no para de rodar.

Pero la pregunta fue vertida, una sola, entre muchas otras más, aún no dichas, y que tendrán que esperar.

A veces se espera demasiado, como la ilusión del momento ideal, en dónde algo se quiere decir, pero se guarda para una vez más.

¿Qué sucede si tanto las preguntas como las respuestas son tan obvias?, ¿Qué sucede si aún así se quieren escuchar? Entonces, se establece una pausa, un silencio, y el entendimiento regocijado está.

No son las respuestas el motivo que se busca, sino aquello en nuestro interior que aún no sabemos preguntar.

10 diciembre, 2010

Día de Frutas


El papiro del tiempo fue desenvuelto con cuidado, su fragilidad sucumbía a un viento fresco, intenso pero grato. Los preciosos caballos circundantes eran mudos testimonios de lo incomprensible, aquello que se puede llamar, insistencia, o necesidad.

El hambre y la sed acompañaban, ciertas palabras no dichas de aquellas apetencias se segaban tras gruesas puertas, donde las preguntas no dichas, se transformaban en preguntas sin respuestas.

Pero una humilde bolsa contenía el delicioso néctar de unas deliciosas frutas.

La niñez se clavaba una vez más en su memoria, mientras las distracciones del entorno le envolvían.

Observaba con paciencia, mientras alguien desde lejos hablaba de otras necesidades, de otras ausencias.

Un niño pequeño se asustó, y un llanto desprendió por la enormidad de quien le mira. Sólo había que ponerse en su lugar para saber lo grande que era.

Sus ojos se llenaron de preocupación, por el niño era, su instinto que se apoderaba de su tendencia, proteger, cuidar, y velar por quienes más le llenan.

Luego el sitio fue otro, con el mismo viento que frío portaba a cuestas. Miró con paciencia, nuevamente, la máquina de díalogo que era, pero guardó silencio y respeto, sólo para escuchar más, y contemplar de todo un poco o lo que fuera.

En su interior el hambre se dejaba caer, discreto y prudente se quedó, para que nadie se diera cuenta. Unos lentes refugiados le alteraban sobremanera, muy cerca de la fruta verdadera.

Su hambre tendría que esperar, para que en forma posterior fuese resuelta. Entonces, sólo atinó a conversar de otras apetencias, y entonces se atrevió a decir:

“!Mentira!, el hambre que existe dentro del cada uno, es y no espera, y la voracidad arremete y todo lo olvida, y todo se lleva, transformándose en saciedad para hoy, para después transformarse en hambruna.

Pero siempre existirá una alternativa, una solución, no como se espera, lento y avasallador, en las manos de un buen jardinero, que con paciencia cosecha, para así, siempre disfrutar, del eterno dulzor de un poco de fruta.


09 diciembre, 2010

Distante


La frase era apreciable en el aire que se respira. Lo escuché de la persona que más me ha acompañado en esta vida, y a su vez de quienes más aprecio. Tal vez sea cierto, y lo sé, es intenso también.

No nace de una voluntad, pero sucede como encause natural de estos tiempos. Lo observo también en los demás, cada uno en su propio mundo, estilo y forma de ser, hay una necesidad, casi como una ansiedad. Algo falta, algo se presiente en el aire, lo sé, y aunque se reniegue, todos lo sienten.

Esta navidad será distinta para la gran mayoría, y este año nuevo, aún más. Quizás camine de nuevo, quizás mire a las estrellas que me seguirán de nuevo, en una noche calurosa, donde la meditación sea mi única compañía.

Mi eterno diálogo aún sigue aquí, y también me dice lo mismo. Estás distante.

Números 2014, 2040, números que me inquietan, números que no sé que son, fechas, horas, o un día cualquiera.

Se me viene un tema duro en lo emocional, uno que no sé si quiera, un paso hacia una libertad añorada pero supuesta. Un ser partirá y otro se libera.

Es cierto que la lógica nos permite el control de nuestras emociones, pero también es cierto que nuestras emociones nos superan.

Estoy distante, tal vez, pero no porque quiera. Creo que las personas pasan por distintas etapas. Son ciclos, son inicios, son términos, son renovaciones, son reiteraciones, son un conjunto en sí de cosas que llevamos en nuestro interior, cosas que al parecer han estado pendiente por siempre, o que por siempre quedarán pendientes.

Distante, la distancia es como el viento, que alguna vez nos toca, nos sigue a todas partes, y que gracias al cielo, no nos deja.

Somos seres aprensivos, y pese a que los cambios son inminentes, prósperos, y necesarios, nos conmueven sobremanera.

Visité a mi familia ayer, vi una película cualquiera, después de un buen rato, me atendieron con esmero. Me sentí extraño, como todo lo que rodea.

Quizás ya esté cerca, de las respuestas, o de las preguntas que se esperan. No lo sé, sólo sé que aún estoy aquí, y por amarillo que sea, el rostro cuadriculado de unos flecos desarmados, en la mente quedan.

Distante, ¿Qué es distante?

03 diciembre, 2010

Nocturno

Introducción

Es un día extraño, como muchos otros, frío y calor, nublado y sol. El clima preludiaba lo inevitable, dejando su mensaje en manos de aquellos pocos que podrían descifrar lo indecifrable.


Pensar era agotador y a veces quería sólo dormir, con la sensación de estar flotando en una nube, y observando el mundo tal cual y como es, o como quisiera, y de pronto todo sucumbía sin aviso ni tregua.

Nocturno

Era de noche, algo distinto, tenue y brillante, de un día 01/12/2014. El lugar, algo antiguo, poseía una terraza vestida de loza en cuadros dibujados, un tanto rústicos, algunos trizados, pero en general ordenados. Las barandas levemente desteñidas, eran redondas, de madera tallada de cierto grosor, aún firmes, y en mejor estado que las ventanas, levemente descascaradas. El recinto en su interior vestía largos tablones de roble muy bien cuidados y lustrosos, hacía calor a ratos, y más adentro que afuera. Alguien acompañaba en aquel momento, sentado desde un rincón, quién sereno se quedó fumando un cigarrillo, mientras el otro se permaneció de pie con sus brazos entrecruzados en su espalda, observando y mirando las luciérnagas quietas de una ciudad plenamente iluminada. Ya eran casi las 3:00 AM de la madrugada.

Habían escuchado -“Vamos y volvemos”, gran mentira, muy típica por cierto, a eso de las 12:00 AM. Luego de eso las horas pasaron fugaces pero tranquilas, y sobretodo, gratas, en aquel mundo de contemplación, entre el paisaje, la vegetación, la ciudad, y la algarabía.

La suavidad de una música invitaba a meditar, nada sobraba y nada carecían, en aquella casa espectral, donde nadie más estaría. Casi cuatro pisos eran, para cuatro que inmersos estarían, cercanos a la populosa ciudad y la avenida.

Las cortinas, suaves y delicadas, como ánimas blancas en pena, danzaban al compás del viento entre aquellos grandes y largos ventanales etre abiertos, señal clara de que ya vendrían.

Por fin habían vuelto, ya eran las 3:50 AM. Se percibía buena vibra, ya menos ruidos, y un dejo de sortilegio y complicidad que confundía.

Afuera estaba el, aún contemplando las luciérnagas, cuando le sintió llegar, ella se acercó con prudencia, despacio, tan natural como podía, una delgada figura que con un dejo a escusa se ganó cerca de su eterna calma, que inmutablemente en su meditación proseguía. Una sonrisa intensamente blanca iluminaba aquel rostro, que con pocas palabras indicaba que todo estaba bien, todo en orden, y que pese a la tenuidad de sus labios enrojecidos, que le delataban con pericia.

Cuatro eran, más los otros ya no vendrían, en tan solo un instante de paz, tranquilos se quedaron, bajo la luz tenuidad de la luna que los cubría, contemplando la ciudad desde la cima, observando como poco a poco las vivaces luces de la ciudad sucumbían.

Un momento distinto era, del cual partir no querían, hasta que la luz cegadora de un nuevo amanecer anunciaba que prontamente sobre sus cuerpos brillaría.

El nocturno despierto estaba, pero ya amanecía.



02 diciembre, 2010

Básico


Entrañablemente se quedó dando vueltas sobre el asunto, no era más que una mera frase sin mayor elucidación, algo que logró activar la eficiencia en tan sólo exiguas palabras.

Fue risorio todo el asunto, hilarante por no decir menos, afloró casi de la nada, y ambos rieron de buena gana. Ya han pasado varios días, y la frase “Tu hacer”, como Tarzán, aún revolotea en la mente. A fin de cuentas, no era la frase, sino el hecho de como una simple acción puede propagar acciones más complejas, que a su vez se pueden bifurcar en otras aún más enmarañadas.

La fórmula en sí era sintetizar, erradicando cualquier distracción superflua, como cuando alguien dice “No..”, o dice “Para..” por el motivo que sea, y la acción se plasma a cabalidad, en forma instantánea sin mayor ensimismamiento ni cuestionamiento.

Era algo tan humano, y que perspicazmente transmutó en algo lozano e irrebatiblemente básico.