16 mayo, 2011

Una noche fuera...



Ya era muy tarde, de una entusiasta madrugada, algo así como el intento de mantenerse con neurona al límite, y continuar en lo ameno. Ellos mucho más jóvenes, no se rendirían, y continuaron por la senda de duras batallas, hasta lograr el ansiado final de un modo “historia”, que por su extensa intensidad, ya llevaban una segunda jornada.

Cerca de las cuatro de la madrugada, y con algunas criptas ya revisadas, la faena concluía. El grupo se disgregaba y cada uno retiraba a sus respectivos aposentos.

No obstante, el impecable lugar, era ajeno, algo inusual, era como intentar escapar de la constante que a todos nos mueve, pero que en aquel momento, logrado estaba.

Aún prendido, con la gracia de un portátil, y un cajón iluminado, la soledad y el silencio, le hacía pensar en lo efímero que resulta el tiempo. Y así se quedó, entre vueltas y vueltas, y algunas cosas graciosas que vio, hasta que la luz comenzaba a entrar entre rostros sonrientes dibujados en una delgada cortina. Era ya hora de cerrar los ojos, por un instante, era hora de procurar el descanso que entre sueño y sueño, en imágenes continuaría.

Despertó varias veces, era un extraño en lo extraño, sintiéndose extraño, como un nocturno y un caminante de día, que siempre procuraba controlar la sed que la curiosa naturaleza de sus orígenes le proveía.

Pasaron así las horas, y el medio día marcaría el inicio de un tranquilo retorno.

Entonces extendió sus negras alas, y volvió a donde siempre le esperarían... aún después de… Una noche fuera...


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