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Muchas cosas suceden en la vida, y
cuando han pasado tanto tiempo, todo
obviamente cambia, y las personas que alguna
vez fueron, ya no son. La esencia se
mantiene, pero en definitiva todo cambia.
La verdad es algo que siempre debiese estar
presente en cada instancia de la vida. Pero,
que es verdad y que es mentira. Hasta que
punto se pueden guardar los recuerdos de
un pasado, los hechos de un presente, o las
pretensiones de un futuro. Es una utopía,
en donde el juego nunca para, y para bien o
para mal, todo depende de como se digan las
cosas, como se exponga un hecho, o como se
administre la vida, o simplemente como se
hace una entrega.
Existe un concepto claro, al respecto, que es
la inteligencia emocional, un privilegio de
sólo unos pocos. Algo que debiese ser parte
de la usanza universal, pero que sin embargo
no depende de la inteligencia en sí, ni de
la voluntad de querer escuchar. Es una
irracionalidad al igual que el egoísmo
personal, carcome el pensamiento, sin permitir
observar con claridad que los hechos de la vida
son por algo, y que ese algo no es un fin
condenatorio, más bien, es un hecho innegable
de otro tiempo, sin pretensiones de perjuicio.
Es increíble, pero resulta emocionante el
riesgo, y eso le da un sabor especial a la
vida. Pero hasta que punto ese riesgo vale
la pena. Es algo incierto, es como querer
contar los dientes a un cocodrilo, uno por
uno sin que este se dé cuenta. Es un absurdo
pensar que no te verá, porque tarde o temprano
se dará cuenta y te morderá con toda su furia,
y lo que puedes perder en aquel osado acto
ya dejará de ser divertido.
Por ejemplo, cada hombre es distinto, algunos
tercos, densos, y violentos, otros unos eternos
arrepentidos, fríos como escarcha y duros como
hielo, observadores, misteriosos, tímidos, osados.
Como sea, todos son distintos, así como las
mujeres, no escapan a estas variedades. Son víboras,
tiernas, dulces, agresivas, dóciles, inteligentes,
obsesionadas, etc...
En fin, la variedad es muy amplia, aún así
siempre hay un punto en común, que es la capacidad
de sentir, y su diferencia, es la razón de como
percibimos esos sentimientos. Es una cualidad
humana, que distrae, distorsiona, nos obsesiona,
nos persigue a través del tiempo, sinónimo de
angustia, nostalgia, alegría, aquello que nos
acelera el pulso tal como si fuese un miedo
descontrolado, pero que no rehuimos, más bien
que buscamos. Está siempre presente, independiente
de que si las personas puedan o no verse, y que
sólo basta el hecho de saber que existe. Es intangible,
pero notoriamente presente, es algo que será así
por siempre.
Tanta tontera, tan sólo porque la gente no es
capaz de escuchar civilizadamente, ya que el
egoísmo y el instinto los envuelven y no les
deja pensar. Ese exceso los hace vulnerables
e inseguros frente a la vida. Intolerantes a
los sentimientos, y débiles ante el cambio.
Tal vez para algunos, la vida no sea tan emocionare,
pero si mucho mas tranquila, y esa paz, tan
buscada, pareciera ser una buena alternativa,
a ratos.
Muchas veces quisiera decir lo que siento,
pero siempre veo que esto afecta potencialmente
a las personas, y los hace sufrir de alguna forma
que no me gusta. Por mucho que les quiera, les
aprecie o les ame, son tan sensibles, que basta
una palabra, un llamado, un gesto, y su mundo
se destruye y desmorona. Quisiera a veces, poder
decir abiertamente mi propia necesidad de querer
abrazarte, besarte y cobijarte entre mis brazos,
que sientas un latido sincero incapaz de ser
controlado o simulado. Que sepas que estoy ahí.
Pero dicha cercanía duele, y hace doler. Se
adhiere al intelecto, confunde a veces, y distrae
de lo que como verdad debemos hacer.
Así son los sentimientos, indómitos, chúcaros,
encarcelados por egoísmos ajenos, llenos de
enormes roqueríos. LLenos de miedos y consfusos
pensamientos.
Ojalá todo fuese mas fácil, si todo se pudiese
decir, si todo en cuanto uno quisiera se
permitiera cumplir, sería igual un conflicto
en el que la libertad de unos chocaría contra
la libertad de otros.
Hay quienes no entienden el verdadero concepto
del tiempo, y envejecen en su porfía, incluso
a costa de su propia seguridad e integridad.
Imprudentes, ciegos, e irreverentes ante el
riesgo y los resultados de sus actos derivados
de su propia irresponsabilidad.
Cuanta pasión se puede sentir en un momento,
que tan sólo en un instante se desvanece en
el tiempo, destruyendo aquello que por años
de duro sacrificio sea ha construido, con
tanto cariño. Que tanta importancia podría
tener un segundo en la vida, al punto de que
toda una vida cambie en un segundo.
La gente no entiende, no comprende, no sabe,
y muchos ni siquiera se imaginan la verdad.
Muchísimos son los que creen lo que viven y
no se dan cuenta en lo que están. Es una
constante oscuridad que nubla hasta la visión
del más hábil e inteligente. En general, todos
creen que sus vidas ha transcurrido según lo
que han visto y conocido, y que todos los años
transcurridos, han sido parte de toda una
existencia. Pero tan sólo basta con mirar un
poco dónde estamos ahora mismo, para darnos
cuenta que toda una vida, no fue más que un
segundo, y que muchas cosas de las que guardamos
están ahí, aún presentes desde siempre en
nuestras mentes, como una condenatoria
eternidad vigente.
Algunos obsequian flores, otros música, otros
serán recordados por sus notables acciones, o
simplemente por su olor. Como sea, todos
tiene algo que aportar, tan sólo para permitirse
estar vigentes en el recuerdo de la historia,
una y otra vez, cautivos en tu mente, cada vez,
que le necesites, ahí estará.
Es un acto de fe, de creencia, más allá de la
propia cultura y hábito adquirido. Es un
sentir que trasciende más allá del tiempo,
sin mezquindad, sin objetivo, sin necesidad.
Tan sólo un lindo recuerdo que generosamente,
siempre nos acompañará por siempre.
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