La inconformidad no es más que una simple necesidad interior, no de la perfección, sino del mejoramiento continuo. Es una sensación de incomodidad frente a ya lo existente, llámese “producto”, “vida”, “objeto”, etc...
La gracia de esta palabra "Inconformidad", es el movimiento. Así como en la física existe el movimiento “tangible”, la inconformidad es por consiguiente un aspecto “intangible”, pero real, principio básico en la evolución de las especies, y un fenómeno que permite la obtención de logros que finalmente se materializan, visibles también para los demás, y que sin embargo, quedan atrás por las nuevas expectativas y nuevos desafíos, a partir de esto mismo.
Podemos estar de a cuerdo o no en estas apreciaciones, pero sin duda, un desacuerdo en sí es una inconformidad que fluye en argumentos, llamados “comunicación”.
Si pensamos que la inconformidad guarda relación con el movimiento, como en la física, entonces entenderemos el concepto llamado “tiempo”.
Pensemos un segundo en la siguiente pregunta:
- ¿Cuánto falta para lograr lo que quiero?
La respuesta a esto podría ser simplemente:
- Dar el paso. O sea, una decisión.
No obstante, sean o no razones de peso, el no dar un paso, puede significar una invalidez y un estancamiento, aún así, nunca una detención por completo.
Caso contrario, dar el paso hacia lo que se quiere puede estar colmado de éxito, independiente de los riesgos.
Pero el punto no es el dar o no el paso, en realidad es… hasta cuanto una inconformidad es capaz de saturarnos para que nos obligue a tomar una decisión frente a la vida. Éxito o fracaso, no hay más, el resto sólo puede ser el resultado de una inconformidad mayor que supere a la inconformidad propia, llamados “Eventos inesperados en el camino”.
La gracia de esta palabra "Inconformidad", es el movimiento. Así como en la física existe el movimiento “tangible”, la inconformidad es por consiguiente un aspecto “intangible”, pero real, principio básico en la evolución de las especies, y un fenómeno que permite la obtención de logros que finalmente se materializan, visibles también para los demás, y que sin embargo, quedan atrás por las nuevas expectativas y nuevos desafíos, a partir de esto mismo.
Podemos estar de a cuerdo o no en estas apreciaciones, pero sin duda, un desacuerdo en sí es una inconformidad que fluye en argumentos, llamados “comunicación”.
Si pensamos que la inconformidad guarda relación con el movimiento, como en la física, entonces entenderemos el concepto llamado “tiempo”.
Pensemos un segundo en la siguiente pregunta:
- ¿Cuánto falta para lograr lo que quiero?
La respuesta a esto podría ser simplemente:
- Dar el paso. O sea, una decisión.
No obstante, sean o no razones de peso, el no dar un paso, puede significar una invalidez y un estancamiento, aún así, nunca una detención por completo.
Caso contrario, dar el paso hacia lo que se quiere puede estar colmado de éxito, independiente de los riesgos.
Pero el punto no es el dar o no el paso, en realidad es… hasta cuanto una inconformidad es capaz de saturarnos para que nos obligue a tomar una decisión frente a la vida. Éxito o fracaso, no hay más, el resto sólo puede ser el resultado de una inconformidad mayor que supere a la inconformidad propia, llamados “Eventos inesperados en el camino”.
Entonces... ¿Cuál será tu siguiente pregunta...?
Si lo piensas bien, la respuesta actual ya la sabes, porque es tu ahora que escrito está.
En fin...
Sólo el tiempo dirá si nos quemamos o nos congelamos en este incierto pero fascinante mundo, que nunca para de rodar...
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