24 enero, 2010

Entre sombras (R)


Introducción

Los sueños sólo sueños son, y aunque no los recuerde ahí están, como hoy, como ahora, después de un día de arduo trabajo de instalación, me acompañan cada día, produciendo emociones fuera de control.

Historia

Son las 4:13 de un día domingo, mi aflicción se manifiesta casi en una especie de idioma incomprensible. Sonidos guturales ahogados en desesperación se desprenden de mi voz acongojada. Estaba oscuro, sólo la imagen visible de tres personas me acompañaban en este mundo alternativo de los sueños.

Conversaba algo con una sobrina, había más gente, pero distante, mi mujer me acompañaba como siempre, muy cerca. En un instante dado, una menuda figura se para al lado de mi lecho, extiende su mano izquierda, la pone en mi pecho, algo me pide, al parecer es mi hija, la distingo, entre sombras, pero me asusta. El miedo se apodera de mi ser, no por lo que veo, sino por lo que no. Algo debo hacer, trato de controlar lo que siento, trato de despertar y no puedo. Con los ruidos que produzco, despierto la vigilia constante de mi mujer, abre sus ojos, que no los veo, pero que sí percibo. Su mirada clavada en mí, y yo aún sin despertar, fuerte y claro menciona mi nombre, algo me dice.

En cuestión de segundos vuelvo a mi sueño y otra vez la angustia. Luego su voz se vuelve con mayor energía, - despierta, dice y dos de sus dóciles dedos se posan en mi frente, con lo cual me calmo parcialmente.

El temor me invade y me inmoviliza, es miedo seguramente, tal vez sin motivo, pero la sensación extraña es clara. Agudizo mis sentidos, escucho transeúntes y vehículos a lo lejos, unos disparos se sienten en la distancia. Instintivamente abrazo a mi mujer, aún no despierto totalmente, y mi mente se clavaba en mi hija, al instante. A los pocos segundos, comento, - siento su respiración, ella se mueve, percibo sus sueños, su mente en funcionamiento. Aún no reacciono con claridad. Me niego a volver a mi sueño y resolver el enigma.

Finalmente despierto. Me levanto, reviso todo, mi bebé efectivamente dando vueltas como imaginaba, hace calor, y recorro la casa. Deambulo unos minutos, ya con todo revisado, apago algunas luces, y vuelvo. Me recuesto, y es inútil, dormir se vuelve absurdo. Enciendo el TV y recorro todos los canales disponibles. Me levanto otra vez, busco galletas y un Mistral Ice de tenue alcohol.

Al rato, todo tranquilo, todos duermen, no más ruidos que mi propio ruido, y mi cuerpo comienza a reaccionar en distintas formas, hace calor, y en mi aún más que el calor en mi exterior. Algo sucede en el hipotálamo, lo sé, puedo sentir su efecto también, y una vez más, vuelta a pensar.

Finalmente, me levanto nuevamente, y escribo otra vez.

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