27 septiembre, 2012

Hoy


Una brisa inquieta empañaba sus lentes, mientras la humedad de la garuga se esparcía suavemente sobre su rostro alzado. Respiraba profundamente aquel aire fresco, tan lleno de naturaleza y libertad que la amplitud de sus recuerdos parecían acoger un sentimiento enajenado y a su vez cercano, haciendo que el frío fuese ser algo secundario.

En su ceguera, extendía sus manos como tratando de tocar el abismo de su propia nebulosa. Los sonetos caían así en sus pensamientos mezclándose entre números y sensaciones, que por algunos segundos, le pareció inquietantes.

Reclinó su cabeza y la movió de lado a lado, como queriendo despabilar de un sueño imaginario. El frío primaveral tenía algo de calidez, añoranza, y un dejo de melancolía. Podía ver, no como los demás, pero si era capaz de ir más allá de los sentidos cotidianos.

Buscó entre sus cosas, revisó y sacó algunos papeles, anotaciones, cuentas varias y cosas propias de un quehacer diario, en un día como cualquier otro, quizás, o tal vez, un día como hoy.

No hay comentarios.: