04 septiembre, 2015

Peldaños aledaños

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Es tarde ya, nuevamente, todo está oscuro, y mientras se trabaja, el sonido del agua brota al rededor retumbando en las paredes del edificio largo.
 
Surge entonces aquella inquietud eterna de querer saber, entonces, se recorre aquella imagen vívida aún en la mente, en pixeles bien definidos, con la nitidez y los colores deseados, y la sensación ancestral vuelve a plasmar el ser, y el encanto.
 
Por qué?... Se pregunta una y otra vez, más tenue cada vez, más distante quizás, pero aún permanente y en color blanco.
La respuesta carece de importancia, no hay palabras para describir lo que se siente, simplemente sucede y es todo. Toda una vida de hacer lo correcto no es suficiente, nunca lo es, porque aún se sueña con cierta nostalgia, emoción y arrebato.
 
Cada día lo recuerdo, y cada día vuelvo, en mente o en el mismo espacio. Lo sé… son sólo ideas, tan sólo pensamientos, pero son tan nítidos como el sabor de una naranja bajo la sombra de un árbol.
Cómo quisiera percibir el aroma de la tierra mojada en sus manos, caminando a solas y descalzo, deteniendo el tiempo por un momento, entre las hojas resecas que crujen refugiados en un silencioso abrazo. Tan sólo eso. Quizás un poco más, quizás un poco de ambos.
 
La banca ya no está, pero estuvo, y aún se percibe su aroma, una y otra vez, con la brisa que remueve su cola de caballo, alzándose tenue a veces, por aquellos mismos pasos. No se ven, no se juntan, ni siquiera de vez en cuando, pero ahí aún están, por siempre, enlazados y enredados bajo sus cortos y largos pasos.
Las escaleras son el inicio, entre libros buscados, y fue el origen de lo primero nunca olvidado, un peldaño más arriba... y un peldaño más abajo.

19 junio, 2015

Qué es felicidad?

El sol ya pronto se iba ocultando, mientras el despertar de las luces de la ciudad comenzaba a iluminar cada uno de los grandes y estirados edificios. Algo había pasado, la ciudad estaba más activa que nunca. Era fin de semana y todo el mundo parecía estar más apresurado que lo de costumbre.
La oscuridad fue propia de su traje negro, y en combinación se convirtió en camuflaje, salvo por su pálido rostro y manos, que parecían puntos flotantes que deambulaban como alma en pena.
Se detuvo un instante para agudizar sus sentidos, y encaminar sus pasos hacia su destino. Su corazón latía con premura y casi con un dejo de angustia, parecía ido en su propósito, y un poco indiferente al patrón normal del mundo. Extendía sus manos, y una sensación de calor y cosquilleo le indicaba una dirección inequívoca. No necesitaba ningún artilugio electrónico o digital que lo guiara, sólo estaba ahí, guiado únicamente por su instinto.
Caminó varios kilómetros, a una velocidad inusual, sus pasos lentos y livianos parecían desprenderse del suelo, avanzando casi como tele transportado al lugar justo y preciso que miraba. Nadie lo notaba en la oscuridad, y su sensación de libertad inundaba su ser con total  frenesí. Nunca se había sentido mejor, parecía que todo era posible aún más allá de la acostumbrada realidad.
Prontamente llegó a su destino, y entonces le pudo ver a escasos metros en las cercanías de una esquina donde seguramente estaba esperan algún móvil. Ya era tarde, y pensó primeramente en su seguridad, y en el entusiasmo de propinar una sorpresa. Así fue como con paso tranquilo se acercó hasta lograr alcanzarle. Ella vestía de rojo, con un abrigo negro cuello alto, al igual que sus botas de mediano taco, portaba una cartera negra, y unos pequeños anteojos traslúcidos de marco negro, y su pelo negro tomado en cola de caballo.
En la proximidad tocó suavemente su hombro derecho, virando ella en rápida reacción, dando como es natural, un paso atrás, mientras levantaba su vista para poder distinguir quién era esa inesperada presencia. Le reconoció de inmediato, y su rostro se iluminó ampliamente, abriendo sus ojos con asombro.
Así permanecieron un par de segundos, en mutua contemplación, sin emitir palabras ni mayor acercamiento. Era notorio que ambos parecían felices por el simple hecho de haberse encontrado.
Luego, en su plena curiosidad, ella rompió el silencio:
-          Qué haces aquí?...
-          Te vine a buscar… vamos.
-          A dónde?
-          Sólo sígueme, si quieres…
Ella no entendía nada, y pese a su normal timidez y desconfianza aprendida en la vida, aceptó sin vacilar. Se llenó de preguntas, no temía, porque le conocía de años y sabía perfectamente  que podía confiar plenamente en él, sin embargo, su inseguridad siempre estaba presente.
Sujétate firme, y en cosa de escasos minutos subieron a un edificio, hasta llegar a la azotea. Ella no entendía como habían subido tan rápido, y conmocionada por el hecho, se emocionó al ver un cielo tan despejado y tan pleno de estrellas. Se acercaron a la orilla y pudieron ver el resplandor de las luces de la ciudad que titilaban a lo lejos. La locura de la ciudad estaba a sus pies, y todo parecía ser parte de un enjambre frenético lleno de vida y movimiento.
-          Quieres ver la ciudad de más arriba?... - dijo él.
-          Qué?...
-          Vamos… déjame mostrarte la ciudad…
Incrédula, aceptó sin vacilar, pensando  que todo era una broma. El sacó un celular de su bolsillo, prendió su luz y estiró su brazo haciendo señales a un espacio abierto. Prontamente el ruido de un motor se fue acercando rápidamente, provocando un fuerte vendaval.
Ella no podía creer. - Qué es esto?... preguntó mientras sonreía nerviosamente. No te preocupes, respondió el, con total tranquilidad. Ten cuidado con las aspas, y avanza conmigo. Entonces en unos pocos pasos avanzaron hacia el ruidoso aparato y se subieron. Una vez sentados, les pasaron unos audífonos y se pusieron los cinturones de seguridad, despegando casi al instante.
Él se comunicaba con el conductor mediante algunas señas, levantando el pulgar y dirigiéndose hacia la costa, alejándose poco a poco del bullicio de la ciudad. Mientras, observaban el movimiento de los vehículos que parecían de juguete desde las alturas.
Pronto arribaron en la costa, en las cercanías de un recinto bien iluminado, lleno de música, fulgor, y alegría. Bajaron y fueron recibidos por algunos anfitriones de corbata muy bien vestidos. Todo era esplendor, perfectamente pulcro, rodeado de blanco, tanto las mesas como las cortinas que flameaban ante el frescor del viento.
Trataron de hablar entre el bullicio y la algarabía, entonces el preguntó…
- Quieres algo más tranquilo?
- Sí, por favor. – Ella respondió.
Él sonrió y llamó a uno de los anfitriones, el cual se acercó con presura. Caminó un par de pasos, y habló unas pocas palabras dando algunas indicaciones. Al instante, aquel hombre se comunicó con el resto, y por comunicador coordinaron algunos preparativos. En cuestión de segundos, se acercaron a unos cuantos metros  algunas personas que montaron hábilmente unos paneles sobre la arena, muy próximo a un mar iluminado por el resplandor de una enorme luna.
-          Está listo señor.
-          Gracias respondió él, mostrando una sonrisa cortes y amable.
 
Se dirigieron al lugar, caminando entre la arena. Ella se sacó los zapatos, sintiendo un inmenso alivio y un agrado al sentir el suelo bajo sus pies.
Cuando llegaron, se internaron el pequeño recinto improvisado, de grandes y abiertos ventanales con vista a las olas, lleno de suaves luces que adornaban armónicamente el lugar.
Los asistentes a cargo, les recibieron con cordialidad, y prepararon la mesa con un variado banquete, llenando las copas con un colorido vino, todo en un armónico espacio que invitaba a la paz, la contemplación. Y ahí se quedaron compartiendo, a solas, sin interrupciones, apreciando la belleza del paisaje bajo la luz de la luna reflejada en el mar, sintiendo los sonidos de la naturaleza, conversando con total tranquilidad y contándose por completo cada detalle de las historias de sus vidas, en un momento eterno llamado “Felicidad”.
 

27 marzo, 2015

Vínculos

El tiempo es un concepto abstracto de este universo, lo medimos, lo esperamos, y sea como sea, pasa sin detenerse jamás.
Hace muchos años, un niño de menuda figura, extendía sus manos para recibir de sus hermanos, un pedazo de diario, en él, había leche en polvo, que en general se repartían de la mejor forma posible. Aquel niño, con pocas esperanzas de vida, y cuestionado de paternidad, fue entregado a una familia ajena, bajo pretextos que sólo los adultos tienden a justificar. Tras una vida precaria, con escasos recursos y muchos hermanos, el conflicto del cuestionamiento se impregnó seguramente en la mente de una madre que dudó, y permitió la entrega. Quizás para protegerlo, o proteger a la familia, o quizás para ocultar una verdad, ante un padre de dura vida, carente de sutileza y comprensión, o del perdón.
Con menos de dos años llegó, a un hogar conformado por tres personas que se juntaron a compartir esfuerzos y sacrificios, para sacar adelante un lugar que se convertiría en un pilar fundamental de muchas personas que lo visitaban. Historias humanas increíbles aprendidas por aquel niño extraño.
Muchos fueron los buenos momentos, como también los emotivos, por distintas circunstancias, sobreviviendo a distintas situaciones, como soledad, enfermedad, temas económicos, ambientales.
En su mente estaba impregnada la sensación de abandono, misma que recordó en su primer año de colegiatura, cuando creyó que era dejado, nuevamente. Su madre y sus hermanos, a veces le visitaban, dos veces al año, quizás tres. Tiempo en que nunca fue reclamado con la fortaleza y convicción propia de una madre por su hijo. Por qué?... Era la pregunta eterna que convirtió aquella estancia en una prisión emocional, de donde nunca podría escapar.
Cuando creció, soñaba con la palabra “libertad”. Sobreprotegido por su fragilidad física, estaba sometido al esmero de cuidados que lo alejaron incluso del mundo. El cariño por un niño, a veces suele ser obsesivo y posesivo. Las personas, en general, cargan una mochila con su propia historia, y esa esencia influye en sus mentes, hasta el punto de que un pensamiento se transforma en convicción, haciéndolos creer que están en lo correcto, o llenos de razón.
Es curiosa la vida, nada puede ser igual siempre, y toda vida tiene su principio, y también su fin. La historia cambia, los hilos se mueven, y los caminos se abren en nuevas direcciones que se tienen que tomar.
Han pasado muchos años, y aún la pregunta en su mente, persiste…. Por qué?
Al fin y al cabo, todos somos mascotas, y nos adoptamos. Al hacerlo, con el tiempo, nos encariñamos, y se produce un vínculo, un fuerte vínculo de vida, que no se puede romper, y nos convierte en prisioneros de nuestras propias emociones, haciéndonos gozar y sufrir, por aquellos seres que forman parte de nuestras vidas, impregnándose en nuestra piel, en nuestra mente, en nuestro espíritu y en nuestros sentidos.
Pero los niños crecen, y los adultos se vuelven niños, la toma de decisiones de antes sucumbe al tiempo, y las nuevas decisiones afloran, por la naturaleza propia de cómo hemos vivido.
Hoy… un hombre entra al quirófano, es el último de aquellos tres que le cuidaron con tanto esmero cuando niño. El miedo se apodera de ellos, y en silencio, su abrazo parece una despedida, sin serlo. El dolor es físico, el dolor es en el pensamiento, el dolor es en el alma, y el ahogo de un suspiro se convierte en un último lamento.
El niño, ya hombre, mira a su viejo, más que su propio padre, y lo abraza sin consuelo. Trata de ser fuerte y alegre, porque cuando el mismo estuvo al borde de lo incierto, aquel viejo amigo, lo salvó muchas veces con sus esmeros. Ahora, aquel anciano está sólo, y todo parece incierto.
Su mirada se volverá cristalina también, como la propia algún día y la de todos, y así podrá recibir la luz que le entregará la paz merecida en este preciso intento.
Ahora no sé qué pensar… haber visto tanto sacrificio, tanto esmero y tanto esfuerzo, para cuidar a su propia madre, quién nunca se separó de su hijo, pese a todo, tanta preocupación para salvar a un niño ajeno y muchas veces enfermo, tanto trabajo invertido para apoyar a una mujer valiosa en su buen espíritu y empeño. Tantas cosas vividas, y hoy… tanto que está en juego.
Hoy es el día, y es mucho lo que siento, la incertidumbre satura mis sentidos, y todo parece ser extraño. Fue un padre, más padre que el propio, y mejor hijo que muchos, que he conocido. Este es su premio, tan injusto como mi razonamiento me permite verlo. Qué es Dios entonces… Por qué?... Por qué Dios?... Por favor ayúdalo.
Soy lo que soy, gracias a ellos, no soy perfecto, y me quiebro. Pero debo ser fuerte hoy, porque simplemente… es necesario serlo.
Una madre y un padre, nunca deben abandonar a un hijo, y un hijo… nunca debe dejar de querer a sus padres, porque la vida nos enseña, que todo es un tiempo.
Los conocí una vez… y desde entonces, se produjo un bonito vínculo, del cual no me arrepiento.