Era tarde, muy tarde ya, casi las 5:00 AM, y aún sin dormir. La sensación de calor y frío sugería un tema extenso, unas dulces clementinas, y unas tenues palabras que sin querer se escapaban al viento.
Ahí estaba, entre papel y lápiz, más algunas tupidas figuras incomprensibles dibujadas en una esquina de una hoja, producto de no sé qué. Conversando estaba en la nada, con naturalidad, con tranquilidad e inquietud a la vez.
El ordenador iluminaba su rostro en una noche tan oscura como fría, donde pese a las largas horas transcurridas, todo parecía muy breve. Una ardua tarea que no terminaba, prolongaba aún más la velada, las ideas aún frescas en la mente se fusionaba con un conjunto de pensamientos difusos a mitad de la noche, e inevitablemente la distracción se hacía presente, sin querer.
Ahí estaba, entre papel y lápiz, más algunas tupidas figuras incomprensibles dibujadas en una esquina de una hoja, producto de no sé qué. Conversando estaba en la nada, con naturalidad, con tranquilidad e inquietud a la vez.
El ordenador iluminaba su rostro en una noche tan oscura como fría, donde pese a las largas horas transcurridas, todo parecía muy breve. Una ardua tarea que no terminaba, prolongaba aún más la velada, las ideas aún frescas en la mente se fusionaba con un conjunto de pensamientos difusos a mitad de la noche, e inevitablemente la distracción se hacía presente, sin querer.
Hizo una pausa, lo quiso describir, pero se contuvo, porque no podía ser.
Algunas preguntas surgieron, y la imaginación se apoderó del momento, la curiosidad se alzaba con énfasis, mientras todo parecía agotadoramente envuelto en la embriaguez de una noche extraña sin rescindir.
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