18 julio, 2013

Querer estar

Estaba algo nublado, era un día de tarde temperada, y aunque el lugar era bastante decente para conversar y compartir un pedazo de pan, había un dejo. Se hacía notoria la incomodidad ante la gente que se iba sumando al recinto. Seguramente la sensación a encierro mermaba una mejor estadía, o la falta de horizonte visible desde el ventanal, hubiese sido lo ideal.

Fueron escasos los minutos, y entre el apuro del infranqueable tiempo, la calidad primaba por sobre la cantidad. Algunos recuerdos circularon y la familia fue el tema principal. La armonía de aquel instante era perfecta, aún quedando muchísimas cosas sin mencionar.

La imaginación se hizo presente, y la proyección de una idea fue transmitida. Era como hablar consigo mismo, mismos conceptos que estaban presentes, aunque a bien sabido es, que el futuro es algo que no se pueden asegurar.

Quizás muchas palabras quedaron ausentes, pero aún así era grato conversar. Quizás la curiosidad innata sobre unas notas en la mesa, o unas fotos no mostradas, encausaba cierta necesidad. 

Saber…, y saber más.

Aunque hubiese llevado una lista de preguntas anotadas, de nada servirían, porque igual se habrían diluido ante la contemplación de millones de ideas, de sueños no dichos, dialogados en la mente, que el tiempo finalmente se llevará.

Así, el momento se hizo breve, y el inicio prontamente transformaba en fin, y el fin en un nuevo comienzo sin terminar. Sensación muchas veces antes percibida, que ahora con sabiduría, temple y paciencia, se puede mejor administrar.

Sus manos portaban la voz de trabajos y logros alcanzados, ante lo cual, se dio paso la contención . Y en la aparente calma, los pasos se encaminaron hacia el arte, deteniéndose en una escala distinta, que por un segundo les hizo recordar.

Moderación, respeto, prudencia, y un conjunto de palabras más..., tan sólo para dar paso a la eterna nostalgia de un día más, con sensación impresa, de por siempre, querer estar.



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