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Después de un día caluroso, casi asfixiante de un día domingo, ya de noche, exactamente 21:29, ni un minuto más, ni un minuto menos, cómodamente en un sillón percibió la extraña presencia de lo que no pudo ver. Perduró por lo menos por media hora o más, hasta luego diluirse en el cansancio incomprensible del no saber, y de las voces circundantes (interferencia).
Se dice que la distancia más corta entre un punto y otro es la línea recta, sin embargo, el papel blanco entre sus manos se doblaba reubicando las distancias y dejando los puntos en un mismo lugar, en teoría claro, pero no muy alejado de una posible realidad.
La imagen casi era visible, en un espacio abierto, con mucho viento, desde las alturas de un paraje sin igual. Imaginación que se fusiona y se confunde, o una creencia de lo que queremos aislar. Al fin y al cabo, es eso. Ser capaces de aislar aquello que queremos recibir de este universo, tan simple como ir a un lugar público y escuchar a cientos de transeúntes pasar, cada uno empecinados con sus temas, comunicándose, diciendo, hablando, gesticulando, escuchando, recibiendo sólo lo que apenas está tangiblemente cercano.
Alguien en patines pasó por el lado, joven y hábil de gran destreza, escuchando su música, con alegría, una niña pequeña vestida de blanco más allá sujetaba la mano de su progenitor, mientras con la otra sujetaba su helado, una mascota pequeña también circundaba por el verdor cercano, en fin, un conjunto de seres, emisores y receptores, de la nada, y que conformaban un todo inaudible de lo que creemos, y que aún no sabemos.
Aquel momento estaba desfasado, y se erguía en la sombra alargada de los pasos que seguían su atardecer pensativo, lleno de ideas, de emoción, de nostalgia y de ansia contenida en la lejanía de un solo pensamiento. ¿Por qué es Domingo?...
Se dice que la distancia más corta entre un punto y otro es la línea recta, sin embargo, el papel blanco entre sus manos se doblaba reubicando las distancias y dejando los puntos en un mismo lugar, en teoría claro, pero no muy alejado de una posible realidad.
La imagen casi era visible, en un espacio abierto, con mucho viento, desde las alturas de un paraje sin igual. Imaginación que se fusiona y se confunde, o una creencia de lo que queremos aislar. Al fin y al cabo, es eso. Ser capaces de aislar aquello que queremos recibir de este universo, tan simple como ir a un lugar público y escuchar a cientos de transeúntes pasar, cada uno empecinados con sus temas, comunicándose, diciendo, hablando, gesticulando, escuchando, recibiendo sólo lo que apenas está tangiblemente cercano.
Alguien en patines pasó por el lado, joven y hábil de gran destreza, escuchando su música, con alegría, una niña pequeña vestida de blanco más allá sujetaba la mano de su progenitor, mientras con la otra sujetaba su helado, una mascota pequeña también circundaba por el verdor cercano, en fin, un conjunto de seres, emisores y receptores, de la nada, y que conformaban un todo inaudible de lo que creemos, y que aún no sabemos.
Aquel momento estaba desfasado, y se erguía en la sombra alargada de los pasos que seguían su atardecer pensativo, lleno de ideas, de emoción, de nostalgia y de ansia contenida en la lejanía de un solo pensamiento. ¿Por qué es Domingo?...
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