18 noviembre, 2011

Palos Rotos



Era apenas un niño, solitario en la inmensidad de un verdor, único lugar que le permitía sentir la suave brisa en sus manos ya manchadas por el tiempo. El fervor incandescente de sus pupilas se encendía con un dejo de arrebato, porque su sagrado templo de paz estaba siendo desmantelado.

Aquellos largos maderos de color negro, ya no estarían más, y sólo tendría que conformarse con la visión de un eterno instante congelado en el tiempo, aquel donde su niñez fue cautivada eternamente por un simple hecho.

Era indescriptible su nostalgia, era como si le quitasen parte de su vida, un arrebato cruel de su historia, sus sueños, su timidez, sus pensamientos más puros, su inmadurez, su todo, y su nada.

Un breve desfase, así parecía, bajo el preludio de lo inevitable que nos suele definir los caminos. Radicalitas, orgullosos, supuestos sabios sumidos en la vanidad de un intelecto superior que inútilmente pretende la osadía de doblegar a un mismo sentimiento. Ds.

Pero el motivo eterno de su ser, no sería quebrantado por un cambio ajeno. Unos cuantos palos rotos no serían suficientes para olvidar, que una vez sin mirar, pudo percibir aquellos cortos pasos que le hicieron sonreír ante el inocente brillo de sus ojos.

Y pensar que...


Todo hubiese sido tan distinto… !!!

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