![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhNDO3F4nVaAJkdz5rTmXrw5KSuBx4mHalz0jfQMyxMMxRoHVIcNFZ8XJZiBk414YYLOw7-t0kh1oEkH6mP_i9nd4jW7MxGkusW_jm3Lv-5XaCdoNm4dkntkR-pKpFTGt__8pd3gw/s1600/abandono.jpg)
Todo tiene un tiempo, breve por cierto, que mientras más se
intenta retener, más se escabulle entre los dedos.
Nuevas cosas aparecen, así es, otros rostros, otras
ciudades, otros países, incluso vemos lugares
y personas conocidos que ya no son lo que eran, o lo que fueron.
La adaptabilidad ante este nuevo mundo, con sus carencias y/o
sus excesos, es vital, y cuanto más piensas en ello, más inserto te ves envuelto
por este mundo ajeno.
De todas formas, existe algo bello en todo esto, y es que si
eres capaz de ver más allá de lo que con tantas ansias atesoras y asfixias como
propio, la libertad renace en nuevos destellos. Superar la sensación de
soledad, es una tarea diaria, y muchas veces basta con el solo hecho de
compartir una simple sonrisa, dejando un poco de lado los peros, y todo aquello.
Los sentimientos se ven afectados, tanto que la carencia de
un abrazo puede hacer que tu día sea diferente, así como el recibirlo sea el
argumento que permite revitalizar las energías para cada nuevo día. Es un gesto
valioso, sí, es un gesto, que nos hace compañía por siempre con su grato recuerdo.
Muchas cosas se pueden hacer en esta vida, y en ello se nos
va el tiempo, entregando un significado, que no requiere palabras, ni
distancias, más que la simple imagen impregnada de aquellos buenos momentos.
Inevitablemente, ellos se van, algunos, obligados por la
responsabilidad, otros guiados por la necesidad de pasos nuevos, otros,
simplemente ya nunca más volverán, porque han partido a eternos sueños.
Coleccionamos tantas cosas en nuestras vidas, y una de esas,
es el apego, que pasa a formar parte vital de nuestra existencia, importante
para algunos, y lejanos para otros reflejos.
Cargamos con las cadenas que forjamos, y arrastramos los
numerosos ladrillos que encontramos, pero el resultado siempre es el mismo. Y
yo, no soy uno de esos.
Conocemos y tomamos, nos movemos y dejamos, hasta el punto
en que en algún rincón de nuestro interior, nos damos cuenta que ciertas cosas
no fueron. Lo que pudimos hacer y no hicimos, en cualquier sentido es un
arrepentimiento, que por siempre trasciende en nuestros sueños y en nuestros
pensamientos.
Así, el sonido de una melodía marca el tono, y en la
profundidad de su armonía, lo que queda en la memoria y en nuestra imaginación es
lo único que cuenta, para ser feliz, en este mundo distinto, colmado de
abandonos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario