04 enero, 2011

1 Hora Después


Despertó como siempre, incluso unos minutos antes que la suave música de su teléfono sonara. Sin rodeos se levantó y rápidamente realizó las actividades cotidianas de cualquier comienzo de día. Nunca desayunaba, porque lo consideraba una pérdida de tiempo y también para no ir sobrecargado. Tema que luego compensaba la llegar a su trabajo con algún café y abundante azúcar.

Cuando salió de su hogar, se dirigió como siempre hacia el paradero de su medio de transporte que lo acercaría al tren. Mientras caminaba observaba con curiosidad los enormes nubarrones que se manifestaban sobre las montañas, con glamorosa belleza, dejando entre ver algunos rayos como líneas perfectamente definidas desde el cielo. Se respiraba a incertidumbre, a paz, a ajetreo, un sin número de sensaciones que se configurarían aquel día, como un día poco cotidiano.

Cuando bajó de su primer medio de transporte, se detuvo apenas un par de minutos para tratar de captar el glamor de la grandiosidad de los rayos de luz entre las nubes, quiso capturarlas con su cámara, pero no le fue posible. El hermoso paisaje que había visto hace menos de cinco minutos, ya había cambiado totalmente. Sin más remedio, bajó por el subterráneo a su siguiente medio de transporte. Tomó su celular, y se deleitó unos minutos con su serie favorita, no fueron más de diez minutos los que se tomó, dándose el gusto de detenerse un breve instante, iba con bastante tiempo a favor, y nada que lo apurase.

Aún en la estación, en aquella breve pausa, miró la hora, encontrándose sorpresivamente con que era una hora más tarde de lo previsto, lo cual le pareció imposible. Inmediatamente verificó tal aberración, y preguntó la hora a un par de personas que se encontraban cerca, constatando que lo que indicaban era igual a lo de su arsenal tecnológico, incluso en los minutos. Verificó una vez más, y consultó otra vez. No había ningún error, era una hora más tarde.

- Imposible, se replicaba con extrañeza, estaba totalmente conciente del tiempo, siempre lo estaba y no podía ser una mera distracción, los dispositivos electrónicos no mienten, no todos.

Miraba la hora, una y otra vez, aún resistiéndose a creer. Todo era como un sueño, una pesadilla que se convertía en una realidad tangible, de la cual no tenía control.

Todo se atrasó aquel día, hasta su salida. Había perdido una hora exacta, no más, no menos. Nada que pudiese hacer para recuperarla.

El día fue extraño, nublado y sol, gris y azulado, con una brisa que seguramente intentaba anunciar lo breve que puede ser el tiempo cuando más lo necesitamos.


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