04 mayo, 2009

Tejado



Días de lluvia se anunciaba en las noticias, lo cual indicaba que ya no se podía postergar más el tener que subir al tejado y hacer algo de limpieza y tapar alguna posible gotera.
Era de tarde, mientras en la altura se miraba aquella inmensa nube oscura, amenazadora, que se aproximaba. El sol ya muy bajo se iba perdiendo en el horizonte, y el frío calaba los huesos. Vestía ligero, polera negra manga corta, un buzo azul corriente y zapatos café, ninguna moda, sólo prendas para ensuciar, y vaya que así fue.

Algunos relámpagos producían parpadeantes destellos a lo lejos, dando muestra una vez más del poderío de la naturaleza. Una ventisca intensa se iba acrecentando mientras la temperatura bajaba cada vez más y el frío se hacía insostenible.

De pronto, por algunos segundos, el muchacho del tejado alzó su vista, y con inusitada nostalgia, trató de separar los aromas, que provenían desde quien sabe que lugar distante. Entonces meditó, en que todo en la vida tiene un significado, nada es al azar, y su misión inconclusa, ya pronto llegaría a buen camino. Como es bien sabido, tras la tempestad se viene la calma, y el sol nuevamente renacería majestuoso, como una bendición incondicional al desafortunio. A fin de cuentas, un remezón en la vida, es lo que reacomoda aquello que con el tiempo se desajusta, y lo queramos o no, el dolor nos mueve, una vez más, hacia a la comprensión, la unión, la sutileza, la ternura, muchas veces perdida.

Así es como la vida útil del muchacho del tejado fue culminando, y se fue retirando con cuidado, poco a poco, cogiendo sus herramientas que seguramente le acompañarían en alguna otra ocasión. Siempre disponible, con el tiempo a su favor, paciente, inocuo, y esperanzado.

Al día siguiente, el muchacho terminó con otros detalles domésticos, y ya conforme con su humilde labor, se propuso dormir, buscando refugio en aquellos pensamientos ajenos a su voluntad. Necesitaba un alivio, algo que le desvinculara, aunque fuese un instante, de sus pensamientos, y poder descansar. Así fue como prontamente, sucumbió. Más tarde despertó por algunos instantes, para luego volver a su cometido, mientras la feroz ventisca azotaba los cables del tendido eléctrico hasta el punto de cortar la luz. Nada más que hacer, unas velas y a intentar dormir nuevamente.

Cuatro de la madrugada, día lunes, y quiso escribir un poco. Qué más podía hacer. Su mente llena de ideas, recuerdos, y anhelos. La inquietante profundidad de sus pensamientos lo llevó una vez más al teclado, y ante un monitor que no prendía. Otra vez sin dormir después de haber dormido, ciclos de 4 hora cada vez, irregular descanso que no es descanso. Pero siempre hay algo bueno en todo, y lo mejor era no luchar contra lo que no daña, más bien manejarlo con inteligencia y sabiduría emocional, necesaria.

Se puso a ver su serial favorita: “House”, quinta temporada. Curiosamente, y sin querer, el episodio 15 "Unfaithful", la historia de un cura con conflictos de fe, y sus visiones, originadas por causas médicas.

Luego de eso, apagó el televisor, pasaron unos instantes, y el despertador anunciaba una nueva jornada. Eso fue todo, sólo quería escribir…

Mientras salía de su casa, miró una vez más hacia el cielo, observó aquel tejado y pudo constatar que su obra no fue en vano, y algo bueno se forjó, con el debido cariño y amor sincero, que siempre estuvo presente en su nostálgico empeño.

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