11 mayo, 2011

El Editor de Sucesos



Caminaba por las frías calles de la ciudad, con sus harapos a cuestas, y su rostro menoscabado por las heridas que portaba. Su espalda estaba rasgada, y tanto sus manos como sus pies acusaban serias heridas al igual que las cicatrices en su frente, y una profunda lesión bajo su costilla aún empapada con algo de sangre y agua.

Había dormido a la intemperie varios días, tenía frío, como nunca sabía que aquel invierno seguramente sería su último invierno. En su mente recordaba las últimas palabras recibidas, que removían su sensibilidad a flor de piel, recordándole insistentemente su posición, su rango, su “nivel”, menoscabándole, ante una vida tan relativa como esquiva.

Se desplazó con dificultad, y mientras avanzaba, a sus pies, un objeto plateado brillaba encandilando su visión. Mojado y lleno de barro, lo recogió, cobijándolo bajo su ropa.

La lluvia torrencial, le impedía ver con claridad el objeto, y se arrimó bajo un árbol, donde se detuvo un instante a examinarlo, desvaneciéndose en el intento y perdiendo prontamente el conocimiento, con el curioso objeto entre sus brazos.

Ente ratos, sintió aberración y curiosidad ante el objeto, descubriendo en el ciertos botones con luces, “+” y “-“, que examinó con desacierto.

Presionó el “+”, por un segundo, y la lluvia se hizo aún intensa, como también su dolor, lo cual lo descolocó instantáneamente, haciéndole arrojar el objeto, que rodó unos cuantos metros desde donde estaba.

Su aflicción le impedía casi moverse, y así pasó un buen rato, en su soledad junto a un objeto que parpadeaba delante de el.

Como pudo, se alejó del árbol dónde se encontraba apoyado y recogió nuevamente el objeto plateado, volviendo de inmediato a su cobijo. Sus ojos brillaban bajo la lluvia y la oscuridad de ese atardecer tempestuoso. Con un notorio dejo de duda, colocó uno de sus dedos en el otro botón “-“, y lo presionó. Ante su asombro, la lluvia cesó casi por completo, como también su dolor. Había así, descubierto que lo ocurrido no era producto de su imaginación.

Sintió alivio, y presionó nuevamente el botón “-“, entonces la lluvia cesó y su dolor desapareció por completo. Era increíble.

Insistió en el mismo intento, presionó una y otro vez el botón “-“, cambiando todo a su rededor, como también su propio aspecto. Pero había un detalle…

Sus recuerdos desaparecían, hasta el punto de casi no saber ya de su propio nombre, ante lo cual sintió temor, y volvió a presionar el signo “+”.

Contrariamente a lo que esperaba, la lluvia no volvió, y un sol radiante afloró rápidamente entre las edificaciones, renovándose todo a su rededor. La ciudad cambiaba en la medida que seguía presionando el signo “+”, volviendo también su memoria.

No entendía el funcionamiento de aquel misterioso aparato, pero si entendía que pese a su condición, todo podía ser renovado, las mismas cosas, las mismas personas, pero mejor.

La ciudad se convirtió en un lugar limpio y esplendoroso, su “lámpara mágica” , había convertido su existencia en otra, o había convertido otra en su existencia, de cualquier manera, las cosas no eran lo mismo, y la causa era una simple decisión.

Sólo entonces entendió el funcionamiento de aquella “máquina”, estaba claro, dependía de sus propias emociones y pensamientos, y el no hacer nada, en nada quedaba, entonces se incorporó, levantó el aparato sobre sí, acercando sus dos pulgares a los botones, uno en cada signo, “+” y “-“, para finalmente accionar los dos al mismo tiempo, convirtiéndo su existencia, en un editor de sucesos.



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